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Colores por kiriyo

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Notas del fanfic:

¡Hola!~ 

No sé por qué hay tan pocos fics de esta pareja, es realmente tierna y hermosa. :c

Merecen más amor~

Notas del capitulo:

<3

El color favorito de Kenma es el naranja, porque le recordaba aquellos atardeceres cuando niño en donde jugaba voleibol con Kuroo. Porque le recordaban aquellas tarden calurosas que antes tanto odiaba, se recordaba junto a su equipo después de los entrenamientos, comprando helado para no morir de calor. Con Tetsurou llevándolo a todos lados, si fuera por él nunca hubiese salido de casa y nunca hubiera estado en un equipo deportivo. Ahora, mucho tiempo después, le agradece.

Ahora, que puede ver todo lo que ha ganado gracias a su ayuda.

El naranja le recordaba al uniforme del equipo que logró desesperarlo, lograron que ansiara obtener la victoria y nada más, lograron que se sumergiera completamente en el juego. Que la derrota le supiera amarga, él veía a su equipo llorar y gritar, se sentía completamente impotente, era el último juego de los de tercero; el último juego de Kuroo.

Karasuno los venció, los cuervos derrotaron a los gatos. Su capitán mencionó palabras de aliento que absolutamente no sentía en ese momento, Yaku estaba frustrado pero no lloraba, tenía los dientes fuertemente apretados, al igual que las manos. Nadie de tercero lloró, todo había terminado para ellos, pero no derramaron lágrimas frente a todos, Kuroo parecía ser el único que mantenía completamente la compostura, pero habían estado juntos desde niños. Sabía que cuando estuviese solo lloraría y ahí estaría él, consolándolo silenciosamente, como todos los años desde que se conocieron Tetsurou había estado.

Pero en todo ese tiempo, el número 11 de Karasuno no había dejado de observar a su capitán. Kenma no logró descifrar cómo lo miraba, aunque eso dejó de importarle cuando Yaku no pudo más y comenzó a llorar, Lev lo abrazó. Hubiese esbozado una sonrisa por la cómica escena, Lev tenía que agacharse demasiado, estaba seguro que en un rato le empezaría a doler la espalda, pero bajo el contexto en el que se encontraban sólo consiguió que se sintieran más abatidos.

Esa fue una tarde amarga, pero aun así no odió el color naranja, le gustó más. Shoyo había cumplido su promesa.

Ese color también le recordaba su primera cita con él, si puede considerársele así. Ya que sólo estuvieron en su recámara jugando videojuegos, con Kuroo entrando de vez en cuando con la excusa, “Tengo que proteger tu integridad”. Como si fueran a hacer lo mismo que él hace con Tsukishima —poco después entendió a qué se debía la mirada—. Kenma podía verse contagiado un poco por la exacerbada alegría de Hinata y esbozar sonrisas de vez en cuando. Ese día el naranja estaba en todos lados; en el nuevo mando para la consola que Shoyo había comprado, los zapatos que estaba utilizando, en su mochila.

Pero su cabello era el tono favorito de Kenma.   

Si le preguntan cómo es que le gustó el número 10 de Karasuno, no sabrá responderte. Quizá fue la primera vez que lo vio, con toda su alegría y resplandecer, aumentó cuando lo vio jugar, superando las expectativas para alguien de su estatura. Pero definitivamente no había duda cuando le dijo que haría que se sintiese desesperado por anhelar la victoria, que lo haría sentirse fuera de sus estándares al jugar con él.

Nunca antes alguien le había llamado tanto la atención.

Pero es que, ¿alguien podría responder cuándo es que se enamoró? Eso sólo sucede, pero puede responder bien por qué le gusta. Kuroo ya había preguntado, aunque al principio se sintió agotado de tan sólo ver cómo brillaba Hinata, fue difícil seguirle el ritmo…Hasta que Shoyo se dio cuenta y fue él quien avanzó al ritmo de Kenma, también fue complicado para él, quería besarlo la mayoría del tiempo, pero el contrario se sentiría cohibido así que antes de hacerlo pedía permiso, cosa que el otro agradecía.

Poco a poco Kenma se acostumbró al contacto y Hinata resplandeció aún más.

El naranja también estaba presente en la cancha, resplandecía en ella. Igual que resplandeció cuando Shoyo fue hasta Tokio para plantarse en medio de ella y gritar que estaba enamorado de él, una semana después de que Nekoma haya perdido las nacionales, todos se giraron hacia ellos. Kuroo mantenía una sonrisa ladina, pero los demás estaban sorprendidos, entre ellos; el entrenador.

Kenma se acercó a él y lo tomó de la mano, sacándolo de la cancha. No necesitaba que todos escucharan su respuesta.

Lo llevó a un lugar alejado y recuerda haber pronunciado un, “tú también me gustas Shoyo”, la sonrisa y ojos brillantes permanecerán en su memoria.

El color de igual manera estaba cuando pelearon por primera vez, Hinata siempre había sido muy paciente, pero como toda persona quería saber que su sentir era recíproco y Kenma no era un persona demostrativa, en absoluto. Cuando intentaba tomarlo de la mano o abrazarlo en público, él se alejaba rápidamente, no quería llamar la atención, por esa razón se tiñó el cabello.

No soportaba que la atención cayera en él, todas las miradas recaerían en ellos al notar que son chicos. Habló con Shoyo al respecto y lo entendió, pero al paso del tiempo quería hacer pública su relación —sus equipos evidentemente ya lo sabían, Hinata estaba muy feliz como para no decírselo a su equipo— entiéndase, decírselo a sus padres. Kenma se negó rotundamente, cuando Shoyo lo propuso, dejó su videojuego de lado para encararlo. No podían hacerlo, al menos no con sus padres, se negarían a ello, no dejarían que volviera a ver a su pareja.

Vio lo que sucedió con Kuroo, sus padres lo echaron de casa y fue a refugiarse a la suya. Estaba completamente deshecho, nunca lo había visto así. Lo que más podía asemejarse a su estado fue cundo perdieron contra Karasuno, pero ese día fue mucho peor, el ser rechazado por tus padres es doloroso. Cuando se acercó a su casa no sabía qué decirle así que dejó que el otro se desahogara, después de patear un par de cosas empezó a llorar y sollozar diciendo  “No es justo”

— ¡Esto no es justo, en absoluto! —Su voz se quebraba a cada palabra, manos fuertemente apretadas y mejilla enrojecida —Siempre hago lo que quieren, entonces, ¿por qué?

Parado, en medio de la habitación, con la mirada en el piso. Temblando completamente, Kenma se acercó a él, parándose sobre los dedos de sus pies tocó su mejilla, Kuroo instintivamente alejó su rostro.

—Traeré algo de hielo.

Cuando regresó, Kuroo estaba sentado y cuando lo vio entrar, comenzó a hablar.

—Fue buena idea no traer a Tsukishima, no sé cómo lo hubieran tratado—habló con dificultad, en la última palabra su voz de descompuso, dio un largo suspiro y emitió una risa desganada —. Creo que mi ojo está morado.

Después de esa noche, Tetsurou fue a ver a Tsukishima, quedándose a dormir ahí.

Kenma definitivamente no quería que eso le sucediese, le aterraba completamente. Pero Hinata pensó que se avergonzaba de su relación, no hubo gritos, sólo un Shoyo triste que no fue a visitarlo el fin de semana siguiente. No sabía realmente si se le podía considerar pelea a los que ellos tenían, puesto que nunca había gritos, sólo ambos tristes y sabía que en todas las peleas había gritos. Sus padres, Kuroo, Lev, Yaku, pero no ellos.

Ese fin de semana, fue con Hinata. Después de haberlo meditado, se dijo que sus padres no eran iguales, que no le sucedería lo mismo que a Kuroo.

Pero cuando había llegado a Miyaji, se encontró a Shoyo en la estación, con un ramo de peonias naranjas.

—Kuroo-san me dijo que vendrías—dijo moviendo incómodamente sus manos y piernas —. Son para ti—extendió el ramo con una sonrisa —, significan “te veo en mi futuro”.

Esa vez sonrió abiertamente y profirió un; “gracias Shoyo”.

Los primeros en enterarse fueron los padres de Hinata, esa vez Kenma pudo darse cuenta por qué su novio era tan energético. Su familia lo dejó completamente agotado, especialmente su hermanita, que no dejaba de agarrar su cabello, hasta que finalmente se dio por vencido y dejó que hiciera con su cabello lo que quisiera.

La madre de Shoyo estaba feliz, su hermanita no dejaba de reír y Hinata no podía dejar de sonreír.

Kenma de verdad estaba contento, la familia de su pareja lo había aceptado. Cuando les dijeron no hicieron ninguna mueca de desagrado, no había ni un atisbo de repulsión. Sólo alegría por su hijo y hermano.

Ese día se quedó a dormir.

Cayó rendido antes los brazos de Morfeo con una sonrisa.

Y cuando regresó a casa, colocó el ramo de peonias en su habitación.

Ahora combinaba con el mando para la consola que compró Shoyo.

Una semana después hizo lo mismo con sus padres, no sentía la suficiente valentía como para afrontarlo en soledad así que se puso de acuerdo con Hinata y le dijo lo que podía suceder, él sólo lo tomó de las manos, le dio un beso en la nariz y aseguró que permanecería a su lado sin importar qué. Sucediese lo que sucediese con sus padres no lo abandonaría, pelearía a su lado. Kenma no estaba totalmente seguro, pero había obtenido la valentía suficiente.

Cuando confesó ante sus padres su relación con él, no obtuvo el peor escenario, pero tampoco uno favorable. Su padre se fue del comedor y su madre cerró los ojos, apretándose el puente de la nariz.

—Esperaba más de ti—profirió con desgano.

Le dolió, por supuesto. No lo golpearon, pero eso era un rechazo, bajó la mirada agotado a punto de correr fuera de su hogar, pero el agarre de Shoyo lo calmó un poco, recordó lo que le dijo antes de ir ahí y le devolvió el apretón.

—Amo a Kenma—profesó conteniendo su enojo —, lo demás no importa.

—Niño, tú no lo entiendes. ¿Qué es lo que dirán las personas de ustedes? —Declaró, altercando la mirada entre Hinata y su hijo —Y después qué dirán de nosotros, sus padres. Nosotros te criamos bien Kozume.

Kenma bajó la mirada, los deseos de correr lejos de ahí volvieron.

Shoyo frunció el ceño contrariado, ¿por qué debería importar lo que dicen las personas? Los únicos que decidían en su relación eran ellos, entonces ¿por qué?

— ¿Qué te está sucediendo Kozume? —Se acercó a ellos, intentando ignorar sus manos entrelazadas —Pensé que no querías llamar la atención. De esta manera lo vas a hacer, todos te van a señalar, ¿no viste lo que sucedió con Tetsurou? Eso debía servirte de ejemplo.

En el fondo él sabía muy bien que sucedería eso, sus padres no dijeron algo cuando Kuroo fue con ellos, en absoluto, no le dirigieron la palabra. Las miradas que le dirigían eran desagradables, la noche en que fue con él nadie se percató de ello, Tetsurou tenía la cabeza en otro lado y él intentaba hacerlo sentir mejor.

Pero en la mañana, cuando los saludó no recibió la alegría de siempre. A Kenma eso le extrañó, sus padres adoraban a Kuroo.

Quizá por ello no permaneció con él.

Decirles fue por completo una mala idea.

La madre de Shoyo los recibió alegremente, ¿por qué su madre no podía hacer lo mismo?

—Eso —comenzó a hablar suavemente, en un tono muy bajo —…Eso pensé antes de empezar a salir con Shoyo —alzó la mirada poco a poco, hasta enfrentar la mirada de su madre —, no quiero llamar la atención, no quiero que las miradas estén en nosotros…Es difícil manejarlo. Pero él es alguien alegre, energético…Disfruta la atención.

—Kenma, yo…

Kozume le dirigió la mirada, Hinata entendió al instante que no debía hablar.

—Estando con él puedo sobrellevarlo, si estoy con Shoyo no me aterran las miradas sobre nosotros —esbozó una pequeña sonrisa —, y eso es porque lo amo.

Hinata no podía evitar el estar feliz, podía ponerse a brincar por todo el lugar. Quería abrazarlo y besarlo, pero ese no era el lugar, a pesar de ello emanaba felicidad por cada uno de sus poros, podía iluminar toda la casa.

Y si Shoyo está contento, él también.

—No te quiero ver aquí Kozume.

Kenma no necesitó más, salió de la casa, todavía con sus manos entrelazadas. No estaba totalmente deshecho, estaba satisfecho de lo que había dicho, pero sus padres lo habían rechazado. Su padre ni siquiera se dignó a salir de su habitación en todo ese tiempo, quizá se fue para no golpearlo, a Kozume le horrorizó la mirada que le dirigió su padre antes de marcharse.

No supo cuándo sucedió, pero estaba abrazando a Shoyo. No lloraría, definitivamente no lo haría.

Hinata le devolvió el abrazo con parsimonia.

Cuando Kenma se tranquilizó, lo separó un poco de sí.

Acarició su mejilla, haciendo para atrás su cabello, colocándolo detrás de su oreja.

Se paró sobre las puntas de sus pies, acercándose a su rostro.

Y lo besó.

Lo besó de la forma más delicada que existe, como si temiera que Kenma se desvaneciera frente a él.

Pero no lo haría, porque prometió pelear junto a él.

Después de lo que sucedió con los padres de Kenma decidieron ir a la casa de Hinata.

Kozume nunca había conocido a alguien tan amable como la madre de Shoyo, cuando llegaron a su casa, ella sabía que algo no estaba bien. Ambos contaron lo que sucedió y escuchó pacientemente, cuando terminaron ella sonrió; “Está preocupada por ti, pero sus prejuicios no la dejan ver más allá”  Además lo dejó permanecer con ellos, la escuela no era un problema, estaban en vacaciones de verano.

Al final puede que haya tenido razón, años después de eso lo sabe.

Cuando volvieron a entrar a clase habló con ellos apropiadamente, ya habían tenido tiempo suficiente para procesarlo. Para decirle si lo aceptaban como era o lo rechazaban.

Lo aceptaron, pero el trato no volvió a ser como antes, a pesar de ello él los trató como siempre, no los evitaba, pero a penas los veía, entre las prácticas semanales y visitar a Shoyo los fines de semana.

En la actualidad ya se hablan con normalidad, pero para llegar a ese punto tuvo que pasar por muchas cosas, que soportó gracias a Hinata y a Kuroo también.

Tetsurou también fue de gran ayuda para Kenma, le dijo alguna vez que quería ayudarlo como una vez lo hizo con él.

Un año después Hinata estuvo presente cuando se graduó, al igual que Kuroo. Era divertido ver una cabellera naranja resplandeciente entre todos. Cuando pasó a recibir su diploma no había fuerza humana que lograra callar a esos dos, Shoyo inclusive se subió a los hombros de Tetsurou para gritar que lo había hecho bien, que se esforzó mucho para ello. Su amigo de la infancia sólo se reía a carcajadas, con las arcadas que le estaban dando, Kenma no entendió cómo es que su novio no se cayó.

— ¡Te amo! —gritó Hinata cuando estaba a punto de volver a su lugar.

Kozume sonrió, caminando hacia él.

—Yo igual, Shoyo.

En un lugar algo alejado de todo ese escándalo, se encontraban sus padres. A pesar de todo, sonriendo orgullosos por su hijo y algo divertidos por el carácter de su novio.

Al final, habían hablado como personas civilizadas, tuvieron que dejar sus prejuicios atrás y aceptar a su hijo tal como era. No fue sencillo al principio, claro que no, pero ahora se arrepienten por haberlo tratado hiriente e indiferentemente…Todo un año, esta era su redención.

Cuando finalizó la entrega de diplomas, se acercaron a su hijo. Él pensaba que no irían así que se sorprendió cuando los vio ahí.

—Chibi-chan, vámonos—sujetó del brazo a Hinata, alejándolo de ahí.

—Shoyo es realmente malo para leer situaciones—mencionó una vez que ambos desaparecieron de su vista.

—Felicidades, hijo—aclamó revolviéndole el cabello.

—Te has esforzado bastante—su padre dio un par de palmadas en su hombro —, tu novio tiene mucha energía, ¿no es así?

Se le dificultaba considerablemente profesar esa palabra; “novio”

Kenma dio un respingo al escucharlos hablar tan relajados.

—Sus personalidades son muy contrastantes.

Shoyo no podía dejar de saltar cuando sus padres le dirigieron la palabra, amablemente. Kenma no sabía si estaba a la defensiva o feliz, quizá eran ambas cosas.

Kenma estaba feliz del resultado, había sido un año complicado para llegar a donde estaba. Sus padres inclusive le habían pedido una disculpa a Kuroo por haberlo tratado indiferentemente, Tetsurou aceptó gustoso, últimamente no había nada que pudiera molestarlo, tal vez su relación estaba en un punto adecuado.

 

Naranja, naranja…

Recuerda, un año después, cuando sucediese la graduación de Shoyo estar buscando unas flores naranjas, buscó los significados por internet y fue a la florería. Era su turno de regalar un ramo.

Pero era todo un lío estar buscando significados, en algunas páginas decía algo y en otras, cosas totalmente distintas. No quería entregarle las flores y que terminaran significando “te aborrezco”  le pidió ayuda a Kuroo, pero no fue de mucha utilidad.

 Finalmente se decidió por las que hace unos años lo hicieron feliz, aquellas que le regaló en su primera pelea, unas peonias naranjas.

Fue a Miyaji con Kuroo, Bokuto y Akaashi, ellos tres iban a ver a Tsukishima.

Como siempre lo ha hecho, le deseaba suerte soportando a aquel dúo, porque Akaashi no molestaba a Kei, bueno sí lo hacía, pero no como los otros dos. Ellos lo sacaban de quicio.

Kuroo, al igual que él, llevaba un ramo de flores, pero estos eran orquídeas rojas. Al ver que ambos llevaban ramos, Bokuto quería comprar uno y dárselo a Akaashi pero no se lo permitió, todo el viaje tuvieron que soportar a un búho emberrinchado, diciendo incoherencias con Kuroo haciéndole segunda.

—“Te veo en mi futuro”—dijo Akaashi con una sonrisa diminuta —, qué tierno Kenma.

—Ohh, ¿es cierto? —Bokuto paró con el berrinche, impresionado — ¡Akaashee, eres genial! ¡¿Qué quieren decir las de Kuroo?!

—Pasión y deseo sexual—frunció el ceño —, ¿no puedes ser tierno con él, Kuroo-san? 

—Ninguno lo es, así está bien—confesó con una sonrisa ladina.

—En realidad, quería comprar unas blancas, pero ya no había.

— ¿Esas no son las que se usan en las bodas? —Preguntó Bokuto —, ¡¡Akaashee!! ¡Kuroo se quiere casar antes que nosotros!

Al llegar Kenma divisó a Hinata con sus compañeros, peleando con Kageyama, como siempre. Kuroo y Bokuto al llegar empezaron a gritar “¡Tsukki!”  E ir hacia él. Tsukishima se sonrojó cuando Tetsurou le entregó las flores, sabía muy bien lo que significaba.

— ¡No te enojes! ¡Sólo es una broma!

—Creo que alguien va a dormir en el sillón.

— ¡Cállate, Bokuto!

 Intento ignorar aquel espectáculo y fue con Shoyo, pasando con trabajo entre las personas. Si no tuviera un color de cabello tan particular no lo encontraría.

Tardó abriéndose paso, ya que tenía que proteger el ramo.

Le entregó las peonias y Hinata brilló aún más.

Después de aquello recuerda gritos, demasiados gritos por parte de aquél dúo cuando pasó Tsukishima, “¡Cariño!” “¡Mi amor!” “¡Tsukki!”  Kageyama y Hinata rieron a carcajadas, aunque cree haber visto a los que eran de tercero y segundo cuando se conocieron.

Ellos también reían y cuando Kei regresó a su lugar, un chico que cabello gris palmeó su hombro, tenía una gran sonrisa.

Cuando fue turno de Hinata, ellos también gritaron. Pero no les prestó atención, todos sus sentidos se enfocaron en él y un sentimiento de orgullo comenzó a surgir en su interior, le había ayudado más de una vez a estudiar, le costaban trabajo los estudios o más bien sólo tenía en la cabeza el voleibol y Kenma, absolutamente. Así que verlo, de pie, con esa sonrisa que podía iluminar cualquier oscuridad, recibiendo su certificado lo hacía feliz. Su esfuerzo había valido la pena.

Kozume no sabía qué hacer, por primera vez quería gritar, quería correr a abrazarlo, quería darle un beso a aquel chico escurridizo y talentoso que amaba. Amaba su esfuerzo y valentía, no rendirse aun cuando todos le dijeran que era imposible, que nunca podría ser realidad, porque si no fuera por ese coraje nunca habría entrado al club de voleibol y jamás lo habría conocido.

Él, Kozume Kenma, no podía estar más orgulloso de su novio…De Hinata.

 

—Entonces, ¿de qué color serán las cortinas?

—Naranjas.

En su memoria está guardado el recuerdo de cuando se mudaron juntos, Shoyo dejó Miyaji para ir a Tokio. Ambos estaban en la universidad.

Fue más fácil de lo que creyó dejar su hogar, sus padres no hicieron un drama y él sentía desde hace tiempo que ya no era cómodo vivir ahí. Habían resuelto sus problemas, pero era complicado de explicar, sólo sabía que se sentiría mejor viviendo con Shoyo. Ya desde hace mucho tiempo no era suficiente verse los fines de semana, además ya había dejado de ser frecuente, ya que los trabajos de la universidad eran pesados y consumían todo el tiempo de Kenma.

Así que esa era una buena solución.

Pero parece que no fue tan sencillo con Hinata, a él sí que le había costado trabajo dejar a su familia, su hermana pequeña no quería que se fuera y su madre, a pesar de estar de acuerdo, estaba decaída. Extrañarían sus gritos y carcajadas. Shoyo de verdad quería vivir con Kenma, ¡la simple idea lo tuvo en las nubes por una semana! Pero él también extrañaría a su familia.

Su hermanita lo dejó ir con la condición de visitarlas todos los fines de semana.

Fue algo difícil encontrar un departamento desocupado que estuviera cerca de la universidad, pero entre ambos lo consiguieron. Pagarían renta, no era costoso, además se dividirían los gastos.

Pero no serían los únicos que vivirían allí, Kenma se había llevado sus gatos consigo. Eran tres, dos grandes y uno pequeño, al parecer al pequeño le gustaba rasguñar y molestar a Hinata, de verdad no podían conseguir que estuviera quieto y que obedeciera.

Aun así decidió que se irían con él, ya buscarían la manera de que no rompiera todo lo que tuviera enfrente.

Todo estaba en orden cuando fueron a revisar el departamento; había dos habitaciones, una a lado de la otra, la cocina tenía lo elemental, en general les agradó bastante el lugar.

Cajas y cajas llenaban el comedor y la sala, Hinata no veía la hora de desempacar, brincaba de un lado a otro, mientras Kenma estaba en el sillón, exhausto por el esfuerzo, jugando con su inseparable PSP, con sus tres gatos alrededor. Kozume de verdad no sabía de dónde su novio sacaba tanta energía y Shoyo no entendía por qué Kenma se cansaba tan rápido. Después de un momento se rindió, recostándose en el hombro de su pareja que a penas y le dirigió la mirada para después seguir con su juego, pero no le molestaba, sólo lo abrazó, mientras el gato más pequeño no dejaba de morder su playera.

Cuando ya hubieron acomodado sus pertenencias en sus respectivas habitaciones, Shoyo empezó a notar algo, ¡dormirían separados! Él no quería eso, deseaba despertar con Kenma todas las mañanas, abrazarlo cuando dormían, así que estar en recámaras distintas era inaceptable.

Pero cuando llegó la noche Kozume no tenía intenciones de ir a su habitación, fue directamente a la de Shoyo.

—No iban a caber las cosas de ambos en un solo cuarto, por eso usamos los dos.

—Entonces, ¡¿siempre dormiremos juntos?!

—Sí.

Pero cuando despertaron, encontraron las cortinas rotas, rasguñadas.

Tendrían que comprar otras.

 

Años después, cuando ambos habían terminado sus carreras y habían comenzado a trabajar decidieron comprar una casa.

Comenzar en un trabajo fue complicado para Kenma, socializar con los demás no era lo suyo, pero tenía que hacerlo si quería un buen trabajo que le permitiera cumplir con lo que habían decidido, así que se esforzó por ambos.

Ahorraron mucho tiempo para conseguirlo.

Fueron años de agotamiento.

Pero finalmente tenían casa propia

Pintada y decorada con colores cálidos, como Hinata. Desde el rojo hasta el amarillo, pasando por el naranja.

Los padres de ambos iban constantemente a visitarlos, la hermana de Hinata que ahora no era tan pequeña, estaba maravillada con la casa…Y con los tres gatos, los más grandes ya eran ancianos, Kenma temía que muriesen pronto, les tenía mucho cariño, mientras el más pequeño seguía tratando mal a Shoyo.

Sus amigos también iban a visitarlos; Kuroo, Kageyama…

Tenían una buena vida.

Todo lo hecho había valido la pena, completamente.

Pero una de las mayores felicidades para ellos fue el día que Hinata le propuso matrimonio a Kenma.

Fue de manera poco convencional e infantil, como solo Shoyo podía hacerlo. Lo recuerda como si hubiera sucedido hace algunos minutos.

—Eres una de las mejores cosas que me ha pasado, Kozume.

—Te amo, Shoyo.

Ninguno olvidará el día que contrajeron matrimonio.

Con peonias naranjas decorando el lugar.

Las sonrisas de ambos.

Todos aplaudiendo y festejando.

Acarició con delicadeza el rostro de Shoyo, mientras Hinata reía.

Siempre dando lo mejor de sí.

Resplandeciendo más que nadie que haya conocido.

Con esa sonrisa inocente que lo cautivó.

Esa actitud de querer conquistar el mundo.

Se acercó a él lentamente.

Y unieron sus labios, en el más tierno ósculo naciente de cualquier boca.

 

— ¡Papi! —Clamó una pequeña con el ceño fruncido —, ¿por qué no me respondes?

Terminó, cruzando los brazos.

— ¿Eh? Lo siento.

—Papi Ko, pregunté tu color favorito.

Entonces Kozume Kenma sonrió, abrazando las peonias que le acababa de regalar Shoyo.

Porque el color favorito de Kenma es el naranja.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer~


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