CAPÍTULO 11: MALDITA ESTUPIDEZ
Vegeta’s POV:
Inspiré una gran bocanada de aire, resignándome a dejar mi celular sobre la mesa. Raditz me miraba afligido, mordiéndose el labio con nerviosismo. La gente a nuestro alrededor platicaba y reía, ajenos al tenso momento que nosotros protagonizábamos.
Me sentía defraudado, no por la actitud infantil de Kakarotto, sino porque ni siquiera había podido contarle lo que me tenía tan orgulloso de mí mismo. Otra vez se comportaba como un crío, sin que yo le diera ningún motivo para hacerlo, y eso me frustraba e irritaba de igual forma. ¿Qué pasaba por su mente? En verdad no lo entendía.
- Mierda… no quiere contestar.- Dije, frunciendo el ceño y haciendo una mueca hastiada.
- No entiendo…- Replicó Raditz, succionando bebida de su bombilla.- ¿Por qué se enojó?
- Porque estoy contigo.- Contesté cansado, haciendo a un lado lo que estaba comiendo.
Apoyé los codos en la mesa y recargué mi cabeza en mis manos, ya sin ganas de celebrar nada. Mi amigo entendió el mensaje, agarrando mi hamburguesa a medio comer y mi vaso de refresco sin terminar, para ponerlos en la bandeja y levantarse para tirarlos a la basura. Oí el rechinido que hizo su silla al ser apartada, seguido de su voz hablándome.
- Creo que yo tuve la culpa…- Lo miré incrédulo, captando decepción en sus ojos.- Le dije a Kakarotto que cuando iniciamos la secundaria, estuve enamorado de ti un tiempo.
- ¿Qué…?- Me enderecé, perplejo.- Espera… espera… ¿Estuviste enamorado de mí?
Raditz sonrió cohibido, rascándose la nuca azorado, un gesto típico de los hermanos Son.
- Pues… creo que sí… algo así…- Tartamudeó, evitando mirarme.- Tenía catorce años, acababa de llegar a esa escuela y tú, aunque eras menor que yo, tenías una personalidad que me parecía interesante y… bueno… debo admitir que me atraías bastante…- Concluyó, cogiendo la bandeja para caminar rápido hacia los contenedores de basura..
Lo seguí con la mirada, sintiéndome aún más perplejo. ¿Qué clase de broma era esta?
Haciendo memoria, conocí a Raditz cuando ambos éramos los nuevos en la renombrada y prestigiosa escuela Estrella Naranja. Yo iba en primer año de secundaria, aunque nadie se metía conmigo aún a pesar de ser el recién llegado, porque si lo hacían se arrepentían rápidamente. Coincidí con él en práctica de Natación, ya que había sido el deporte que ambos elegimos. Nos llevamos bien casi al instante, lo consideré digno de ser mi amigo de inmediato y a él pareció pasarle lo mismo, porque en menos de un mes ya éramos inseparables, al extremo de empezar a frecuentar la casa del otro bastante a menudo.
Pero jamás, ni en mis sueños más bizarros, imaginé que en algún momento llegó a verme como prospecto de pareja sentimental… aquello era simplemente inconcebible para mí.
Todavía shockeado me paré y fui hasta él, alcanzándolo justo a la salida del patio de comidas. Busqué sus ojos, pero los desvió, adelantándome sin dirigirme la palabra. ¡Genial! Bienvenido silencio incómodo, tensión en el ambiente y auto impuesta distancia. ¿Algo más para arruinar un día que se suponía sería el mejor de toda mi vida?
* * *
- Kakarotto está celoso de mí, ¿cierto?- Preguntó Raditz, mientras conducía a su casa.
Lo miré de reojo, conteniendo un insulto entre dientes. Sólo bufé, virando en la intersección que llevaba rumbo a la residencia Son. Con la vista al frente, le respondí:
- Sí, de ti y de todo ser viviente que se me acerque demasiado.- Resoplé, apretando el volante con exasperación.- No sé qué diablos le pasa, pero se ha puesto muy controlador y le molesta hasta que salude a la persona de turno que, según él, quiere ligar conmigo.
Rad resopló también, enderezándose en el asiento para mirarme ceñudo.
- Y tú lo dejas pasar para evitar conflictos, ¿o me equivoco?- Inquirió, cruzado de brazos.
Negué con la cabeza, doblando al llegar a la esquina de la calle que llevaba a su casa.
- Estás consciente de que la historia se está repitiendo, ¿verdad?- Volvió a preguntarme.
- Sí, Raditz.- Le respondí entre dientes, entrecerrando los ojos.- No recalques lo obvio.
Reinó el silencio, hasta que llegamos a destino.
- Juro que, por más que trato de hacerlo, no te entiendo, Vegeta.- Dijo luego de estacionarme frente a su casa.- ¿Por qué insistes en ignorar los fallos de mi hermano?
Apagué el motor y me giré a verlo, enarcando una ceja confundido, sin saber a qué iba su repentino comentario. Él me regresó la mirada, viéndose tan afligido como fastidiado.
- La primera vez que fueron pareja, pasaba lo mismo; Kakarotto te celaba, se molestaba por cualquier cosa, controlaba tus pasos y hasta terminaba contigo ante la más mínima estupidez. Y tú lo único que hacías era quitarle importancia a su inmadurez, cediendo a sus caprichos y berrinches, una y otra vez, hasta el hartazgo…- Hablaba serio, tanto como pocas veces lo estaba.- Te lo decía entonces y te lo digo ahora; ¿hasta cuándo, Veg? ¿Cuándo harás valer tus sentimientos? ¿Cuándo entenderás que tu amor por mi hermano te hace daño? ¿Cuándo le pondrás un alto a su actitud caprichosa e inmadura?
Guardé silencio, resintiendo sus palabras como un maldito baldazo de agua congelada.
- ¿Cuándo vas a darte cuenta que ni el mismo Kakarotto sabe qué quiere realmente?
- Baja del auto, Raditz.- Demandé en tono sombrío, sacándole el seguro a las puertas.
- ¿Qué? Pero…
- ¡Bájate del puto auto, Raditz!- Grité esta vez, abriendo yo mismo la puerta de su lado.
Me dio una última mirada, llena de decepción, antes de coger su mochila y bajarse.
- Sólo quiero evitar verte hecho mierda como la última vez, Vegeta.- Dijo, antes de cerrar la puerta con algo de fuerza y caminar en dirección a su casa sin voltear a verme.
Chasqueé la lengua, siendo asediado por muchos más sentimientos de los que estaba dispuesto a soportar. Tomé mi celular y le marqué a Kakarotto, viendo desde mi posición la ventana que daba a su habitación. Realmente deseaba que el lapso de infantilismo e inmadurez se le hubiera pasado ya, porque sentía que si seguía distanciado de él, nada saldría como quería ese día. El tono de llamada timbraba una, otra, otra y otra vez, impacientándome al extremo de gruñir exasperado. Hasta que al fin contestó, produciéndole a mi corazón una calidez sumamente reconfortante. Sin embargo antes de siquiera poder hablar, fui interrumpido por la voz al otro lado de la línea, apagando de golpe mi ilusión de que las cosas pudieran arreglarse pronto entre nosotros.
- Lamento decepcionarte, pero Kakarotto salió y olvidó el celular aquí.- Masculló Raditz, oyéndose bastante hastiado.- Si quieres esperarlo, entra. Si no, ve de una vez a preparar la propuesta de fotografías que presentarás hoy en la exposición de jóvenes promesas.
- ¿A dónde…?
- No lo sé, Vegeta.- Me interrumpió, gruñendo por lo bajo.- Yo también acabo de llegar.
Acto seguido colgó la llamada, dejándome en estado de completa incertidumbre.
¿Dónde estás, Kakarotto?
* * *
Gokú’s POV:
Mis labios cosquillean agradablemente, mientras unos ajenos los masajean con maestría. Estoy recostado boca arriba, siendo presionado deliciosamente por el cuerpo de Broly. Mi mente está nublada, mis pensamientos reprimidos, mis instintos dominan la situación. Me consume el ardor de sus besos expertos, ahogándome entre llamas de infernal deseo. Siento sus dedos colándose bajo mi playera, pero no hago ningún intento de apartarlo. Sólo continúo suspirando ante sus roces, envistiendo mis caderas contra las suyas en un exquisito vaivén. Seguimos con ropa encima, pero presiento que pronto dejará de ser así. Su lengua serpentea en mi cuello, robándome un suspiro ahogado. Meto mis dedos en su pelo, ladeando la cabeza para darle más espacio. Su olor, su calor, su trato… me estoy perdiendo en las sensaciones, gimiendo extasiado al sentir como enviste contra mi pelvis, simulando hábiles estocadas que me vuelven loco, haciéndome desearlo aún más.
¿Cómo llegamos a esto? No lo sé. Sólo recuerdo que paramos en ese parque al que nos encantaba ir cuando éramos pareja, donde estuvimos un rato platicando de todo y nada. No faltaron las miradas incómodas, los roces casuales y las caricias furtivas e inocentes. Hasta que la tensión sexual se hizo tan insoportable, que nos obligó a irnos de allí para buscar algún lugar donde pudiéramos darle rienda suelta al fuego que ambos sentíamos.
No pensé en Vegeta, ni siquiera me acordé de él. Sólo deseaba terminar con esa desagradable sensación de remordimiento que me invadía siempre que veía a Broly, y de paso satisfacer la intensa atracción que seguía sofocándome al sentirlo cerca de mí.
Estamos en un cuarto de hotel, donde nadie me conoce ni puede criticar mis acciones. Es más fácil para mí creer que mi novio hace cosas indebidas con mi hermano, porque de ese modo logro subyugar el sentimiento de culpa que me produce estar a punto de tener relaciones sexuales con mi ex. Me dejé influir por los celos… ¿Qué tan mala decisión fue?
- ¡Ahhh!- Gimo fuerte cuando Broly muerde cerca de mi clavícula, retorciéndome de placer al sentir como una de sus manos se mete en mis jeans y comienza a masturbarme de la forma exacta que me hace enloquecer. –Mng… mnh… ah… ¡S-Sigue!- Curvo la espalda, aprieto los dedos, muerdo mis labios. ¡Se siente bien! Pecaminosamente bien…
El tiempo avanza, ya estamos desnudos. Broly sigue encima de mí, besándome salvajemente, mientras me penetra con tres de sus dedos. Una de mis piernas está sobre sus hombros, sigo boca arriba en el colchón. No logro mantener los ojos abiertos, el placer que siento es demasiado abrumador. Hasta que su miembro abriéndose paso en mi interior me paraliza, doliéndome y encantándome a la misma vez. Jadeo, gimo, grito… tan hundido en las sensaciones, que ni siquiera tengo noción de la cruda realidad.
Le estoy siendo infiel a Vegeta…
…
Reina el silencio, ninguno de los dos se atreve a romperlo. Broly está recostado junto a mí, con el rostro viendo hacia arriba y la mirada perdida en el techo. Yo por mi parte estoy encogido en posición fetal, sintiéndome el ser más despreciable del mundo. Sudado, pegajoso y agitado… untado de fluídos que prueban la vileza que recién cometí.
Mis ojos arden, mientras la consciencia llega a mí como un baldazo de agua helada. Mi corazón grita y reprocha, herido e indignado con mis actos. Mi mente es un caos, en el cual predominan pensamientos fatalistas e infames que punzan mi cabeza tan fuerte, que me veo forzado a presionar mis sienes con los nudillos para tratar de apaciguar el dolor.
No… ¡No! No, por favor… díganme que no es cierto que engañé a Vegeta… ¡Por favor!
-Kakarotto…- Una mano se posa en mi brazo, exaltándome y haciéndome dar un brinco.
Es Broly; se ha girado a verme, sonriendo con algo parecido a la ternura. Yo niego, antes de que vuelva a decir algo, levantándome de golpe y apresurándome a buscar mi ropa.
-Esto no debió pasar…- Sollozo, recogiendo prendas del suelo.- Yo no… no debí… tú no…
Es una escena tan patética y cliché, que me asquea y hace que sienta ganas de vomitar.
- Tú me gustas, yo te gusto… ¿Cuál es el problema?- Replica él, sentándose en la cama.
Yo no respondo, dedicándome a vestirme lo más rápido y de la mejor manera posible.
- ¿Kakarotto?- Insiste Broly, llendo hasta mí para rodearme con sus brazos.- ¿Qué pasa?
Me tenso de inmediato, la repulsión hacia mí mismo alcanzando niveles impresionantes.
- Tengo novio, Broly.- Musito en un hilo de voz, zafándome de su agarre.- ¡Tengo novio y lo engañé contigo!- Finalmente exploto, rompiendo en llanto.- ¿Qué clase de persona hace eso? ¿Qué clase de persona daña a quien más le importa sólo porque sí?- Tiro de mi cabello, llorando audiblemente.- ¡Soy una mierda de persona! Vegeta… no merece esto…
- ¡¿Y yo sí?!- Objeta, tomándome de los hombros para girarme y así quedar viéndonos frente a frente.- Responde, Kakarotto… ¿Yo sí merecía que me dejaras para estar con él?
Quedé perplejo, incapaz de emitir palabra alguna. No sabía cómo, mucho menos qué responder. Su mirada era intensa, llena de resentimiento y congoja, clavándome puñales de hielo directo al corazón. Su agarre me lastimaba, estaba aplicando demasiada fuerza.
-A Vegeta lo amo, Broly…- Hablé como pude, viéndolo directamente a los ojos.- A ti no.
Eso bastó para que me soltara y empujara lejos de él, tan ferozmente que mi cuerpo perdió balance y por poco caigo de rodillas al suelo.
- Tienes mucha razón…- Masculla, tensando los puños y la mandíbula.- ¡Eres una mierda!
* * *
Llegué a casa cerca de las siete, con el cabello aún húmedo y el perfume de Broly impregnado en mi piel. La lucidez me golpeó en cuanto los efectos de mi orgasmo pasaron, flagelándome emocionalmente de manera bestial. Sólo pude vestirme y huír de ahí lo más rápido posible, recobrando la consciencia y entendiendo que acababa de cometer el peor error de mi vida. Porque si Vegeta llegaba a enterarse, nuestra historia terminaría en un parpadeo y de paso me ganaría su repudio por el resto de la eternidad.
Agradecí no encontrarme a nadie de camino a mi habitación, pues de lo contrario no sabría cómo justificar el por qué salí a escondidas y la razón de verme así de miserable. Pero al llegar a la puerta, los pasos de alguien atrás de mí me sobresaltaron, haciéndome girar y encontrarme con Raditz mirándome con cara de circunstancias.
- Hola…- Lo saludé del modo más idiota posible, tragando saliva con dificultad.- ¿Qué…?
No me respondió, limitándose a observarme de pies a cabeza con el entrecejo fruncido.
- ¿De dónde vienes?- Quiso saber, su tono de voz sonando demasiado lúgubre y sombrío.
- De por ahí… nada especial…- Mentí, agarrando la manija de la puerta para abrirla.
Mi hermano frunció aún más el entrecejo, dando un par de pasos hacia mí para bajar un poco el cuello de mi playera, descubriendo las marcas que Broly había dejado en mi piel. Asustado quité su mano y retrocedí, acorralándome a mí mismo contra la puerta.
- R-Raditz… y-yo… e-esto n-no…- Luché por excusarme, sintiéndome pequeño e indefenso bajo el peso de su acusadora mirada.
- Te acostaste con Broly.- No lo preguntó, lo afirmó, apartándose como si le asqueara.
- ¿Qué? C-Claro que n-no… ¿Por qué piensas…?
Se metió la mano al bolsillo de su chaqueta y me extendió mi celular, produciéndome un sentimiento de horror tan grande que deseé desaparecer en ese preciso instante.
-El último mensaje enviado era para él.- Hizo notar en tono gélido.- Estaban juntos, ¿no?
Negué con la cabeza, pero el rastro de lágrimas en mis mejillas, tristemente me delató.
- N-No… n-no se lo digas a…
Me cortó con una fuerte carcajada llena de ironía, dando aún más pasos lejos de mí.
- Eres detestable, Kakarotto.- Escupió, dándome una mirada llena de veneno y decepción.- Vegeta no merece a alguien como tú en su vida…
Mi corazón crugió, rasgándose un poco dentro de mí.
- ¿Sabes por qué estábamos juntos en el centro comercial hoy?- Continuó, reprimiendo lo más que podía su creciente furia.- Porque lo eligieron como el representante oficial de nuestra facultad en la exposición de jóvenes promesas de la fotografía, y yo lo invité a comer para celebrar la noticia. Todos notan que las cualidades de Vegeta se desbordan, el único imbécil que no se da cuenta eres tú.- Se veía cada vez más decepcionado.- Mientras hacías tu berrinche, él trató de contarte su logro… pero claro, eres demasiado inmaduro y egoísta para ver más allá de tus propias convicciones.- Me dio la espalda, ignorando totalmente mis lágrimas.- ¿Te da celos verme con él?- Espetó en un susurro mordaz, volteando sólo su cabeza para observarme con reproche.- Pues que lástima, porque soy su mejor amigo y aunque te moleste, eso no va a cambiar. Vegeta significa mucho para mí, Kakarotto… y esta vez sí que no permitiré que lo hagas sufrir. Eres mi hermano y todo lo que quieras, pero eso no me obliga a estar de tu lado, mucho menos a cubrir tus fallos. Y esto que hiciste… te aseguro que fue caer muy bajo… incluso para ti.
Dicho esto se fue, dejándome hundido en la más intensa e insufrible agonía emocional.
Soy una completa mierda…
-¡Raditz!- Grité, llendo detrás de él por las escaleras, alcanzándolo justo antes de que cerrara la puerta de entrada a sus espaldas.- Tienes razón… estuve con Broly… y le fui infiel a Vegeta. Merezco todo lo que dices… sé que volví a cagarla y que quizás él estaría mucho mejor sin mí en su vida…- Tomé aire, luchando para que mi voz no se rompiera por culpa del llanto que tenía atorado en la garganta.- Pero, aunque no lo creas… lo amo… ¡Lo amo más que a nada! Más que a nadie y… estoy muy arrepentido de lo que hice…- Bajé la cabeza, sollozando despacio.- Soy una mierda… una completa mierda…
Mi hermano me observó en silencio, aún con su mano sosteniendo el pomo de la puerta. Hasta que suspiró y volvió sobre sus pasos, cerrando detrás suyo y llendo a mí con el semblante más indescifrable del mundo. Puso dos dedos en mi barbilla y levantó mi cabeza, obligándome a hacer contacto visual. Su mirada seguía pintada de decepción y enojjo, pero un pequeño brillo de entendimiento la hacía ver mucho menos acusadora.
- No te trates así.- Dijo firme, haciendo una mueca.- No eres una mierda, Kakarotto. Lo que pasa contigo es que no superas tus inseguridades, y eso te hace actuar como un idiota. Aún eres un niño, me atrevería a decir que ni tú mismo sabes qué es lo que quieres en verdad.- Quitó su mano, cruzándose de brazos.- No dudo que ames a Vegeta, pero… sí dudo que el amor que sientes sea suficiente para mantener en pie su relación.
Lo miré incrédulo, secándome las lágrimas con el dorso de la mano.
- ¿A qué te refieres?- Quise saber, mi voz sonando entrecortada por el llanto.
Demoró unos segundos en contestar, tiempo en que se dedicó a escrutarme fijamente.
- El amor no basta, enano.- Prosiguió, volviendo a suspirar.- También debes ser consciente de tus actos y entender que no puedes dejar que tus inseguridades te cieguen. No puedes hacer estupideces cada vez que sientas celos o enojo, tampoco puedes esperar que Vegeta tolere o perdone cada uno de los fallos que cometas. Debes madurar, Kakarotto. De lo contrario, es mejor que cortes por lo sano y termines con él.
Sus palabras me aturdieron, dejándome boquiabierto.
- No… no haré eso.- Rebatí con firmeza, arrugando el ceño.- ¿Acaso no escuchas lo que digo, Raditz? Amo a Vegeta más que a nada en este mundo… lo único que quiero es estar con él… que no se aleje nunca de mí… que me ame siempre, a pesar de todo… que sea…
- ¿Que sea sólo tuyo?- Me interrumpió, sonriendo con amargura.- No, Kakarotto. Las cosas no funcionan así. ¿Dimensionas tus palabras? Hablas como alguien obsesionado, no enamorado. ¿En serio sientes lo que dices? Porque si es así, créeme que estás muy mal.
Hice una mueca, apretando los puños con frustración. ¿Qué sabía él de mis sentimientos?
- Se lo dije a Veg y ahora te lo digo a ti…- Continuó, serio.- ¿Eres consciente de que la historia se está repitiendo?
Me miró por última vez y regresó a la puerta, saliendo de la casa tras cerrar detrás suyo.
Y yo sólo me quedé ahí, al centro del living, agonizando bajo el peso del remordimiento.