Recientemente me he hecho consciente de mis sentimientos. Pensando en la lejanía de que me sean correspondidos, decidí ser indiferente a ellos y continuar mi vida como siempre lo hago. Sin embargo, toparme con la persona que me gusta cada mañana, hace que esto se cada vez más difícil y poco llevadero. Un poco deprimido por la situación pensé en concurrir con una persona de confianza y quien, creo, es capaz de darme ánimos o algún que otro consejo. Hitoka Yachi-san.
—Y entonces, es eso— Terminé de contar todo lo que me estaba ocurriendo. Yachi-san me miró curiosa, estaba algo sorprendida. Sin embargo, ella no me juzgó, a pesar de que me gusta un chico cuando yo mismo soy uno.
—Ya veo...— Llevó su mano a su barbilla—.Dime, Yamaguchi, ¿Cómo puedes estar tan seguro de que Tsukishima-kun no te corresponderá? — Me dijo, sonriéndome tiernamente.
— ¿Eh? —A decir verdad, su pregunta me sorprendió un poco—. Es que... yo soy un chico y Tsukki, y yo hemos sido amigos desde niños, y, y...— Me sentí patético, realmente no sabía que decirle. Lo único que sabía, es que había algo dentro de mí que me decía que, definitivamente nada podía salir bien de confesar mis sentimientos, no, no.
—Yo creo que deberías decirle— Yachi dio un pequeño suspiro y bajó la mirada—. Yo creo que Tsukishima-kun realmente te aprecia. Cuando más habla es cuando está contigo, incluso puede bromear contigo y no sé si te habías percatado de ello, pero, cuando él está contigo hay veces en las que se le escapan pequeñas sonrisas. Te lo juro, ¡Lo eh visto! — Volvió a mirarme con una sonrisa de nuevo—. Además, Yamaguchi-kun, eres una gran persona. Eres brillante y capaz de dejar tus miedos de lado para obtener lo que quieres, ¿verdad? Eres admirable. Eres valiente y yo confió en ti, ve y confiesa tus sentimientos, ¡que verás como todo sale bien! Que tú eres fuerte y capaz, no como yo, que soy inútil y temerosa...
—Yachi-san...— la tomé de la mano, parecía que en cualquier momento rompería en llanto—. Tú no eres nada de eso, ¡tú eres una gran persona y que siempre ha sido de mucha ayuda!— le dije.
—Yamaguchi-kun...— Me miró un momento y volvió a bajar la mirada—. A mi... me gusta Shimizu-senpai— Me dijo.
La tomé de la mejilla y la obligué a levantar el rostro para que me mirara a los ojos—. Escucha Yachi-san, tú no eres nada de eso— le dije nuevamente—. Y voy a contarte algo, y cuento contigo para que esto quede entre nosotros, ya que, si Nishinoya-san o Tanaka-san se enteran no sé cómo reaccionaran— le sonreí—. Pero, yo también creo que le gustas a Shimizu-san.
—Yamaguchi...— Quiso hablar, pero la interrumpí y proseguí:
—Ella sonríe mucho cuando está a tu lado, y realmente se nota que disfruta pasar el tiempo contigo. ¿Sabes? Cuando comencé en el club, Shimizu-senpai era alguien bastante reservada, de pocas palabras y casi no sonreía. Pero, desde que entraste al club todo eso cambió, y ella está claramente más feliz. Y puedo apostarte lo que sea a que el motivo de que se la vea más feliz, eres tú.
Ella comenzó a lagrimear y yo seguí mirándola con una sonrisa.
—Así que, Yachi-san, te prometo que le diré mis sentimientos a Tsukki. A cambio, tú también debes decírselos a Shimizu-senpai, ¿de acuerdo?
—Yamaguchi-kun...— Fregó sus ojos y frunció el entrecejo—. ¡S-si! —me dijo.
—Entonces, ¿es una promesa? — Le extendí mi dedo meñique y ella me correspondió el gesto.
—Lo es— me sonrió.