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Wife por metallikita666

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Notas del capitulo:

Este es un clásico de los días de secundario. Triplemente mejor si se hace con compañeritos/as del mismo sexo. JOJOJO

Dos: “Si no quieres que alguien se dé cuenta de que estamos aquí, no hagas ruido…”

 

Al día siguiente, harto y cansado aun de haber vigilado el sitio limítrofe hasta medianoche y no haber visto nada extraño, igual tuve que levantarme para ir al colegio. Eso sí: acorté todos los acicalamientos innecesarios, lavándome únicamente lo indispensable y delineándome los ojos, nada más.

Tras salir corriendo camino a la escuela me topé por fin con Ruki, a quien no había visto en la mañana pues me quedé durmiendo un rato más y no desayunamos juntos (ni yo comí del todo). Como iba delante de mí, tuve que gritarle para que me esperara. Muy probablemente, creyó que yo faltaría a la escuela.

-¡Ey, Takanori… aguarda! ¡No te vayas sin mí!- Dije a como pude, jadeando y con la tostada entre los dientes[1]. Él se detuvo apenas escuchó mi voz, y se volteó segundos después.

-Oh, eres tú… Pensé que no irías a clase, ya que anoche llegaste tan tarde.- Luego de que me aproximara a él, comenzamos a caminar uno al lado del otro. -¿Qué hacían? ¿Algo muy, muy secreto… como siempre?- Preguntó el rubio ladeando la cabeza, y mirándome por un momento. Yo sabía que su interrogación entrañaba una curiosidad que siempre había estado ahí, desde que se dio cuenta de que yo me juntaba con cierto tipo de gente diferente a sus amistades. No obstante, jamás había insistido en averiguarlo, pareciendo contentarse con lo poco que yo le decía, o dejándole el resto a sus propias conjeturas.

-Hmm, bueno… Digamos que sí. Dejémoslo en que fue trabajo de vigilancia. Pero lo que en realidad hicimos fue perder el tiempo toda la maldita tarde, y parte de la noche…-

-Ya veo. Qué mal.- Dijo, deteniéndose en la parada del autobús y haciendo un pequeño puchero. Luego, no obstante, sonrió y se aclaró la voz de manera totalmente fingida. –Oh, por cierto: ayer me preguntaron por ti…-

Era la misma risita tonta de Tetsuya, y haberlo advertido hizo que me pusiera nervioso de inmediato.

-¿Sí?...- Inquirí, haciéndome el desentendido, y en eso divisé el autobús a lo lejos. –Apuesto a que fue Aoi-shi[2]. El pobrecito no puede vivir sin mí.-

-Mmm, no… Fue Kouyou, el chico nuevo. Cuando sonó la campana del almuerzo, se acercó a mí y me preguntó quién me había ido a buscar a media mañana. Mai-chan se adelantó y le dijo que se trataba de mi hermano menor.-

-Chismosa esa.- Me quejé, asiéndome de las barras para subir al vehículo tras el mayor, y rogando por que la mencionada metiche no se encontrara en ese mismo viaje. –Más le habría valido quedarse callada.-

Agh. Justamente, y si bien sentía que había perdido mi tiempo el día anterior, parte de los motivos de quedarme afuera hasta tarde había sido evitar esa conversación con Ruki al llegar a casa. No obstante, era evidente que no lograría zafarme por siempre. Él se había dado cuenta de lo que casi se me salió decirle a su compañera.

-¿No te interesa? Después de que me hablara, comencé a determinarlo más, y me di cuenta de que es lindo… Ah, ¿y sabes? Parece que también toca la guitarra…-

-No me interesa en lo absoluto, Ruki-chan. Se ríe como un estúpido, y de seguro que no ha de saber tocar nada. Es más: apuesto a que es un principiante. Oh, y como si fuera poco, su amiguito el del trapo en la cara también se ve bastante tarado y bueno para nada.-

Cuánta razón tenía en todo aquello. Todavía hoy no entiendo por qué demonios no fui fiel a esas opiniones, que no eran otra cosa que pura y atinada intuición.

-Ja, ja, ja, ¡ayyy, Yuki! Te pareces mucho a papá cuando hablas así.-

Sorprendentemente, el rubio dejó el tema hasta ahí y no volvió a referirse a este incluso hasta después de que arribamos al colegio; sitio en el cual nos despedimos y cada uno tomó su camino. En el caso de nuestra secundaria, el edificio se dividía en dos pabellones: uno para la escuela media, y el otro para la preparatoria. Por ello era que no resultaba demasiado usual que uno se apareciera en el salón del otro o en los pasillos aledaños, a menos que tuviéramos que vernos para algo (como sucedía con el asunto de… ehem, el dinero).

Llegué a mi salón y me acerqué a algunas chicas que ya se encontraban ahí, las cuales me contaron que el día anterior, desde el patio, me vieron irme con los muchachos. De entre ellas, mis tres favoritas supusieron que necesitaría su ayuda en la mañana, y me prepararon fotocopias de sus anotaciones. Así que tras sonreír encantadoramente y llamarlas a cada una por su nombre, les agradecí, tomé los papeles y me senté en mi escritorio, dispuesto a darle una leída a las tonterías ahí escritas hasta que llegara el profesor.

La clase transcurrió sin sobresaltos hasta que fue hora del receso, momento que yo aguardaba con impaciencia para ir a comprarme algo de comer, debido a que ni siquiera había podido desayunar decentemente. Empero, como fui uno de los primeros en salir e iba prácticamente solo, no me percaté de la presencia que se encontraba merodeando los baños de la escuela media… Ni de cuando tiraron de mi brazo al momento en que iba pasando por aquel lugar.

-¿¡Pero qué demonios?!- Exclamé cuando sentí que me soltaron. -¿¡¡Quién es el malnacido, y qué quiere!!?-

-Uyy, no mentían las chicas… Eres un bomboncito muy altanero.-

No lo podía creer. Delante de mí tenía al infeliz de Kouyou, el cual me miraba de arriba abajo mientras se sonreía estúpidamente, como si yo fuera una atracción de circo o quién sabe qué cosa. Mis reacciones fueron totalmente impropias entonces, pues las mejillas se me acaloraron de inmediato como no sucedía nunca cuando las mujeres me halagaban. Pero me negaba a creer que fuera culpa de aquellos apelativos ridículos, que eran los mismos con los que siempre me llamaba Tetsuya.

-¿Que soy un… ¡qué!?- Me quería morir de la rabia: al escucharme, el idiota empezó a reírse más. -¿¡PERO CÓMO TE ATREVES, TARADO?!-

Me le fui encima y lo así del cuello de la camisa con fuerza, arrinconándolo contra la pared. Debido a mis movimientos tan rápidos e inesperados para él, sí logré asustarlo, tal cual se evidenció en su cara de niño tonto.

-¡No creas que porque soy menor que tú me puedes llamar como te dé la gana, y tratarme como a un mocoso! ¡En este colegio, hasta los senpais de doceavo me respetan! ¿¡Lo has entendido!?-

El otro cerraba los ojos y apretaba los párpados mientras le gritaba, con el rostro ligeramente ladeado. Pero en realidad se hallaba menos temeroso de lo que yo hubiera deseado, como me daría cuenta casi a continuación.

-Takayuki-kun… ¿Es tu nombre, no?- Comenzó, desconcertándome. –No tienes por qué molestarte tanto… No te ofendí, ¿o sí? Te dije una cosa bonita. Y mi objetivo no es alzarte pleito…-

Demonios. Era muy sencillo para mí llevar la batuta en cualquier intercambio, por más tenso que se pusiera, y aunque fuera con alguien mucho mayor, siempre y cuando no tuviera nada que ver con… que la otra persona mostrara un descarado interés en mí. Naturalmente, no supe qué responder.

-Eres muy lindo. Me gustaste desde que te vi ayer…- Poco a poco, mi agarre en su chaqueta se fue debilitando, al tiempo que él iba volteándose hacia mí hasta quedar de frente. Sentí la necesidad de soltarlo completamente y alejarme… Sobre todo, al mirar de tan cerca aquellos endemoniados labios. Pero de puro orgullo, me resistí. -Y lo que debes hacer cuando alguien te dice algo como eso, es agradecerle…-

El muy atrevido subió su mano hasta mi cara, y luego me delineó la mandíbula con el índice.

-¡Ya basta!- Más sonrojado todavía, dejé de agarrarle la chaqueta y lo repelí con brusquedad. Pero ¿qué responderle? Se estaba comportando como un grandísimo marica, y aunque para alguien como yo esa fuera la cosa más normal del mundo, no dejaba de turbarme hasta niveles impensados.

Al haberme quedado sin palabras, y sintiendo que todo el rostro me hervía, aparté la mirada. Es indescriptible la vergüenza que aún siento de haber pasado por aquello, pero más todavía la que me embarga al estarlo narrando (créeme, querido lector… ¿sí?).

-¿Y para decirme eso viniste hasta aquí? Lo siento, pero me parece bastante tonto de tu parte. Te hubieras esperado hasta la próxima vez en que fuera a buscar a Takanori, si tanto querías verme.- Agregué, haciendo uso de lo aprendido de aquella actitud picante que tanto distinguía a Tatsu-ojisan. –Me largo porque tengo hambre, y porque no tarda en entrar gente aquí.-

En la vida me habría imaginado que en menos de lo que se roba una billetera, acabaría dentro de uno de los cubículos con aquel desgraciado.

-Shhh.- Musitó él, cubriéndome los labios con ambas manos y acorralándome contra la pared liviana que hacía las veces de división, mientras afinaba el oído. –Si no quieres que alguien se dé cuenta de que estamos aquí, no hagas ruido…-

Estaba absolutamente pasmado. Los eventos de esos últimos segundos me daban a entender que era muy probable que el imbécil ese no se hubiera sentido intimidado por mí en ningún momento, y que solo estuviera esperando el instante ideal para llevar a cabo sus estupideces. Tenía demasiadas ganas de estrellarle el puño en la cara, pero la confusión no me dejaba moverme, y solo podía abrir los ojos como si se me fueran a desorbitar.

Lo siguiente que aconteció… es realmente bochornoso, y debería saltármelo. Pero si lo hiciera, el resto de esta nada memorable historia carecería de sentido.

El aprovechado de Kouyou se avivó apenas se dio cuenta de que entendí que no me convenía hacer escándalo, y cambió las palmas por su boca. Por más que al principio me puse completamente rígido y jadeaba entre encolerizado y atónito mientras apretaba los labios, reaccioné rápidamente, pues ya era demasiado. No seguiría permitiendo que ese idiota me hiciera pasar vergüenza, tratándome como quisiera.

Lo tomé de la parte superior de los brazos y lo estampé contra la división opuesta, siendo yo quien controlara el beso, pues ladeé un poco la cabeza de modo que nuestras bocas calzaran mejor. Afortunadamente, éramos casi de la misma estatura. Una vez así, resultaba mucho más fácil abrirme paso con la lengua, pero lo hice solamente para separar esos malditos labios… que tanto me intrigaron desde que los vi. No entendía cómo funcionaban, y necesitaba morderlos para saber que, en efecto, eran reales.

Sin darme cuenta, pronto velé mi atisbo, aprisionando el labio inferior del castaño con los dientes: succionándolo para luego halarlo hasta separarnos. En eso, noté mi respiración agitada y traté de minimizarla, mirando al otro a los ojos cuando ambos los abrimos.

-Mmm… Te gustan, ¿verdad?- Sonrió el mayor tras el murmullo, relamiéndose. Seguía con los brazos a los lados del cuerpo y las palmas contra la pared.

-Cállate. Solo hago esto porque no pienso desaprovechar la oportunidad de divertirme un rato.-

Y creyendo que sonaba convincente con semejante respuesta, volví a besarlo; esa vez, poniendo énfasis en su labio superior, cuyo grosor tampoco tenía razón de ser. Únicamente, deseaba averiguar el porqué de tal cosa, pero su boca no estaba anormalmente caliente (no más de lo que resultaba esperable conforme pasaban los segundos…) A lo mejor, el pobre tipo tendría una condición especial.

Estaba bastante entretenido rozando mi lengua con la suya luego de que él me tomara de la falda de la chaqueta y me acercara más a su cuerpo, pero en eso se escuchó claramente que alguien entraba al aseo. Di un respingo, más que al advertir que abrían el grifo, cuando oí la voz de Tetsu.

-No sé; no lo vi. Pero me dijeron que había salido con mucha prisa. De seguro, a comer algo.-

Desde el inicio de ese año había lamentado mucho que al tonto y a mí nos tocara en salones separados; pero esa vez, definitivamente resultó ser una bendición. De haberme visto salir tan rápido, habría querido acompañarme.

Esperé unos segundos más hasta no escuchar nuevos movimientos, durante los cuales mantuve convenientemente ocupados los labios ajenos.

-Ey, oye… Emm…- Le susurré al castaño, en la voz más baja posible, y él develó su vista y me miró.

-Takashima. ¡Pero puedes llamarme “Shima”[3]!-

-Ehh, sí… como sea.- No lo llamaría así ni a palos. –Necesito irme… ¿Lo entiendes? Esto nunca debió ser, pero ya fue, así que qué más da. En fin. Espera a que yo me vaya y te sales después.- Le dije, pensando que con eso, bastaría.

Como no escuchaba más ruido dentro del aposento, asumía que mi amigo se encontraría lejos, y deseaba irme de allí lo más pronto posible; no fuera a ser que entrara alguien más y nos viera tanto a mí como al mayor. El hecho no sería del todo comprometedor porque éramos dos chicos saliendo del baño de varones, pero dado que Kouyou pertenecía al pabellón de la preparatoria, no tendría nada que estar haciendo de ese lado, en buena teoría.

Salí del lugar aliviado casi por completo al comprobar que no había otra persona más en los lavabos, pero no así cuando me encontré a mi compinche en el pasillo, muy cerca de la entrada. Se hallaba conversando con un compañero suyo, pero no pudo evitar alegrarse cuando me vio.

-¡Awwn, caramelito! ¿Dónde estabas?-

-Yo, ehhh… P-pues, en el baño.- No se me ocurrió nada mejor, así que apelé a la posibilidad más simple. –Uhh, ¡y ya déjame en paz!- Lo regañé, cuando me pellizcó una mejilla luego de acercárseme melosamente.

-Ah, ¿con que en el baño? ¿Te duele la pancita, mi amor? ¡Llevabas ahí por lo menos quince minutos!- Ante sus palabras, tanto él como su compañero rieron; además y muy especialmente, porque yo empezaba a enfadarme. –Ja, ja, ja, ¡anda, Yuki! ¡Dile a Hiroto que tú y yo somos novios, porque a mí no me quiere creer!-

-Agghh, ¡suficiente, Tetsuya! ¡Me largo!-

De manera sorprendente, el chico no hizo amago de seguirme. Posteriormente, me enteraría de la razón: Takashima no se esperó hasta que yo me fuera del todo, sino que salió de los lavabos apenas escuchó a Itakura[4]decir aquello, muy a propósito, para que el menor notara su presencia.



[1] ¿Así, o más cliché?

[2] El sufijo shi se usa generalmente en escritos formales, y muy raramente en el lenguaje oral para referirse a alguien a quien no se conoce personalmente, sino a través de, por ejemplo, una publicación. Este sufijo es de uso frecuente en documentos legales, revistas de índole académica y otros escritos (Wikipedia). Por ende, el empleo que le da Takayuki aquí es de índole irónica, dada su histórica animadversión hacia Shiroyama.

[3] “Shima”, como derivado de su nombre de pila, sería una manera de llamarlo mucho más cercana y familiar que su apodo. De ahí la insistencia de uno, y el rechazo del otro.

[4] Itakura sería el apellido verdadero de Takayuki según las fuentes japonesas consultadas. No obstante, como en el rol lleva el de Tommy al ser hijo suyo, y el de Tetsu no pude hallarlo por ningún lado, amablemente se lo cederá para efectos de esta historia.

Notas finales:

Yuki, #YUSoGay ???

Like GAY, GAY, GAY. SO VERY GAY

(aunqueyonoloculpoenloqbsolutoquiénnoquerríacomerlelajetaauruhasdjskjds)

¡Pero siempre machorro, eh! A vos no se te caen las plumas. Y en caso de que suceda, son plumas de acero y con filos de navaja. En fin, que me encantaría haber sido compañera tuya del cole XD

Quién sabe: a lo mejor y luego el deseo se me cumpla.

Y en cuanto a Uru... Creo que el apelativo que le inventó Omi la otra vez le va bastante bien #Puturuha, y sus variantes #Piruja, #Piruha. El secreto será cómo convertirse en un putico no despreciable del todo, e incluso algo entrañable.

Nos vemos. Gracias por leer ;3


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