Capitulo 1. Pesadillas
“Toma las rosas mientras puedas;
veloz el tiempo vuela,
la misma flor que hoy admiras,
mañana estará muerta.”
“Se despertó al sentir su boca completamente seca, intentó pasar algo de saliva, pero incluso el acto le resultó doloroso, miró a su alrededor, todo completamente oscuro, quería algo de agua, pero su propia habitación le resultaba aterradora, no recordaba haberse sentido así antes, como si algo extraño hubiera no solo en su habitación, sino en toda su casa, quiso gritarle a su mamá como solía hacerlo cada que algo no andaba bien en la noche y la joven y bella mujer enseguida llegaba a él para abrazarlo y controlarlo, sin embargo su gritó no salió, su garganta estaba completamente cerrada. Miró nuevamente a su alrededor, no pasaría nada si no tomaba agua en ese preciso momento, mejor tratar de dormir de nuevo, sin embargo algo dentro de él le hizo pensar lo contrarío, juntó valor y se levantó, el plan era sencillo, ir hasta la habitación de su madre y de ahí juntos ir por agua a la cocina.
Salió de su habitación y miró el pasillo solo y oscuro, solo tenía que caminar hasta la habitación a mitad del pasillo, no era la gran cosa, camino sintiendo el frio en sus pies descalzos y por alguna razón, cuando estaba por abrir la puerta de la habitación de su mamá un extraño miedo lo invadió.
El que su mamá no respondiera cuando llamó a la puerta le dio el mal presagio de que no debía abrir la puerta, sin embargo, aún con eso, su capricho de tomar agua, digno de un niño de 5 años, resultó ser más fuerte e igual abrió.
Rojo
Cuando los policías, psicólogos y otros especialistas le preguntaron qué era lo que había visto aquella noche, lo único que él había logrado contestar incluso muchos años después era esa simple palabra "rojo", todos supusieron que se trataba del color de la sangre de su madre por toda la habitación, sin embargo, nunca nadie se enteró que él hablaba de el color de los ojos de la persona en la habitación. “
Los grandes ojos de color marrón se abrieron de golpe, el mismo sueño de cada día, tan natural que ya no causaba el mismo impacto después de tantos años. Se levantó de el duro colchón de su recamara y abrió las delgadas y casi trasparentes cortinas y aun cuando la luz del sol ya se filtraba por las mismas, la resplandeciente luz casi naranja entró de golpe y le lastimo un poco los ojos, bostezó y se estiro tratando de ganar energías, miro el reloj, estaban por ser las 7 de la tarde, si tomaba en cuenta que se había quedado dormido al medio día, sin duda había dormido suficiente, bostezó nuevamente mientras se frotaba los ojos.
Hizo el aseo de su pequeño departamento, mientras escuchaba su radio, preparo el almuerzo para la mañana siguiente, una vez listo se dio una ducha de forma tranquila, al finalizar se arreglo con calma y junto en una bolsa la ropa sucia para por la mañana llevarla a la lavandería. Comió un poco de lo mismo que había preparado para el día siguiente y después de lavar sus dientes y tomar su mochila, se coloco sus audífonos, y desde su celular reproducir música, salió del departamento, bajando animado las escaleras, tomo el trasporte y mientras tarareaba las canciones observaba por la ventana la cuidad, siempre al acercarse más al centro todo siempre estaba en movimiento, miro su reloj, faltaba media hora para ser las 10 de la noche, así que aunque aún faltaban calles para llegar a su trabajo se bajo del trasporte y camino mirando los aparadores, el centro de la ciudad permanecía abierto las 24 horas, algunos locales incluso abrían únicamente por la noche.
“Noches sin sueño”
Se paro frente a los ventanales de la bella cafetería en cuya parte central se podía leer letrero con bellas letras rojas con esa leyenda que le daba nombre a la cafetería.
Abrió la puerta y sonrió mientras saludaba a algunos de los clientes que ya lo conocían, paso al otro lado del mostrador para entrar a dejar sus cosas
-buenas noches- dijo feliz una vez a dentro
-Buena noche!- una bella chica pelirroja con un mandil negro y con dos tazas de café en sus manos que fue directo a entregar a una de las mesas- aun no es hora de tu entrada, siéntate a tomar un café- continuo al ver como se colocaba su propio mandil en la cintura
-no, está bien, comenzare a ayudarte- la chica sonrió y pasando junto a él le dio un beso en la mejilla
-Gracias, Cris
-oh! Por cierto, Ofelia, me llamo Eduardo, me dijo que no podrá venir hoy
-aggg! Ese desobligado, el siempre es igual! Me quedare a ayúdate
-no!! Claro que no! No te preocupes yo puedo atender la cafetería solo- le dijo contiendo amable- es miércoles, casi nadie viene hoy por las noche, estaré bien- la chica lo miro dudando un poco, luego sonrió
-gracias
-seguro que no necesitas que me quede?- pregunto la chica desde la puerta
-hasta maña!- ella sonrió y salió de la cafetería, el frio le pego en la cara por lo que se tomo un momento para calentar su rostro con sus manos, miro a uno de los callejones entre las tiendas creyendo haber visto a alguien sospechoso sin embargo al fijar la vista no había nadie, así que simplemente se retiro.
Del callejón frente a la cafetería nuevamente se asomó una silueta mostrando por completo su forma humana, un alto chico de piel completamente blanca, y con unos hermosos ojos azules en un tono oscuro que combinaban a la perfección con sus cabellos negros que desprendían un ligero brillo del mismo color, una sonrisa apareció en sus labios dispuesto a entrar a la cafetería, sin embargo rodo los ojos al percatarse de lo que seguía
-lamento interrumpir su visita daría a esta calle, amo, pero su madre solicita verlo de inmediato- un suspiró con pesadez y giro para mirar al cuervo negro que ahora se encontraba a su lado
-dile a mi madre que estoy ocupado… hoy tengo algo importante que hacer- sonrió con lo que parecía un gesto dulce, el cual se cambió por una fría expresión cuando escucho que el cuervo estaba dispuesto a continuar con sus réplicas- dije No- hablo imponente mostrando el destello ahora rojo en sus ojos