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Wife por metallikita666

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Notas del capitulo:

Comienzo felicitando por su cumpleaños (con un día de retraso; fue el 27/12) a nuestro siempre querido y nunca suficientemente vilipendiado Takayuki

Bueno; ahora sí. Sean bienvenidos nuevamente a uno de esos capítulos largos... y atroces. Como es lógico, y dado que nuestros personajes son mocositos de secundario (¿o debería decir con mucha solemnidad, siguiendo a Noriaki Kakyoin y Jotaro Kujo, que "porque son estudiantes"?...), no podemos hacer la gran Stardust Crusaders y olvidarnos de su vida en el colegio... Ok, basta con las referencias a JoJo (por el momento).

El punto eeeess... que las desventuras de Takayuki obviamente permean hasta sus deberes y su vida estudiantil, como no podía ser de otra manera. Y muy a pesar de que él se creía salvado por ser kouhai de su palmípedo perseguidor.

Sin más por el momento, les dejo con la mañana del lunes de la semana siguiente a aquel cruce fatal de miradas.

Nueve: El proyecto

 

Al lunes siguiente no fue difícil levantarme temprano ni estar listo a tiempo, debido a que no había trasnochado. Como siempre, resultaba sencillo evitar ver a papá durante el fin de semana, además de que de seguro él también seguía molesto conmigo por la manera en que le tiré el teléfono el viernes por la tarde, pues tampoco hizo ningún intento por acercarse.

Mamá, por su lado, había sido informada de mi presencia en las salas de ensayo de la Anarchist, y me felicitó cuando por fin me aparecí en casa. No rehuí sus palabras y en verdad me dio gusto verla contenta; pero por desgracia, seguía sintiendo esa espinita de incomodidad en el pecho, la cual no me decidía a sacar, posiblemente para no estropear su felicidad. Empero, cuando me preguntó en qué momento volvería a las salas para ver si podríamos coincidir, me vi obligado a decirle que no sabía, argumentando que habían asignado muchos deberes la semana anterior.

Durante el viaje en autobús interpelé a Ruki, quien iba convenientemente callado.

-Todavía no me has explicado por qué invitaste a ese idiota compañero tuyo al almuerzo del viernes.- Le dije con perezoso fastidio, a causa de mi incapacidad real de reclamarle algo.

-Es que… él escuchó cuando Gara-kun y yo platicábamos sobre el asunto. Así que me dio pena decirle que no luego de que preguntara si podía ir…-

-Lo sabía.- Contesté. –Como siempre, eres demasiado considerado. No sé cómo puedes serlo con un encimoso como ese, que ni siquiera te deja hablar a solas con tu novio.- Y sin poder refrenar mis ganas de molestar, agregué: -Mmm… Oye, ¿no será que está interesado en el primo?...-

-Eso te haría muy feliz, ¿verdad?- Replicó él, sonriendo sin voltear. –Pero fíjate que no. Ya me dijo directamente que el que le gusta es el primo menor de ese primo…-

No me quedó más remedio que morderme la lengua y permanecer en silencio el resto del viaje.

Al llegar a la escuela, ni por la cabeza me pasó lo que sucedería durante la mañana, luego de que entrara a clase de Historia. Tampoco pude imaginarme el significado de la mirada de Kagawa cuando crucé el patio (el sujeto se hallaba ahí fuera de su horario, probablemente por algún asunto ajeno al trabajo), ni el porqué del gesto que hizo con el meñique[1], el cual acompañó con un extraño mohín que no llegaba a sonrisa. Mi determinación de ignorarlo fue más poderosa, pues me sabía seguro al haber ingresado, por si acaso, junto con el resto de colegiales que se dirigían a sus respectivas aulas.

Habiendo arribado al salón hallé que mi trío se encontraba sumamente inquieto, y al principio creí que a lo mejor esa actitud estaría relacionada con algún muchacho que les gustaba. Pero Yuriko me sacó de la duda rápidamente cuando, advirtiendo mi presencia, me llamó con la mano, indicándome que me acercara a ellas.

-Yuki-kun, no lo vas a creer.- Dijo Aiko, tapándose los labios con la palma segundos después.

-Proyecto. Con los de onceavo.- Informó Reiko, con su característico estilo sintético.

De hecho, eran sus notas las que prefería que me prestaran, pues las otras dos apuntaban demasiada cosa inútil en sus cuadernos. No obstante, en esos momentos la información no terminaba de ser lo suficiente clara para mí, pero para entonces se me habían encendido las señales de alerta en el cerebro. Era terrible.

-No…- Musité, previendo lo peor. –¿Todo noveno?-

Y para cuando la chica que me había llamado asentía con la cabeza, exhibiendo un semblante de congoja como si hubieran anunciado un bombardeo, al salón ingresaba no solo nuestro profesor, sino también los restantes maestros de Historia que impartían lecciones tanto a noveno como a onceavo. En total eran dos por nivel, lo cual hacía cuatro adultos allí en aquel momento. En nuestro colegio había cuatro secciones de cada nivel, siendo cada una de ellas de unos veinte estudiantes. Toda esta matemática terrible arrojaba el resultado de ciento sesenta estudiantes, comandados por aquellos cuatro infelices, mezclándose y agrupándose en uniones hasta ese momento impensadas para llevar a cabo un estúpido proyecto.

Los profesores hablaban entre sí en voz alta sobre la imposibilidad de reunir a todos en aquel salón, y decidieron por fin que lo mejor sería llevarnos al gimnasio. Rápidamente, una de las maestras salió del lugar y al poco tiempo se escucharon las indicaciones a través de los altavoces. Conforme caminábamos hasta el sitio indicado, yo rumiaba mi desgracia en silencio: onceavo era el grado de Ruki, sí. Pero también el de Kouyou y del imbécil de Aoi.

Tan abstraído iba, caminando como un zombi, que ni me percaté en qué momento dejé de moverme, mientras todos los demás me rebasaban. Un pequeño estorbo multicolor me impedía el avance, abrazado a mi espalda.

-Qué felicidad. Vamos a hacer un proyecto juntos.- Decía él, todavía pegado a mí. -¿No te parece maravilloso?-

-Tetsu… Si no me dejas ir, no llegaremos a tiempo. Y no; fíjate que no me parece maravilloso. Onceavo es el grado de…- Pero en eso, me detuve. En teoría, él no sabía nada sobre Takashima. Y si hubiera dependido de mí, así tendría que haber seguido.

-¡De Takanori!- Agregó, feliz. Pero al ver que yo no respondía, cambió el tono. -Ay, oye… ¿Te peleaste con tu hermano?- Inquirió preocupado, separándose de mí y colocándose a mi lado. -¿Por qué? ¿Qué sucedió?-

Desvié la mirada sin saber qué reponer, pues no deseaba contarle la verdadera razón de mi disgusto, pero tampoco quería dejarlo creyendo que me había enemistado con el rubio. Así que recurrí al recurso más obvio.

-No, ¿cómo crees?- Contesté por fin, frunciendo un poco el ceño. –Nori no es el problema. Sino el idiota de Shiroyama.-

-Bah, ¡pero no haces grupo con él, y listo! Además, dudo mucho de que él vaya a elegirte. Es probable que se junte con Yutaka-kun y algunos zonzos de noveno que lo admiran. Ya sabes, nunca falta gente así.- Después, reanudamos nuestra marcha hacia el amplio lugar, desde donde se escuchaban las indicaciones de los maestros, los cuales le pedían a la multitud que se acomodara al centro de la cancha multiusos. - En todo caso, ya estamos tú, Ruki y yo. Sólo necesitamos saber de cuántas personas tiene que ser cada equipo, para buscar a los miembros faltantes.-

-Primero que todo, me gustaría saber qué diablos es lo que tenemos que hacer…-

Las dos cosas me tenían bastante nervioso e incómodo, a decir verdad. Como supongo que queda claro, no era que no estuviera acostumbrado a trabajar en equipo, pero ese tipo de grupos formados por obligación entre gente tan disímil me parecía de lo peor. En ese momento, y como si mi mente necesitara ilustrar el caso, pensé en un proyecto musical que incluyera a Milly-san, Taiji, papá, Shinya el baterista de Dir en Grey y yo, y no supe si era la burrada más grande que se me había ocurrido alguna vez, o una de esas ideas que el viejo llamaría “fantásticas”. Dicho sea de paso, una cosa no distaba mucho de la otra.

No pasó demasiado tiempo antes de que nos enteráramos por fin de los requisitos: cinco miembros o máximo seis, que incluyera gente de ambos niveles en proporciones parecidas. El cometido era tomar algún momento de la historia nacional o alguna leyenda popular, y exponerla “de manera creativa”. Si aquello no era una broma, que no lo parecía, podía irme despidiendo de mis vagabundeos de los días siguientes, pues los apuntes de las chicas no me salvarían de evadir todo ese trabajo si quería aprobar.

-Mira, Yuki: ahí viene Nori.- Tetsuya llamó mi atención. Sin embargo, apenas levanté la mirada sentí una imperiosa necesidad de que me tragara la tierra. –Y viene con… ¿Quiénes son esos dos?-

Casi me da algo. Takanori se acercaba a nosotros en compañía de Takashima y el tarado amigo suyo del trapo en la cara, y era muy evidente con qué finalidad lo hacían. Todos mis esfuerzos por esconderle a Itakura la existencia del menso de los labios carnosos estaban a punto de irse por el desagüe, porque si ese equipo se formaba entre nosotros cinco, era más que obvio que se iba a enterar. Kouyou mismo, probablemente, se lo habría figurado todo, pues caminaba con una expresión de maldita suficiencia en su cara de retrasado.

-Yuki, Tetsu.- Habló mi hermano, una vez que acabaron de allegarse. -¿Les hace falta miembros?...-

Yo solo cerré los ojos, incapaz de pronunciar palabra mientras aguantaba la respiración y contaba hasta mil. Sabía muy bien que mi amigo, tras la conversación que habíamos tenido, lógicamente desconocería por completo mis temores reales. Todo lo cual, por supuesto, le imposibilitaba mentirle a Takanori.

-¡Sí! Tres o cuatro. Ah, pero oye, Nori-chan… ¿Estos chicos son nuevos?-

-Ohh, con que él es Tetsu… ¿Lo ves, Yuki-chan? Ya me enteré.- Cómo me habría gustado, en ese instante, estar más sordo que una tapia. -Yuki-chan. ¡Ey, Yuki-chan! ¡Te estoy hablando!-

Yo seguía callado e inmóvil como una estatua, con los ojos cerrados: fantaseaba con que por la puerta del gimnasio entraría Taiji-oji para llevarme a casa de la manita, luego de felicitarme por no haber golpeado a los otros nenes del jardín. Y que me premiaría, además, con algún dulce para que fuera comiendo durante el camino.

Pero no. Ahí estaba la voz horrenda de aquel impertinente.

-Yuki…-

-Ya basta. Déjalo en paz.- Intervino mi amigo, harto de tanta majadería. –Sí, yo soy Tetsu, ¿y qué? ¿Qué quieres conmigo, eh?-

Abrí los ojos porque no me quedaba de otra, y lo primero que hice fue mirar a Ruki, por si este lograba entender aunque fuera una centésima parte de mi sufrimiento.

Era obvio que Tetsuya reaccionaría de mala manera ante tanta provocación, acostumbrado como estaba a los pleitos, y… debido a lo celoso que era conmigo. No voy a negar que me encantaba la idea de que pudiera darle su merecido al acosador de Kouyou (decir tal cosa no me hace quedar como una princesita indefensa… ¿o sí?), pero por supuesto que entendía que eso no me libraría de él.  Además, no era algo que terminara de convenirme, tanto por mi reputación como porque no quería tener problemas con mi hermano, a quien el metiche parecía haberse acercado bastante.

-Tecchan, por favor… No le hagas caso.- Intervino Takanori, preocupado. Cuando las disputas no eran entre su noviecito y yo, eran entre mis amigos y los suyos. –Ellos son Takashima y Akira, y fueron transferidos hace poco. Son mis compañeros de salón.-

Pero no había caso. A Tetsuya le había molestado mucho la actitud altanera de Kouyou, quien insistía en mirarlo calculadoramente, despreciando el hecho de que fuera más bajito y menor. Por su parte, el rubio mal teñido que respondía al nombre de Akira seguía ahí sin decir palabra; pero o era impresión mía, o veía demasiado a Takanori que permanecía de espaldas a él, solo que bajando la mirada más de lo debido.

-Ya veo…- Respondió Itakura, serenándose un poco. –Lo que no entiendo es por qué tenía tanto interés en conocerme.-

-Eso no importa ahora, Tecchan.- Y ahí estaba de nuevo el insolente: llamando al menor de esa manera a propósito, para provocarlo. –Por lo pronto, queremos saber si tienen equipo para el proyecto. Si todavía están solos, y dado que ustedes tres se conocen y se llevan bien, sería bueno que nos aceptaran a mí y a Rei-chan en su grupo. Claro, si no es que cuentan con otras opciones…-

Tetsu me miró y yo le devolví el atisbo: entre otras cosas, se nos hizo rara esa forma de referirse al del trapo en la cara. ¿Que no se llamaba Akira Suzuki? Pero volviendo a lo otro, era cierto. A lo lejos divisé a mi trío, las cuales se habían juntado con unas senpais tan nerdas como ellas. Y por nada del mundo aceptaría que Ruki propusiera a Mai, o a cualquiera de sus otras amigas chismosas.

Suspirando de manera resignada, me adelanté. Miré a Ruki y le sonreí, mentalizándome en que lo hacía únicamente por él. Después de todo, era la primera vez que nos tocaría trabajar juntos.

-Está bien… Unámonos. Y a ver si nos apresuramos a decidir qué momento o qué historia vamos a usar, porque ya los demás están planeando su “exposición creativa”…-

Takanori me devolvió la sonrisa, acompañada de una mirada de agradecimiento. Y acto seguido, comenzó a asumir ese rol de líder que, aunque a veces le costaba trabajo tomar (en momentos en que no se sentía confiado del todo), parecía gustarle tanto.

-Es verdad. Bueno, suponiendo que vamos a ser solo nosotros cinco, podemos juntarnos…- El rubio pasó revista en derredor, ubicando una zona alejada de la gradería que permanecía desierta. -Allá. ¿Les parece?-

Los demás asintieron tácitamente, al no presentar objeción. Pero yo no dejaría que el tal Suzuki siguiera con su actitud sospechosa, así que cuando íbamos subiendo hacia el sitio avistado, me coloqué detrás de Ruki. Después investigaría sobre esa observación tan insistente, la cual el zonzo detuvo apenas se percató de mi intromisión.

Una vez todos arriba, nos miramos en silencio por algunos instantes. Los recién transferidos parecían estar aguardando a que nosotros tomáramos todas las decisiones, y eso no dejaba de molestarme un poco. Encima de pedir que los aceptáramos, no se mostraban muy anuentes a colaborar.

-¿Y bien? ¿Alguna idea?- Empezó Ruki, mirándonos a los cuatro. –Podríamos comenzar eligiendo si va a ser una parte de la historia o una leyenda…-

-A mí me da igual. Escojan ustedes.- Intervino Kouyou, que mejor se hubiera quedado callado, porque con eso no aportaba nada.

Yo tampoco sabía qué demonios escoger, pero su acotación me irritó. Además, su actitud me indispuso desde el instante mismo en que apareció, caminando cual si estuviera en una pasarela, y como si se le hubiera olvidado que tres días atrás acabó vomitando ridículamente delante de mí en casa de mis tíos.

-¿Y se puede saber por qué tienes tantas ganas de ayudarnos, Takashima? Oh, pero no seas tan impositivo. Espérate a ver qué opinan los demás.-

-Es que me da igual porque de todas maneras no conozco la forma de evaluar que tienen los profesores en este colegio, Yuki-chan.- Replicó, haciendo una pausa más que fingida para luego “corregir” lo dicho, con su sonrisa de tonto. –Digo, Yuki-kun. Perdona.-

-Bueno, en eso tiene razón Shima-kun…- Opinó Ruki, pensativo. –Nosotros tres hemos estado aquí desde que salimos de la primaria. A ver, comenzaré yo: en mi caso, prefiero una leyenda.-

-Yo también.- Dijo Tetsuya, secundando al mayor. –La historia nacional me parece interesante… a veces. Pero desde niño me ha gustado más leer sobre esas cosas que se cuentan acerca de animales extraños, seres sobrenaturales, o lo que les sucede a los gatos y a los zorros cuando nadie los ve. Me da como un poquito de miedo… Pero a la vez, me emociona mucho.- El chico se detuvo, considerando otro tipo de relatos. –¡Ah, y lo que tiene que ver con el nacimiento de los dioses o las peleas contra grandes monstruos también es muy fascinante!-

-¡Genial!- Volvió Kouyou a la carga, quien parecía que jamás se quedaría callado en los momentos necesarios. –Eso quiere decir que tú nos puedes ayudar a elegir la leyenda, ya que sabes tanto y desde niño lees sobre ellas.-

-Mmm… Momento.- Interrumpí yo entonces, porque no podía seguir sin referirme al hecho, y miré estratégicamente a Itakura. –Esto no es un grupo de cuatro. ¿Es que acaso tu amigo no va a decir nada?-

Se hizo silencio durante algunos segundos, en los cuales la mirada de Tetsu, la mía y la de Takanori, en menor grado, recayeron sobre aquel callado individuo. Pero ni así logramos que hablara. Todo lo que hizo fue mirar hacia el suelo, aprovechando que sus mechones le cubrían gran parte de la cara.

-Reita siempre está de acuerdo conmigo, así que a él le vendrá bien lo que nosotros decidamos.-

Fue solo cuestión de instantes para que el bobo y yo pasáramos de querer acorralar al del trapo en la cara y su hablador compinche para darles su merecido por exasperantes, a taparnos la boca y hacer nuestro mejor esfuerzo con tal de que no se nos salieran las carcajadas. En medio de la sorpresa, volteé a ver a Ruki pero él rehuyó mi mirada, dando a entender perfectamente que se esperaba esa reacción de nuestra parte.

-Nori… ¿O-oíste eso?- Le pregunté a duras penas, intercambiando miradas con Tetsu, y sin dejar de morderme los labios.

Pero mi amigo no pudo ser tan sutil.

-¡Este tipo se llama igual que la iguana de ustedes! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!-

-¿P-pero qué…? ¿¡Qué carajo les pasa!?-

Fue un momento glorioso. Takashima estaba molesto, aunque más que por la burla evidente, debido al hecho de que no entendía nada de lo que sucedía. Al parecer, mi hermano se había enterado del tema de sus apodos, pero no les había contado sobre nuestras mascotas.

-Takanori, ¿de qué están hablando estos dos? ¿¡Cuál iguana!?-

Lentamente, comencé a ver cómo una furtiva sonrisa nacía en labios del rubio, quien parecía no estar en capacidad de responderle a su compañero, temiendo que también fuera a salírsele alguna risa. Para empeorarlo todo, Tetsuya seguía carcajeándose como un poseso.

-¡No es su nombre, mocoso idiota! ¡Es su apodo!-

-¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! ¡Da igual!- Gritaba el más bajito, mientras hacía su mejor esfuerzo por seguir en pie al tiempo que se agarraba la barriga. No le importaba nada, y sin duda dejaría pasar cualquier insulto.- ¡¡¡¡¡¡Le dicen “Reita”!!!!!!-

El cuadro era demasiado bueno para ser verdad. Ahí podríamos habernos quedado toda la mañana, burlándonos de aquellos dos imbéciles como bien se lo merecían, pues todavía faltaba información de primera calidad sobre Takashima, como se verá a continuación. Pero el tonto proyecto tenía que avanzar, así que lo mejor era cortar el tema por la vía rápida… O al menos, intentarlo.

-Ja, ja, ja, a ver… Yo te explico.- Dije por fin, a lo que Kouyou, quien se había puesto de pie para acercarse a Tetsu con imprudentes intenciones, volteó. –Lo que sucede es que… Takanori y yo, desde que éramos unos niños… tenemos en casa una iguana mascota que se llama Reita, a la que también nos referimos como “Rei-chan”…-

De querer ahorcarme a mí con la mirada, el castaño de los labios carnosos pasó a mirar a mi hermano con atisbo rencoroso. Claramente, reclamándole por no haberle brindado antes tales datos.

-Y eso no es todo, Shima-kun.- Le dijo Ruki, adelantándose de una vez, probablemente para evitar que la escenita de burla fuera a repetirse más tarde. –También tenemos un pato… cuyo nombre es Uruha.-

Naturalmente, ni Tetsu ni yo entendimos de momento. Pero el tal Akira nos hizo el favor de explicarnos.

-Uruha… Igual que tú, Shima.-

Grandísimo hijo de puta. No había abierto la boca en todo el rato: ni siquiera para defenderse cuando nos mofábamos de él. Pero ahí estuvo, listo para cagarse en su “amigo”. De momento, como que comencé a tomarle cierta simpatía.

No obstante, el dato –si bien me hizo muchísima gracia- me recordó de pronto el episodio del día anterior con el pato de mi casa… Y me quise morir. Afortunadamente, las carcajadas anteriores justificaban plenamente el rubor en mis mejillas, por lo cual nadie notó ni asomo de lo que en ese momento me pasaba por la mente; pero en definitiva, uno o más dioses estaban en mi contra. Solo me faltaba que el endemoniado senpai también tuviera la maña de empollar braguetas en público.

-¿”U-uruha”? ¿T-te dicen… “Uruha”?- Tetsu no podía más. Estaba todo colorado, y señalaba al mayor mientras hipaba con los labios apretados.

-Grrrrr, ¡ya no los soporto! ¡Sí, me dicen “Uruha”! ¿¡Y qué!?-

-¡Que ahora que te miro detenidamente, sí que pareces pato! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!-

-¡Basta; suficiente! ¡Por eso no quería trabajar con niñatos!- Exclamó, todo contrariado. -¡Rei-chan, nos vamos!-

-Pues te vas tú. Yo me quedo.- Contestó Suzuki, sorprendiéndonos sobre todo a Itakura y a mí. –Son solo unos tontos apodos; no te pongas así. A mí me da pereza cambiarme de grupo.-

El fulano de la cara tapada continuaba asombrándonos. Aunque la verdad, no sabía si alegrarme o no por el rumbo que estaban tomando las cosas. Si los idiotas (y mi hermano) se iban, quedaríamos sin grupo de nuevo y tendríamos que empezar desde el principio; y si permanecían… haríamos el proyecto, y de paso podríamos seguir molestándolos. Pero me consternaba que Uruha (a partir de ahora retomaré esta manera de referirme al mismo sujeto) tuviera planeado fregarme a mí también.

Al fin de cuentas, el alto castaño –visiblemente muy mal de su grado- decidió no separarse del tal Reita, y sin decir más palabra, volvió a su sitio, entre éste y mi hermano.

-Me parece una opinión muy madura de tu parte, Suzuki-kun.- Intervine, aunque más que para felicitar al mal teñido, para jorobar a Kouyou, si bien todavía me estaba limpiando los ojos de las lágrimas que me había sacado la risa. –Ahora, todo lo que tenemos que hacer es decidirnos por una leyenda… Y por la manera en que la vamos a presentar. No sé cómo exactamente, pero sugiero que sea distinto a una exposición tradicional. Ya saben: carteles, ir al frente a hablar; bla, bla, bla…-

-Yo creo lo mismo.- Agregó Ruki. –Eso que dices, Yuki, siempre resulta muy aburrido. Además, al parecer el objetivo de esta asignación es que se nos ocurra algo muy diferente.- De nuevo, el rubio miró tanto a sus compañeros, como a nosotros dos, con ánimo inquisitivo. –Tecchan… ¿cuál es tu leyenda favorita?-

-Ah, pues…- Repuso el otro, un poco descolocado por la interrogante tan repentina. –Ehh… Es complicado. Pero entre las que más me gustan, están el nekomata[2] o el rokurokubi, que me da bastantes escalofríos… (ante la sola mención de estos, el pobre Takanori tragó saliva nerviosamente. Durante nuestra infancia, Kuroneko y yo lo atormentamos lo suficiente con esas historias, como para que alguna vez fueran a olvidársele.) Y si hablamos de los dioses, me encanta la historia de Amaterasu-omikami.- A esa altura, todos volteamos a verlo. –Ya saben, de cómo compitió con su hermano Susanoo, y la vez en que se ocultó en la cueva por culpa de lo que él hizo. Ah, y de cómo fue sacada de allí gracias a la danza de Ame-no-Uzume…-

Tenía que reconocer que estaba profundamente admirado. Sabía que al chico le gustaba leer sobre esas cosas, pero jamás me imaginé que se acordaría tan bien y pudiera contarlo todo de esa manera. Él, al advertir mi penetrante mirada, se sonrojó un poco.

Ruki miró a sus compañeros.

-¿Conocen las historias de las que habló Tetsuya?-

Reita, como de costumbre, no dijo nada. Empero, Takashima suspiró un poco antes de hablar.

-De Amaterasu-omikami creo que todos hemos oído hablar… Y respecto de las otras, sé sobre los nekomata, pero no estoy seguro acerca de la segunda que dijo.-

-Son yokai[3] que pueden extender su cuello como si fuera una serpiente. Son horribles.- Intervino Akira, sorprendiendo una vez más al resto. –A mí, sin embargo, me parece todavía más espantosa la leyenda de Yuki-onna[4].-

-Cierto. Esa también da mucho miedo.- Replicó Tetsu, apretando los puños con emoción al notar que el del trapo en la cara tenía algún conocimiento del tema.

Y de repente, se me ocurrió un plan que podría ser valioso.

-Chicos, esperen. Ya que estamos hablando de elegir algo relacionado con el folclor… ¿qué les parece si hacemos teatro?-

-Pero en ese caso, las leyendas de los nekomata, rokurokubi o yuki-onna no nos servirían, pues no sería tan fácil adaptarlas. Tendríamos que actuar la historia de Amaterasu-omikami.- Acotó Ruki, muy oportunamente.

Por supuesto que, ante la propuesta, el primero en conmocionarse fue el menor de todos.

-¡Uyyyy, genial! ¡Me gusta mucho la idea!-

Posteriormente, miró de nuevo a cada uno, acercándose tanto que la inspección les resultó incómoda a Takashima y a Akira. Takanori y yo, que ya lo conocíamos, sabíamos que no era nada raro que hiciera algo como eso.

-¿Qué demonios… me miras?...-

Pero el más bajito no se inmutó. Hecho su examen, se paró frente a todos, en el centro. Luego, se colocó los puños en la cintura y aclaró la voz.

-Ruki-chan puede ser Amaterasu-omikami.- Sorprendido, el mencionado alzó las cejas, señalándose. –¡Sí, tú! Te queda bien el personaje. Yuki, por su parte, que encarne al malvado e irascible Susanoo.- Yo fruncía el ceño mientras me rascaba la cabeza. Lindo papel, ¿eh? Y eso que el que los estaba decidiendo era mi mejor amigo. –Takashima-kun, tú puedes hacer de Tsukuyomi, el hermano de Amaterasu y Susanoo. Y finalmente, yo seré… ¡Ame-no-Uzume!-

-Ey, niño; espera.- Interrumpió Uruha. -¿Y Rei-chan?-

-No se preocupen por mí.- Esa vez, el aludido sí dio su opinión. –A mí denme el papel menos importante. No me importa.-

-Pero es que… Ya no hay. Es decir, sí hay más dioses, pero incluso tuve que pensármelo para darle uno a Uruha-kun.- Contestó Tetsuya con una sonrisita; no sabría si por lo del papel del castaño, o porque era la primera vez en que lo llamaba por su apodo y le sabía muy bien. –En realidad, Tsukuyomi no hace mucho en la historia de la competencia entre Amaterasu y Susanoo, ni en la de cómo sacan a la diosa de la cueva…-

Con el objetivo de evitar más poses de diva por parte de Kouyou, me lancé de una vez.

-Entonces, que Reita-kun sea el narrador.-

-Perfecto.- Asintió él, dando por terminada la polémica.

-Muy bien. Ahora que ya decidimos y planeamos qué vamos a hacer… ¿Podemos tomar el receso?-

No me moría de hambre ni nada por el estilo, pero no me costó mucho darme cuenta de que Takashima había comenzado a mirarme de forma extraña otra vez, después de arreglar momentáneamente el rollo del proyecto, y de que tanto Tetsu como yo nos calmáramos con el asunto de los apodos de ellos dos. Y cuando digo de forma extraña, saben bien a lo que me refiero: su mirada insistente me perturbaba.

-¡Sí, es buena idea!- Me apoyó el otro pelicolorido. -¿Qué dices, Takanori-kun? Ahora eres Amaterasu-sama, ¡y de todas maneras, creo que desde el principio te comportabas como el líder del grupo!-

-¿E-en serio lo crees?- El rubio parecía apenado, pero yo lo conocía bien. Muy probablemente, por dentro se sentía encantado con el papel.- No, pero si yo lo que intentaba era mediar un poco, para que no acabaran agarrándose a golpes…-

Pero no contábamos con que Kouyou no se había olvidado aun de sus ganas tan imperiosas de saber sobre mi amigo, y que lo conseguiría a como diera lugar.

-Mmm, oye, Tetsuya.- Le dijo al menor, atrayendo su ingenua atención. –Dime una cosa: Yuki y tú… ¿tienen una relación?-

Maldito. Lanzó la pregunta de manera demasiado malintencionada, además de que el cuestionamiento en sí era sumamente atrevido. Pude advertir cómo Itakura se turbó, no sabiendo qué contestar; en especial, porque el ambiente, la pregunta y los presentes no se prestaban para responder en son de broma, a como habría hecho si estando con nuestros compinches, alguien nuevo le plantease aquello.

-S-sólo… somos amigos…- Respondió finalmente, con un dejo indescriptible en la voz. Era serio, aunque al mismo tiempo, teñido de molestia y una pizca de amargura. –Pero lo somos desde que éramos muy niños.-

-Oh, ya veo. Es decir que son como hermanos, ¿no?- Siguió el otro. ¿Qué demonios pretendía? En solo instantes, el ambiente se había puesto tan tenso que para entonces sí deseaba con todas mis fuerzas que Ruki interrumpiera y nos mandara a todos al receso. Pero era obvio que él también estaba muy intrigado con aquella conversación tan extraña y repentina. –Digo, porque se visten con el mismo tipo de ropa, llevan el cabello parecido, y hasta actúan… similar. Uh, bueno. En ese caso, puedo verte como a Takanori, y no como un rival.-

El muy infeliz remató de semejante manera antes de ponerse de pie, siendo secundado por Akira, y se retiró de ahí pasando junto a un pasmado Tetsuya. Retrospectivamente, pude entender que su aturdimiento se debió a la manera tan aparatosa en que confirmó que el mayor tenía intenciones conmigo, y al haber estado imposibilitado de afirmar otra cosa que no fuera lo que en efecto dijo, por mucho que deseara contestar algo totalmente diferente.

-Mucho gusto, cuñadito…-

 


[1] Es un gesto considerado anticuado y vulgar, pero muy representado en anime. Consiste en levantar solamente el meñique mientras los otros dedos permanecen flexionados contra la palma; y significa, al hablar de dos personas, que ellas están vinculadas sentimentalmente.

[2] Gato de habilidades sobrenaturales perteneciente al folclor japonés.

[3] Criaturas de la cultura japonesa que podrían equipararse a apariciones, espíritus, demonios o monstruos; con diversas habilidades, apariencias y actitudes atribuidas.

[4] “La mujer de la nieve”. Es representada como una mujer alta, hermosa y de largos cabellos que se manifiesta en una noche nevada. De piel extremadamente pálida o aun transparente, con ojos que pueden causar terror. Comúnmente asociada a la matanza de mortales confiados, tiene, al igual que otros yokai, comportamientos diferentes según la época y origen de las historias.

Notas finales:

El pato... es una caja de sorpresas. Y aunque le envidio tremendamente lo lanzado y fresco, tengo que reconocer que prefiero ser la miedosa insegura que soy, antes de andarme exponiendo a que me rompan la cara a diario -w-

Por ahora ha topado con suerte por saber dar indignamente en el blanco, pero hay que ver cuánto más le va a resultar semejante actitud.

A Ruki deberían darle un premio por estar siempre evitando hecatombes XD

Y bueh... Como si ya no tuviera suficientes problemas en casa con el padre y sus "trabajos", y la madre y el hurto de músicos (amén de los personales de querer salir huyendo cada que alguien lo mira con un gramo de romance), ahora Yuki tiene una asignación grupal. A ver cómo sale vivo de esa LOL

Gracias por leer, y feliz año 2017. Pásenla bonito, festejando responsablemente. Un abrazo a la distancia :D

 


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