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Rutina por Cristabelle

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen sino a Toby Fox

Notas del capitulo:

Este es mi primer fanfic yaoi de Undertale y de esta parejita que amo tanto... SANSBY!!!>////< fic que curiosamente contiene dos versiones... ya que creía bastante en el headcanon de que Grillby es mudo, pero una personita me hizo notar que no era así, justamente cuando ya había acabado el fic... así que le hice arreglos... pero me dí cuenta de que me gustaba mucho la versión anterior y como había visto muchos cómics y fics con esa temática decidí agregar la otra versión como un extra del fic, no difieren en el final... pero creo que son bastante distintos XDD en la versión "A" Grillby puede hablar y en la "B" no :v

y... usé muchas teorías y headcanons... que tal vez sean desmentidos en el futuro... así que disculpen XDD

 

La habitación estaba oscura y no se distinguían más que los sonidos que provocaba su agitada respiración y ciertos traqueteos que hacían sus huesos al removerse Sans con inquietud sobre su lecho, mientras en su mente se desplazaban imágenes rápidas y difusas que lo llenaban de dolor e impotencia en instantes que parecían alargarse eternamente hasta que despertó dando un áspero grito que no pudo ahogar activando de improvisto sus poderes que manipulaban la gravedad, elevando de forma violenta los pocos bártulos que poseía su habitación, para después dejarlos caer repentinamente.

Sans el monstruo esqueleto se incorporó intranquilo palpando sus costillas y su esternón sobre la playera que vestía con cierta desesperación, recordando la última parte de esa pesadilla que siempre se repetía, donde veía cierta luz reflejada en un cuchillo que destellaba atravesándolo de un tajo. Su inquietud fue mayor al escuchar el sonido de la puerta abriéndose desde donde su hermano menor Papyrus entraba a su habitación alarmado por el ruido.

Pero esa no era la única clase de malos sueños que tenía, también había otros en los que una flor con un extraño rostro le sonreía de forma maníaca, pero a diferencia de las anteriores pesadillas estas últimas nunca fueron tan frecuentes.

Esos terrores nocturnos de alguna forma se habían vuelto querencia, al igual que los intentos de Papyrus por intentar averiguar lo que los provocaba, lo cual no daba frutos ya que Sans se enfrascaba en fingir que estaba bien, pero era inútil.

Papyrus estaba al tanto de que había algo que perturbaba el alma y la mente de Sans, sintiéndose un poco relegado por el hecho de que su hermano no pareciera confiar lo suficiente en él como para decirle lo que sucedía, pero sólo se trataba de que Sans no deseaba preocuparlo, además de que temía que no le creyera si le contaba todo lo que sabía.

Siguiendo con esa rutina, Papyrus siempre terminaba colándose en la cama de Sans a pesar de que sabía que no era la más cómoda del mundo debido a que él nunca la ordenada, seguro de que la compañía ayudaría a dormir a su hermano y así era. Su presencia realmente lo reconfortaba consiguiendo disipar al menos de forma momentánea las amargas reminiscencias que le dejaban sus pesadillas, donde también aparecían escenas en las que Papyrus moría decapitado.

Sin embargo Sans aceptaba la compañía de mala gana, porque con esa clase de acciones sentía un poco mellado su orgullo de hermano mayor ya que era su trabajo encargarse de que Papyrus durmiera bien, no al revés.

Siempre que dormían juntos era menester despertar temprano para tomar un buen desayuno a petición de Papyrus, que se afanaba en realizar entrenamiento extra matutino muy aparte del que tendría a lo largo del día con la excapitana de la guardia real Undyne que ahora se dedicaba ayudar en su investigación a Alphys la científica real, con el fin de encontrar una forma de liberar a todos los monstruos de la barrera que los mantenía bajo tierra. Intentando desarrollar un método a base de entrenamiento con el cual aumentar la determinación de un monstruo sin poner en peligro su vida, como había sucedido en sus anteriores experimentos fallidos que le tomó mucho tiempo confesar y por los cuales compensaría con su trabajo.

Así Papyrus tenía horarios muy estrictos para recalibrar sus rompecabezas y un itinerario para las demás actividades que conformaban su rutina que realizaba con mayor ahínco desde que al fin pudo cumplir su sueño de convertirse en miembro de la  de la guardia real, es más obtuvo el puesto de capitán aunque ahora fuera el único integrante de ese regimiento ya que la Reina Toriel decidió reducir el personal de esa unidad, reubicando a los demás integrantes a otras labores desde que decidiera que de ahí en adelante se trataría a todo humano que llegará al Subsuelo como un amigo, probándolo solamente por medio de acertijos y rompecabezas

Dado ese cambio Undyne vio la oportunidad perfecta para recomendar a Papyrus como su reemplazo, sabiendo que él siempre deseo ser parte de la Guardía Real y que si trataba de rompecabezas no había nadie más indicado para el puesto que él.

Sans estaba muy feliz por su hermano Papyrus quien era alguien sumamente dedicado, a diferencia suya que apenas se las arreglaba para llegar a tiempo a todos sus trabajos sólo para dormirse ahí con la lógica de que a más trabajos, más descansos, lo cual curiosamente no significaba que no cumpliera con sus deberes sino que lo hacía a su ritmo.

De esa forma devenía su vida junto a la de los demás monstruos, de forma monótona y amena a pesar de que recientemente un humano vestido con un suéter celeste había caído en el Subsuelo, marchándose tan rápido como llego provocando cierto temor entre todos, viéndose implicado en algunos incidentes y desapariciones, entre ellas la del famoso presentador de televisión Mettaton o la muerte de una de las mejores pasteleras de la comunidad de arañas que respondía al nombre de Muffet.

A pesar de aquellos hechos, la reina Toriel decidió darle al humano el beneficio de la duda y mantener su palabra de ser amables con el resto de humanos que pudieran llegar al subsuelo.

Sus vidas podían considerarse bastante rutinarias, pero lo suficientemente felices como para que ningún monstruo perdieran la esperanza en un futuro mejor, lo cual también se debía en gran parte al regreso de la Reina Toriel al poder, a pesar de que el Rey Asgore murió y de que desaparecieran las seis almas humanas que este había reunido con el fin de liberar a todos sus súbditos.

Todos conservaban la esperanza y sin embargo Sans que sabía que algo andaba mal. Aquel esqueleto siempre había tenido esa sensación, una que era suave, pero persistente y que jamás lo abandonaría.

No ayudaba en nada a su sosiego el hecho de poseer dotes de científico, los cuales incluso lo llevaron a trabajar con Alphys y algunos más en ciertas investigaciones al respecto o que de casualidad la casa en la que él y su hermano vivían tuviera escondido alguna especie de laboratorio con una extraña máquina descompuesta donde encontró trazada la frase: “No olvides” y partes de una inquietante investigación acerca de teorías sobre la realidad simulada, los viajes en el tiempo y el poder de la determinación, todo explicado mediante la metáfora de un juego de video, que incluía los términos “Save” y “Resets”

Descifro, analizo e incluso intento completar aquellos retazos de investigación lo más que pudo, no sólo motivado por la curiosidad de saber quién hizo la investigación o la extraña tipografía compuesta de símbolos en la que estaba escrita, sino también por el creciente reconcomio en su interior que le decía que iba en la dirección correcta y que aquel resquemor que siempre lo acompañaba no sólo era impresión suya.

El saber es poder y aun así la ignorancia puede ser el más dulce de los estados, en el caso de Sans, entender tanto sólo había conseguido que se volviera alguien paranoico e introspectivo, claro que lo disimulaba de la mejor forma que podía, pero no consiguió evitar volverse algo apático y perezoso cayendo en cuenta de que nada importaba realmente.

Dado que su realidad posiblemente era una simulación virtual y que su destino podría estar escrito ya, pero intentaba no pensar en eso, refugiándose en el hecho de que no tenía suficientes pruebas para validar todo lo que había investigado, aunque los cálculos no mentían y fuera matemáticamente posible.

Entonces ese humano inexpresivo que ataviaba un suéter celeste con rayas lilas arribo al subsuelo y todo tuvo sentido, a un punto que le resultó sumamente aterrorizante.

Al principio no quiso creerlo, lo atribuyo a una sugestión ocasionada por todas sus investigaciones, pero estar en presencia de aquel humano era un constante déjà vu en el que se mezclaban de vez en vez reacciones sospechosas o ciertas miradas que daban a entender a Sans que el chico ya sabía lo que iba a suceder por la forma tan mecánica en que realizaba sus actos, por como se desenvolvía con todos los monstruos incluyéndolo a él y su hermano.

Tendía a pensar que el humano podría haber pasado por todas esas situaciones demasiadas ocasiones antes, atreviéndose a bromear al respecto mientras pasaba el rato con el chico en el MTT Resort, alegando que había estado haciendo un buen trabajo protegiéndolo ya que según sabía no había muerto ni una vez y que si no fuera por la promesa que le hizo a una dama, seguramente estaría muerto justo donde se encontraban.

Sin contar que comenzó a sufrir de las pesadillas de muerte casi inmediatamente después de haber conocido al humano, mientras tomaba algunas siestas descansando de sus trabajos y de cuidar al chico como se lo había prometido a la amiga con la cual compartía chistes a través de la puerta que separaba el bosque de Snowdin de las Ruinas, fémina de la cual lastimosamente, hacía mucho que no sabía nada.

Esas pesadillas no eran como ningún otro sueño que hubiera tenido antes, eran demasiado reales y se sentían más como recuerdos, como si hubieran ocurrido y al mismo tiempo no, existiendo sólo como memorias de lo que se le ocurrió podían ser líneas temporales alternas.

Pero la prueba definitiva de que estaba en lo correcto al menos en aquello respecto a las líneas temporales “Save” y “Resets” sucedió cuando se encontró con el humano en el corredor final de tonos dorados antes de ingresar a la sala del trono donde se hallaba el entonces vivo Rey Asgore.

Antes de que Sans realizara su juicio sobre las acciones del humano, este le dijo que tenía un secreto código secreto para él que sólo se le confiaba a los viajeros del tiempo, dando a entender que ya había escuchado el discurso del juicio las veces suficientes, esperando algo distinto esa vez y Sans le dio la llave de su habitación luego de encararle que quién le dijo eso fue un sucio mentiroso que él no tenía un secreto código secreto sino un secreto código secreto triple-secreto, pero que de todas formas estaba calificado.

Entregándole ese objeto procuro revelarle de alguna forma parte de los conocimientos e incógnitas que tenía con la esperanza de que tal vez aquel humano podría resolver lo que él no pudo.

Porque a pesar de las pesadillas que le traían las reminiscencias de que el humano era un asesino y de la suposición de que pudo haber encontrado la forma de liberarlos a todos, pero que retrocedió en el tiempo inconforme con el resultado sólo para seguir experimentando con las variables que desencadenaban sus decisiones en distintas líneas de tiempo, Sans todavía no podía descartar que hubiera algo bueno en aquella persona.

Tal vez debido a la genuina felicidad que demostró al hacer amistad con su hermano, Alphys y Undyne, lo cual era muy contradictorio si se tomaba en cuenta el hecho de que el mismo humano los asesino en otra línea de tiempo. ¿Si tenía alguna habilidad especial no era su deber usarla con responsabilidad? Lo cierto es que nunca entendería a ese humano ni el porqué de sus acciones.

Luego de eso el humano se fue dejando una sensación de soledad en Sans, que casi estaba seguro de ser el único monstruo que era consciente de todo lo que estuvo sucediendo al menos en parte, quedando embargado de cierto fatalismo.

Pensaba en si la simulación virtual en la que posiblemente se encontraban no era una especie de bucle dónde debían atenerse a lo que decidiera el humano que sin importar los avances o cambios que hiciera parecía no quedar satisfecho, volviendo al pasado, quitándoles sus recuerdos, excepto los suyos.

Tenía la ventaja de ser capaz de dilucidar lo que sucedía gracias a sus conocimientos, pero si las cosas habían vuelto a la normalidad siguiendo su curso podría significar que el humano se dio cuenta de que no podía seguir de esa forma y decidió dejarlos en paz, sin que esto le resultase un gran consuelo, porque podía volver en cualquier momento.

A menudo se preguntaba si había alguna forma de detener todo eso o si él realmente pudo ser un verdadero rival para aquel humano y su determinación en las líneas temporales donde lo perdió todo debido a que el chico decidió tomar una actitud homicida, deviniendo en la interrogante de cuantas veces fallo o murió en el proceso.

Por todo ello Sans pensaba que una rutina no tenía por qué ser algo malo, sobre todo si se sabe llevar y significa que tu mundo goza de cierta paz. También puede ser algo muy bello si está llena de pequeños momentos de alegría, la medida justa de dificultades con sus respectivas soluciones, mucho humor y sobre todo si se comparte el tiempo con los seres queridos. Pensar en eso lo ayudaba a sobrellevar los días a pesar de que cada vez cargaba con más pensamientos nocivos en su cabeza.

Sans no era el único con una rutina, todos en la villa nevada de Snowdin tenían una y daban lo mejor de sí como los monstruos conejo dueños de la pintoresca posada del pueblo siempre esperando huéspedes con una sonrisa, el Lobo del hielo que trabajaba arrojando témpanos al río sin descanso, los editores del único periódico del poblado que se esmeraban en entregar una buena gaceta día con día a pesar de que no hubieran verdaderas noticias que cubrir.

Resaltando a Grillby que era el dueño de un pequeño bar a lado de la biblioteca, un local que tenía muchas más funciones por ser un lugar de encuentro, de amistad y buenos recuerdos, donde él atendía a todos con caballerosa amabilidad a pesar de ser un monstruo de pocas palabras.

Grillby era un monstruo de fuego con forma humanoide al que le importaban mucho sus clientes y de vez en cuando tenía ciertos detalles con ellos, como cuando notaba que Pescado Feo se deprimía porque no conseguía ligar con nadie, entonces le invitaba una copa y le daba unas palmaditas en el hombro para animarlo un poco. Asimismo solía ser el único dispuesto a escuchar a Hámster Punk que siempre tenía algo nuevo de lo cual quejarse e incluso realizaba a veces los curiosos platillos de los que solía hablar Boca Grande sólo para darle alguna sorpresa.

Él tenía la seguridad de conocer muy bien a todos los que frecuentaban su local, menos a cierto esqueleto perezoso y bajito que tenía una gran cuenta a pagar en su bar llamado Sans.

Esa jornada el esqueleto ingreso al bar a la hora de siempre, riendo y dedicándole chistes a casi todos los presentes, pero Grillby percibió un gran desgano en el andar del esqueleto, casi podía jurar que lograba escuchar como arrastraba los pies al caminar por el sonido siseante que hacían las pantuflas que usaba al deslizarse en el suelo, hasta que llego a la barra sentándose en el taburete más próximo al monstruo de fuego.

—¿Cómo se encuentra el tipo más candente de todo Snowdin esta noche? Espero que lo suficientemente bien como para servirme lo usual— deliberó el monstruo esqueleto en un tono confiado.

Asintió acostumbrado a esa clase de tratos, tal vez sus bromas no siempre eran las mejores, pero apreciaba la creatividad.

Le pasó una botella de Kétchup con una mezcla de salsa de tomate y licor que el esqueleto se bebió entera en menos de cinco minutos.

Fue inevitable, ya que ese día se encontraba de un ánimo mucho más bajo que el de costumbre sin una razón en específico, justificando la extraña acción con el elemental de fuego que se le quedo mirando un tanto preocupado.

—¡Wow! Sí que hace calor aquí o ¿sólo eres tú? —miró alusivo a Grillby para después observar la botella vacía— sí que necesitaba un trago. ¿Me servirías otra ronda?

Grillby parpadeo atizándose y le sirvió otra botella, intuyendo que no era la ocasión más indicada para insistirle en que pagara su cuenta.

Las horas siguieron rutinarias con Sans bebiendo otra botella de kétchup, soltando chistes y juegos de palabras en cada oportunidad que tenía, oyendo a los otros clientes del bar reír por lo que decía mientras algunos más jugaban interminables partidos póker.

Entre tanto Sans era observado con cariño y cierta preocupación por Grillby en medio de sus quehaceres sin que el esqueleto lo notara o al menos eso creía ya que Sans tenía cierta innata percepción que le permitía darse cuenta de cosas que otros no notarían tan fácilmente.

Procuraba no corresponder esas miradas porque sabía que si lo hacía se quedaría mirándolo como un bobo y es que Sans no podía evitar pensar que Grillby era realmente hermoso.

Los monstruos de fuego eran seres verdaderamente bellos y asombrosos que tenían una naturaleza muy atrayente.

Para empezar el fuego le parecía uno de los fenómenos físico-químicos más interesantes que pudieran existir, un proceso exotérmico que emite radiación electromagnética que dependiendo de su longitud de onda es perceptible de determinado color a los ojos, debido también a los elementos químicos que permiten su combustión y tomando en cuenta que las llamas del cuerpo de Grillby eran de un rojo-anaranjado a Sans le agradaba saber que él ardía gracias a compuestos de calcio.

Los monstruos de fuego también podían tener un enorme poder de destrucción, pero al mismo tiempo tenían un gran autocontrol que se encargaban de entrenar al menos los diez primeros años de sus vidas, además que las llamas que componían sus cuerpos poseían ciertas propiedades mágicas que impedían que quemaran fácilmente lo que tocaran y entonces se sintió un tanto estúpido por perderse en cavilaciones nerds que involucraban a Grillby, pero no era algo que pudiera evitar pues siempre sería una aficionado a la ciencia y ¿por qué no? un romántico a su manera, pese a que todavía no supiera qué hacer respecto a lo que sentía.

Sans adoraba la sempiterna serenidad del monstruo de fuego que era muy reservado, bastante alto, delgado y se veía siempre muy elegante con sus lentes y su traje de bartender que consistía en pantalones negros de tela, zapatos de charol, chaleco y corbatín del mismo color contrastados con una camisa de color blanco de forma que Sans alguna vez solía avergonzarse de las trazas en las cuales solía presentarse al bar, pero nunca pensaba lo suficiente en eso puesto que prefería la comodidad ante todo y no había mayor prueba de ello que el hecho de que usara pantuflas color rosa en todo momento que acompañaban unos pantalones holgados cortos negros con franjas claras a los lados, camiseta blanca y una sudadera con capucha de color azul. Ropajes que junto a su aura fantasmal le brindaban a su figura un aspecto mucho más robusto del que en realidad poseía.

Pasar el rato en aquel bar junto a ver a su hermano feliz, eran las partes favoritas de la rutina de Sans ya que le ayudaba mucho a distraerse de todos sus problemas, sobre todo por estar en presencia de Grillby que conseguía transmitirle con éxito y sin saberlo toda su tranquilidad, además que le gustaba creer que él parecía disfrutar más que nadie de sus chistes y juegos de palabras, casi tanto como la dama misteriosa con la cual perdió contacto.

Sans siempre sonreía, lo cual no era de extrañar ya que era un esqueleto y era la única expresión que le permitían sus facciones, no obstante movía ligeramente las comisuras de la mandíbula o sus huesos malares para darle énfasis a alguna de sus expresiones, sin contar que los márgenes supraorbitarios de sus cuencas podía hacer muchas veces de párpados, como cuando quería guiñar la cuenca.

Del mismo modo era capaz de sudar e inclusive los huesos cigomáticos de su rostro podían colorearse de un ligero color cyan cuando se avergonzaba, vicisitudes que sólo podían explicarse por el hecho de que era un monstruo esqueleto y los huesos que lo componían no respondían a la misma lógica que los que se encontraban en los cuerpos de otros seres como por ejemplo los humanos, pero más allá de eso una sonrisa es capaz de esconder más de lo que cualquiera puede imaginar y la que siempre demostraba Sans era un verdadero enigma para Grillby que sabía que Sans no era alguien tan alegre como parecía.

La noche siguió y de a poco el bar fue vaciándose hasta que llegó la hora de cerrar y sólo quedaron Grillby junto al comediante que se encontraba con el cráneo reclinado en la barra dormitando.

El monstruo de fuego rodeo la barra y se acercó a Sans para posicionar una de sus manos en su hombro en pos de despabilarlo. Este levanto la mirada y miro al dueño del bar con desánimo.

—Sé que debería irme… pero… ¿podría quedarme un poco más?—  dijo en un tono seco, pero aún con una sonrisa.

Esa noche no tenía ánimos de volver a casa y molestar el sueño de su hermano. Con todas sus pesadillas empezaba a sentirse una carga para Papyrus.    

Progresivamente Grillby tomo asiento a lado del esqueleto esperando alguna explicación ya que últimamente Sans se veía mucho más cansado que de costumbre a su parecer.

—No hay una razón en específico si es lo que te preguntas, sólo quiero disfrutar un poco más de tu cálida presencia— expreso con una risita.

El monstruo de fuego meneo la cabeza de derecha a izquierda en desaprobación pues ya se esperaba que Sans probara cambiar de tema con un juego de palabras y pese a no ser el monstruo más conversador del Subsuelo, le dijo suavemente:

—Sabes que puedes contarme lo que sea.

—Suenas igual que mi hermano… y si estás de mal húmero, tal vez sea mejor que me retire.

Sans quiso levantarse de su asiento, pero Grillby lo impidió abrazándolo, gesto que el esqueleto devolvió suspirando pesadamente.

Permanecieron así unos momentos hasta que el elemental de fuego comenzó a acariciar el rostro del esqueleto que lo tomó de la cintura acercándolo más a si y sin aviso comenzaron a besarse lo cual podría parecer imposible contando el hecho de que ninguno de los dos tenía labios, pero cosas como esas importaban muy poco en momentos así.

Esa clase de mimos y arrumacos eran desde hacía un tiempo alguna especie de rutina entre ellos, algo que sucedía irremediablemente cada vez que se quedaban solos, con cualquier excusa siempre a horas de la madrugada momentos antes de que el bar cerrara o de que el monstruo esqueleto se fuera.

Nunca duraba mucho ni llegaba más, pero en esa ocasión algo fue distinto.

—Es suficiente —alejo a Grillby de pronto y lo miro apagando las luces blancas que iluminaban sus cuencas, tomando un aspecto serio—  ¿por qué seguimos haciendo esto? No puedo amarte. Soy demasiado flojo, incluso para eso… a excepción de Paps, pero eso es distinto porque es mi hermano y…

Al ver como languidecían las llamas del cuerpo de Grillby que lo miraba abatido a causa de sus palabras, Sans prefirió callar y marcharse.

 —Nos vemos… lo siento…— pronunció intranquilo dirigiéndose a la puerta procurando no mirar atrás.

En esa ocasión al fin pudo decirle que no podían continuar así. Tenía demasiado con lo cual lidiar, sobre todo con su creciente apatía por vivir, por ello sentía que apenas y había espacio para su único familiar en su vida.

No se creía capaz de llevar una relación, era demasiada responsabilidad, algo estrechamente parecido a una promesa y él era muy malo para cumplir promesas.

Se negaba a aceptar que correspondía los sentimientos de Grillby, teniendo en cuenta que en cualquier momento podía llegar otro humano o el último humano podría volver, entonces ningún avance que hicieran en esa relación permanecería y no necesitaba más reminiscencias dolorosas.

Esa madrugada temiendo preocupar a Papyrus, Sans no volvió a casa y se teletransporto con sus poderes a un lugar que él consideraba secreto en la región de Waterfall donde había una banca debajo de la cual una vez abandonó un quiché, se sentó queriendo dormirse esperando no tener pesadillas deseando escapar de los sentimientos que le provocaba Grillby, intentando no pensar en nada ya que era demasiado trabajo hacerlo.

Pasó casi un mes que transcurrió con normalidad a excepción de que Sans no volvió al bar de Grillby quien no podía esconder su angustia por más que lo intentara, notándose en las llamas que formaban su cuerpo y que ya no ardían con la fuerza de siempre. La primera en notarlo fue su hija Fuku a la que Grillby aseguro que todo iba bien, mas ella no le creyó y no sabía qué hacer para ayudar, ya que no conseguía averiguar la razón detrás de la tristeza de su padre.

El elemental de fuego entendía que Sans no quisiera volver a verlo, pero hubiera deseado comunicarle que podían seguir siendo amigos y que las cosas no tenían por qué cambiar entre ellos y puede que no se sintiera listo para amarlo, pero no tenían por  qué apresurarse, además intuía que el esqueleto estaba pasando por una etapa difícil.

Grillby amaba cómo Sans era capaz de reír y hacer reír a otros aun cargando con un gran pesar, sabía algo al respecto porque el esqueleto le confeso ciertas cosas en medio de una de sus borracheras en la cual se puso a llorar con desesperación murmurando dolorosamente que nada era real  y que no tenía sentido seguir viviendo.

Aquella vez no lo dejo salir de su bar temiendo que hiciera alguna locura en su estado y se quedó con él consolándolo a pesar de no entender por completo de lo que hablaba, hasta que Sans se durmió y pudo llevarlo en brazos con su hermano. Nunca imaginó que vería un lado tan vulnerable de Sans, así como jamás pensó volver a enamorarse después de que su esposa muriera hacía tantos años atrás y menos de alguien tan peculiar como aquel esqueleto, pero la vida es una caja de sorpresas.

Por su lado, el monstruo esqueleto se aburría de sobremanera sintiendo con mayor desazón el pesado transcurrir de los días llenos de la ausencia de quién amaba, teniendo una razón más para deprimirse al punto de que incluso comenzó a esforzarse más en sus trabajos porque ya no tenía un lugar donde franquear su ocio a parte de querer olvidar cuanto extrañaba a Grillby.

A su pesar la fuerza de la costumbre le pedía a gritos que volviera a ese bar, pero no sabía cómo dar la cara en el local luego de todo lo que le dijo al elemental de fuego, sabiendo que no podían encontrarse pensando que sólo se lastimarían. 

Por más que se echaran de menos, los días seguían transcurriendo de forma habitual, fastidiosamente rutinarios, como esa noche en la casa de los hermanos esqueleto.

Eran muy pocos los canales de televisión disponibles en el Subsuelo y a pesar de eso Papyrus no dejaba de cambiar de emisora en emisora echando de menos el show de Mettaton, encontrándose en la sala sentado en el sillón a lado de su hermano cenando su platillo favorito, rica harina de avena con huevos de dinosaurio. Ya que no sabían dónde conseguir huevos de esa clase, se conformaban con hacer hervir huevos normales en moldes con forma de dinosaurio y en determinado momento Papyrus decidió confrontar el comportamiento inusual que había estado teniendo su hermano.

—Sans, sé que no has estado bien estas semanas, no tienes que ocultarlo.

—¿Bromeas? ¡Estoy de maravilla!— expreso haciendo girar la cuchara que  tenía entre las falanges de su mano izquierda.

—Pero si siquiera le pusiste kétchup a tu avena…

—Es que mi avena está demasiado caliente… digo… me gusta comerla tibia… bueno… le pondré un poco luego…— alego desviando la mirada, apagando las luces de sus cuencas demostrando que se sentía peor que de costumbre, no pudiendo evitar pensar en Grillby a causa de la más mínima cosa. 

Papyrus miro con preocupación a su hermano, quiso aconsejarle algo, pero Sans se levantó de su lugar y fue a la cocina dejando su plato de avena sin ánimos de comer, dirigiéndose después a la puerta principal.

—Lo siento Paps, esta noche no podré contarte un cuento antes de dormir… saldré un rato, no me esperes despierto.

A lo que Papyrus sólo atinó a decir:

—Sé que no vas a decirme lo que sucede… igual que con las pesadillas… pero tu hermano, el gran Papyrus, confía en que lograrás solucionar lo que sea que te esté afectando y que estarás bien… cuídate.

—Gracias— menciono Sans cerrando la puerta principal detrás suyo al salir.

¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Deseaba evitarse problemas escapando de lo que sentía hacía Grillby, pero lo cierto era que por ello sólo sentía que las cosas iban a peor.

Escapar de los problemas no los soluciona.

Estaba actuando como un cobarde, riendo por fuera y llorando por dentro ¿cuánto tiempo más seguiría con esa rutina? Siempre deprimido, esperando lo peor y sintiendo que no había nada que pudiera hacer para cambiar lo que sucedía en su mundo, usando todo eso como una excusa para su flojera.

Pero si nada importaba en verdad, ¿no era mejor vivir cada día como si fuera el último agradeciendo porque su mundo aún contaba con paz y no todo estaba perdido todavía?

Era cierto que todos sus conocimientos le hacían difícil verle el lado positivo a las cosas, pero tenía el cariño de su hermano y el amor de Grillby ¿no podía ser eso suficiente para ser feliz y conservar cierta esperanza?

Para haber sido un científico, no estuvo pensando con una lógica adecuada.

Sans había estado debatiéndose con esos pensamientos hacía mucho. Luego de reflexionar algunas horas más, decidió dejar de lado su temor, pesimismo y pereza. Era hora de romper la rutina.

Espero fuera del bar hasta que llegó la hora de cerrar y en el momento en que salieron los últimos clientes se atrevió a ingresar cerrando la puerta tras de si, encontrándose con Grillby que quitaba el letrero de “abierto” de la ventana para después taparla con unas cubiertas corredizas.

—Hola Grillbz…

El susodicho respondió el saludo un tanto desconcertado de ver al esqueleto después de tanto tiempo, agitando su mano derecha quedamente con cierta tristeza, para después instaurar un silencio que ni él o Sans podían interpretar, hasta que este hablo con la mirada baja y la voz quebradiza:

—Sé que dije cosas terribles y erradas. Uno no elige amar… simplemente sucede  y yo no quería aceptar lo que siento por ti, porque tenía miedo y no me sentía listo para afrontar una relación… me tomó tiempo entenderlo, pero ahora sé que hay personas por las cuales vale la pena correr ciertos riesgos… ¿podrías perdonarme?

Grillby quedó estático unos momentos, abriendo sus orbes naranjas con sorpresa formando de a poco una sonrisa de renovada alegría entre las llamas de su rostro. Se quitó los lentes guardándolos en el bolsillo del pantalón mientras caminaba hacía Sans a paso lento en segundos que parecieron una eternidad hasta que quedaron frente a frente, momento en que Grillby apoyo sus manos en los hombros de Sans y dada la gran diferencia de altura entre ellos. Se reclino para que sus rostros quedaran a la misma altura, estando tan cerca sus alientos chocaban ansiosos mientras ambos se miraban expectantes.

—¿Cómo no podría hacerlo? Eres el único que enciende las llamas de mi corazón y te am-

—Te amo hasta los huesos— completo Sans.

Ambos rieron, sintiendo que aquello fue la declaración perfecta. Se besaron suavemente no deseando separarse, pero sin embargo así fue por unos instantes, pues ambos se habían extrañado demasiado y querían más.

El ojo izquierdo de Sans comenzó a brillar con un fulgor que se alternaba entre un color amarillo y cyan, al tiempo que separaba la mandíbula inferior del maxilar superior dejando ver una apetitosa lengua de ectoplasma color celeste fluorescente con la cual se relamió insinuante, incitando a que Grillby volviera besarlo, pero esta vez con mayor ansia y necesidad.

Sus lenguas se enredaban disputándose el control del beso, mientras Grillby se sentía desfallecer por la sensación helada del ectoplasma en su boca. Nunca antes había tenido la oportunidad de sentir algo frío sin lastimarse notando cómo Sans comenzaba a gemir suavemente, envolviendo con fuerza los brazos alrededor del cuello de Grillby que seguía reclinado a pesar de lo incomodo que podía resultar, consiguiendo que perdieran el equilibrio y cayeran al suelo sin que esto les molestara mucho.

Al pasar una mano por el fémur derecho del esqueleto por debajo de sus pantalones cortos comenzó a perder el control, quemando ligeramente sus ropas y las del esqueleto.

Las vestiduras sobraban y se desvistieron tan rápido como pudieron y el uno se quedó apreciando la desnudez del otro.

A Grillby le pareció curioso ver lo delgado que Sans se veía sin ropa, en tanto el esqueleto reía y alegrándose de que tanto sus huesos como su ectoplasma eran resistentes a temperaturas extremas, aprovechó la distracción del elemental de fuego para abalanzarse sobre él e inventar alguna especie de camino entre su cuello y abdomen que delineó con su lengua de ectoplasma en tanto las llamas de Grillby comenzaban a aumentar su calibre y a quemar el suelo de madera sobre el que se encontraban, fuego que se concentró en su entrepierna dando paso a una prominente erección cubierta en flamas

—Estás que ardes —pronunció Sans mirando con deseo a Grillby, provocando que las llamas en su rostro se tornaran rosa por la vergüenza para después mirar un poco contrariado los huesos en la pelvis de Sans— lo sé, aquí falta algo, pero no te enfríes se arregla fácil.

Sans hizo brillar su ojo izquierdo con mayor intensidad unos instantes al tiempo que materializaba con sus poderes un ampuloso falo rígido de ectoplasma sobre su sínfisis pubiana que combinaba perfectamente con el color de su lengua.

Grillby le miro asombrado y un poco dubitativo, pero Sans lo tomó de las manos, llevándolas sobre su erección, instándole a acariciarla con confianza a la vez que envolvía el fogoso miembro ajeno con sus huesudas falanges comenzando un sinuoso vaivén.

Sans tocaba a Grillby con lentitud sólo para sacarlo de quicio y este a cambio presionaba de pronto el pene del esqueleto, tomándolo por sorpresa, arrancándole sonoros y dulces gemidos que se encargaba de ahogar con besos profundos que disminuían el volumen de sus flamas a causa de la falta de oxígeno junto a una ligera sensación de mareo.

Las lascivas caricias no se detuvieron hasta que ambos se corrieron en las manos del otro nada satisfechos todavía.

Se observaron un instante mientras se recuperaban de la sensación placentera que aún los recorría luego de la mutua masturbación, cómo debatiendo en silencio quien penetraría y quien sería penetrado, pero la respuesta no se dio a esperar mucho dado que Grillby comenzó a dilatar su entrada ante la ávida mirada de Sans que no dudo en ayudarlo usando su lengua.

Un dedo, luego tres, unas lamidas y Grillby ya estaba listo, así que Sans se recostó en el suelo y espero a que su amante se montará sobre su erección.

Grillby no imaginó que dolería tanto, Sans al verlo tan incómodo quiso que se detuvieran, pero el elemental de fuego comenzó a menearse pausadamente intentando acostumbrarse a la penetración y Sans le proporcionó suaves masajes en su miembro nuevamente erecto.

De a poco comenzó a sentirse sumamente bien, tanto o más que el esqueleto quien modificó las luces que iluminaban sus cuencas dándoles forma de corazón en tanto se relamía el maxilar superior denotando su euforia.

Tomó de las caderas al monstruo de fuego ayudándolo a imprimir más fuerza en sus movimientos, a un punto en que Grillby a pesar de lo taciturno que era comenzó a dejar escuchar su voz que llamaba a Sans con lujuria pidiéndole más, deleitándose al ver como las llamas de Grillby fluctuaban erráticas soltando chispas de rato en rato y escuchando complacido como lo llamaba.

El contacto, la fricción y la mezcla de emociones provocaron que sus almas empezaran a brillar deseando juntarse, literalmente.

Grillby saco el alma de Sans de su caja torácica acercándola a su pecho donde la suya fulguraba con un brillo muy distinto al de sus flamas. Acopló las almas un momento con sus manos, experimentando ambos un profundo regocijo que era muy distinto al placer sexual que sentían, pero que lo complementaba.

Lentamente se acercaron al clímax. El primero en llegar al orgasmo fue Grillby, esparciendo sus flamas por todo el sistema óseo del esqueleto y casi hasta el techo del bar eyaculando alguna especie de lava caliente que manchó las vértebras lumbares de Sans que no tardó mucho más en venirse gimiendo sin pudor, llenando a Grillby con su semen frío de ectoplasma, dejándole una deliciosa sensación helada que lo hizo sentir por primera vez aquello que otros llamaban “escalofríos”

Bastante exhausto Grillby devolvió el alma ajena a su lugar, recostándose sobre el cuerpo de Sans que se encontraba igual de cansado y simplemente se abrazaron.

—Entonces… ¿con esto queda pagada mi cuenta?— preguntó Sans feliz como pocas veces.

—No— manifestó Grillby con una sonrisa sensual y retadora, intentando no pensar en cuanto le dolerían las partes bajas dentro de poco.

—Bueno, al menos lo intente.

Luego de aquella broma y unas risas, se quedaron en un silencio muy cómodo, disfrutando de aquel momento que se sentía tan pleno, pero que no podía durar para siempre pues Grillby debía llegar a casa con su hija, de otra forma esta se preocuparía al no verlo en el desayuno y en cuanto a Sans debía volver pronto con su hermano porque intuía que lo dejo muy preocupado.

A pesar de todo, se vistieron sin prisa valorando el desastre que dejaron en el piso de madera, que estaba calcinado y tomaría un tiempo reparar, hasta eso Grillby tendría que cubrir el daño con un tapete.

Se despidieron llenándose de besos acordando que volverían a verse en el bar a la hora de siempre, pero ya no simplemente como cliente y bartender, sino como pareja.

No importaba si las extrañas cosas que a veces sucedían con el tiempo se interponían entre ellos, siempre podían volver a declararse, las veces que fueran necesarias.

Luego de eso Sans se teletransporto a la puerta de su casa e ingreso procurando hacer el menor ruido posible en caso de que su hermano estuviera durmiendo, pero él lo espero despierto. 

—Hermano, al fin llegaste, ¡estaba tan preocupado!

Papyrus recibió a su hermano con un abrazo lleno de fraternal afecto.

—No tenías por qué estarlo, deberías estar durmiendo.

—Podría decirte lo mismo a ti ¿y qué te paso? Hueles a quemado, además tus huesos y ropa están chamuscados.

—Estuve en un incendio— mencionó Sans relajado.

—¡¿No puede ser?! ¿Cómo sucedió? ¿Dónde? ¿Hubo heridos? ¿Cómo apagaron el fuego?—pregunto Papyrus sumamente alarmado.

—Nop, fue un incendio privado en el bar de Grillbz y lo solucione con mi extintor especial— alego el esqueleto mayor con cierta picardía en sus palabras.

—¡Wowie! Qué alivio y por lo feliz que te ves, el gran Papyrus intuye que te sientes mejor.

Afortunadamente Papyrus era demasiado inocente como para entender completamente a lo que su hermano se refería.

—Y estas en lo cierto —bostezo— vamos a dormir ¿aún quieres que te lea un cuento?

—¡Por supuesto! Pero sólo nos quedan un par de horas para dormir antes de que sean las seis.

—¿Y qué tal si hoy nos tomamos un descanso?

—¡Nada de eso! El gran Papyrus tiene deberes que cumplir y tú también.

—Sólo bromeaba jaja.

—Eso espero— expreso Papyrus con cierta severidad, pero feliz de que su hermano estuviera contento, guardando cierta curiosidad por el cambio tan repentino en su humor.

La rutina de Sans ya no sería la misma aun cuando el futuro fuera más incierto que nunca, pero ahora tenía más claras muchas cosas y por sobre todo recordó que no estaba solo.

Notas finales:

Espero les gustara XDD incluso el hecho de Sans como seme, creo que hacen falta más fics así (?) 7u7 aunque no considero este un fanfic tan decente en comparación a otros de mis fics de este fandom, de hecho me resulta demasiado ligero y cursi… una trama más probable para el personaje de Sans en ausencia de gran cantidades de resets, siempre y cuando el humano no haya hecho tanto daño como para afectarlo en un nivel más profundo, donde todavía guarde algo de esperanza y dado que interpreto a Sans como un personaje trágico no está demás un fanfic lindo donde simplemente sea feliz con Grillby.

Sí llegaste hasta aquí muchas gracias por leer.


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