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Wife por metallikita666

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Notas del capitulo:

Iba a redactar estas notas, pero luego me di cuenta de que en realidad es mejor comentar en las finales para no espoilear (cómo me cuesta evitarlo lol)

Aquí solo avisaré que esta pequeña parte contiene de todo: desde lo más serio, hasta lo más loco. Espero que les guste C:

Cinco: Basura yankii

 

Transcurrieron dos noches más en las que debimos montar prácticamente la misma guardia, con los mismos protocolos y procedimientos. No pudimos averiguar mucho más que la noche del martes, pues los métodos empleados no arrojaron información nueva. Los sujetos parecían tener un código de silencio estricto durante su presencia en el puerto, por lo cual se limitaban a hacer siempre lo mismo y a no proferir palabra. Tetsu me acompañó en una más de las ocasiones, pero el equipo básico lo conformábamos Murasaki, Chihiro y yo. A causa de ello, a la mañana del viernes ni Kyo-chan cantando a capela en mi cuarto habría logrado despertarme a la hora necesaria.

Cuando por fin logré levantarme, Takanori esperablemente se había ido, así como papá y hasta mamá. Ese día, al parecer, los negocios requerían la presencia de ambos jefes, según me pude enterar momentos después.

Apenas estuve medio arreglado y tomé mi mochila, listo para salir, escuché a Uruha. El animal venía corriendo hacia mí, mientras parpaba alegremente.

-¿Y a ti qué te pasa? ¿Estás clueco?- Le pregunté de forma maliciosa, acuclillándome para acariciar su cabeza. Pero en ese instante, me di cuenta de que traía un papelito enrollado y atado con una cinta al cuello.

Acto seguido, lo tomé y lo abrí. Era un mensaje de mamá, en el cual se excusaba por su ausencia, explicándome que papá le había pedido que asistiera con él a una reunión. Además, me comunicaba sobre una invitación de parte de Taiji y su novio para ir a almorzar ese día a casa de ambos.

Al terminar de leer el recado, no pude reprimir un bufido al tiempo que miraba al cielo. Un almuerzo en casa de Taiji y Naoki… De primera entrada, y si me hubieran invitado directamente, de seguro habría inventado cualquier excusa con tal de no asistir. No obstante, y dado que ese no había sido el caso, me fue imposible dejar de imaginarme los deliciosos platillos que preparaba el castaño[1], humeantes y puestos en la mesa con total pulcritud. La imagen era tan tentadora que sentí que se me hacía agua la boca.

Perdí la noción de cuándo; sólo sé que conforme pensaba en la comida de mi tío y en volver a verlo, me fui sentando en el suelo, y lo que me sacó de mi ensueño fue la sensación de que algo caliente se me posaba en la entrepierna.

Era el pato.

-¡Aggghh, salte de una vez, pajarraco mañoso!- Grité, levantándome todo sonrojado. –¡No me había equivocado! ¡Por lo que veo, tú siempre estás listo para empollar! ¡Eres un pervertido!-

Pasado el vergonzoso episodio (que, dicho sea de paso, era constante en casa[2], pero hasta ese momento no me había sucedido), me fui. Era demasiado tarde como para preocuparme por llegar a tiempo a clases, así que ni me apresuré. Tomé el autobús como hacía siempre, me bajé en el lugar usual, y caminaba mirando hacia el frente, aunque ocupado con pensamientos variados. Meditaba acerca de lo acontecido las noches anteriores, así como sobre la dichosa invitación de los tíos. Hacía tiempo que me habían propuesto la última, pero al parecer, estaban lejos de cansarse y desistir. A veces me preguntaba si eso me fastidiaba o en realidad me hacía feliz, pues de alguna manera quería decir que Taiji seguía pensando en mí, por más que tuviera a su hijo y su familia desde hacía varios años.

Lo último que me cruzó la mente fue el suceso con el pato, que me hizo caer en cuenta de que posiblemente el bicho mismo me veía con otros ojos para entonces. Y no pude evitar relacionar aquello con lo que me había pasado el día anterior… en labios de exactamente ese senpai. Ugh.

-¡Yukiiii-chaaaaan!-

Tras el grito, el tonto se me subió encima por la espalda, y los dos caímos al césped como el par de estúpidos que éramos.

-¿¡Qué crees que haces!?- Le grité, mientras él todavía me abrazaba por el cuello, restregando su mejilla contra mi cabeza y ahorcándome en el proceso. –Adsdds… ¡Suéltame, Tetsuya!-

-Waaaa, ¡qué bueno que tú tampoco pudiste levantarte temprano!-

-Pues no… Anoche volvimos a llegar demasiado tarde a casa. Y la verdad es que ni sé para qué vine.- Contesté, sacudiéndome la ropa una vez que el otro me dejó ir y ya me había levantado. Por su parte, el más bajito me miraba, todavía sentado en la zona verde.

-Hmmm… Y dime, ¿qué has pensado sobre lo que vimos? ¿Pudiste hablar con tu papá?-

-No. Llegué cuando todos dormían y no me desperté en ningún momento antes de que él se marchara…-

Me tomé el mentón pensativamente, intentando entender por qué el mayor, si me había enviado con tanta premura a Suminoe-ku durante esos días, no se había molestado en ir a buscarme a mi habitación para que le refiriera lo sucedido. Tal vez había sido porque evitaba molestar mi sueño al saber que regresé muy tarde, aunque lo más probable era que como de todas maneras vería a alguno de los que habían estado conmigo, no precisara mis referencias.

–Respecto de lo que vimos, no sé qué pensar. Intento imaginarme qué demonios hay en esas cajas, pero no se me ocurre. Puede ser cualquier cosa: desde armas, hasta drogas duras.-

-Sí, creo que tienes razón. Sería inútil intentar adivinarlo, aunque… Para ser armas, las cajas parecían algo ligeras.-

Cierto. El pequeño bobo tenía razón.

-¿Te vas a levantar o no?- Le pregunté a mi amigo tras unos segundos, viendo que seguía muy cómodo en el suelo y yo estaba dispuesto a marchar.

-Oye, Yuki… ¿Tú me quieres?- Me dijo instantes después, contestando a mi pregunta con otra, y haciendo que soltara la risa por la tontería tan inesperada. -¿Me amas? Así, ¿mucho, mucho?-

Él también se estaba riendo como un tarado, así que decidí voltearme y hacer como que me iba.

-¡Ja, ja, ja, ja, ayyshh; enano necio! ¡Ya deja de tomarme el pelo!-

Caminamos por fin la cuadra que nos separaba de la entrada del colegio, e ingresamos como si nada hubiera pasado. Como si no fueran las once de la mañana.

-¡Tomioka, Itakura! ¿Qué creen que hacen aquí a estas horas, malditos delincuentes?...-

De repente, las risas y el jolgorio que todavía llevábamos encima desaparecieron.

Los dos nos volteamos hacia el sitio de donde provenía la voz, una vez que estábamos por terminar de atravesar el patio. Los jueves y viernes eran los peores días de todos, porque correspondían a los turnos del malnacido de Kagawa. Y lo habíamos olvidado.

-¿Es obvio; no, desgraciado?- Tetsu fue quien inició el intercambio, mutando totalmente su actitud a como solía dirigirse cuando enfrentábamos algún momento de tensión o de abierta disputa. –Venimos a clases.-

-Cosa que hace mucho tiempo debieron dejar de hacer. Primero, porque no entiendo por qué carajo todavía no los han expulsado.- Dijo el asqueroso portero, acercándose a nosotros provocadoramente con un azadón en la mano. –Y segundo, porque no tiene sentido que sigan, si van a terminar pudriéndose en la calle, como las basuras que son…-

-¡Cállate, maldito!- Exclamó mi compinche con furia; tanta, que tuve que tomarlo de un antebrazo para asegurarme de que no se le fuera a ir encima al tipo, al tiempo que yo también enfocaba al ofensor con mirada torva.

-Tetsu, déjalo… No le hagas caso.-

-Oh, es verdad. Me equivoco. Tomioka no correrá con esa misma suerte gracias a su apellido. Él es un principito que vive en la opulencia, y más bien se rebaja al estudiar en este lugar…-

-¡Tetsuya!-

Por más que creí tenerlo asido, el menor se me escapó y se le fue encima al conserje, quien entonces colocó la herramienta de frente, horizontalmente, para así cerrarle el paso. No obstante, Itakura estaba tan molesto que se aferró de la barra, empujando al mayor y gritándole en la cara.

-¡No te atrevas a decir esas cosas de Takayuki, hijo de puta! ¡No te lo permitiré!-

El forcejeo estaba bastante parejo, pues aunque Tetsu era pequeño, no por ello resultaba menos fuerte. Por otra parte, su contrincante no lograba demasiado con los centímetros de ventaja que le sacaba, pues era muy delgado. Pero yo, temiendo que la disputa se le fuera de las manos a mi amigo, resolví que lo mejor sería separarlos. En especial, porque Tetsuya era sumamente diestro para luchar con barra y con cualquier cosa que se le asemejara[3], de forma tal que lo que significaba el bate para mí o las pistolas para Chihiro, lo era el bastón para él. Realmente temía que descargara su furia de manera incontrolada sobre el infeliz provocador.

-¡Te dije que lo ignoraras!- Tomando al chico por los hombros, logré arrancarlo de la barra, y trabé sus extremidades con las mías. -Es inútil; ¡no queremos ganarnos un problema!-

Cuando por fin alejé a mi camarada del odioso sujeto, volví a encarar a éste, hablándole con el acento más áspero del que fui capaz y mirándolo a los ojos con odio, pues no era mentira que lo que dijo me había cabreado profundamente. No obstante, pensaba guardársela, y así tener el placer de cobrársela una vez que lo encontrara fuera de ese lugar, preferiblemente a solas.

-No vuelvas a hablar de lo que no sabes, cabrón cobarde. Tú no me conoces, y no tienes ni la más remota idea de dónde salí.-

Sabía que con esa respuesta me arriesgaba a que el individuo intentara algún acercamiento indigno a datos de mi pasado, pero confiaba en que, de alguna manera, esos secretos estaban resguardados en el conocimiento de un número limitado de personas. Eso, más el hecho de que durante los años transcurridos, nunca se presentó una situación parecida que se volviera realmente preocupante.

Dicho aquello, le hice una seña a Tetsu para que me siguiera de vuelta hacia la calle, pues tras semejante encontronazo se me habían quitado todas las ganas de quedarme en el colegio. A esas alturas, poco me importaban el examen de biología o la tarea de matemáticas. Lo único que deseaba era largarme de ahí en ese mismo instante, y olvidar el error de no haber recordado que los jueves y viernes eran días en que convenía entrar con los demás, o no entrar del todo.

-Asquerosos maricas que se hacen los fuertes. ¿Acaso no saben que es imposible que existan yankiis así de degenerados?... Son una vergüenza.-

Probablemente, el perro tuvo que morderse la lengua una vez que nos siguió con la mirada y que, tras sus palabras, le tomé la mano a Tecchan con seguridad, percibiendo un pequeño respingo de su parte. Cruzamos el patio de aquella manera, y no nos soltamos hasta que desaparecimos de su vista, perdiéndonos entre la gente, los coches y los edificios.

 


[1] En este relato, Taiji tiene el look que llevaba en D.T.R., mientras que Naoki es pelicorto (época Electric Erotic no Hanran).

[2] Como es de esperar, los animales de esta familia también tienen sus costumbres estrambóticas. En el caso del pato, le encanta empollar braguetas de individuos masculinos dominantes, y funciona casi como una especie de detector de estos.

[3] Bojutsu es el arte japonés de usar un bastón largo (bo) como arma.

Notas finales:

Personalmente, le guardo especial cariño a esta escena. No solo porque tiene que ver con la relación de estos dos, sino por la inclusión del conflicto que genera el prejuicio social. Hay demasiado fanfic por ahí que ignora olímpicamente esa realidad...

Está bien que querramos construir nuestro mundo alterno en la ficción, pero no olvidemos las circunstancias que nos han constituido como luchadores.

Muchas gracias por leer. 


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