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La razón de por qué odio Halloween. por christalchii268

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Notas del fanfic:

Después de tres años queriendo escribir esta idea, dos desde que lo comencé y lo abandone, ¡por fin este año lo termine!

De ahí que si ven un cambio raro en la narrativa…

Y también aclarar que ya no sigo el manga de Junjou, así que si ven algo extraño… pues ya saben también xD.

 

Créditos de los personajes originales a Nakamura, por supuesto. Yo sólo los uso por un pequeño momento y fanfic uwu

Notas del capitulo:

Emmm...

No sé si alguien me recordará aún u_u (?

Bueno, ya sé que tengo dos fics sin concluir y que no actualizo desde hace meses, pero hay muchas explicaciones/excusas acerca de eso que no importan por el momento.

Sólo decirles que claro que continuaré, muy pronto ^^.

Mientras por favor disfruten de esta historia, que lleva en mi cabeza viviendo y volviendo cada Halloween, desde hace tres años xD

A leer~.

 

La razón de por qué odio Halloween.            

          

Misaki Takahashi nunca se cansaría de decir y demostrar que solo era un chico normal japonés. Y lo era, sin importar que molestas y persistentes cosas y personas ajenas quisieran cambiar eso.

Fue bien educado por sus padres hasta su muerte, y luego con mucho esfuerzo y amor de su hermano mayor.

Así que, aunque su vida hubiese tomado una ruta muy… peculiar, Misaki seguía fiel a varias cosas que no cambiaría sin luchar antes. Una lucha muy, muy, muy difícil.

O al menos eso pensó. Pero por su hermano… bueno, era algo más accesible. Era lo último de su familia, lo quería y estaban muy unidos, incluso si con el paso del tiempo ya no estaban tan cerca.

Lo amaba, claro, y esa era la razón por la cual se tragó todo su disgusto a pesar de que él fue el principal causante de toda esa situación. Él y su imprudente energía influenciable.

 

Misaki siendo quien era no podía ver como nada más que un embauque todo eso de Halloween. Los disfraces, dulces, temáticas, fiestas y eventos. Todo ese tipo de cosas que requerían que gastaras el poco dinero que con esfuerzo con la situación actual podías conseguir.

Fue solo hace unos años que todo eso tomo su punto máximo. Incluso había escuchado de una reunión monumental en las calles donde mucha juventud emocionada y desesperada por agarrar la primera oportunidad de hacer alboroto, se juntaría disfrazada.

Sería divertido y novedoso, había dicho risueño Toudou cuando lo invito. Como recién había acabado su relación con una chica, él no quería ir solo.

Misaki se había estado replanteando todo eso; no tenía trabajo, escuela ni deberes. Quizá…

-Estoy en casa… -se anunció, su mente aun en la idea.

-Oh, Misaki. Bienvenido…

-Nii-chan, que sorpresa- sonrió Misaki feliz, reuniéndose con su hermano tranquilamente sentado en la sala del espacioso y caro departamento. El dueño del lugar por ningún lugar a la vista.

-¿Cómo te fue en la escuela? ¿Mucho trabajo?

-No en realidad. ¿Sucedió algo?- cuestiono, curioso por la manera de actuar de su hermano, que lucía nervioso, emocionado y apenas conteniéndose.

-No en realidad- devolvió su respuesta sonriendo feliz. –Yo solo venía a preguntarles si tenían tiempo para prestarme.

-¿Tiempo?

-¡Haremos una fiesta de Halloween!- exclamo Takahiro llegando a su límite, sonriendo cual niño. –Vendrán todos los amiguitos de Mahiro, sus padres y uno que otro amigo, y nosotros por supuesto los queremos invitar- termino casi saltando en su lugar, sus ojos demasiados brillosos para presagiar algo bueno.

-Suena bien… -dudo Misaki sentándose y dejando su bolsa al lado en el sillón.

-¡Sera muy divertido! Solo lamento que Usagi no pueda unírsenos… -se lamentó, su expresión entusiasta cayendo.

Por supuesto… Si solo esa mañana Misaki había dejado el departamento corriendo para evitar a la furiosa-aliviada Aikawa, que entre gritos, llantos y amenazas, Misaki alcanzo a distinguir algo sobre que Usagi se salvaba de ser asesinado por fin a sus manos, solo porque ella se libraría de él por un tiempo ya acabado el trabajo.

Lo que quería decir que el maldito caprichoso escritor no quería ser involucrado.

-Me pone muy triste eso, Misaki. Yo tenía muchos planes para disfrutar con ustedes… Con nuestros trabajos, tus estudios, mi hijo creciendo cada vez más rápido… yo no he pasado mucho tiempo con mi hermano y mi mejor amigo…

¿Su hermano estaba haciendo berrinche o chantaje? Aun así Misaki se vio inundado de culpa y tristeza al ver los amables ojos oscuros llenarse de lamentación.

-Lo siento, Nii-chan. De verdad han sido tiempos muy ocupados últimamente. ¡Pero cuenta conmigo para la fiesta! Ayudare y haremos un lindo recuerdo que Mahiro valore por mucho tiempo.

-Misaki… -susurro conmovido su hermano, pequeñas lagrimillas en sus ojos. Misaki ahora estaba muy emocionado.

El pequeño momento dulce fue interrumpido por el ruido de algo de cristal rompiéndose. Una vena salto en la frente de Misaki al presentir que un nuevo maldito vaso de vidrio fue roto, cuando por años le había dicho a su casero no lo usara con líquidos calientes.

-¡¿Usagi, estás bien?! ¿Necesitas ayuda?- grito Takahiro evidentemente preocupado, mirando hacia la dirección donde estaba la cocina que no se veía desde ahí.

-¡Está bien!- respondió lejana y tranquilamente la voz del escritor.

-Iré a ver… -tranquilizo Misaki a su hermano al momento en que se levantaba lentamente, calmándose.

-Ten cuidado. No se apresuren. No tengo prisa…

Misaki asintió y lo calmo con una sonrisa algo tensa. Tomando una respiración fue a la cocina, sorprendido de encontrar a su compañero de piso ileso, esperando paciente que el agua hirviera.

-¿Qué fue ese sonido?- pregunto cruzándose de brazos, alzando una ceja sospechando.

-¿Sonido? ¿De qué hablas?- desvió descaradamente el hombre mayor, sin verlo y luciendo tranquilo. –Por cierto, bienvenido. Quería ir a recogerte, pero Takahiro llegó…

-Si tienes tanto tiempo libre para perderlo conmigo, ¿por qué no aceptas la invitación de Nii-chan?- devolvió mordaz, ocupando su tiempo en sacar una taza misteriosamente faltante para el té.

-Trabajo… -respondió en un susurro Usagi, tensándose un poco. Misaki le gruñó y apuntó con un dedo.

-¡No tienes trabajo, mentiroso! Acabaste hoy, ¿cierto? Si ocuparas tu tiempo en algo, seria en recuperarte y dormir, pero te veo en pie y completo.

-Soy muy hábil fingiendo, Misaki… -respondió él con una sonrisa orgullosa. Misaki puso un segundo los ojos en blanco antes de suspirar y subir una mano a su sien, tocándola cuando sintió el dolor de cabeza anunciarse.

-Usagi-san… -comenzó entre dientes, interrumpido por su hermano a la lejanía.

-¡¿Todo bien, chicos?! ¿Ayudo?

-¡No te preocupes, Nii-chan, ya vamos!- contesto también en voz alta antes de voltearse y susurrarle amenazadoramente a su casero. –Acepta ir, Usagi-san. Nii-chan esta emocionado por dar esta fiesta para Mahiro. ¡No lo decepciones!

-¿Por qué debo ir?- gruño Usagi apagando la flama ya lista el agua. –Ve tú. Eres buenos con los niños.

-¡Iremos ambos! ¿O quieres que llame a Aikawa-san y le digas que tienes tiempo libre en tus manos?

-¿Por qué es tan importante para ti que vaya? ¿Qué planeas, Misaki?- sonrió el hombre, ahora travesura en sus claros ojos amatistas. Misaki perdió su poca paciencia.

-¡Porque es importante para Nii-chan! ¡Vamos, Usagi-san! Por él…

Un silencio profundo y analizador se extendió, solo atenuado por el sonido del refrigerador y el lejano reloj. Misaki casi se arrepintió de su petición, pero se mantuvo firme, recordando la mirada emocionada de su hermano.

Su cuerpo se relajó cuando el mayor dejo de mirarlo y asintió a regañadientes.

-Pero yo escogeré tu disfraz… -sentencio, acomodando la charola de servicio.

-¡¿Ah?!

-Es una fiesta de disfraces, ¿cierto? Iré si usas el disfraz que yo escoja…

-E-espera, Usagi… ¿Qué planeas? ¡¡No lo haré!!- gimió Misaki horrorizado, solo imaginando que tipo de descarados e inmorales disfraces el hombre elegiría.

Casi leyendo sus pensamientos Usagi rio y comenzó a irse.

-Tranquilízate. No quiero causar un alboroto con los pequeños mocosos. Seré razonable, pero esa es mi condición. Acepta o negare su invitación… -amenazo y salió por la puerta de la cocina.

Misaki se quedó en su lugar, viendo por donde se fue.

¡Por supuesto que no podía confiar en él! Tenía un serio problema de inmadurez, pretensión y descaro. Todo debía girar a su alrededor y como él quería. Y no eran pocas las veces que dejo muy en claro que quería a Misaki de las más vergonzosas y patéticas formas posibles.

¿Solo cuántas posibilidades habían de que Misaki pudiera pasar por eso? ¿Lo haría por su hermano y su felicidad?

Al oír la risa de este, su tranquilidad y el efecto que producía en él, Misaki suspiro dramáticamente, aceptando para sí que lo haría. Aunque se aseguraría de poner mala cara siempre para que Usagi no se saliera con la suya, como siempre.

Frustrado, enojado, pero aun fingiendo lo mejor que podía, Misaki regreso a la sala justo cuando su hermano se disculpaba viendo a Usagi, el cual miraba sin expresión un montón de ropa en su regazo.

-¿Qué sucede?- pregunto confuso, viendo consecutivamente a ambos.

-Ah, Misaki. Quería convencer a Usagi de ir a la fiesta con el disfraz, pero después de todo fue muy mala idea como pensé… ¡No te preocupes, Usagi! ¡No tienes que usarlo! Solo fue tontería mía…

-¿Un disfraz de vampiro?- cuestiono Misaki, por fin dando forma a la elegante y bella ropa desordenada acompañada de un par de falsos colmillos de plástico.

-¡Me lo consiguió Manami! Pero ella me tiene en muy alta estima si creyó que eso me quedaría… -rio, solo un poco avergonzado. –Estaba seguro de que le quedaría a Usagi. Él tiene más porte que yo… pero…

-¿Por qué no, Usagi-san? Te quedará muy bien… -soltó desvergonzadamente Misaki, con complicación al aguantar la risa.

El ausente novelista le miro con la misma expresión en blanco antes de elevar una ceja. Su mente creando un plan tan siniestro y evidente que le dio un escalofrió de pánico.

¡Él y su gran bocota!

-Tienes razón, Misaki. Ambos estaremos bien con nuestros disfraces, ¿cierto?

-¡¿Eh?! ¿Ya tienes disfraz, Misaki? ¡Muéstrame!- jadeo Takahiro ilusionado.

-Misaki aún tiene que comprarlo, Takahiro, pero te gustará, créeme. A mí me pareció perfecto… -susurro, viendo de reojo al tembloroso Misaki. –Será una fiesta maravillosa que no me perderé por nada…

Sí, una vez más Misaki cavo su propia tumba…

 

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Misaki los días siguientes entendió por qué el nerviosismo de su hermano y el chantaje emocional para involucrarlos en la fiesta. En pocas palabras, dejo a Misaki todo el trabajo.

Manami había estado enferma, razón principal por la que ella fue la que propuso la fiesta para pasar tiempo con sus seres queridos, amigos y familia, sin embargo su salud seguía tambaleante, sin dejarla hacer gran cosa, ni Misaki forzarla. En cambio ella ayudo dando las invitaciones y asegurándose de que todos tuvieran disfraz.

Takahiro cuando no estaba en el trabajo se encontraba encargándose de su hijo, quien con los globos y decoración tampoco ayudo demasiado. Misaki encargándose del pequeño cuando su hermano no estaba.

Y Usagi… él era evidente solo permaneció sentado, mirándolo acosadoramente mientras fumaba.

Pero Misaki aceptaba sus promesas como un hombre y logró que todo saliera bien de alguna manera.

Los imprevistos de último momento, conseguir tiempo libre con sus otras responsabilidades, y que Usagi no mencionara ni le diera su disfraz, no ayudaron a los nervios del fantástico día sábado.

Y en la mañana de ese día, Misaki solo tuvo nauseas, esperando su sentencia que no llegó hasta una hora antes de la fiesta, con todo ya preparado y solo en espera que los “anfitriones y organizadores” se arreglaran ellos mismos.

Misaki no supo qué pensar cuando encontró al salir de la ducha una bolsa de papel encima de su cama. Él solo permaneció quieto, expectante, casi esperando que lo atacara, cosa que evidentemente no sucedió. Lo único que pasó fue que su curiosidad creció hasta que hizo que fuera a revisarla.

Adentro solo encontró unas orejas de gato postizas y peludas, suaves y del adecuado color café que combinarían exactamente con su cabello. Acompañándolas, una larga colita del mismo color, de algún material firme que evitaba que la extremidad no cayera patéticamente, siempre luciéndose erguida y suavemente curvada hacia arriba.

Solo esas dos cosas. Misaki tuvo que dejar libre un suspiro aliviado, más que feliz de que su casero no…

-El traje de cuero perfecto para tu disfraz se lo había llevado alguien enfrente de mí, Misaki, así que lamentablemente tendrás que ponerte algo de tu armario. Aunque es una pena… Yo quería verte de gatito completamente.

-¡¡¿C-cuero?!!- gimió Misaki completamente horrorizado. -¡¿Qué demonios estabas…?!!

Misaki se detuvo al voltear y mirar al escritor. Al muy arreglado, llamativo y atractivo escritor…

En tonos rojos, negros y plateados, la ropa que aparentaba ser de tiempo antiguo y de gala, era perfecta para la apariencia elegante y majestuosa del aclamado novelista.

Sus anchos hombros cubiertos y delimitados por la larga capa apenas colgando un par de centímetros antes de llegar al suelo. Esta estaba atada al frente por una trenzada cinta dorada, con un alto cuello típico de ese tipo de atuendos. De color negro por fuera, rojo por dentro.

El traje era ajustado; al parecer cuando a Takahiro le quedaba grande, a Usagi le ajustaba. La camisa se notaba no era parte del traje, y se preguntó si era añadido del hombre porque la otra no le quedó. Era blanca, como los guantes en sus grandes y frías manos.

Una tipo pañoleta estaba en su pecho, color rojo. Y el chaleco de dos tonos de gris era de tela más gruesa y brillosa, con lindos y discretos botones de color plateado. Tenían incluso el grabado de dos colmillos.

Notando lo último, Misaki vio que solo le faltaba al disfraz un par de colmillos falsos.

-¿Te gusta?- sonrió Usagi notoriamente burlándose. Misaki aun aturdido por la imagen que ofrecía, solo se quedó como idiota con la boca abierta.

Él rio y Misaki por fin fue consiente de la escena que ofrecía.

¡Qué vergüenza, ni que estuviera seducido por él!

Era solo Usagi, el mimado, estúpido y altanero hombre rico que era solo un poco guapo según sondeo general femenino. Misaki lo conocía mejor y sabía que sin su cara y don literario, él bien podría haber muerto hace mucho en la pobreza.

Misaki se encargó de evitar a su casero y regañarse mentalmente al darle la espalda y buscar algo para vestirse. Repentinamente noto su poca ropa y la hora.

No había tiempo para detenerse a analizar y reprochar su bochorno y atracción por el físico del sujeto.

-Termínate de arreglar, Usagi-san. Llegaremos tarde… -murmullo rápidamente sin verlo. No tuvo atención para la ropa que escogió incluso, solo agarro lo primero que vio y corrió al baño por privacidad. -¡Espera abajo! Terminare pronto y nos iremos.

-Sí, sí… -desestimo el novelista enfurruñado por ser echado. Misaki no le hizo caso y se apresuró a sus cosas.

Media hora después ambos salían del departamento en el lujoso automóvil escandaloso. Misaki en completo silencio evitaba mirar siquiera de reojo a su compañero, asustado por la real atracción inevitable que ese día ejercía sobre él.

Tantos años juntos, Misaki de alguna manera se había acostumbrado a su personalidad y apariencia. Era realmente sorprendente que lo lograra asombrar así a esas alturas.

Sin siquiera empezar, él ya estaba realmente cansado al reunirse con su familia.

Gracias al cielo ser uno de los anfitriones en una fiesta infantil exigía mucha atención y entrega, evitándole pensar en cosas innecesarias.

Misaki pasó gran parte de las primeras dos horas yendo de un lado a otro arreglando y atendiendo diversas circunstancias. Él no se paró a ver lo que hacia el escritor ni los otros adultos, su total preocupación eran los pequeños remolinos llenos de azúcar que corrían, gritaban y reían sin control, sus padres en su mayoría distraídos pasando ellos mismos su gran momento, dejando toda la carga en Misaki.

Un escalofrió intenso lo recorría cuando los niños corrían sin cuidado cerca de cosas que les pudieran caer encima, o uno lloraba por las cosas más absurdas. Manchándose de todo tipo de cosas, entrando en discusiones infantiles con los otros niños; en solo un par de minutos, arruinando sus esmerados trajes adorables.

Cualquier persona huiría del deseo de ser padre con solo mirar lo que Misaki veía.

-Misaki-kun… -le llamó unos minutos después su cuñada. –No has parado en toda la tarde. Deja que me encargue yo. Disfruta de la fiesta- sonrió nerviosamente la bella mujer, notoriamente preocupada. Misaki se apresuró a negar.

-Está bien, Nee-san… Lo hago con gusto.

-Pero también debes divertirte. No es justo que te encargues de todo.

-Ah, pero si aún estas enferma…

-No te preocupes por eso. Yo ya estoy mucho mejor. Además… -Manami miro a los pequeños amigos de Mahiro jugar por todos lados con el niño. –Es una excelente oportunidad para pasar tiempo con mi hijo. Ve y descansa. Come un poco de pastel.

Misaki dudo un segundo, cediendo al ver la brillante expresión de la mujer al ver lo animado y perfecto que todo se veía.

Bien un descanso no le haría mal. Sus pies dolían un poco al igual que su cabeza.

Aturdido, Misaki se fue a sentar en uno de los sillones desocupados y suspiro. Ignoro la música alta, las risas estridentes y las incomodas malditas orejas en su cabeza que solo lo incomodaban.

Hablando de…

Curioso sobre cómo estaba llevándolo el mimado niño-adulto, Misaki levanto la mirada y busco a Usagi-san; no le tomo mucho para encontrarlo en una esquina acompañado de Takahiro, rodeados de un par de adultos, en su mayoría mujeres, que estaban idiotizados con lo que hablaba el par… o para ser más claros, veían con devoción al farsante hombre sonriente.

Por supuesto… incluso en una fiesta llena de niños y adultos mayores con hijos, Usagi se podía manejar de manera tan sorprendente.

Mientras Misaki refunfuñaba irritado, el escritor de improvisto lo vio, inmediatamente su mirada cruzando toda la estancia a donde él estaba, como si supiera siempre su ubicación. Mentiría si dijera que eso no lo intimido un poco.

Takahiro y los otros reían, pero el “vampiro” solo tenía atención para Misaki sin apenas pestañar.

Tonto Usagi… Deja de mirarme tan perturbadoramente…Se quejó Misaki incómodo, apartando la mirada para ver al frente a un par de padres pasar tiempo de caridad con sus hijos.

Aún podía sentir la mirada del hombre, y quizá por eso Misaki atento a todo lo que viniera de esa dirección, escuchó con poco esfuerzo de lo que estaban hablando por ahí.

-¡Es una real sorpresa, Takahashi! ¿Por qué nunca nos dijiste que eras amigo del gran Maestro?

-Oh, vamos. No me voy a colgar de la fama de Usagi… -rio su hermano sonando un poco avergonzado.

-Como sea, es un gran honor conocerlo hoy, sensei- dijo nerviosamente una mujer que probablemente rondaba los cuarenta. –Seria grandioso que lo volviéramos a ver…

-¡Cierto! Takahashi-san, organice más fiestas e invítelo.

Están pidiendo demasiado…Susurro mentalmente Misaki, poniendo los ojos en blanco. Atreviéndose a mirar de reojo al novelista, él parecía más cansado de lo que estaba Misaki, incluso si todo lo que hacía era estar ahí y mostrar los falsos colmillos de vampiro al sonreír.

La charla continuó mientras cuestionaban a los amigos sobre cómo se conocieron y otras tantas cosas por el estilo. Takahiro feliz por la atención respondía a todo, pero por supuesto las miradas se las llevaba Usagi que solo bebía de su vaso con jugo y desviaba aburrido la mirada.

Paso un par de minutos más antes de que él le mirara casi con suplica, cada vez más arrinconado por mujeres mayores escandalosas. ¡Y bendito sea Misaki que se compadeció del exasperante hombre!

-Si me disculpan… -sonrió Usagi tomando como aceptación el suspiro dramático de Misaki para acercarse. Todos los que lo acompañaban se quejaron, pero él no los miró y se apresuró para alcanzar a Misaki y sentarse a su lado, dejando una gran y pesada exhalación libre.

-¿Cuánto tiempo más debemos estar aquí? Ya me quiero ir… -mascullo irritado dejando su vaso en la mesa de centro.

-No te comportes como un niño… -se quejó Misaki viendo de reojo que nadie los observara. –Espera un poco más y luego puedes irte.

-¿Y tú?- pregunto mirándole con una ceja levemente alzada.

-¡Prometí ayudarles a Nii-chan y Nee-san! Me quedare hasta que todos se vayan.

Usagi-san parecía querer decir alguna queja, pero fue interrumpido por Takahiro llegando con Mahiro en sus brazos.

-Hey, chicos… -sonrió en saludo, sentándose con su inquieto hijo que parecía querer volver a ser libre de jugar. -¿Cómo la están pasando? Espero no te moleste tanta atención, Usagi. No pensé que sería tan abrumadora tu presencia…

-No te preocupes, Takahiro- sonrió encantadoramente el hombre, una vez más aturdiendo a Misaki sobre cuán hipócrita podía llegar a ser.

-¿En serio? De verdad lo… Mahiro, espera… -rio Takahiro distraído, evitando que el pequeño se siguiera retorciendo. –Hijo, tranquilízate. Ahorita vuelves con tus amigos…

-Ma-chan… -susurro suplicante el niño, mirando a Misaki por apoyo. Él solo rio y negó divertido.

-No está bien que te excedas, Mahiro… -susurro Misaki tratando de ser gentil, pero el niño evidentemente no quería escuchar eso. Vio a Usagi, pero el hombre como era habitual ni siquiera le ponía atención, siendo incluso un poco evidente que no quería ser metido en el problema.

-¡Unagi!- Mahiro llamo con su encantadora voz infantil. Takahiro y Misaki se atragantaron con la risa, pero Usagi solo respiro pausadamente.

-Vamos, vamos… Regresemos con mamá… -negó Takahiro dando risitas, alejándose con el aún inconforme pequeño.

-Usagi-san, se un poco más gentil con Mahiro… -regaño molesto Misaki, mirando al irritado hombre.

-¿Usami Akihiko?- interrumpió una voz suave y emocionada. Ambos levantaron la mirada y vieron a una mujer bastante atractiva vestida de demonio. –Mucho gusto. Mi nombre es Matsumoto Haruhi… Soy una de las amigas de Manami-san.

-Mucho gusto… -susurro neutral Usagi, viendo sin interés a la joven notoriamente atraída por él.

-Cuando escuche que sensei estaría aquí, yo solo no lo podía creer. Soy una gran seguidora de su trabajo- sonrió y se sentó enfrente de ellos, sin dejar de mirar ni por un segundo al escritor. –Realmente es un gran honor coincidir con usted…

-Muchas gracias… -reverencio cortésmente él.

Misaki logró incomodarse por la mirada brillosa y extraña de la mujer. Ella no lucia realmente mayor, quizá era de la edad de Usagi. Ciertamente era guapa y tenía una expresión tan determinada y seductora que no ocultaba su real motivo.

No ayudaba que ella vistiera casi descaradamente con un escote pronunciado y un rojo brillante en todo su disfraz de cuero. Ni que discretamente se lamiera los labios sin apartar la mirada de Usagi.

¡Vaya amigas tenía Manami-nee-san!

-Ah… Matsumoto-san. ¿Ya conociste a mi cuñado?- llegó diciendo precisamente Manami, mirando un poco fría a la mujer, llamando la atención de Misaki. ¿No eran amigas?

-¿Cuñado?- cuestionó la mujer parpadeando confundida. Lo cual no era de sorprenderse considerando que ella no tuvo interés aparte de Usagi.

Su mirada cargada de maquillaje se posó por fin en él y Misaki se las arregló para sonreír y reverenciar, susurrando su nombre. Ella lo imitó, sin calidez en su mirada, casi aburrida.

-Matsumoto-san es una vieja compañera de la universidad- informó Manami sentándose al lado de Misaki. –Por un tiempo perdimos contacto, pero fue una gran sorpresa cuando volvimos a coincidir porque nuestros hijos van a la misma escuela.

¿La mujer tenía hijos y aun así era tan descarada coqueteando con un hombre?

Casi leyendo sus pensamientos, Manami sonrió tensamente y miro de soslayo con disculpa a Usagi.

-Yo realmente no pensé que vendría, porque hoy es el día en que su ex marido tiene al pequeño Rin-kun…

-No me habría perdido esta fiesta por nada, Manami-san- rio la mujer extendiendo al máximo sus rojos labios. –Daichi puede ver al niño en cualquier momento. Además, es Halloween… Cumplir cualquier deseo hoy casi es aceptado…

Y ella miró con lujuria a Usagi al decir lo último.

Manami y Misaki se revolvieron incómodos mientras Usagi desviaba exasperado la mirada.

-Sí, bueno… -divago nerviosa su cuñada. –M-me alegro que vinieras… Mahiro aprecia como un gran amigo a Rin-kun… ¡Lo que me recuerda! ¿Misaki-kun, Sensei, pueden ayudarme con el pastel especial para los chicos? Me ayudarían mucho…

-¡C-claro, Nee-san!- se apresuró a decir Misaki, levantándose inmediatamente.

-Oh, yo ayudo, Manami-san… -sonrió exageradamente feliz la invitada, viendo una vez más a Usagi, quien también se levantó, y sin agregar nada más, se fue a la cocina, huyendo.

-Ah… sería de gran ayuda, Matsumoto-san. Mientras ellos se encargan del pastel, nosotras reunamos a todos- sonrió Manami y sin atender a las quejas de la mujer, se la llevo, disculpándose con la mirada con Misaki.

A él no le pasó desapercibido la expresión de rencor de la mujer, queriendo el trabajo de él.

Que locura…

Misaki negó y busco a Usagi, encontrando que estaba afuera en la terraza cerca de la cocina. Evidentemente él necesitaba espacio y no ayudaría con nada.

Dejándole un tiempo, antes de que llegara a su límite y mostrara su verdadera cara, Misaki se encargó de lo pedido, evitando darle vueltas al asunto, recordándose una y mil veces que él no tenía nada que ver con la retorcida situación.

Aunque eso no quito la incomodidad y enfado que no se alejaba.

-¿Y sensei?- pregunto Manami cuando volvió a reunirse con él. Misaki sonrió nervioso.

-Necesitaba un poco de aire…

-Me imagino… -suspiro su cuñada apoyándose en la barra que había en la cocina. –Incluso alguien tan educado y sereno como él se cansaría de los descarados avances de Matsumoto-san… -Manami negó abatida y notoriamente en desacuerdo con su actitud.

-Es… un poco sorprendente… que sean amigas… -susurro Misaki cuidadosamente, no queriendo ofenderla o algo parecido. Agraciadamente la chica solo suspiro y negó sin verse realmente insultada.

-No es que fuéramos las grandes amigas antes… Ya sabes que cuando eres joven y nuevo en la universidad, aceptas cualquier nueva amistad… -Manami se detuvo y sonrió dulcemente apenada. –No es algo de lo que me sienta realmente orgullosa, viendo en qué tipo de persona se convirtió… Realmente lo siento por Sensei… Al parecer a ella no le importa en qué situación este un hombre atractivo y rico, ella solo intenta seducirlos… Verás su descaro que incluso lo intento con Takahiro…

-¡¿Con Nii-chan?!- exclamo sorprendido Misaki, sin creer semejante panorama.

-Sí… -gruño ella con el ceño fruncido. –Pero él es mi esposo después de todo… Confió en Takahiro, así que realmente no me preocupa.

A pesar de eso, ella lucia alterada. Misaki pensó era natural, pero ciertamente su hermano no la engañaría; la amaba y a su hijo. Él no era de traicionar por una atrevida mujer agraciada físicamente.

-Si no fuera porque Mahiro se lleva bien con su hijo… -murmuro irritada Manami negando. –Pero bueno, hay que olvidarnos de ella, ¿no, Misaki-kun? Esta fiesta no es para preocuparnos ni nada similar. Deja que me encargue del resto, y si ves a Sensei, pídele que me disculpe, ¿sí?

-N-no es tu culpa, Nee-san… -susurro Misaki.

-Ya lo sé… pero realmente me siento culpable… Usami-san es un gran amigo de Takahiro. Y que él sea tan exitoso y soltero, no debería sentenciarlo a soportar esto. Aunque… ¿crees que a Sensei le gustaría…?

-¡Por supuesto que no!- exclamo Misaki inmediatamente sin pensar. Su cuñada le miró sorprendida y un poco asustada por su desplante.

-Ah… claro… U-ustedes lo conocen mejor que yo… -rio ella nerviosamente, logrando que Misaki se sintiera peor por el desliz.

-L-lo siento, Nee-san… No quise… E-es solo que…

-Oh, no te preocupes, Misaki-kun. Lo entiendo… -sonrió despreocupada y feliz. –Yo también me ofendería si juzgaran sin argumento a un querido amigo. Disculpa…

-N-no… -balbuceo Misaki cada vez más enredado con lo que quería decir, pero ella solo sonrió restándole importancia.

-Está bien. Hay que olvidar todo esto. Ya me he encargado de mantenerla ocupada, y por la expresión de Sensei, él la evitara por el resto de la fiesta. Solo queda divertirnos, ¿no? Vamos, ve a buscarlo por mí y díselo, ¿sí?

Era claro que Manami comenzaba a sentirse incómoda por todo. Misaki asintió avergonzado por su actitud y dejó la cocina, alejándose de la fiesta.

Irónicamente el único lugar tranquilo y donde sus pasos lo llevaron, fue a donde Usagi estaba solo fumando.

-¿Estás bien?- pregunto con suave voz Usagi, seguro viendo los restos de la culpa de Misaki.

-Sí… -susurro Misaki cansado, pasando una mano descuidada por su cabello.

-Oye, ten cuidado. Maltrataras tus lindas orejitas… -sonrió divertido el hombre. Misaki se sonrojo por la mirada tan evidente que conocía de años atrás.

-¡¿Eres tonto?!- gruño molesto, recordando que llevaba ese ridículo disfraz por su culpa.

-Solo estoy cuidando que mi pequeño gatito luzca adorable… -molesto él con una divertida sonrisa irritante.

-Tú, maldito… -Misaki paro su golpe y blasfemias cuando escucho cerca la risa inocente de los pequeños amigos de su sobrino. Akihiko rio a sus expensas, sabiendo perfectamente que Misaki se contendría. –Tienes una maldita suerte…

Él solo sonrió suavemente y continuo fumando, mirando hacia la cuidad que estaba atardeciendo.

Misaki no cabía de rabia contenida. Tal vez era el estrés apoderándose de él por fin, pero simplemente no podía dejar de estar molesto por su actitud indiferente, altanera, acostumbrado a ser abordado por mujeres atrevidas y oportunistas.

¿Es que no le importaba en lo mínimo ser atrapado por una mujer semejante? Incluso aunque fuera gay o lo que sea, algún día él se encontraría en una posición engorrosa de la que probablemente no se libraría con solo ignorar el problema.

Solo no era justo que Misaki se preocupara por eso y el estúpido hombre ni le diera un pensamiento más.

¿Con cuántas situaciones parecidas había estado para reaccionar así? ¿De verdad ni una vez se sintió tentado a seguir el juego y probar “algo nuevo”?

El dolor de cabeza se anunciaba cada vez mejor.

-¡Misaki, Usagi! ¡Vengan! –llamo entre risitas Takahiro a sus espaldas. Misaki lo encontró más feliz de lo que debería.

-¿Nii-chan?

-La fiesta se viene mejor, chicos. Entren… Vamos, vamos… -sonrió y tomó sin complicación de la muñeca a Usagi, aprovechando que el escritor estaba demasiado curioso por su actitud como para poner resistencia todo el camino.

Y ahí estaba de nuevo. Cuando se trataba de su precioso Takahiro, a Usagi no le importaba ser involucrado en cualquier cosa.

-Tonto Usagi-san…

¡¡Debía ser un crimen ser tan descuidado e idiota!!

-¡Mi-chan, Mi-chan! Mamá quiere tenerte… -sonrió Mahiro jalando el pantalón de Misaki. La risita y mirada dulce del pequeño lo distrajo efectivamente de sus ridículos pensamientos.

-Ya voy… -rio y tomó la mano de su sobrino, volviendo a la casa.

De alguna manera, viendo la anterior actitud feliz de su hermano, Misaki no se sorprendió que a esas alturas de la fiesta, casi todos los adultos estuvieran bebiendo alcohol, riendo tanto como los pequeños que seguían con la pila a tope.

Misaki negó divertido viendo al hombre que lo crio bromear despreocupado con sus amigos, Manami haciendo lo que podía para controlarlo un poco, aunque ella misma se veía un poco sonrojada con un vaso de cerveza.

La noche cada vez iba para mejor.

La música infantil fue cambiada por algo más accesible para los adultos, todo tipo de supervisión para los pequeños se olvidó y la fiesta se convirtió en un momento para relajarse de esos hombres y mujeres.

Takahiro se apuró en acercarle una bebida y presumir de él con sus amigos, que con más tragos les importó poco lo que el hombre decía, riendo por cualquier cosa estúpida. A Misaki no le quedó de otra que permanecer ahí, soportando la felicidad provocada de su hermano.

En un lugar un poco más apartado, sin que muchos pusieran atención, la famosa diablesa avanzaba cada vez más hacia Usagi, que tal vez también afectado por el alcohol, no le preocupaba la mujer y conversaba aparentemente a gusto con un par de hombres con apariencia de intelectuales, capaces de llevarle la plática al señorito.

Ella tenía una muy buena táctica entre manos, tanto así que cada vez que Misaki les robaba miradas, ella estaba haciendo algo diferente hasta ser parte de la amena charla, riendo y cayendo perfectamente a los hombres… ¿Usagi incluso?

Sólo esta fingiendo como siempre…Gruño Misaki irritado, bebiendo cada vez más sin darse cuenta. Aceptando una y otra cerveza de su hermano, aprovechando al tomar de mirar al grupito de reojo.

A pesar de ser claramente mayores que ella y todos tenían anillos en sus manos izquierdas, en cierto momento los hombres con disfraces diversos pero serios, pusieron total atención entregada a la mujer que sonreía coquetamente y reía de forma femenina, de vez en cuando apoyándose en algún hombre casi distraídamente.

Lo que más molestaba a Misaki es que su casero ya no se veía hastiado ni estaba buscando la manera de huir de ella.

¿Qué demonios? Si supieran como es en realidad, no estarían tan complacidos. ¡Ella no soportaría un día siendo la esclava de Usagi-san como yo!… No es que me alegre de eso…

Misaki gimió a sus pensamientos con bruma etílica.

Debía dejar de beber y mirar al par… Después de todo, si ella lograba su objetivo… Misaki no tendría nada que ver…

-¡Oh, cielos! ¿Han visto la hora que es?- rio Takahiro a su lado, tratando de enfocar correctamente su reloj. –No es bueno que los chicos se desvelen tanto incluso hoy…

-¿Eh? Dejémoslos divertirse un poco más… -sonrió borracha una de las madres vestidas de zombie. –Yo me estoy divirtiendo…

-¡Cierto, cierto!- asintió el que Misaki pensó seria su esposo. Todos alegres por los tragos los apoyaron.

-Pero… -susurro Manami, quien fue la que menos bebió. Ella miraba a la mayoría de los pequeños cabeceando en la sala, dando su mayor esfuerzo por continuar jugando.

-No, Manami-san tiene razón. Acabemos la fiesta por hoy… Luego veremos de otra con nuestros chicos a salvo de vernos hacer el ridículo- rio otra de las madres que no logro embriagarse. -¡Nina, amor, ven! ¡Vamos a casa!

-Si no hay de otra… -suspiraron muchos, llamando cada quien a sus hijos.

Misaki sonrió viendo a los capaces padres arreglárselas con sus disfraces y aun así cargando a los noqueados niños, sin importarles que varios de ellos estuvieran cubiertos de quién-sabe-qué.

Sus propios padres habían sido así antes de morir.

El dolor que sin darse cuenta llevaba rato escondido en su pecho, dolió más que nunca. Inconscientemente miro de nuevo a Usagi, pero él ya no estaba ahí… ni tampoco la alegre mujer. Misaki entro en pánico.

-¿Y-y Usagi-san?- pregunto a su hermano y cuñada, pero ellos no le escucharon, ocupados con los otros invitados.

Esto no estaba pasando… ¡Ella podía devorarlo sin misericordia cuando Usagi estaba descuidado!

Misaki se apresuró a buscarlos, notando que tampoco el hijo de ella estaba. No se habrán ido juntos con el niño… ¿no?

Tambaleándose, con miedo y la respiración alterada, Misaki evito juguetes y otras tantas cosas tiradas por todos los lados, buscando y buscando… ¡Y por dios, si la casa no era tan grande como para no encontrarlos aún!

Usagi-san no lo dejaría… él no era así…

Había una razón perfectamente lógica para que ellos estuvieran juntos, muy cerca y susurrando en el cuarto parcialmente oscuro de la lavandería.

-Muchas gracias, Usami-san… Ha sido de mucha ayuda… -musito ella mirándolo intensamente.

-Me alegro. Si él ya se encuentra mejor… -dijo Usagi, y Misaki con un suspiro vio al hijo de la mujer en sus brazos, luciendo una cara sin maquillaje de su disfraz de calabaza.

El novelista sólo había ayudado a la mujer con el pequeño… Un gran peso abandono a Misaki.

-Oh, eso lo dudo… -rio roncamente la chica, deteniendo al hombre de irse. –Rin es igual a su padre… siempre metiéndose en problemas. ¡Que cansancio!

Él solo asintió aburrido, haciendo que Misaki y el pequeño niño rieran, más atentos que ella.

-Pero hablaba en serio, Usami… -murmuro ella, y entonces la tensión volvió a Misaki al verla acercarse de nuevo con esa abrumadora expresión deseosa. –Me encantaría conocerlo mucho mejor… Yo soy gran fan de usted… He leído todas sus obras…

-Pero mamá… -musito el pequeño chiquillo casi ahogado entre ambos. -¿No siempre dices que odias leer?

Hombre, si eso no era divertido…

La mujer notoriamente se sonrojo por ser puesta al descubierto por su propio hijo. Usagi aprovecho la ocasión para dar un par de pasos hacia la salida.

-Debo volver al salón… -susurro, pero ella con una rapidez asombrosa lo detuvo por la ridícula larga capa del disfraz.

-Oh, no, no… Yo lo siento tanto, sensei… Mi hijo solo esta confundido. Cansado… -rio y sujeto al pequeño tan fuerte que él se quejó con dolor. –Rin, no interrumpas en la conversación de los adultos, ¿quieres? Debes mostrar respeto con el sensei…

-Tengo sueño, mamá… -dijo él pestañeando.

-Pues duerme- soltó fríamente ella. –Déjame hablar tranquilamente…

-Atienda a su hijo, no se preocupe por mi… -murmuro Usagi cada vez más irritado, sin embargo ella aún no soltaba su capa.

-Él debe aprender a respetar. ¿No es así, Rin?

-Lo siento, papi… -susurro el niño regañado. Misaki y Usagi lo miraron sin respiración ni respuesta.

-¡¡Rin!!- gimió horrorizada y cada vez más furiosa su madre.

-Mamá dijo que llamara “papi” a los otros hombres con mamá… -sollozo el chico asustado.

-Yo no… ¡No sensei!… Él… -ella solo palideció más sin saber dónde esconderse o qué más decir. –Rin, eso no fue correcto…

-¿Rin hizo algo malo?- susurro él y comenzó a llorar dulcemente. Ese fue el colmo para Misaki.

-Usagi-san… -llamo entrando sin ver a la patética mujer. –Nii-chan nos necesita. Todos ya se están yendo… -murmuro, viendo con propósito a la colérica mujer, esperando entendiera la indirecta.

-Vamos… -asintió Usagi y lo jalo del brazo, apresurándose para sacarlos de ahí.

-Ah, sensei… -gimió la mujer, pero ellos simplemente se retiraron rápidamente.

A solo un metro de ahí, Misaki con fuerza se separó del confundido hombre, deseando desesperadamente poner la mayor distancia entre ambos.

-¿Misaki?

-No puedo creer que te quedaras callado mientras esa… mujer, abusaba así de su hijo… -siseo Misaki viéndolo con rencor. Usagi lo miraba con ojos grandes y la boca un poco abierta, dejando ver los colmillos de plástico.

-¿Y que querías que hiciera? Me tenía atrapado…

-Ay, por favor. Te conozco mejor, y sé que habrías escapado de haber querido…

-¿Estás insinuando que disfrute de lo que pasó ahí?- pregunto totalmente ofendido y sorprendió Usagi, pero a Misaki particularmente no le importaba ahora.

No respondió. Él solo negó con asco y se apresuró a regresar con su familia, lavando con un imaginario estropajo la maldita imagen de ella avanzando con deseo hacia él, y el idiota de Usagi permitiéndolo.

¿Querían jugar a los amantes escondidos? ¡Bien por Misaki! Pero con un demonio, no debían involucrar a un pobre niño que solo quería descansar, y que no debía ser expuesto a tal nivel de desfachatez.

Realmente colérico, Misaki arremetió con los vasos y platos desechables esparcidos por todos lados. Él no hablo con su hermano ni cuñada, ni siquiera levanto la mirada de su tarea para ver si quedaba algún invitado o la señora pésima-madre.

Limpió hasta que no hubo casi rastro de alguna fiesta ocurriendo ahí, y para entonces Misaki tenía una fuerte migraña, encontrándose totalmente sudoroso y cansado. Lo único que quería era llegar a casa, quemar el bendito disfraz ridículo y dormir… olvidar ese día de lo más molesto.

-¿Listo, Misaki?- pregunto su hermano cuando se acercó a él y el estoico conejo idiota.

-Listo, Nii-chan… Solo falta tirar las bolsas de basura, secar los platos y…

-Está listo, entonces… -interrumpió él mirándole curiosamente. –Ve a dormir… Ha sido un día pesado. Mahiro ha caído rendido… -rio y no dejó que Misaki dijera más, dirigiéndose ahora a Usagi. –Te encargo mucho a Misaki. ¿Seguro que no quieren que llame a un taxi?

-No bebí tanto como tú- le sonrió cariñosamente, haciendo que Takahiro también lo hiciera.

-Me voy adelantando… -gruñó Misaki sin verlos, apresurándose a salir olvidándose de despedirse de su cuñada y sobrino.

-En serio… ¿Qué le pasa, Usagi?- alcanzo a escuchar Misaki como preguntaba sorprendido su hermano. Y seguramente fue el alcohol que todavía tenía en su sistema, porque a él no le importo nada aquello.

Decidiendo que no quería darle oportunidad de hablar a su casero, Misaki se acomodó en el automóvil y fingió dormir, realmente dormitando al poco tiempo. Sin que se diera cuenta, la próxima vez que abrió sus ojos él estaba siendo cargado de vuelta al departamento que compartía con ese complicado ser.

Usagi realmente lucia estupendo con ese atuendo. Su naturalmente pálido rostro, con un par de ojeras producto de sus malos hábitos de sueño, era solo un complemento que lo acercaba al mitológico vampiro.

Seductor, atractivo, altivo y arrollador… Alto y delgado, rico y misterioso… Era simplemente perfecto.

También lo era el hecho de que llegó a su vida y cambio todo por completo, tomándolo a su voluntad y llevándolo a su ritmo sin que se diera cuenta. Tan fuerte y sin vuelta atrás, atrapándolo en un hechizo del que aún intentaba deshacerse.

-¿Por qué yo…?- murmuro ausente Misaki, viéndolo desde su privilegiada posición cargado en sus brazos.

-Lo siento, ¿te desperté?- cuestiono Usagi mirándolo despierto y observándolo. –Espera un poco, ya casi llegamos…

Aturdido y todavía con sueño, Misaki no opuso nada y cerró los ojos suspirando.

-No te acostumbres a esto… -murmuro Misaki recordando ser difícil. –Es solo porque estoy muy cansado…

-No me importa. Has hecho mucho hoy… -dijo Usagi, y por alguna razón su tono de voz era realmente diferente al que normalmente usaba.

Con la mención, Misaki recordó su anterior actitud infantil, incluso con el mismo hombre.

Rayos, le debía una buena disculpa a su hermano, hermana y sobrino incluso. Esperaba que su actuación no hubiese eclipsado el buen día que al final se logró, con esmero de todos.

-Deja de pensar tanto, Misaki… -llamó Usagi al momento en que subió las escaleras con él aún en sus brazos.

-Lo siento… fui grosero.

-No te disculpes. Hoy fue un día muy estresante… Incluso yo estuve en mi límite muchas veces.

-Aunque nuestras razones fueron muy diferentes… -gruño Misaki, sabiendo de qué hablaba el escritor. Pero eso también le recordó a aquella mujer descarada.

Estuvo en la punta de su lengua preguntarle si ella le gustaba, si la volvería a ver, pero no lo hizo. No tenía el derecho… no le concernía… No quería saber.

O al menos eso se estuvo reprendiendo sin convicción mentalmente, ajeno al hecho de que Usagi le veía de reojo todo el tiempo.

Llegaron a la silenciosa y oscura habitación, y le tomó varios segundos a Misaki para notar que no era su cuarto, sino de Usagi.

-No dormiré aquí- refunfuño fulminando con la mirada al escritor.

-Está más cerca…

-Entonces caminaré el resto del camino- respondió y se retorció hasta provocar que Usagi lo pusiera en la cama para evitar que cayera al suelo. Misaki aprovecho para levantarse y huir, pero al parecer subestimó cuánto estuvo bebiendo, porque inmediatamente se reincorporo, todo comenzó a girar.

-¿Qué haces?- jadeo sorprendido Usagi atrapándolo a tiempo de besar el suelo, o alguno de los otros artículos sin sentido en el piso del cuarto infantil.

-¡Estoy bien!- exclamo alejándolo a manotazos. –Puedo caminar solo.

-No puedes. ¿Por qué estas siendo tan terco?

-¡Yo puedo!

-¡Misaki!- se sobrepuso Usagi tomándolo por ambos brazos estabilizándolo. Su mirada ya intensa se profundizo en él, y su expresión fue lo que más lo desarmo, porque era totalmente preocupada y miserable.

 

Yo cause esto…

 

Misaki dejó caer la cabeza al frente, sin poder soportar más. La culpa e impotencia se adueñaron de él, impidiendo que dijera nada en el silencio que se extendió sin que ninguno se moviera.

En su mente se repetía una y otra vez la imagen de esa mujer tan cerca, dispuesta y seductora, capaz de hacer suyo a Usagi, sin que este opusiera demasiado a sus planes; indiferente, atractivo y libre de hacer lo que quisiera.

Y luego estaba Misaki, tan simple, normal y medio borracho, causándole problemas al amable escritor.

 

No quiero perderte, pero no puedo hacer nada por evitarlo…

 

Con un raro ruido bajo de molestia y desesperación, Usagi lo atrajo hasta su pecho y tomó su rostro entre sus dos grandes manos, en un rápido movimiento adueñándose de su boca y su aliento.

No había otra forma de describirlo, más que una corriente de electricidad empezando desde la unión de sus labios, hasta extenderse y recorrer todo su cuerpo. De prisa, con calor y fuerza, entumeciéndolo y convirtiéndolo en arcilla, moldeada y poseída por el hábil hombre mayor.

Él aprovecho en profundizar el beso cuando Misaki abrió la boca para quejarse y tratar de respirar; ambas cosas olvidadas cuando su boca se llenó de la lengua del otro.

Su rostro se calentó de vergüenza, su cuerpo perdió por fin toda energía, y un sonido dulce salió de su garganta permitiéndose corresponder, abrumado por la intensidad del beso, anhelante aun así de más, mucho más de aquellas deliciosas y culposas sensaciones.

Las manos del novelista acariciaron con pasión su espalda y le tomaron con firmeza, mientras su cuerpo se acoplaba al suyo de una increíble manera, considerando sus muchas diferencias.

Al separarse, ambos jadeaban pesadamente, mareados, con el sabor del otro y ganas de continuar.

Eso hizo Akihiko y lo empujo a la cama, dejándolo rebotar mientras se arrancaba prácticamente la capa del disfraz y el saco, mirando a Misaki depredadoramente al quitarse los guantes lentamente.

Misaki se sonrojo viendo ese atuendo desordenado y todavía increíblemente atractivo en el novelista, quien evidentemente se encontraba excitado y dispuesto a hacer el amor con él.

Debía ser el alcohol que lo hizo emocionarse y prenderse con el pensamiento.

Usagi con movimientos lentos se arrodillo a un lado de él, bajando hasta rozar suavemente sus labios, sólo una muy sutil caricia, totalmente contraria al apasionado beso que antes compartieron. Misaki suspiro y se encontró rodeando su cuello, atrayéndolo por más.

Su intercambio fue más profundo e intenso, entregado, añadiendo mucho más por la forma en que Usagi tocaba su cuerpo, explorándolo sin prisa, con deseo. Él no podía hacer otra cosa que estremecerse y gemir, callado por su boca insistente.

-U-Usagi… no… -dijo, sin saber realmente porqué. Estaba disfrutando, pero su cabeza se encontraba nublada y sus extremidades débiles. Tenía un poco de miedo por lo que estaba experimentando.

-Te amo, Misaki- murmuro Usagi en la oscuridad parcial de la habitación, donde sus respiraciones alteradas era lo único que se escuchaba.

Sin poder parar sus propios sentimientos, Misaki no pudo detener a Usagi. Él se hizo cargo, como siempre, llevándolo a su ritmo confiado y amoroso, tratándolo como un precioso y raro tesoro.

Aunque lo estaba desnudando para un acto totalmente carnal, y un poco equivocado podía decirse considerando que eran dos hombres, Usagi convertía todo en algo mágico, sin hacerle sentirse desdichado ni sucio, sólo perdido y ahogado en tanta ansia.

¿Cómo era posible que sus manos causaran un fuego en su piel, cuando normalmente su temperatura era lo opuesto? ¿Cómo es que Misaki quería más, pero no podía pedirlo?

Sus pensamientos se esparcieron en todas direcciones, y nada tuvo ya sentido al sentir la cálida y húmeda boca rodear una de sus tetillas. Su cuerpo se tensó un segundo antes de curvarse, deseoso de más, saturado de placer.

Grito su nombre, pero no hizo otra cosa. Trató un poco de callar los bochornosos sonidos y lamentos de su boca, pero era como querer parar la lluvia con sus manos. Así que permaneció ahí y disfruto, perdido.

Usagi no hacía lo mismo. Mientras lo besa en esa sensible parte de su cuerpo, sus manos continuaban su recorrido, parándose en algunos lugares que lograba desnudar, palpando, dejando su huella, permitiéndole sentir sus acciones para luego moverse a otro sitio. Varias veces se mantuvo así, sin dejar su atención a su pecho.

-N-no… solo… te quedes… ¡ahí!- gimió intranquilo, sintiendo en su cuerpo la sonrisa que no veía. Pero lo conocía de otras veces, sabiendo lo que las más estúpidas cosas producto de su persona causaba a ese peculiar hombre.

Deseo quedarse callado cuando Usagi tomo venganza, y descaradamente metió su mano en su ropa interior, adueñándose de ese despierto y deseoso miembro que reaccionó inmediatamente. Al mismo tiempo se trasladó a su otra tetilla, ofreciéndole un servicio más erótico que el anterior, añadido del suave ritmo constante de su mano más abajo.

Su gemido parte queja parte grito, se alargó hasta que lo dejo sin respiración, más delirante de lo que ya se encontraba. A esas alturas tocando con la punta de sus dedos la sensación tan intensa y deliciosa que siempre le asustaba, pero disfrutaba tanto en secreto.

Bueno, a lo mejor no tanto oculto, considerando como Usagi se esforzaba para llevarlo ahí siempre.

Sus movimientos eran tan determinados y expertos que Misaki en realidad no se culpaba de enloquecer, aunque en esta ocasión quería que durara mucho más, empaparse de todo lo que él hacía en su cuerpo, y solamente el suyo.

-U-Usagi…san… d-debes… parar… ¡No puedo… soportarlo más!- se lamentó curvándose salvajemente, alentado por el agarre más firme y diestro, ocasionándole una profunda gratificación.

-Está bien, Misaki- sonrió abiertamente Usagi separándose de su cuerpo, luciendo devastador con sus pupilas dilatadas por la excitación. –No lo detengas. Déjame ver cuánto te hago disfrutar…

-¿Q-qué dices?- jadeo molesto, teniendo un espacio para ser obstinado cuando Usagi dejo de tocarlo, bajando y deshaciéndose de sus pantalones con facilidad.

La respuesta del escritor fue clara por el brillo en sus peculiares ojos, en sus acciones llenas de seguridad al llevar esa sucia parte de su cuerpo a su boca dispuesta.

-¡No!- se quejó y dio un alarido de placer, lo último que atino a hacer antes de sumergirse en esa sensación que a través de los años continuaba sin poder explicar, entender o llegar a odiar.

Sus nudillos se pusieron pálidos por la fuerza con la que agarro las sábanas a cambio de tomar el cabello plateado. Sus caderas se movieron por su cuenta, llevándose más profundo en la dicha de éxtasis, donde el causante no se alteró y lo dejo hacer lo que quisiera, dando de sí más con su conocimiento privilegiado.

Ahora… era imposible resistirse más en tales circunstancias.

Trato de advertirle, sacarlo de entre sus piernas, pero una vez más fue inútil, tan débil y al borde como se encontraba, y tan tranquilo como estaba Usagi. Así que él gozó en su boca a pesar del pánico y disfrute que eso le daba.

Debió perder un poco el conocimiento, porque al parpadear y enfocar al hombre, él estaba desnudo besando sus hombros y cuello, con suaves y húmedos besos que le provocaban escalofríos.

-U-Usagi-san… Para… -se removió un poco, sin verlo, pero eso no fue impedimento para que él le besara otra vez, dejando un pequeño lengüetazo juguetón en su clavícula derecha.

-¿Sabes que aún tienes puestas las orejas de gato?- murmuro divertido rodeando con sus fuertes brazos su cintura.

-¡¿Qué?!- grito Misaki tomado por sorpresa al haber olvidado por completo aquello. Sin embargo el novelista le impido elevara sus manos y se las quitará al moverse hábilmente y rápido, sentándose con las piernas extendidas, llevándoselo con él hasta colocarlo encima de su regazo.

-No las quites. Te ves lindo, Misaki.

-¡¡¿De qué demonios hablas, estúpido Usagi-san?!!- vocifero insultado y sonrojado.

Se movió para desechar las estúpidas orejas, pero él atrapo ambas de sus manos y las beso.

-Está bien por hoy, ¿no? A ti te gustaba como me veía de vampiro, así que te complací por un momento… -rio en voz baja, seguro disfrutando retorcidamente de los aspavientos de Misaki por tales palabras.

-Yo… no… ¡¿Cómo crees…?! ¡¡Eres un…!!

Usagi resolvió todo al callarlo con otro beso, más profundo al aprovecharse de su boca abierta para exclamar desesperado y ofendido.

No soltó sus manos hasta que lo tuvo gimiendo y devolviendo inconsciente el gesto, ladeando su cabeza para obtener más de él. Y entonces Usagi lo abrazo otra vez, recorriendo con las yemas de sus dedos desde sus hombros hasta sus nalgas, tomando una en cada palma, apenas sosteniéndolas mientras tragaba los quejidos que le producían sus atrevidas acciones.

Misaki produjo más de esos sonidos cuando dedos húmedos sondearon su entrada trasera, tensándolo en un primer instante, tomando mucha persuasión y besos arrolladores para olvidarse por un momento de su nerviosismo.

Él tomo sus hombros para tener algo a lo que aferrarse, sintiendo claramente el primer digito penetrarlo. Cerró los ojos con fuerza, apretó su agarre y se concentró en el beso para distraerse de la incomodidad y su pena.

-…Misaki- jadeo Usagi alejándose primero, viéndose de alguna manera sorprendido por su acto. Misaki más sin en cambio gimió y apoyo su frente en su pecho, sintiendo su interior arder y acomodar sus dedos sin resistencia a pesar de ser ya tres de ellos.

Tal vez era el alcohol, la cercanía de su cuerpo caliente y otorgándole tal éxtasis, o la persistente molestia tras lo vivido, pero Misaki se permitió olvidar un poco de sus habituales quejas y lo abrazo, escondiéndose en su cuello y ahí, a salvo de ser visto en esa faceta tan deplorable, expresándose tanto como los movimientos del escritor le causaban.

-Misaki… -suspiro Usagi abrazándolo más estrechamente, exhalando directamente en su oído estremeciéndolo. –Relájate… -pidió al elevarlo y lentamente dejarlo caer en su erección sostenida por él mismo para facilitar la acción.

Ambos se tomaron un momento para recuperar su respiración. El cuerpo de Misaki estaba asaltado por un intenso temblor, sostenido en todo momento por el cuerpo más grande y calmado del novelista.

Fue desconocido qué lo llevo a levantar su mirada y verle, pero Misaki lo hizo.

Sus ojos cerrados, su rostro en goce, sus labios hinchados y húmedos, su cabello levemente despeinado, un pequeño rubor sano en su piel sudada. Él lucia tenso, llamando a su control para permitirle a Misaki adaptarse a su invasión.

Nunca lo había visto así, tan claro y tan cerca, con mucho tiempo antes de que él abriera los ojos y le mirara de esa forma suya tan única, entregada, enamorada.

No le quedo duda con esa mirada, sus cuerpos unidos y su fantasma de sonrisa en los labios.

Misaki sólo suspiro y se relajó, permitiéndole que hiciera lo que quisiera… más de lo habitual, inclusive sabiendo el tipo de consecuencias que tendría.

Usagi le movió en un suave vaivén, mirándole a pesar de que Misaki había desviado la vista apenado, asaltado por la devastadora intimidad formada de la nada.

El ritmo tan lento y profundo, levemente doloroso pero más exquisito que nada.

Él lo alentó para abrazarlo y refugiarse en su cuello, besando su frente y sujetándolo con firmeza por sus caderas, haciendo todo el esfuerzo sin quejarse ni alterar el movimiento de su cuerpo arriba y abajo.

Consiguió que fuera realmente extraño que algo tan medido y tranquilo alcanzara lo mismo que otras veces, más desenfrenadas y enloquecidas. Pero fue así y Misaki progresivamente se encontró de nuevo en las puertas del clímax.

-U-Usagi… san… ¡para! No… puedo… más…

Su respuesta fue una sonrisa jadeante y un leve estremecimiento de su cuerpo. Sin más alteraciones, haciéndole complicado que se inclinara del lado final que quería.

Misaki llegó al límite de su paciencia y se movió incómodo, acomodándose mejor para hacerse cargo, tomando por supuesto de sorpresa al escritor, que gimió incrédulo y le permitió dar saltones descoordinados, él mismo extrañado por su inusual actitud.

-¡Misaki…!- se quejó, no con dolor Usagi, y le rodeo la cintura con los brazos, atrayéndolo y abrazándolo tan cerca que era imposible que algo se les pasara desapercibido a alguno.

Con total detalle se vieron, disfrutaron juntos y se movieron al mismo tiempo, luchando por su orgasmo.

 

Estás conmigo. Conmigo y no con ella. Me has elegido a mí, ¡y estás conmigo!

 

-¡Usagi-san!

-Te amo, Misaki. Te amo, te amo…

Sólo el sonido tan honesto y entregado de esas palabras fue el detonante para que se inclinara y lo besara, callando ahí su larga exclamación al llegar a la cúspide, llevándoselo con su estremecimiento y decisión.

Tan pronto Misaki bajo de su nube el cansancio lo golpeo. Cerró sus ojos y se quejó, derrumbándose en el cuerpo agitado y sudoroso.

Entró y salió de un sueño breve, de vez en cuando alcanzando a notar los cuidados que Usagi aplico a su cuerpo lánguido. Limpiándolo, acomodándolo y tapándolo, todo con una pequeña sonrisa satisfecha que nadie debía tener al encargarse de una persona que no ponía de su parte.

Pero él lucia feliz, satisfecho, amoroso. Incluso cuando se acostó a su lado en la cama lo atrajo y con una risita le quito las benditas orejas estorbosas de su cabeza.

¿Cómo entre tanto no se habían caído?

Al despertar las quemaría sin duda. También se quejaría por lo que restaba del año, tal vez, y por supuesto no volvería a cometer un error como el que hizo en todo el día.

Sin embargo por el momento disfruto de saber que él estaba a su lado, lo abrazaba y se relajaba sin complicación, poco tiempo después durmiendo profundamente, dándole la oportunidad para, ya entregado a esa extraña actitud suya, besarlo en su mejilla con prisa y timidez.

Usagi estaba con él, no con una mujer oportunista y desagradable. Eso era lo único que importaba por el momento.

Misaki sonrió y se acomodó en el cuerpo tibio y seguro, mientras en alguna otra parte, niños y algunos adultos pedían dulces vestidos de toda clase de seres mitológicos.

FIN.

 

Notas finales:

Y eso.

¡Feliz Halloween! <3

No coman muchos dulces y tengan cuidado de personas oportunistas y resbalosas ;)

Nos leemos en otra ocasión, con el futuro final de la historia activa que tengo de Nowaki/Hiroki.

Cuídense mucho y así :3

 

Christal Celeste García.

Lunes, 31 de octubre de 2016. 8:08 am.


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