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Bendita Farsa por FictionLover

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Notas del capitulo:

Hello babies!

*La abuchean, mientras le lanzan ladrillos y perros furiosos*

Nooo, otra vez volví a demorarme más de la cuenta! Lo siento muchísimo de verdad u.u Pero me bloqueé horriblemente con una de las escenas del cap. y eso sumado a que tuve una prueba súper difícil para la cual estudiar me complicó mucho y me fue imposible actualizar antes u.u De verdad lo lamento mucho, porque sé que esperaban el cap. hace varios sábados atrás :'c Pero ya ven... cuando la inspiración y la universidad se confabulan en mi contra no hay nada que pueda hacer >.<

En fin!! Espero compensar la demora ^^ Le traigo un cap. más larguito y les cuento que el siguiente ya está casi terminado :D Sólo me falta darle unos toques y ahora sí les prometo que llegaré puntual a actualizar el próximo sábado ;)

Ya hay ganadores del oneshot!! Tengo lectores súper buenos deduciendo :D

Eso o yo soy muy obvia jajajaja (?)

Cap. dedicado a mis lindos:

+Anónimo

+Charles

+Marycielo

+Anónimo

Gracias por cada review que me dejan!! Su apoyo me emociona muchísimo y no saben lo motivante que son sus palabras

Y obvio, gracias igual a mis lectores fantasmas que aunque no comentan, sí aumentan las lecturas y eso también es súper motivante ^^

Y ya!! Creo que escribí una biblia O.O

Comencemos!

CAPÍTULO 4: REMOVIENDO EL PASADO

Gokú’s POV:

Las hojas crujen bajo mis zapatillas, mientras una fría brisa típica de otoño me acaricia el rostro. El cielo está totalmente pintado de tonos grisáceos y varias nubes negras avisan la posible llegada de lluvia. Son pasadas las ocho de la noche y ya no queda nadie en los alrededores del parque en donde estoy. Un silencio abrumador se extiende por entre los árboles, metiéndose a través de cada rincón en este lugar tan florido y verde.

Me dejo caer pesadamente sobre el césped, apoyando la espalda contra el duro tronco de un enorme roble. Por mi nariz se cuelan los aromas dulzones de las flores recién regadas, mientras retazos de hierva igualmente húmeda se filtran a través de mi ropa, rozándome la piel.

Es una noche muy triste. Las nubes opacan el firmamento y ni una sola estrella es visible a lo alto. Ni un solo rastro de luna se aprecia desde mi posición y los faroles encargados de iluminar artificialmente las calles no están del todo encendidos, dándole a la nocturnidad propia de esas horas un aspecto aún más sombrío.

Jugueteo entre mis dedos con la V de plata que cuelga de mi celular, sintiendo la textura gélida y lisa que esta posee. Ojeo la pantalla y la fecha que allí yace marcada me estruja el estómago, apremiándome sin consideración alguna el corazón.

Hoy es dieciocho de octubre y, de haber estado juntos todavía, cumpliríamos tres años de relación.

Los ojos me escocen y un nudo me oprime dolorosamente la garganta, haciéndome difícil el respirar. Percibo como las lágrimas, salinas y cálidas, se agolpan en mis pestañas, luchando por abandonar la prisión entre mis párpados. Presiono la cabeza en la dureza del tronco en que me encuentro apoyado, sintiendo su áspera textura contra la tersa piel de mi mejilla derecha. Cierro los ojos fuertemente, tratando de  contener mi tristeza con las pocas fuerzas que me quedan, pero fallando patéticamente en el intento. El dolor se desliza por mi cara en forma de un llanto incontrolable, mientras el nudo se instala ahora en mi pecho y los sollozos se vuelven imposibles de retener.

- Soy… un imbécil…

Aprieto entre mis dedos el césped debajo de mí, sintiendo las primeras gotas de llovizna otoñal caer sobre mi piel. Y parece una broma, porque todo da la impresión de estarse confabulando para hacer ver este momento como el típico cliché de ex novio arrepentido, con lluvia y vientos helados incluídos en el pack.

Mi celular vibra y en la pantalla el nombre parpadeante de Broly aparece, pero no tengo ni fuerzas ni ganas de contestarle para explicarle por qué demonios lo abandoné sin previo aviso en medio del parque de diversiones al que tanto le insistí para ir.

Lo único que ronda mi cabeza es la imagen de Vegeta besándose, a vista y paciencia de todo el mundo, con esa mujer de cabellos y ojos azules a la que en mi vida había visto antes y que ahora mismo es el blanco de mis peores pensamientos. Mi pecho duele como si en vez de corazón tuviera una herida abierta a la que impregnan sin reparo con alcohol puro, mientras esa maldita visión se reproduce en mi mente una y otra vez.

Dieciocho de octubre…

Por inercia marco su número en el teclado táctil, importándome una mierda si mi voz suena ahogada en llanto al hablarle. Timbra varias veces, pero al fin llega hasta mis oídos el varonil tono de su voz del otro lado del auricular, revolucionando inevitablemente las células en mi cuerpo y haciéndome casi imposible poder retener el jadeo que se me quiere escapar de la garganta al escuchar como mi nombre se desliza tan exquisitamente entre sus labios.

- Kakarotto.- Susurra suavemente, con esa actitud típica suya de fastidio mezclado con resignación, que no puedo evitar sonreír en medio de mi dramático estado al imaginar que de seguro estaba esperando mi llamada.

- Estoy… en nuestro lugar.- Le digo apenas, tratando de no sonar tan miserable y rogando a los Dioses de todo el universo que interprete mis palabras como una suplicante invitación para que venga.

El silencio que le sigue a mis palabras me aterra, sin embargo cuando escucho un leve suspiro de su parte, mi corazón vuelve a latir con una esperanza que sé que no me merezco.

Vegeta cuelga, pero estoy seguro de que cedió a mi tácita petición, ya que antes del característico tono de llamada finalizada, alcancé a escuchar claramente como encendía el motor de su auto.

Las gotas caen ahora con más fuerza, pero no deja de ser más que una suave llovizna.

Broly llama de nuevo y decido apagar el teléfono, ya que el remordimiento no deja de atormentarme y sinceramente mi relación con él es lo último que quiero pensar en este momento. Me paro y camino en medio del pequeño parque, el eco de mis pasos por la tierra humedecida siendo lo único audible en todo el área. La luna apenas se asoma por entre los nubarrones de lluvia, pero es suficiente para iluminar las copas de los árboles, regalándome una bella vista al degradarse el verde en las hojas conforme las toca la luz.

No puedo evitar sentirme invadido de nostalgia al estar aquí después de tanto tiempo, ya que la cantidad de recuerdos que tengo de este lugar es impresionante. Cada rincón atrae a mi mente una vivencia distinta, y la mezcla de anhelo y culpa que esto me causa es suficiente para apretar aún más la invisible cuerda alrededor de mi corazón.

De nuevo la imagen de Vegeta besando a Bulma aparece en mi mente, haciéndome patear el tronco del árbol que tengo más cerca para sacarme al menos un poco de la furia e impotencia que me provoca. Me siento horriblemente traicionado, pero el saberlo me hace sentir también como un estúpido de proporciones bíblicas. Porque es obvio que por ley no hay traición si no se está atado de palabra a alguien que decide besarse frente a tus ojos con otra persona que no eres tú, pero cuando tu corazón está irremediablemente atado al corazón de ése alguien que se besó frente a tus ojos con otra persona que no eres tú, es tarea imposible hacerle entender que no tiene por qué sentirse así de dolido y traicionado.

Para quitar esa imagen de mi cabeza, me concentro en revivir algo que desde que pasó me ha revolucionado el mundo y, ¿por qué no decirlo?, las ormonas también. Y es que esa noche que le pedí a Vegeta que se hiciera pasar por mi novio, fue la misma noche en que la vida me dio la oportunidad de poder probar sus labios otra vez.

Lo salvaje y ardiente de ese beso que llegó de improviso, tan repentinamente que incluso días después se me hacía difícil de asumir como algo real, es la razón de que hoy esté aquí sintiéndome como me siento. Porque yo juraba y perjuraba que mis sentimientos por él habían desaparecido el mismo día en que decidió irse del país a terminar la escuela en Estados Unidos, pero no… aquí siguen removiéndolo todo adentro, acelerándome maratónicamente los latidos cuando lo tengo cerca y haciéndome actuar igual de idiota e inmaduro que la tarde maldita en que lancé nuestra relación a la mierda por culpa de mis decisiones infantiles.

La lluvia aumenta un poco más y con ella aparece Vegeta, caminando con lentitud hacia mí. Lo veo inseguro, como reprochándose y cuestionándose el estar aquí, pero aún así no se detiene. Tiene el cabello humedecido por las gotas de agua, lo que hace que unos cuantos mechones caigan por su frente, haciéndolo ver sumamente atractivo ante mí. Sus ojos se clavan en los míos, logrando que me sonroje inevitablemente. Tiene esa expresión de fastidio en la cara, pero en su mirada puedo notar que se siente tan abrumado como yo. Lo conozco lo suficiente para no caer en su típica fachada de indiferencia, porque aunque me demuestra a diario que me detesta a nivel Dios, sé que desde la noche en que nos besamos ha estado experimentando mis mismos sentimientos.

- No sé quién de los dos es más imbécil.- Me dice en cuanto está lo suficientemente cerca, apoyándose distraídamente contra un árbol y cruzando los brazos enojado.- Tú por insistir en continuar con esto, o yo por seguirte el juego sabiendo que acabará mal.

Sonrío con timidez, rindiéndome ante esa penetrante mirada que me derrite por dentro.

- Tú eres demasiado temperamental y yo soy demasiado infantil.- Me sincero, andando hacia él e impidiendo que huya de mí al acorralarlo contra el árbol, poniendo ambos brazos a los costados de su cuerpo.- Eso nos hace a los dos un par de imbéciles por igual.

Vegeta sonríe de lado y muero, porque sé que lo hace a propósito. Él sabe que jamás he podido resistirme a ese tipo de sonrisas tan pícaras, así como sabe también que es capaz de dejarme a sus pies con sólo un par de palabras dichas con el tono adecuado.

- Qué quieres de mí, Kakarotto?- Pregunta con la voz tan suave, tan rendida, tan seductora… –¡lo hace a propósito, lo sé!– que me deja irremediablemente a su merced.

- Todo…- Confieso entrecortadamente, cayendo en el encanto de sus profundos ojos negros.- Lo quiero todo de ti, Vegeta.

Y es ahí que pierdo el control de mí mismo al tenerlo tan tentadoramente cerca,, apegándome más a él para obtener mayor contacto con su cuerpo. Jadeo de anticipación cuando responde enredando sus brazos alrededor de mi cintura, derritiéndome como chocolate al sol al sentir sus labios rozando sensualmente los míos. Me está provocando descaradamente y lo sabe, ya que puedo percibir sus dobles intenciones en cada uno de sus gestos. No me quedo atrás y corto sin pensar la ínfima distancia que nos separa, robándole un beso igual de apasionado y excitante   como el que él me dio a mí hace casi un mes atrás. Muerdo la delicada piel de su labio inferior, gimiendo al tener su lengua jugando con la mía dentro de mi boca. No pasan ni tres segundos cuando soy yo el que está acorralado de espaldas contra el tronco del árbol, siendo besado con una lujuria y experticia tan extasiantes que deberían estar prohibidas por la ley. El aire se hace escaso, pero no nos importa, pues hemos esperado este momento demasiado ya. Vegeta se apega tanto a mí que nuestras entrepiernas rozan inevitablemente, terminando de una con cualquier sospecha de sensatez que pudiera habernos quedado.

- Ngh… V-Vegeta… ah…- Arqueo la espalda  al sentir esos labios pecaminosos bajando por mi cuello, enloqueciéndome con las caricias que su caliente lengua depositan en mi piel.

Su respiración entrecortada es lo único que llega a mis oídos, más  excitante incluso que el más poderoso de los afrodisíacos. Ladeo la cabeza para darle más espacio que marcar, siseando al notar como succiona fuertemente en varias zonas que seguramente mañana se pondrán violáceas. Pero no me importa… ahora mismo no me importa nada ni nadie que no sea Vegeta y el montón de sensaciones increíbles que me está haciendo sentir.

Es entonces que mando a la mierda a Broly y nuestra relación, cien porciento seguro esta vez de que no es él de quien estoy realmente enamorado.

Vegeta’’s POV:

Es inevitable. De una u otra manera termino cayendo siempre en las redes de Kakarotto, sin importar cuántas veces me prometa a mí mismo dejar de hacerlo. Es como si tuviera un imán que me atrae sin el maldito permiso de mi cerebro hasta él, como si el haber sido su novio en el pasado fuera ahora una especie de lazo irrompible.

Me pierdo en sus labios, en su aroma, en su piel. Marco su cuello sin consideraciones de ningún tipo y me comporto exactamente como sé que le vuelve loco, ansiando llevarlo al límite y probar de una vez por todas hasta dónde está dispuesto a llegar.

Sus besos son como una droga, letales y adictivos, pero los gemidos que de a poco va dejando escapar al compás de mis caricias es lo que me hace perder el control.

Es irónico como el destino juega con nosotros, poniéndonos en esta situación precisamente el día en que, hace dos años, celebrábamos nuestro primer aniversario juntos.. En ese entonces no éramos más que un par de niños incrédulos, jurando que por el sólo hecho de amarnos podríamos hacerle frente a lo que fuera. Claro está que no fue así, ya que bastó una discusión estúpida para destruír en minutos un noviazgo hermoso que nos mantuvo en el limbo de la cursilería por casi CATORCE meses.

La lluvia, que hasta hace unos minutos no era más que una suave llovizna, se ha convertido en un aguacero que cae sobre nosotros al filtrarse sin problemas por entre las ramas del árbol en el que estamos, pero ni siquiera lo helado de las gotas de agua es capaz de extinguir el calor en nuestros cuerpos.

Beso a Kakarotto con anhelo, rabia, rencor y necesidad; todos esos sentimientos mezclándose con el estúpido amor que todavía late por él en mi pecho. Muerdo sus labios y juego con su lengua de la manera que sé que más lo calienta, pues me conozco cada reacción suya como un libro aprendido de memoria. Y no puedo más que sonreír complacido al notar como se deja llevar, rindiéndose sumisamente a mis caricias. Sus ojos empañados de deseo me confirman que está dispuesto a llegar hasta el final, sin embargo las dudas me detienen y mi parte racional me devuelve de golpe a la realidad.

- No, Kakarotto.- Me alejo de él, respirando agitado y sintiéndome fatal.- ¡Esto está mal!

Me mira desconcertado, de seguro aún demasiado perdido en las sensaciones recientes.

- ¿Por qué?- Me pregunta extrañado, con una inocencia tan genuina y preciosa que por un instante me parece estar viendo al Kakarotto de catorce años del que me enamoré.

Intenta acercarse, pero se lo impido estirando mis brazos hacia delante y mostrándole la más seria de mis expresiones.

- Incumplimos la única regla que le impusimos a esto desde el principio.- Le digo serio, tratando de convencerme a mí mismo de que nuestra obvia atracción física y emocional es algo realmente malo.- ¿Acaso no lo entiendes? ¡No podemos seguir!

Un trueno suena a lo lejos, dándole al momento el tan infaltable toque cliché.

Kakarotto niega con la cabeza, haciendo otro intento por acercarse. Me toma de las manos y su contacto es tivio y suave, igual que toda su piel –la cual recorrí con mis dedos muchas menos veces de las que hubiera querido–. Me mira decidido y eso me aturde, pues han sido muy pocas las veces en que he visto decisión reflejada en sus ojos.

- ¿Por qué no?- Exige saber en tono igualmente serio, entrelazando nuestros dedos.- ¡Sólo es una estúpida regla!- Tira de mí, atrayéndome de vuelta hasta él, quedando otra vez nuestros labios a milímetros de distancia.- Vegeta, yo te…

No, no lo digas. Suplico en mi mente, sintiendo como mi corazón late ilusionado dentro de mi pecho, pero prefiriendo evitar que termine la frase, ya que sé perfectamente que si vuelvo a escuchar esas palabras salir de sus labios, caeré irremediablemente a sus pies y esta vez ni siquiera poniendo un océano de distancia podré rearmarme si me hace sufrir como la última vez.

- ¡No, Kakarotto!- Lo interrumpo, soltándome bruscamente de su agarre.- Se acabó.

Giro sobre mis pies para irme de ahí, pero no doy ni un paso cuando un grito me detiene.

- ¡Perdóname, Vegeta!

Su voz suena tan destrozada, tan afligida… que no puedo evitar voltearme a mirarlo.

Tiene la cabeza gacha y los ojos cubiertos por el húmedo flequillo que le cae por la frente, pero puedo notar claramente como sus hombros se sacuden con leves espasmos de vez en cuando.

- Perdóname…- Repite al ser consciente de que lo estoy viendo, levantando la cabeza y mostrándome su rostro empapado en lágrimas.

Se deja caer sentado sobre el césped mojado, cruzando los brazos alrededor de sus piernas y llevando estas hacia su pecho. Está empapado de cabeza a pies, pero no parece importarle en lo absoluto. Sus ojos tristes no se apartan de mí, hundiéndome en un mar de sentimientos demasiado difíciles de catalogar. Sé que está buscando las palabras indicadas para seguir hablando, pese al llanto inconsolable del que es víctima.

Por mi parte permanezco de pie en el mismo lugar, todavía shockeado al verlo así de vulnerable. Quisiera abrazarlo para tratar de calmar su dolor, pero he esperado mucho tiempo para recibir alguna explicación –alguna respuesta–, por lo que me limito a quedarme mirándolo a la expectación de lo que sea que tenga que decirme.

Pero en lugar de hablar saca de su bolsillo lo que parece ser una hoja doblada en varias partes, alcanzándomela con ojos suplicantes para que la coja. Intrigado le hago caso, decidiéndome a sentarme junto a él y desdoblando el papel luego de un largo suspiro.

Me ayudo de la linterna de mi celular para leer mejor, ya que gracias al tiempo que hace estamos casi a oscuras. Sonrío nostálgico al reconocer su desordenada caligrafía, sintiéndome cada vez más desbordado de emociones.

Vegeta:

Fui un inmaduro, lo sé… no creas que no lo sé.

Debo confesar que te extraño, ¿sabes? Aunque suene terriblemente apurado y estúpido, te extraño como nunca pensé extrañaría a alguien alguna vez.

Me haces falta…

Sé que actué como el rey de los idiotas, cuando decidí infantilmente dar fin a lo más lindo que tuve en la vida.

Pero supongo que es muy tarde para admitir que tuve gran parte de la culpa, ¿verdad?

Debo aceptar que te echo de menos más de lo que esperaba… que te necesito como no quería necesitarte.

Aún así no creo que esto cambie en algo las cosas, ya que sigues siendo el mismo chico temperamental e impulsivo de siempre y yo no he cambiado mucho mi carácter infantil e ingenuo que tú tan bien conoces.

Quizás otra sería la historia si hubiéramos tenido la madurez suficiente para seguir juntos, muy a pesar de mis decisiones estúpidas y tus reacciones arrebatadas.

Como sea… no es hora de reprochar nada.

Si digo que aún te amo… ¿cambiaría en algo el presente?

Gokú.

Releo un par de veces más esta especie de carta, tratando de digerir lo mejor posible su significado y preguntándome una y otra vez por qué diablos esperó dos años para dejarme saber su punto de vista de lo que pasó entre nosotros esa tarde. La última frase escrita da vueltas insistentemente en mi cabeza, acelerando los latidos de mi corazón y haciéndome sentir una ilusión que ahora mismo está completamente fuera de lugar.

Sé que me está viendo fijamente, porque el peso de sus ojos sobre mí es casi palpable. Lo que no sé es qué demonios responderle… qué es lo que él quiere que le responda… qué es lo que realmente debo responder.

Me levanto del suelo, doblando de nuevo la hoja y extendiéndosela sin mirarlo. Mi ropa está demasiado mojada, mi pelo gotea incómodamente y ya empiezan a darme escalofríos bastante desagradables. Suspiro audiblemente, viendo como Kakarotto se pone de pie también, temblando seguramente por culpa del frío al estar igual o incluso más mojado que yo. Nos miramos en silencio –un silencio sumamente incómodo, la verdad–, ya que él no sabe qué más añadir a lo ya dicho en su carta y yo sigo sin saber qué responderle.

A la lluvia se le une un viento heladísimo y bastante fuerte, así que decido que ya es hora de irnos de ahí. Lo tomo de la mano –ante su evidente asombro– y nos llevo hasta donde dejé estacionado el auto, corriendo con él bajo el terrible aguacero en un vano intento de no seguirnos mojando más.

En cuanto nos subimos activo la calefacción, sintiéndome como un témpano de hielo viviente. Me estiro en el asiento del conductor para alcanzar mi chaqueta que está atrás, pasándosela a Kakarotto quien se está abrazando a sí mismo para ayudar a aplacar un poco los temblores de su cuerpo.

- ¿Pero y tú?- Me pregunta en un susurro avergonzado, mirándome con esos ojos grandes e inocentes que en su tiempo –ahora también, hay que admitirlo– eran mi perdición.

- Póntela.- Le insisto, metiendo la llave en el contacto y encendiendo el motor.

Pongo el auto en retroceso para salir de las inmediaciones del pequeño parque, acelerando apenas llego a carretera abierta. Kakarotto a mi lado se acomoda haciéndose un obillo en el asiento, todavía abrazándose a sí mismo para darse calor, aunque con mi chaqueta puesta. Lo miro de reojo y él hace lo mismo, robándome una sonrisa sincera al decirme “Gracias” con la voz y expresión más genuinamente adorables del mundo.

- Vamos a mi casa para que te quites esa ropa y te des un baño.- Le digo con calma, sintiéndome de repente metido JUNTO A ÉL en una burbuja INVISIBLE, demasiado cálida y familiar.- Te puedes quedar hasta mañana, a menos que prefieras…

- No, vamos.- Me interrumpe, sonriendo tiernamente.

Asiento volviendo la vista al frente, muy seguro de que me sonrojé como un idiota.

Y sé que nos queda una conversación pendiente bastante crucial, pero ahora mismo en lo único que puedo pensar es en llegar a casa, quitarme esta ropa mojada, darme un baño de agua tivia y dormir para despejar un poco la mente.

Aunque con Kakarotto durmiendo en mi misma habitación…

No sé si pueda seguir controlándome.

 

Notas finales:

chan chan chaaan!! *terrible intento de música de suspenso* Van a dormir en la misma habitación 7w7

Alguien ahugura lemon por aquí?? Creen que sea apropiado lemon?? La verdad me gustaría saber su opinión, porque a mi parecer sería demasiado rápido. Aunque igual ya ha pasado de todo entre estos dos antes 7w7

YA saben: conjeturas, sujerencias, opiniones, amenazas de muerte... estoy abierta a todo ^^

 

Los veo el próximo sábado ahora sí! Promesa sagrada por la garrita (?) ^^

 

Nos vemos bellas criaturillas <3


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