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Locas Confesiones Navideñas por Shuneii

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Notas del capitulo:

Deberían disfrutar juntos de estas fiestas antes de que sea muy tarde... ¡Gracias por continuar leyendo esta historia! 

<<Me refiero a que, a pesar de todo lo sucedido, no sabía cómo nombrar esas emociones que sentía hacia ti. Ahora puedo decir que eso no puede ser otra cosa más que amor. Te amo, ¿lo entiendes?>>

<<Yo también te amo, Milo.>> Sus labios volvieron a decir el nombre de quien fuese su amigo de la infancia con el mismo tono que tan loco volvía al otro. Ese tono que lo invitaba a besarlo.

     Y así fue, sus labios se unieron una vez más. Esa vez ambos se encontraban conscientes y dispuestos a disfrutar de aquel como el único y primer beso tanto para Camus como para Milo. Se amaban eso era lo único cierto. Aquel deseo que años atrás el rubio había pedido a la estrella fugaz se había cumplido. Sus almas serían una esa noche o eso quisieron pensar pues mientras sus bocas invadían brillos los comenzaron a rodear. Sin darse cuenta sus atuendos cambiaron. Uno de ellos tenía un largo vestido de encaje y el otro un formal traje. Al separarse se quedaron extrañados. Camus no pudo contener la risa y Milo le vio enfadado.

      Aun desde la distancia Cupido observaba, riéndose junto con Camus al ver a Milo con ese vestido de princesa encantada. Volvió su vista al frasco con el polvo mágico, ¡que tonto fue!, había olvidado que había olvidado en casa el polvillo de amor BL y en su lugar solo traía el amor de manga shojo. Aun así no podía parar de reír, pues a pesar de todo a quien se hubiera imaginado en vestido era a nada más y nada menos que el más delicado de ambos chicos; Camus sí señor.

     Luego de las risas los tortolos volvieron a besarse y Cupido descubrió que aquel amor era demasiado fuerte. Un amor que seguiría aun después de la muerte. Sonrió hasta escuchar algunos ruidos provenientes de detrás de él. Al parecer Athena y Hades peleaban otra vez. El dios del inframundo, ebrio a más no poder blasfemaba a Athena por ya no dejarle beber. Fue así como otra guerra santa quedó declarada. Todo mundo volvió a sus respectivos hogares para prepararse a lo que se avecinaba.

     En el Gran Salón quedaron únicamente Athena, sus santos y Cupido. Este estaba a punto de irse también a su hogar hasta que escuchó que unos cuantos caballeros buscaban a Camus y a Milo. Dirigió su vista de nuevo a la colina donde los dos chicos se habían confesado pero para su sorpresa ellos ya no estaban. Corrió fuera del salón para buscar a ambos, sabía que sin ellos el ejército de Athena estaría incompleto y la humanidad correría riesgo. Llegando a la Casa de Aries logró encontrarlos.

<<¿A dónde creen que van?>>  Se colocó delante de ellos para frenarlos.

<<Escaparemos juntos para que nadie impida nuestro amor.>> Dijo Camus quien llevaba a Milo en sus brazos.

     El efecto había sido tan grande que los había cegado por completo, hasta el nivel de olvidarse de sus deberes como caballeros.

<<No es necesario que hagan eso, ¿saben? Estoy seguro que todos allá entenderán.>>

<< ¿Tú también osas interponerte en nuestro amor? >> Sacando su espada bajó a su princesa. Al parecer eso de ser un príncipe ya se le había subido a la cabeza.

<> Suspiró viendo que su nivel de terquedad era peor que el de los primeros que lo molestaban al inicio de esta historia. << Realmente me dolerá pero si no hago esto el mundo estará en peligro.>>

     Con un movimiento de mano su arco llamó. Y un par de flechas negras en apareció.

<<No hay remedio…>> Dijo en tono infantil sin hacerle gracia a la pareja.

     Tomando seriedad apuntó sus flechas y disparó. Camus trató de cubrir a Milo pero aun así no sirvió. Ambos fueron penetrados por las flechas y Cupido desapareció junto con el efecto de su magia de amor.

 

     Al día siguiente fueron encontrados a las afueras del templo de Aries, con sus vestuarios habituales. Todos asumieron que ambos se emborracharon tanto que quedaron desmayados. Al despertar, ninguno recordaba sus confesiones. Todo había vuelto a la normalidad. Milo guardaba en su memoria las innumerables veces que había besado a su amor no correspondido mientras Camus aun sufría por como Milo presumía sus amoríos. Tal parecía que las flechas de Cupido habían borrado la última media hora de la vida de aquellos dos.

     El resto de los hechos ya es conocido. La guerra santa estalló y Camus murió, aun así Milo visitaba su tumba besando el nombre de Camus grabado en la lápida. Luego, lo vio resucitado sirviendo a Hades. Lucharon uno contra otro y más adelante unieron fuerza junto al resto de sus compañeros para destruir el muro de los lamentos. Volvieron a luchar en contra cuando el pelirrojo acudió a saldar una deuda con aquel que había tratado de consolarlo muchas veces atrás. Nuevamente, pelearon juntos para derrotar a Loki y vieron el fin cuando sus almas fueron encerradas. Aun así permanecieron juntos gracias al deseo que un pequeño rubio pidió a una estrella.

     Y esto no es el final, pues gracias a Athena y sus caprichos, tienen una nueva oportunidad, tanto para confesarse como para pasarla juntos esta navidad.

 

 

     Llegando al presente de nuevo, debo decir, damas y caballeros, tal como lo imaginaban Milo sigue planeando su gran visita a Marte para confesarse y hacerle frente a Camus por no decirle nada sobre su “novia” y pues… Camila (Camus), luego de lo que dijo Afrodita dejó de joder la vida con sus mensajes pero aún sigue bajo la mesa. Algún día saldrá, no se preocupen.

 

 

Notas finales:

Y pues cx He acá lo prometido espero les haya gustado y disfruten de este fin de año. ¡Gracias por seguir mis fanfics! En serio sin ustedes estas historias no serían nada. Nos leemos el año siguiente c;


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