Los días de conde, eran terriblemente aburridos. De lunes a domingo, eran aquellos deberes, estudios o talleres, en donde gastaba mas de el ochenta por ciento de mi día, teniendo como variable un veinte por ciento de sueño. Lamentablemente, ese mayordomo me tenía totalmente atorado con la agenda diaria.
Algo que fue raro, fue que este mismo día, no tenía nada agendado. Ninguna visita, algún papeleo, alguna exposición de servicio Phantom. Ni siquiera una invitación a alguna fiesta conmemorativa.
-Sebastián-Le llamé-, Dime por qué no hay nada agendado para hoy, no me des excusas falsas, ¿Qué sucede?-.
El mayordomo me observó unos segundos, y sonrió. Esa sonrisa me molesta, no es sincera, sinceramente, más que molesta, la detesto. No te rías, Sebastián. Deseo prohibirte la sonrisa. Me molesta, cautiva, y engañaba.
-Últimamente, Joven amo, se ha creado una nueva forma de distracción humana, por lo que teóricamente es divertido. Las reglas son, Dar diez besos, cada uno, y el primero que se enamora... Pierde. Son bastante sencillas, pero he escuchado que aquel que pierde, sufre. Tanto como para morir, de amor-.
Esa sonrisa larga y perfecta que me regalaba ese mayordomo, me erizaba la piel, no era una sonrisa hipócrita, era una que quemaba por dentro. Te dolía el alma, y arda el pecho.
-No pienso jugar algo que es obvio el cual perderé. Tu raza demoníaca, te impide el amor. Y es algo obvio, ya que ese sentimiento es puro; y tú, lo que menos tienes es pureza-, Con mi voz, copie perfectamente el sarcasmo, y burla de mi difunto padre.
La risa de mi mayordomo se hizo presente. Esa risa que proclamaba la ira, me llenaba de un enojo indescriptible. El odio, por lo poder hacerlo callar, dejarlo en silencio.
-Joven amo, en eso está usted muy equivocado. Los demonios tenemos esa habilidad, pero comparado al amor humano, es doloroso. A no ser que sea correspondido, el amor demoníaco es una tortura. Una tortura tan lenta, como si te quemaran vivo, te introducieran una estaca en la espalda, y te dejaran a la deriva. Porque, el único sentimiento mas puro que puede tener un demonio, es es amor de alma y corazón-.
¿A quien no le harían reflexionar esas palabras?, me siento un hombre malo, pero, estoy deseando ver a mi mayordomo a mis pies, loco de amor por mi. Que no sea capaz de respirar si no estoy con el, que se sienta morir por cada celo que le de. Ese es mi deseo. Que me pertenezca mas de lo que ya lo hace, quizás sea monopolizador, pero no me importa. Si esta el, no importa.
- Acepto-. Le digo mirando hacia arriba. Yacia en pie, por lo que me retiré a mi habitación, sin siquiera decir y querer escuchar, alguna palabra mas. Arrepintiéndome, completamente por lo que había pensado segundos atrás. Soy un verdadero imbecil, por aceptar dejarme llevar por las palabras cegadoras de un demonio.
Cuando anocheció, Sebastian había preparado mi ropa de dormir. Me miró con una forma completamente diferente a la cual antes lo hacia, sus ojos carmesí, brillaban con gran intensidad. Me desvistió como cada noche, y me dejó pasar a la tina, en donde el se encargaría de limpiar mi cuerpo. Era un sentimiento de comodidad casi increíble, me sentía con el poder de cerrar mis ojos, y dormir cuanto mi cuerpo deseara. Pero sentí un intruso en mis labios, me sorprendió de una manera impactante, ya que desde el comienzo, el hombre que me había besado lo hizo con brutalidad, llenando mi boca de su sabor.
-Acabamos de comenzar nuestro juego, joven amo. Debemos ser buenos jugadores, para ganar esta competencia-. Fue lo que escuche salir de su boca. Me ardía bastante la piel, mis mejillas. No sabía que hacer, ni siquiera que responder. El había tomado la iniciativa, y estaba ganando. Pero no, el no ganaría al final. Quien se quedará con la victoria seré yo.
Mas tarde, al momento de dormir, me acostó y tapo mi cuerpo en las sabanas blancas, me miró por ultima vez, y una vez mas, su boca atacó la mía. Nuevamente, me sentí de otra manera, un tanto peculiar. Esos besos que me da este hombre, son tan raros y exquisitos que son capaces de convertirse en un vicio. Por un momento, llegué a pensar, que deseaba con mi alma, perder. Perder y rendirme para caer a los pies de este demonio. Que tenia en el una esencia que era capaz de convertirse en droga llena de pasión.
Simplemente no supe que hacer en ese momento; cada segundo el beso se hacia mas largo, y mas lleno de oleadas que conllevaban al sexo. Sentía que peligraba mi orgullo, y yo, siendo tal no lo permitiría. Me armé de un valor desconocido, y vencí al demonio, incorporándome, para tomar el control del beso sin pensarlo. En el, oí una pequeña risa, quizás proveniente de lo mas a fondo de su ser, y se dejó controlar por mi.
Cayó fuertemente a la cama, destapándome y dejándome a mi el control de ese beso. Este punto iría para mi, estaba seguro. No iba a perder con un hombre como el. Tome su cabeza, y la atraje a mi con mas fuerza, mientras mis piernas le rodeaban sus brazos y pecho. Mi saliva, tenia un sabor exquisito al mezclarlo con el suyo. A pesar de que lo que estaba sintiendo, era demasiado bueno para creer que estaba en la realidad, no fui capaz de seguir. Mi corazón ardía, y no me sentía bien. Por un minuto, pensé que el estaba loco por mi, pero olvide que el es un demonio. Solo sentirá amor puro una vez, ¿Quien me asegura, que esa única vez seré yo?
Me separé de el con lentitud, y le ordené moverse para volver a mi posicion inicial. Acostado, y tranquilo. Miré a Sebastian, para comentarle el suceso antes hecho, pero al mirar sus ojos, el mismo hizo que yo callara. Esos ojos, que normalmente eran de un color carmesí que al verlos por primera vez, sientes la necesidad de sentir ese pequeño placer, un pequeño fetiche, se habían convertido en negros, vacíos, y notablemente, sin alma. Puedo jurar, que en ese momento, mi alma se partió en mil pedazos, veía el dolor en el pecho de ese hombre, ¿Todo por un beso?, eso no puede ser. Se que este hombre miente, esos ojos son falsos, esa mirada, es falsa. Todo, es completamente falso.
-Buen trabajo, joven amo. Esta vez, usted ha sido capaz de tomar la iniciativa, e intensiva la pasión. Mis felicidades, ahora por favor, descanse. Mañana tiene clases de violín a las 6, no lo olvide. Buenas noches.- Sin dejarme decir nada, ese hombre se fue. Jamás me miró a los ojos, siquiera al momento de despedirse.
Sebastian, ¿Es necesario, crear tanta ilusión, con ese tan falso rostro triste con el que vas? Cerré mis ojos con fuerza, no me dejaré engañar. Mis lagrimas jamas se dejaran engañar por ese hombre, tan falso por dentro, y aun mas por fuera. Siento que algo se rompe en el momento que esa noche recuerdo, no olvido el rostro de mi mayordomo, ni sus ojos negros, sus labios húmedos, y su cuerpo decaído. Me impresiona el simplemente pensar, de que el hombre por quien lloro, sea el. Que cree tanto sentimiento, solo por dos besos, simplemente por ello.
Me sentí solo y roto mientras dormía, esa noche realmente era fría. No puedo reconocer el horario en donde aun me mantenía despierto, flaqueando y tiritando del frío, mas que nunca, esa noche fue eterna. Pero no era capaz de llamar a mi mayordomo, sentía que no tenia agallas. Quizás no vendría, o simplemente no me escucharía. ¿Por que lo se? Por la razón de que se que ese hombre no es capaz de mostrarse tal debilidad. No se mostraría débil, ni volvería a ver esos ojos negros, llenos de vació. Aun no entiendo la razón de que el halla sido así, si quizás porque le molesto que tomara la iniciativa, o que la acabara. Quizás se molesto mi arrebato, o quizás se arrepintió del suyo...
-Joven amo, si esta despierto, acomódese por favor-, Le escuche decir desde la puerta, me di la vuelta, ya que en ese momento estaba mirando hacia la ventana, y le miré. Quizás tenia todo preparado, ya que no le podía ver bien, su rostro estaba escondido completamente en la oscuridad, su cuerpo era una sombra negra. Pero, sentí su amabilidad. La sentí claramente, ya que ni siquiera le llamé, y vino por consentimiento propio, algo que quizás jamas habría pasado.-Le tapare con sabanas rojas para que logre entrar en calor, disculpe mi indecencia anteriormente, estoy realmente arrepentido de ello. Fui incapaz de cuidarle como se debía.-Se acercó a mi, y me tapo quizás de la manera mas amable que lo haya sido jamas, esto me convertía en un culpable. ¿Habia ganado el juego, o no? ¿Estaba a mis pies, o yo era quien ya lo estaba, por simples dos besos?
-Sebastian-, le llame desde la oscuridad, y antes de que el se retirara, me miró, y se volvió a acercar suavemente a mi, con pasos no de un humano, no pasos sonoros. Pasos de un demonio, lentos y tranquilos, listos para una severa emboscada.-¿Por que comenzaste este juego? ¿Cual es la razón de que me lo hayas comentado? No deseo que me lo cuentes a medias, deseo la historia completa-.
-Joven amo, ¿Realmente desea saberlo? Me tomará un tiemp-
-Sebastian, dímelo. Ahora, es una orden-. Sentí un peso en mi cama, se había sentado en ese lugar. No le dije nada al respecto, pues quería que comenzara pronto. No podía ver su rostro, estaba sentado rectamente en el pequeño lugar, con su espalda convertida arqueada suavemente y tapando con sus manos sus ojos, eso fue lo que logre ver. Jamas había visto a Sebastian sentado de tal manera informal.
-Joven amo, quizás una vez cuando le termine de contar esta anécdota, sienta tanto asco por mi que no sera capaz de verme otra vez. Tuve una razón bastante personal para hacerle jugar el juego que yo mismo cree, en eso, le mentí. No seguí la regla mas importante que usted me dio. Realmente perdóneme por ello. Comencé mi propio juego, con el deseo de enamorarlo, convertirlo en propiedad mía. Mas de lo que ya lo es, hacer que me necesite mas, me desee mas, sienta que no es nada sin mi. Ese era mi deseo.-Logré ver, como se retorcía suavemente, para esconderse el mismo.-Al principio dije que era simplemente un juego, y realmente lo era para mi. Pero, en el momento que le di el primer beso, deje de pensar así de inmediato. Me sentía desesperado. Joven amo, deseaba besar sus labios aun mas, no entendía lo que mi mente decía, por suerte, en el momento de separarme, me sentí vivir otra vez. Aunque, como cualquiera, realmente me sentía avergonzado. Perdone mi indecencia, se que lo que hice esta mal... quizás ni siquiera sea perdonado. Pero joven amo, logre entender lo que siento por usted, no se explicarlo en palabras, no se demostrarlo con gestos, ni siquiera como hacerle entender de otra manera. Es tanto, que siento en cada momento me volveré loco, me duele mi pecho, arden mis ojos, me duele el simple hecho de respirar... todo esto, hace que simplemente, desee morir. Se que soy un imprudente, y la ultima vez lo hice con el deseo de probar lo que estaba sintiendo. Joven amo, me di cuenta del sentimiento que logré entender en estas horas mientras me mantenía pensando, lo que siento por usted es simplemente amor. El amor que me trae loco, me revuelve mi mente, y descontrola mis deseos. No le digo esto con el deseo que de sienta lastima por mi, si no porque le quiero decir, que usted ganó. Me tiene bajo sus pies, puede hacer lo que quiera conmigo, tanto como mayordomo, y como hombre. Si desea usarme, esta en su deseo, y lo cumpliré como tal. Eso es lo que siento, lo que me hace sentir usted-.
Mi corazón dio un vuelco al momento de oírle, esas frases románticas que jamas había escuchado, esa voz tan suave y realista, ni siquiera hacia pensar que era una mentira. No se como responderle, no se si regañarle, o saltar a sus brazos, no se si llorar o reír. Tanto sentimiento que fue creado en un día, pero que perduraron en nuestro corazón durante tanto tiempo. ¿Realmente se enamoro de mi en ese momento? Pues yo me di cuenta que me sentí de esa manera por el desde que le conocí. Por el me volví alguien debil. manipulador gracias a mis palabras. Soy un cobarde, no logré jamas hacer algo sin el, siquiera algo personal. Yo sin el no seria nadie, estaría muerto, y mi alma viviría en un paraíso, que quizás ni siquiera existe. No le hubiera conocido a el, a sus ojos carmesí, su sonrisa falsa cautivante, su perfección.
-Ganaste Sebastian-, mi voz no recobraba sentido, me sentía decaído, y enfermo, pero listo para decirle lo que sentia, no lo guardaría por mas tiempo.-Decirte que te amo es una estupidez, ya que aun no se lo que siento. Me duele el pecho tanto como a ti cuando te veo, pero existe algo que cambia mucho en nuestros sentimientos. Desde que te conocí, me volví de esta manera, tan fácil de manipular por ti. Me vuele loco tu amabilidad, y restancia a las cosas. Sebastian, te amo, pero no se aun si te amo. Es un sentimiento complejo, así que por favor, logra hacer que entienda.
No escuche mas que un suave peso en mi cuerpo, y unos brazos restregarse entre mi cintura y espalda, unas manos grandes, llenas de sudor y completamente heladas, comenzaron a acariciarme, y esos labios que me habían vuelto loco desde que los probé, los cuales ya se habían convertido en el peor vicio, ya me atacan de nuevo, con tanta ternura y amor que me llenaba y limpiaba el alma. Sin decirnos nada, el se abrazo a mi toda esa fría noche, y yo no fui mejor, ya que gracias a eso, fue la única razón de que pudiera dormir.
Al amanecer, seguíamos en la misma posición del principio, yo abrazándome a el desde mis piernas a su cintura, y mis brazos acurrucados en su pecho, mientras el abrazaba mi cuerpo con suavidad entre sus brazos.
-Aun debemos terminar nuestro juego, mayordomo-.
-Lo terminaremos este día de hoy, joven amo. Estoy seguro-.
Y de esa manera, me atacó a besos.