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Sick obsession. por Emi_Sakura

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Notas del fanfic:

Los personajes principales son propiedad de Akira Toriyama y la Toei.

La trama no es mía, me inspiré en un hentai del cual olvidé el nombre. xD

Pero la iniciativa fue mía. :v

 

Notas del capitulo:

 

Eh, hola de nuevo.

Traigo esta creación inspirada en un hentai. Espero que éste fic sí les guste.

Ahí vamos.

 

P.D. Samy, ya sabes que me debes algo. 

 

 

 

—Buenas noches, me gustaría llevar una bolsa de fideos y cuatro naranjas.

—Enseguida, señor  —respondió haciendo una reverencia con ánimos. Salió del mostrador a la zona de frutas y verduras, acomodó su delantal blanco y tomó lo requerido introduciéndolo en una bolsa con el nombre del mini-súper—. Disculpe, las pastas, las va a querer en fideos, raviolis, tirabuzones-…

—Fideos normales, por favor. —el joven hizo un gesto afirmativo con la cabeza adornado con una linda sonrisa amable.

Una noche tranquila, una jornada como muchas otras, al parecer el último cliente se había ido. Tenía una extraña sensación de incomodidad en el cuerpo, no podía descifrar qué era así que decidió ignorarlo. Pronto su jefe llegó a su encuentro justo saliendo de su oficina.

—Son, has hecho hoy un excelente trabajo, como siempre —el aludido giró la cabeza y sonrió de inmediato a su superior.

—Muchas gracias, señor —se inclinó agradecido. El hombre maduro de cabellos plateados sonrió complacido.

—He considerado tu petición… —el muchacho de inmediato se paró firme con un leve destello rosa en sus mejillas—. Te daré el aumento. —concluyó el hombre.

—¿¡D-De verdad!? —no podía evitar ocultar su sonrisa y alegría que se le desbordaban hasta por las orejas.

—Pero no del veinte porciento…

—¿Eh? Uh… —su semblante rápidamente cambió.

—Sino del cincuenta por ciento. —el hombre rápidamente se alegró al ver los grandes ojos ónix de su empleado hacerse aún más grandes y brillar como nunca—. Te lo mereces, hijo.

—¡Gracias gracias gracias gracias, señor Yamada! ¡Prometo seguir dando mi mejor esfuerzo siempre! —otra reverencia, el hombre no puedo evitar soltar una risilla al ver el entusiasmo del joven.

Luego de esa buena noticia, no podía sacar su sonrisa del rostro. Poco después de superar su emoción inicial, notó que le faltaban diez minutos para cerrar el mini-súper, así que, como no llegaba ningún otro cliente, decidió ir alistándose para salir. Primero soltó el broche que sostenía su flequillo en la parte alta de su cabeza, estaba ensimismado con los ojos cerrados y la sonrisa, aunque ahora pequeña, todavía posaba en su rostro pálido. No pudo formular palabra cuando de repente una fría corriente de viento azotó todo su ser. De inmediato colocó el broche en el mostrador, lentamente, con los ojos un poco más abiertos y mirando alrededor. No le gustaba para nada esa horrible y extraña sensación.

Minutos después no había vuelto a sentir la corriente fría, así que sólo intentaba ignorar la sensación que lo inundaba ahora más.

El delantal que se ceñía a su firme y prominente pecho ahora se encontraba a punto de soltarse del esbelto cuerpo de su poseedor. Para tranquilizarse, el joven de cabellos alborotados tarareaba una canción con los ojos cerrados, tal parece que le funcionó.

Un fuerte y envolvente jadeo invadió el lugar casi de inmediato. Las dos tiras del delantal posaban ahora en la parte de atrás sueltas pero permanecían en el cuerpo del muchacho. Sus pupilas negras se contrajeron de inmediato ante la extraña sensación que ahora se hacía más y más fuerte. Su corazón aumentó considerablemente sus latidos generando así una pequeña hiperventilación.

¿Q-Qué… es… esto?... —pensó. Miraba en todas las direcciones del local buscando algún ente extraño.

Desesperación.

Ahora eso era lo que sentía.

Sacudió su cabeza y cerró nuevamente sus ojos relajándose, cuando de golpe,

—¡Ah! —sonó su teléfono celular. Soltó una breve risita al verse asustado en esa situación—. ¿Hola?

¡¡Mamiiiiiiiiiiiiiii!! —una voz aguda rápidamente despertó todos los sentidos del joven, el cual adoptó en sus ojos una evidente calidez, su boca se curvó hacia arriba y tomó con cariño el aparato en su oreja.

—Hola, mi amor. —devolvió totalmente calmado.

¡¡Mami, ven!! ¡Te edstraño! —mencionó la tierna voz infantil del otro lado de la línea, lo último lo dijo con la vocecita algo quebrada.

—Yo también, pequeño… Ya falta poco… En unos quince minutos estaré allá contigo abrazándote y besándote. Sé paciente, ¿sí? —trató de convencerlo endulzando un poco más su voz. El pequeño dudó un poco antes de responder.

Mmmmmmm... ¡Bueno, mami! —soltó una risita—. Dile a mami que lo quieres. —se escuchó lejana una voz mucho más grave y masculina.

—¿Hmm? —arqueó una ceja formando una sonrisa acusadora con sus labios.

¡¡Te quiero mamiiii!! —el pequeño soltó otra risita más larga.

—Yo más, cariño. Chau, cuídate y cuida a papá mucho.

Ti. —pronto se escucha un cambio de persona en la línea—. Kakarotto…

—Dime. —amplió más su sonrisa burlona.

¿A qué horas llegas?  La cena no se preparará sola… —el mencionado notó de inmediato el timbre jocoso que su pareja poseía a pesar de siempre escucharse muy serio.

—Sí, claro. Como si no hubieras comido ya… —rodó sus ojos divertido.

Demonios, mamá me descubrió —habló al pequeño desde el otro lado de la línea— Eso te pasa por bobo, papi… —dijo la vocecita. El joven rió ahora metido en un aura cálida y rosa que él mismo había creado a su alrededor.

—En todo caso, estaré ahí en un cuarto de hora, ya voy a cerrar el súper. ¿Me esperas?

Claro. Entonces, nos vemos, tendré que darle una lección a este mocoso por no respetarme… —pronto se escucharon muchas risas infantiles, la mirada del joven se llenó de más calidez al escuchar los jugueteos de su pareja y su pequeño hijo.

—Chau, te amo, Vegeta.

Ya sabes la respuesta. —otra risita por parte del joven y colgó. Suspiró lleno de amor, lastimosamente la corriente fría había regresado nuevamente y mucho más fuerte. El pelinegro se aferró a su teléfono expectante.

Continuó deslizando fuera el delantal cuando de repente la horrible sensación lo golpeó bruscamente, de esa misma manera el empleado levantó su mirada, encontrándose con un cliente. Suspiró un poco aliviado.

—Buenas noches, señor… —miró detallando un poco al hombre: era muy alto, de tez pálida, cabello negro largo hasta los hombros; poseía un gorro azul opaco, su fleco cubría su  mirada. El pelinegro sonrió algo extraño al notar que el hombre sudaba mucho y se le notaba un leve temblor acompañado de pequeños jadeos.

            —¿Va a llevar eso? —finalmente dijo señalando el paquete de galletas que sostenía la mano temblorosa del hombre. No recibió respuesta alguna.

—Serían… $15… —el individuo por fin reaccionó, metiendo la otra mano en su bolsillo, sacando de allí un botón, pelusas y varios papeles mal envueltos. No hace falta mencionar que el joven de menor estatura ya empezaba a sudar frío.

—Si quiere, sólo lléveselo, yo lo cargo a mi tarjeta de empleado… —sonrió con amabilidad. El hombre de repente chasqueó la lengua, tiró el paquete de galletas en el mostrador y salió corriendo del lugar, sobresaltando al joven empleado.

—Eso fue raro… —sacudió su cabeza— ¡Pero bueno! Estoy ansioso, ya quiero ver a mi hijo y a Vegeta. —pensó en voz alta retomando su semblante alegre para pronto terminar de organizarse y cerrar el local.

 

 

...

 

 

Caminaba tranquilamente por las calles solitarias de la ciudad, tomó un autobús y en minutos sólo estaba a pocas calles de su hogar. Acomodó mejor su bolsa y su chaqueta, sintiendo nuevamente la misma corriente fría que le incomodaba desde hace varios días. Se sintió tonto, pero decidió apresurar un poco el paso.

Aumentó la velocidad… luego más, y más, y más, hasta tal punto de casi estar corriendo. La desesperación que crecía en su cabeza le hizo caminar sin rumbo, parando en calles de aspecto horrible. No era su culpa, no podía más con esa sensación. Ahora escuchaba pasos muy cerca de él pero lentos, se sentía perseguido. Sus pupilas se contrajeron cuando decidió parar y enfrentar la situación. Un paso, paró en seco. De inmediato los pasos que lo seguían se detuvieron.

Tragó. Giró su cabeza.

Luego, un grito ahogado y sintió como todo le era cegado, escuchándose en el lugar un fuerte golpe seco.

Notas finales:

 

Ojalá les haya gustado. Vengo a desahogarme con ustedes y es que soy una artista frustrada. Sobretodo por no saber casi nada de la anatomía humana. 

En fin, mis padres no me apoyan porque estudio derecho, bueno, mi mamá sí porque piensa que es bueno tener un hobbie creativo. Te amo, mujer.

Lo triste es que no tengo dinero ni para los libros de anatomía que requiero ni para la tablet gráfica, aunque ésta última me la prometieron si saco alto el semestre y ahorro un poco de la mesada. Dios, lo voy a hacer.

Les agradecería que rogaran por mi pobre alma. xD

Si les gustó, les agradecería que se tomaran el tiempo de dejar un comentario, siquiera.

Mm, hasta ahora mi vida es buena. Lo agradezco mucho. 

Okay, ya. Gracias si leyeron hasta aquí. 

 

No sé si actualizar primero 1+1=3, ¡Ven acá, bello estorbo! o Un sólo camino...

 

Salu2.

 

-Remiya.


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