El renacer de un imperio
Regido por el poder de los misteriosos y escurridizos Dioses, la vigilancia, el poder de Los Imperiales y la sed de sangre de los aniquiladores, los ciudadanos viven su día a día con miedo, angustia y odio hacia su gobierno. Los Rebeldes quieren liberar a los inocentes de la sanguinaria monarquía, desatando guerras incontables, muertes infinitas y miles de heridos a su paso.
Entre este devastado mundo se encuentran varias zonas dispersas entre el territorio habitado:
La zona sagrada: Donde habitan los dioses.
La imperial: Donde se encuentra la monarquía y los aniquiladores.
La ciudad: Donde encuentras a la gente común.
Zona fantasma: Donde está la anarquía.
Los Dioses son las máximas autoridades del mundo, se comunican con los imperiales a través de sus Comunicadores, ellos les informan a los Imperiales sobre los cambios en las reformas y normas de las ciudades, ellos las hacen públicas y obligan a la gente a seguirlas al pie de la letra… cualquiera que se oponga a las normas, será ejecutado en la plaza principal junto con su familia.
Los rebeldes, al contrario, ellos viven en una pequeña ciudad con total libertad de expresión, con un gobierno democrático y sus líderes en la guerra que sería el mismo capacitado para dirigir a una comunidad en la vida cotidiana y en la guerra por la libertad de los demás. Con su canal de televisión, tecnología propia y música rock del dúo preferido de todos, Kotarou Bokuto y Kuroo Tetsuro los mejores músicos y combatientes en las guerrillas.
Como líder de los Rebeldes estaba el chico de nombre desconocido, apodado “el pequeño gigante” siendo este el creador de los guerrilleros, un antiguo Imperial que viendo la injusticia, masacre y retención en los habitantes de la ciudad decidió hacer un cambio con sus amigos y seguidores… creando así “La Anarquía” con el fin de poner un final al gobierno y a los Dioses.
Hinata Shoyou, un chico de 16 años, vive en la ciudad principal con su familia conformada por su madre, su padre y su hermana menor, en donde está el templo sagrado de los Dioses que nadie ha visto jamás, el chico asiste al colegio como todos los demás y junto con su amigo y amor platónico Tobio Kageyama, un pelinegro de su misma edad, menor que él por unos meses pero un poco más alto que el pelirrojo…
Ambos caminaban hacia el instituto donde tomaban clases, era algo parecido a una de esas hermosas mansiones de los Imperiales pero no tan cuidada como debía ser…
-Kageyama! ¿Qué crees que haremos hoy con la maestra? –Dijo el pelirrojo mirando a los oscuros ojos del más alto quien se sonrojó al instante.
-No me preguntes a mi idiota –Refunfuñó el chico desviando la mirada para que no se notara su coloración ante la pregunta de su amigo, el mayor se quejó con el mientras se burlaba de su reacción.
-Ahhh, que cruel eres Tontobio –Dijo casi gritando para llamar su atención a toda costa, el chico de cabello oscuro le tapó la boca con seriedad –Idiota silencio, vas a lograr que alguien nos capture… más con los aniquiladores a cada esquina –Suspiró agotado de toda esa basura de vida que estaban teniendo, un miserable y pútrido estilo de vida y aun así nadie más que los Rebeldes hacia algo para derrocarlo.
Mientras, que en los templos sagrados estaba Tadashi Yamaguchi junto con Yachi Hitoka, Kenji Futakuchi y Wakatoshi Ushijima siendo estos los hijos de los Dioses más importantes y por lo tanto los próximos jefes de todo orden mundial. Los chicos con tan solo 16 y 17 años solo querían ser como los demás adolescentes… con amigos, fiestas y diversión, aunque incluso en la ciudad era muy limitado. Yamaguchi siempre hablaba de querer escaparse con los Rebeldes hacia la Zona Fantasma y poder divertirse de verdad, con amigos y fiestas por doquier… pero supuso sería un sueño imposible de hacer realidad, debido a su prestigiosa posición social… y más siendo el heredero más importante y prometido de Hitoka Yachi… Aparte de tener prohibido el libre matrimonio, con cualquiera de una clase social menor a la de ellos… salir con un Comunicador, Imperial o Aniquilador significaba un exilio del templo, salir con un Ciudadano o aun peor, un Rebelde significaba la muerte tanto para el chico y la pareja…
Entre los Imperiales estaban Koushi Sugawara, Morisuke Yaku, Tooru Oikawa, Akira Kunimi y Keiji Akaashi como los herederos al poder en sus familias… los chicos de una buena apariencia, lindo aspecto y cara bonita eran de los que dirigían a sus propios Aniquiladores, claro solo los más ricos tenían al suyo propio. Sugawara Koushi tenía a Daichi Sawamura como propio, lo mismo con Morisuke Yaku con Taketora Yamamoto, Akira Kunimi con Chikara Ennoshita, Tooru Oikawa con Alisa Haiba y Akaashi Keiji con Kentaro Kyotani… Los 10 chicos vivían en sus respectivas mansiones de color blanco con finos detalles a mármol pulido, algunas llegaban a ser castillos como la de Sugawara y Tooru.
Los Imperiales, como cualquier otro asistían al colegio de la ciudad, con sus respectivos guardias o ente caso sus aniquiladores personales.
-Ah, que molestia ir con esa escoria –Suspiró Oikawa viendo por la ventanilla del auto a los chicos de la ciudad reír y jugar mientras caminaban a su escuela, Alisa se limitó a decir alguna palabra y solo asentía mientras desviaba su mirada hacia la calle como si buscara a alguien importante para ella en esos momentos. Sugawara no podía resistirse al sueño que sentía en esos momentos… Daichi como buen caballero le cedió su hombro para dormir más a gusto en la limusina donde los 10 chicos iban juntos, el albino reposó su cabeza en el azabache causándole un ligero sonrojo apenas notable en sus mejillas, Akaashi estaba escuchando música desde su celular, soñando el cómo sería el amar a alguien y que este le correspondiera, abrazarlo y sentir su cálido cuerpo junto al suyo, besarlo y sentir los suaves labios de otra persona en contacto con los suyos… El solo pensarlo le daba esperanza y felicidad para aguantar con una sonrisa la realidad solitaria que afrontaba…
Se bajaron del lujoso auto en la entrada del colegio, agarraron sus respectivas cosas y fueron entrando al edificio que solía ser el antiguo templo de los Dioses… Akira Kunimi se quejaba de tener que levantarse temprano para asistir a un colegio cuando podía tomar clases en casa con todas las comodidades y sin gente común a su alrededor –Que asco –Dijo el pelinegro viendo disimuladamente a las demás personas, Ennoshita tenía prohibido hablar para reprender a su “amo”, por lo que solo bajo la mirada para evitar decir algo malo hacia el chico. Tooru caminaba entre todos como si fuera el mismo Dios al que todos debían alabar, y con las chicas le servía al menos… todas lo saludaban e idolatraban por su excéntrica belleza, su sonrisa blanca y perfecta, así como su delgado pero marcado cuerpo y su blanca piel. Los demás entraron sin llamar tanto la atención como lo hacía el castaño, como si fueran chicos normales, aun así Sugawara no tenía problemas en parecerlo, él era el chico más humilde y amable de los demás, Se llevaba con todos los estudiantes y era amado por todo el cuerpo estudiantil. Siempre brindando ayuda y apoyo ya fuera emocionalmente o económicamente a sus amigos.
Mientras, al extremo de la ciudad y en sus afueras de esta estaba la Zona Fantasma donde La Anarquía reinaba en todo su esplendor. Era una pequeña ciudad, llena de pantallas, inundada en música y llena de colores y pinturas por doquier. En el centro había un mini concierto del dúo más amado por todos Kuroo y Bokuto tocando a todo volumen y cantando sin importancia a lo que dirían los demás, la gente se acercaba y les aplaudían, tomaban videos y lo subían a la red mundial donde cualquiera podría ver los videos. Pasaron unas cuantas horas cuando los chicos de 17 años volvieron a su cuartel o su casa, era lo mismo para ellos. Ahí estaba Kenma Kozume, el amigo de la infancia del azabache y ahora el experto en Informática y creador de tácticas con el Líder, Hajime Iwaizumi durmiendo una siesta en vez de trabajar y Tsukishima Kei limpiando las armas de ambos chicos.
-Llegan tarde estúpidos –Reclamó el rubio con lentes dirigiéndose a los recién llegados –Tranquilo mi amor –Dijo el azabache acercándose al menor agarrándolo por la cintura y dándole un beso en el cuello –Llegue vivo al menos –Se burló un poco a la par que su amigo de cabello gris reía intentando contener sus carcajadas detrás de la pareja.
-Kuroo, Bokuto… El líder quiere vernos para una junta en la sala de conferencias –Dijo Kenma levantándose de su lugar con una computadora y una Tablet, ambos chicos lo siguieron por todo el pasillo sin quejas… después de todo, el teñido era un líder más y debían obedecer sus órdenes sin queja alguna.
-Por fin llegan- dijo un hombre con los cabellos negros y ojos de un azul oscuro que reflejaban sus objetivos y su visión de libertad sin ningún obstáculo enfrente… eso era algo que todos admiraban de él, su perseverancia.
-Mis disculpas, Kuroo y Bokuto acaban de llegar de la calle señor- se disculpó Kenma ante el jefe, los chicos hicieron una reverencia –No importa, hay que seguir planeando este ataque… ¿Trajiste el plan y mapa de la ciudad? –Dijo hacia el teñido quien asintió sin dudarlo.