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Amargura por Aketsukino

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Notas del fanfic:

¡Buenas! Sean bienvenid@s a un nuevo Fanfic de ésta extraña mente y, a la vez, a mi primera publicación del año~. Tal y como se indica en el resumen ésta historia será un DaiSuga, un pequeño experimento (comentarios, criticas, etc. En un review, por favor, sus palabras me ayudarán a saber en qué mejorar, de antemano: gracias <3)

Quiero decir que llevo bastante tiempo sin publicar y esperaba que mi publicación de vuelta fuese el proyecto de Haikyuu!! en el que estaba trabajando, pero por cosas de tiempo no logré concretarlo y como se emitió la segunda temporada querría tomar elementos de allí para integrarlos al fanfic. Quisiera acotar que me quedé en la primera temporada de Haikyuu!! y por ello opté por detener el proyecto, y no sé cuando vuelva a retomarlo. Sin embargo, seguiré trabajando en algunas historias~.

 

Sin más que decir; ¡Disfruta tu lectura!

La lluvia golpeteaba la ventana sin un ritmo definido; era completamente tormentoso y aquello solo lograba colocarlo más temeroso aún, aquel día simplemente no le apetecía querer verle feliz. Temblando por un tormento psicológico se encontraba bajo la manta de su cama abrazando sus piernas; pegándolas lo que más pudiese a su pecho y ocultando su rostro entre sus rodillas. Intentaba distraer su mente del caótico espectáculo natural que ocurría fuera de su casa mas no lo conseguía dándole una exigencia a su intranquilo cuerpo ‘cálmate, Koushi’ se decía sí mismo cada vez que un trueno surcaba los cielos y un relámpago hacia presencia iluminando su obscuro cuarto, incluso la electricidad le había abandonado.

 

Sugawara Koushi no padecía un pánico descomunal a los ataques de la naturaleza, era solo que en ese momento el medio ambiente no quería ayudarle a sanar pronto, es más, parecía gozar atormentándole más y más. Hacia cerca de quince minutos atrás había iniciado la tormenta medio ambiental, diez minutos antes de ella había llegado a su hogar y unos minutos atrás, antes de su llegada a casa, había iniciado el calvario psicológico del peliplata.


El joven había decidido por fin confesar sus románticos sentimientos a cierto pelinegro muy amigo suyo; Sawamura Daichi, pero la verdad aquel hecho no podría verse concretado, la vida había decidido ser caprichosa con él enseñándole una de las imágenes que más se grabaría en su memoria lastimándole profundamente.

 

En aquel momento el cielo se encontraba nublado con una amenaza de lluvia y aun así no le importó. Aquel día no tendrían práctica, aquel día habían acordado ir los dos, juntos, por el camino a casa momento el cual consideraría perfecto para confesar aquellos sentimientos que habían logrado ponerle las cosas difíciles en algunas ocasiones, sin embargo, en el momento de salir Sawamura le había pedido que le esperase un momento, algo le había surgido de último momento. Estuvo esperándole en la salida de Karasuno, pero el pelinegro no aparecía, extrañado decidió buscarle, pronto le encontró; estaba bajo el pasillo techado a fueras del gimnasio y no estaba solo, una chica le acompañaba. El peliplata quedó paralizado con aquella imagen, y ninguno de los dos jóvenes parecían haberle notado.

 

-       Sawamura-kun… por favor… - la voz de la muchacha irrumpió en sus oídos como la peor de las melodías.

-       Está bien… una vez más y ya, debo marcharme – respondió suspirando rehuyéndole la mirada a la joven.

 

Acto seguido le rodeó la cintura atrayéndola a sí mismo, ella deslizó sus brazos enredándolos en el cuello del joven, éste último acercó su rostro al de una impaciente jovencita para besarle, ella correspondió gustosa aquel tacto. Aquella imagen hizo sentir enfermo a Sugawara, aquellos brazos, aquella cercanía, aquel beso… todo era tan íntimo y tan poco ‘puro’, el sonido de aquel beso húmedo le profanó de la peor forma auditiva posible, parecía coronarle aquel maldito recuerdo. Sentía como si estuviera cayendo en un pozo y no pudiese detener su caída o aligerarla, aquel sentimiento logró que una lágrima traviesa recorriera el camino de su nívea mejilla. Ambos protagonistas de la escena se separaron colocándole un fin a ese contacto, su respiración era algo agitada.

 

-       ¿Su-Suga? – le oyó a Daichi pronunciar aquel apodo, sobresaltándose volvió a la realidad, limpió aquella lágrima rápidamente.

-       Ah, Daichi, no podía encontrarte, me dijeron que fuese rápidamente a casa que necesitaban mi presencia ahora mismo. Quería decírtelo; ya me voy – mintió rápidamente, aquella tarde sus padres no estarían en casa, habían ido a visitar a una de sus tías. Mientras tanto los otros dos jóvenes seguían manteniendo el mismo agarre – Disculpa por la molestia… y… felicitaciones, adiós – su última palabra que indicaba su despedida fue en un completo susurro, se volteó y comenzó a alejarse de aquella escena.

-       ¡Suga! – exclamó aún con la joven entre sus brazos.

 

El peliplata fingió no oírle, una vez sabía que ellos no podrían verle comenzó a correr, corrió lo más rápido que sus piernas daban, llegó a su casa y rápidamente subió a su cuarto escondiéndose entre las mantas forzándose a tranquilizar. Detestaba aquello, realmente detestaba su incapacidad para tranquilizarse y por si fuese poco la Madre Naturaleza había decidido arrojar un estrepitoso llanto logrando colocarle más nervioso, nervios que aumentaron cuando la electricidad decidió marcharse dejándole a obscuras.

 

-       Cálmate Koushi – se dijo – no es como si realmente fuera una sorpresa – intentaba consolarse – pero aun así…

 

Por su mente circularon algunos recuerdos de ambos, otros de Sawamura riendo, otros de ambos riendo y finalmente volvió aquel reciente recuerdo que le atormentaba. Su teléfono celular irrumpió en aquel momento, una llamada entraba, aquel aparato estaba en su bolso. No tuvo ninguna intención de buscar aquel objeto, le dejó sonar, una vez la llamada finalizó por no ser atendida suspiró y así notó que aquella llamada le había distraído de sus pensamientos, logró relajarse un poco, pronto el teléfono volvió a timbrar.

 

-       Ahora mismo no estoy para alguien – susurró dolido.

 

El sonido de unos pasos subiendo la escalera le hizo sobresaltar por miedo, si fuese uno de sus padres claramente le habría avisado que había llegado a la residencia, pero ninguna palabra había llegado a sus oídos. Aquel sonido le petrificó, luego oyó la puerta de su cuarto abrirse junto con una respiración algo agitada haciéndole temblar, el peliplata apenas respiraba, los pasos comenzaron a hacer eco en la habitación, llegó a creer que su corazón se detendría en ese mismo momento. De un momento a otro las cobijas dejaron de protegerle, cerró los ojos fuertemente esperando lo peor.

 

-       Suga… Aquí estabas – aquella voz le hizo abrir los ojos e intentar observar al propietario de aquella voz.

-       ¿Da-Daichi? – en ese momento un relámpago iluminó la habitación dejando ver a un empapado Sawamura que le sonreía con dificultad generando inmediata preocupación por parte del otro – Por Dios, estás empapado – dijo levantándose y alcanzando de su mesita de noche una lámpara de emergencias para encenderla – Uhm… Deberías darte un baño o enfermarás – se levantó de la cama pasando por el lado del pelinegro se dirigió a buscar una toalla en su armario.

-       Suga… - le buscó con la mirada.

-       Primero toma un baño, Daichi. El capitán debe cuidar de su salud.

 

Koushi terminó por lograr que el pelinegro tomase un baño mientras se dedicaría a buscar las luces de emergencia que tenían en casa para los apagones, una vez las encontró se ayudó de algunas para iluminar la cocina y preparar un par de emparedados. Con ellos listos y junto a dos vasos con jugo volvió a su habitación, los dejó en su escritorio y volvió a ocultarse bajo sus cobijas, el uniforme le estorbaba, pero no le importaba, se quedó viendo el techo, pensativo. Tratar a Daichi como siempre se le hizo un poco difícil, pero su preocupación no era fingida.

 

-       Suga – el capitán del equipo de volley de Karasuno ingresó a su habitación secándose los cabellos con la toalla que el nombrado le había prestado.

-       Ah, Daichi ya acabaste. ¿Te sientes bien? – preguntó sentándose en la cama – Vaya ¿Qué hacías bajo ésta pesada lluvia, Daichi? ¡Piensa en tu salud! – le regañó.

-       No me importa, nada me importaba, Suga – su voz sonaba firme al igual que los pasos con los que se dirigió a la cama del peliplata y se sentó.

-       ¿Qué? Pero Daichi ¿Cómo dices eso? – preguntó molesto.

-       Koushi – el nombrado abrió los ojos impactado, él casi no le llamaba por su nombre – Nada de eso me importó. Estaba más preocupado por ti – su mirada seria y dura intimidó un poco al joven.

-       ¿Ah? – salió del asombro con algo de dificultad – Hahaha… pero qué cosas dices Daichi. No hace falta que te preocupes por mí, más aún, no hay nada de qué preocuparse – le sonrió con algo de dificultad.

-       Sí lo hay – acercó su cuerpo al otro – Sé que te gusto, Koushi. Por eso sé que te dolió ver aquello. También sé que no me lo dirías y preferirías sufrir en silencio, como lo has hecho hasta ahora – Sugawara guardó silencio mientras el impacto estaba grabado en su cara y miles de pensamientos surcaban su mente.

-       ¿D-de qu-qué hablas Daichi? – tartamudeó – ¡Y-yo estoy feliz por ti! Estoy feliz que tengas una no-novia – las palabras salían con una dolorosa dificultad, se sentía ahogado, presionado y que en cualquier momento su corazón dejaría de latir.

-       No mientas. Suga, no me mientas más, por favor – Daichi parecía estar a punto de llorar, el peliplata también tenía unas lágrimas asomándose.

-       Daichi yo…

-       No es mi novia – interpuso – Ella no es mi novia. Simplemente… estábamos verificando… - le tan era difícil elegir las palabras como pronunciarlas – Si teníamos sentimientos reales… - el volumen de su voz iba bajando junto con su mirada, se sentía incapaz de verle a los ojos – Porque dudaba de mis sentimientos hacia ti – dijo casi en susurro – Suga – se forzó a ver los ojos del otro chico - me gustas – las lágrimas de Koushi comenzaron a recorrer sus mejillas cuando Sawamura dijo aquellas palabras.

-       T-Tú… -  quiso gritarle, pero no pudo – gran idiota – susurró entre sollozos, el pelinegro se había aproximado aún más a él y había colocado sus manos en las mejillas húmedas del otro.

-       Suga… - susurró y juntó sus labios – Perdón – se separó para decir aquellas palabras y luego volver a juntar sus labios – Lo siento – repitió la acción – No sabía – volvió a besarle – Cómo abordar esto contigo – quedó a una distancia prudente para observarle mientras le limpiaba las escurridizas lágrimas.

-       Daichi… - musitó antes de besarle – me gustas tanto que duele – apoyó su frente el pecho ajeno.

 

Una vez se logró regular el llanto del peliplata comieron en silencio, Sugawara ocasionalmente le miraba algo molesto.

 

-       Suga, lo he notado, pero no lo comprendo ¿Por qué me ves así? ¿Qué hice? – preguntó el capitán, el armador le miró molesto y le lanzó una de sus almohadas.

-       ¡¿Me lo preguntas, Daichi idiota?! – el nombrado marcó una ceja - ¡¿Cómo vienes, me besas – un ligero sonrojo aparece en sus mejillas – me dices que te gusto y me niegas que sales con una chica en tan poco tiempo?! Además ¡¿Cómo besas a alguien para ‘comprobar’ sentimientos?! ¡Idiota! – le gritó.

-       ¡Si te hubieses confesado nos hubiésemos evitado todo esto! – le reclamó.

-       ¡¿Cómo es culpa mía ahora?!

-       ¡No te estoy echando la culpa!

-       ¡No parece así!

-       Ah, Suga. Me haces enojar – susurró molesto tratando de evitar decir alguna cosa que agravase la discusión – Verás – suspiró – Ella y yo tenemos a alguien que queremos, no somos nosotros mismos. Ambos estábamos dudando de que, si era mera ‘amistad’ confundida, así que optamos por besarnos; si la imagen de ese alguien aparecía en nuestra mente era obvio que queríamos a esa persona.

-       Su idea es una de las peores ideas de la historia.

-       Ah, de todas formas, funcionó. Puedes quejarte lo que quieras y aun así te querré, Suga – el rostro del nombrado se tiñó rápidamente de rojo.

-       Idiota – susurró.

-       Suga – le canturreó con una sonrisa acercando su rostro al otro haciéndole sonrojar aún más - ¿Serás el novio de éste idiota? ¿verdad? – al peliplata le costó mirarle, estaba avergonzado y nervioso.

-       Tú solo puedes ser mi idiota, Daichi.

 

El otro tardó un poco en procesar aquello, pero cuando lo logró; aprisionó de Koushi.

Notas finales:

Ahh~~ leh digoh; Suga diciéndole 'baka' a Daichi innundó mi imaginación de una forma tan espectacular~. Ay mami Suga, ud es tan adorable <3.

Ah, y creo que el cierre quedó algo mediocre :/. Cuando noté llevaba 5 páginas de Word me puse nerviosa y sólo quería acabarlo, lo siento xDDD.


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