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Bendita Farsa por FictionLover

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Notas del capitulo:

Hola Babys ^.^

Hemos llegado al final oficial del fic...

Me da nostalgia llegar a esta instancia, después de casi dos años publicándolo :(

Acá aplica esa frase de "Todo inicio, tiene su final" u_u

Y aunque el de esta historia sea triste, muchas concordarán conmigo en que es realista... quizás demasiado realista para algunas personas. Pero así es la vida, no siempre da segundas oportunidades... o bueno, en el caso de Vegeta y Goku... terceras oportunidades, ya que su relación se había roto antes :c

En fin...

Dedicado a:

+RuthLulú

+Son Gokou Kakarotto

Gracias por sus rws ^.^ alimentan a mi dispersa inspiración :'D

* Les recomiendo escuchar esta canción mientras leen, porque fue con la que escribí y me inspiré para el desenlace de la historia. Una canción de amor - https://www.youtube.com/watch?v=XJbE4gZF1q8

Ahora sí... comencemos ^.^

EPÍLOGO

Cinco años después…

Sentado en el medio, rodeado de sus compañeros, Gokú escuchaba atento las palabras del Doctor Roshi, jefe de cirugía. El auditorio estaba en completo silencio, el cual se rompía sólo gracias a la charla motivacional que les daba aquel experimentado hombre. Llevaba ya tres meses como interno en el Hospital General de Tokyo, tiempo en que todo en él se había puesto a prueba de las maneras más inesperadas. Con veintitrés años cumplidos, el menor de los hermanos Son estaba hecho todo un hombre. Poco quedaba del jovencito impulsivo, frágil e inseguro de antaño, su personalidad siendo lo que más había cambiado a lo largo de ese tiempo. Y si bien aún quedaba mucho de su dulzura e ingenuidad, Kakarotto era ahora alguien con las cosas claras y las emociones estables.

- Nunca olviden por qué están aquí, lo dijeron el día que se graduaron de la escuela de Medicina.- Decía el mayor, en tono serio.- Hicieron un juramento, recuérdenlo siempre. Pónganlo en su casillero, en el espejo de su baño… porque perder el camino es sencillo.

Levantó su mano derecha, haciendo que todos sus internos  imitaran su acción. Por acuerdo tácito los jóvenes se pusieron de pie, reflejando una admiración pura en sus miradas. Y mientras hablaba, Gokú fue repitiendo en susurro cada palabra, sintiéndose pleno y feliz, agradecido y en paz, seguro como nunca de que ejercer la medicina sería el motor de su vida por el resto de sus días.

- Juro solemnemente consagrar mi vida al servicio de la humanidad, dándoles a mis maestros el respeto y la gratitud que se merecen. Ejerceré mi profesión con consciencia y dignidad, la salud de mis pacientes será mi consideración número uno. Hago estas promesas solemnemente, libremente y por mi honor…- Corearon todos aquel juramento.

Se deshizo de los guantes quirúrgicos y los echó al bote de basura, quitándose de paso la bata blanca y dejándola sobre el respaldo de una silla. Al fin habían terminado sus más de setenta horas de guardia en el hospital, durante las cuales a pesar de ser sólo un interno, le habían permitido asistir a uno de los especialistas en una compleja cirugía a corazón abierto. Kakarotto era el mejor de su generación, lo que se veía muy reflejado en el trato que le daba su jefa de residentes y el cuerpo de cirujanos en general.

Salió de Urgencias y caminó directo al área de casilleros, deseando quitarse el uniforme e irse a su departamento a dormir las próximas veinticuatro horas que tenía libres. Cuando llegó lo primero que hizo fue sacar su bolso con cambios de ropa limpia, deshaciéndose de los pantalones y la polera celestes que debía usar a diario, para sustituirlos por jeans negros ajustados y una sudadera azul. Sacó su botella de agua y bebió de ella a sorbos largos, mientras el resto de sus compañeros iba llegando también.

- Ey, Gokú.- Lo saludó Yamcha, mientras pasaba a su lado.- ¿Vendrás con nosotros al bar?

- No lo creo.- Respondió él, cerrando el bolso y metiendo todas sus pertenencias de vuelta al casillero.- Estoy muerto, necesito dormir.

- Déjalo, Yam.- Intervino Turles, chocando hombros a propósito con él cuando pasó a su lado para ir hasta su locker.- Mister cerebrito nunca aceptará divertirse como nosotros, porque sabe que eso podría dejar una mancha permanente en su impecable currículum de nerd.- Se burló, riendo maliciosamente.- Te importa más la aprobación de tus jefes que la de tus compañeros, ¿no es así, Son?- Lo provocó, deshaciéndose de su uniforme.

Gokú bufó y lo ignoró deliberadamente, cerrando su casillero y saliendo de allí sin emitir palabra alguna. Estaba acostumbrado a las constantes provocaciones de ese chico, tanto así que ya hasta había aprendido a lidiar con ellas haciendo uso de su total indiferencia.

Se tiró en su cama luego de ducharse, usando sólo un bóxer rojo y una playera olgada. Ronroneó ante la comodidad de su almohada, metiéndose entre las sábanas para dormir hasta no poder más. El cuarto estaba en penumbras, a ratos alumbrado tenuemente por las luces de los autos que transitaban por la avenida. Eran apenas las ocho de la noche, pero el cansancio de Kakarotto lo hacía creer que pasaban de las tres de la madrugada. Cerró sus ojos, suspirando suavemente, el sueño apresándolo de a poco entre sus redes.

- Veg…- Murmuró adormilado, mientras la imagen clara del peli-flama irrumpía su mente, remeciéndole el mundo como cada vez que sin quererlo volvía a pensar en él.

Una lágrima rebelde resbaló por su mejilla y se perdió en la funda, justo cuando su ingrato corazón hacía que su mente evocara el recuerdo de ese atractivo y varonil joven del que seguía perdidamente enamorado, pese a que llevaba cinco largos años sin verlo.

Gokú había sido incapaz de amar a alguien más luego del brusco término de su relación, a pesar que se dio a sí mismo la oportunidad de conocer y salir con nuevas personas. Tuvo un par de noviazgos fugaces los primeros años post quiebre, pero estos acabaron pocos meses después de empezar por culpa de su obvia falta de interés. No podía evitar comparar a todas sus posibles parejas con Saiyan, lo que resultó tan contraproducente que más temprano que tarde dejó de intentar restaurar su fallida vida amorosa.

Vegeta seguía siendo el único en su vida, pese a que lo suyo sería siempre causa perdida.

* * *

Con un suave suspiro bajó su cámara, haciendo un gesto de aprobación con la cabeza para dar por finalizada la sesión de ese día. Se dispuso a desmontar el trípode, mientras el elenco de actores suspiraban también y se acercaban a él para despedirse, lléndose hacia los camerinos a quitarse el vestuario utilizado para la puesta en escena.

Vegeta llevaba una ardua temporada siendo el fotógrafo oficial de la secuela de una exitosa película, por lo que habían sido semanas muy intensas llendo y viniendo al set de filmación, pues el director lo quería atento en todo momento para que le fuera fácil poder plasmar en imágenes estáticas las escenas más representativas.

A puertas de cumplir sus veinticinco años, el joven Saiyan se había hecho de renombre entre los medios de Hollywood, trabajando desde que se graduó como fotógrafo profesional con diversas eminencias en el rubro artístico. Su talento nato lo volvían una excelente opción, tanto para agencias de modelage como productoras de imagen cinematográficas, logrando que su currículum profesional fuera amplio y reconocido.

- ¿Qué tal te quedaron, Saiyan?- Le preguntó el productor del film, entrando al plató justo cuando la joven promesa de la fotografía terminaba de guardar su equipo.

- Bastante bien.- Fue su escueta respuesta, cerrando el estuche donde almacenaba las cámaras que utilizaba para trabajar.- Pero ya lo verá cuando las revele.

El hombre mayor asintió en conformidad, permitiéndole irse sin añadir nada más.

El peli-flama andubo hasta su despacho, planeando ponerse a revelar ya mismo el lote de imágenes para que la producción las tuviera a su disposición, de modo que pudieran comenzar ya con la distribución de los posters promocionales de la película.

Mientras hacía su trabajo, su celular empezó a vibrar sobre su escritorio, distrayendo su atención. Haciendo una mueca lo contestó, intrigado al ver el remitente de la llamada.

- ¿Tarble?- Su voz sonó interrogante, ya que llevaba meses sin hablar con su hermano.

Lo último que supo fue que él y Raditz se habían comprometido, pocas semanas después de irse a vivir juntos como una pareja más que establecida, y que el menor de los Saiyan estaba sacando la cara por los dos haciéndose cargo de la empresa familiar. Desde su decisión de irse a Estados Unidos, poco y nada sabía de su familia, lo cual el mismo Vegeta prefería para evitar enterarse de cosas que pudieran influirlo negativamente.

- ¡Veg!- Fue el efusivo saludo que recibió, haciéndole imaginar que de seguro su hermanito tenía una enorme sonrisa de felicidad trazada en los labios.- ¿Por qué eres tan ingrato? ¡Ni un miserable mensaje de texto me mandas para saber cómo estamos por acá!- Era un reproche, pero el tinte risueño en su voz le restaba credibilidad.

- Sabes que tengo mucho trabajo, enano. Es tu deber informarme de las cosas importantes, ya te he dicho que lo demás puedes guardártelo para ti, porque no me interesa.- El tono del Saiyan mayor era arrogante, desdeñoso y desinteresado, algo con lo que Tarble estaba más que acostumbrado a lidiar.

- Tú no cambias.- Su voz reflejó el puchero que hizo, aunque la alegría que lo embargaba no desapareció.- Como sea, te llamo para informarte que Rad y yo nos casamos este fin de semana.- Le comunicó.

La sorpresa de Vegeta fue tal, que lo hizo levantarse de golpe de la silla.

- ¡¿Qué?!- Prácticamente gritó, casi tirando el teléfono al piso de la pura impresión.

- Lo que oíste.- Rió el menor, anegado en felicidad.- Y quiero que tú seas mi testigo.

El peli-flama se pasó una mano por el cabello, mordiéndose la lengua para no soltar algún comentario mordaz. ¿Quién era él para opacar la alegría de su hermano? A fin de cuentas era mucho el tiempo que llevaba de novio con Raditz, quien por cierto seguía siendo su mejor amigo a pesar de la distancia, y sabía que si habían decidido dar un paso tan grande, era en base al amor mutuo que ambos se tenían.

Una punzada ya conocida atacó su pecho, mientras el recuerdo de un rostro de facciones aniñadas y hermosas aparecía en su mente, revolucionando cada átomo en su cuerpo. No podía evitar pensar, por más que lo negara, que de no haber salido todo tan mal entre ellos, Kakarotto y él podrían haber dado ya ese paso en su relación. Ese paso que unía sus vidas, motivado únicamente por ese sentimiento puro e inquebrantable que sentían. No obstante todo había salido muy distinto, la inmadurez de Gokú y su propio orgullo, haciendo imposible que su relación sobreviviera a las malas decisiones de su juventud.

- ¿Veg?- Tarble llamó su atención, bajándolo de su nube.- ¿Sigues ahí? ¿Está todo bien?

- Sí… sí, enano, está todo bien.- Dijo, omitiendo su sentir.- De acuerdo, seré tu testigo.

El Saiyan menor se alegró ante la aceptación, empezando a parlotear incansablemente sobre los preparativos de su boda, lo feliz que se sentía y las ganas que tenía de verlo. Vegeta le oía en silencio, notando como el recuerdo de Gokú seguía agitando su corazón.

Si sólo bastara con el amor, tú y yo seguiríamos juntos… Pensó, preso de la melancolía.

* * *

- Y por el poder que me otorga el estado, los declaro esposos.- Concluyó el juez de paz.

Un dulce beso selló la unión entre ambos jóvenes, mientras los invitados aplaudían sinceramente alegres. Familiares y amigos celebraban el inicio de su nueva vida, deseándoles lo mejor entre abrazos fraternos y palabras de aliento. Era una tarde soleada, de cielo despejado y suave brisa cálida, idónea para tan bella celebración.

La ceremonia terminó y la fiesta dio inicio, animando el ambiente con música, juegos y un exquisito banquete. Todos los presentes disfrutaban, brindaban por la feliz pareja y se divertían, llenando el lugar de risas y efusivas conversaciones.

Raditz y Tarble eran el centro de todas las miradas, el mayor de los hijos Son engalanado en un elegante traje negro, mientras que el más pequeño de los Saiyan relucía cual ángel vestido de blanco.

- Más te vale hacerlo feliz, sabandija.- Advirtió Vegeta a su mejor amigo, cuando éste se sentó a su lado en la mesa que ocupaba junto a sus más cercanos.- Y pobre de tus huevos si no cumples, ¿queda claro?

- Sabes que lo haré.- Respondió el mayor con una sonrisa nerviosa.- No por nada estoy enamorado de él desde los dieciocho.

El peli-flama gruñó, desviando su mirada con desinterés. No obstante sus ojos tropezaron con unos brillantes y expresivos, que de forma instantánea revolvieron su estómago y agitaron su corazón.

Kakarotto se veía hermoso vistiendo ese traje azul oscuro, el cual era condenadamente similar al que llevaba puesto la maldita noche de mayo en que su noviazgo terminó.

El menor de los Son no pensaba distinto, embobado en lo guapo que se veía Vegeta vestido de gala, usando derivados de gris que le sentaban tan bien a su acanelada piel.

Ninguno de los dos era consciente de que se miraban demasiado a menudo, tan frecuentemente que incluso sus recién casados hermanos eran capaces de notarlo. Tarble frunció el ceño al observar la expresión enamorada en el rostro de Gokú, ya que aún recordaba lo mucho que su hermano había sufrido a causa de sus inmaduras acciones. No obstante el tiempo era sabio y había hecho que le perdonara de corazón, aún cuando sabía que sería el primero en oponerse si en un caso hipotético esos dos volvían. Raditz en cambio sólo negaba con su cabeza, seguro que sin importar cuántas tonterías hiciera Kakarotto, su amigo seguiría siempre perdidamente enamorado de él.

Los ahora esposos compartieron una significativa mirada, haciéndole una señal al DJ para que bajara la intensidad de las luces y cambiara el ritmo de las canciones.

Pronto la iluminación se atenuó, mientras una bella melodía, mezcla de guitarra y voz, inundaba el lugar. Esto incentivó a los invitados para comenzar a llenar la pista de baile, la gran mayoría llevando de su mano a sus respectivas parejas o acompañantes.

Gokú observó a su alrededor algo incómodo, no obstante una mano extendida en su dirección lo hizo dar un ligero respingo, acelerando a tal grado los latidos de su corazón que por un segundo creyó que se le saldría por la boca. Vegeta estaba frente a él, invitándolo a bailar en silencio, sólo dejando que sus profundos ojos negros expresaran lo que su boca ya no era capaz.

Totalmente embelesado aceptó, entrelazando sus dedos con los del mayor, lo que por consiguiente lo llenó de una infinita paz. Olvidándose de todo a su alrededor, se situaron al centro de la pista, Saiyan posando sus manos en la cintura del menor, mientras éste se aferraba a sus hombros, ambos sólo dejándose llevar por la bella melodía que sonaba.

Camino un tiempo y luego pienso

Que no puedo ganarle a este invisible viento

Que no me deja avanzar

Y ya no puedo respirar lejos de ti…

Se miraban a los ojos mientras bailaban a ese suave compás, perdiéndose en las muchas sensaciones que tenerse así, tan cerca después de tantos años, provocaba en sus aún muy resquebrajados corazones. Se sentían metidos en una burbuja, dentro de la cual su amor revoloteaba como antaño, acelerándoles los latidos, devolviéndoles las ilusiones y realzando como nunca sus ganas de estar juntos otra vez.

Lentamente Gokú entrecerró sus ojos, al tiempo que Vegeta lo apegaba más contra él, uniendo de tal modo ambos cuerpos que la fragancia inconfundible del peli-flama invadió los sentidos del menor. Los sentimientos se desbordaban en sus pupilas, los dos tan perdidos en la mirada del contrario, que parecían seducidos por algún poderoso hechizo del cual ninguno deseaba escapar.

Raditz y Tarble les veían desde lejos, tiernamente abrazados en un rincón, siendo invadidos por una repentina e intensa sensación de impotencia. Porque los dos sabían que, sin importar cuán enamorados estuvieran sus hermanos, era imposible que los vestigios de su amor tuvieran la fuerza necesaria para incitarlos a volver. El orgullo de Saiyan, sumado al miedo de Kakarotto, eran impedimento suficiente para evitar que su relación floreciera una vez más.

Esta no va a ser la mejor canción

Y es que no lo puedo hacer mejor

Es sólo una canción de amor para ti…

Vegeta rodeó con sus brazos a Gokú, mientras éste hacía lo mismo, abrazándolo por el cuello y descansando la cabeza en su pecho. Sin dejar de moverse, procesaban las frases que la letra de esa canción expresaban, sintiéndolas de pronto tan adecuadas que sus corazones se estrujaron dolorosamente.

Y es que, independientemente de cuánto se amaran, independientemente de las ganas que los desbordaran de intentarlo de nuevo, esta vez sus mentes estaban claras y sabían que no iba a funcionar, pues por más grande que fuese el amor que sentían por el otro, sus mayores defectos seguían presentes en sus personalidades, lo cual sólo haría que la historia se repitiera, en el improbable caso que quisieran tratar de retomar su relación.

Son sintió las lágrimas deslizándose por sus mejillas, lo que le hizo aferrarse a su ex novio con aún más fuerza. Y éste, adivinando su estado o tal vez sintiéndose exactamente igual, correspondió y afianzó su abrazo, ocultando el rostro entre esos cabellos alborotados que aún desprendían ese aroma que tanto lo embelesaba.

El tiempo pasa y me arrepiento

Porque día y noche busco, busco y no te encuentro

Y así te empiezas a alejar

Y ya no puedo soportar vivir así…

Volvieron a mirarse, ambos con los ojos desbordados en lágrimas.

Saiyan parpadeó para deshacerse del incómodo ardor en sus pupilas, luchando por controlar el montón de sentimientos que corrían a toda velocidad por sus venas. Quitó con la yema de sus dedos el surco de llanto en las mejillas de Kakarotto, añorando con cada partícula de su sistema el besar sus labios, pero reusándose a hacerlo con igual intensidad. De pronto deseó escapar, tal como lo había hecho años atrás, para no tener que hacerle frente al punzante dolor que significaba estar cerca del menor, sin poder demostrarle cuánto aún lo amaba. Se sintió idiota, se sintió ridículo, se sintió un completo imbécil. No obstante antes de poder reaccionar, el roce de unos labios sobre los suyos desató el caos en su interior, lanzando su corazón en caída libre por una espiral infinita de sensaciones difíciles de explicar.

Se abrazó a Kakarotto y lo besó con el mismo anhelo, necesidad y mil sentimientos más con que éste le besaba a él, perdiéndose en ese adictivo sabor que durante tanto tiempo había extrañado. Fue un beso desesperado, anegado en promesas rotas y juramentos difíciles de cumplir, teñido de una melancolía tan grande que soltó las cadenas de sus más profundas tristezas, haciéndolos romper en un llanto silencioso y desconsolado.

Esta no va a ser la mejor canción

Y es que no lo puedo hacer mejor

Es sólo una canción de amor para ti…

Tras un minuto el beso se rompió, llevándose consigo las fuerzas de ambos. Los ojos de Son aún mostraban arrepentimiento, la mirada de Saiyan reflejando infinita decepción. Y es que por más que los años se acumularan, la realidad de aquella destruida pareja seguía siendo la misma. A uno le faltaría vida para arrepentirse de sus errores, mientras que el otro jamás podría olvidar los estragos de su infame pasado.

Vegeta quiso hablar, sin embargo fue incapaz de hacerlo, alejándose de Kakarotto como si de pronto su contacto le quemara. Éste agachó la mirada y le soltó, permitiéndole aplicar toda la distancia que hiciera falta. Entonces las palabras finalmente salieron, dándole y arrevatándole la esperanza al menor en menos de diez segundos.

- Si sólo el amor bastara, mi corazón ya habría podido perdonarte…

Ya no tengo tiempo que perder

Pensaré en mí alguna vez

Y va a ser mejor de lo que fue

Para ti…

Para mí.

Notas finales:

Conclusión?? Se aman aún, pero eso no basta para que vuelvan a estar juntos :(

Falta todavía el final alternativo, que tal vez a muchas les guste más que el original e_e

Así que espérenlo la próxima semana (:

Muchas gracias por leer bellas criaturitas <3


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