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Bendita Farsa por FictionLover

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Notas del capitulo:

Hello babys ^^

Bloqueo, falta de tiempo, desgano emocional y muchos problemas personales estilo dorama son mi excusa para justificar mi laaarga ausencia. No tengo perdón, ya lo sé... pero no tuve opción, en serio nada salía de mi perturbada mente e_e

El cap. que les traigo es la personificación máxima de lo cursi, pero ya era hora de reconciliar a estos dos, ¿no? Seeeh, acabo de spoilearles todo jaja Estoy igual que los títulos de DB que no dejaban nada a la imaginación xD

En fin...

Ojalá les guste el cap. aunque no lo merezca :c

 

* Canción que escuchan en el auto: Try - Tyler Ward (cover): https://www.youtube.com/watch?v=Pm5duOz4bBw Es muy linda, les recomiendo que la escuchen mientras leen la parte final ^^

 

 

¡Comencemos!

CAPÍTULO 8: ACLARANDO LAS COSAS

Se sentó sobre una banca bajo un frondoso árbol, gruesas lágrimas cayendo como surcos de impotencia por sus pálidas mejillas. Sentía tanta rabia, tanta frustración, tanto dolor; lo único que quería era que Vegeta despertara de una vez para estrecharlo entre sus brazos y no soltarlo nunca más. Las duras palabras dichas por Tarble un rato atrás dolían horrores y no sólo por el hecho de ser jodidamente ciertas, sino porque ellas marcaban el comienzo de una guerra a la que jamás estuvo entre sus planes enfrentarse. Sabía que el hermano de su “novio” le tenía un gran rechazo y claro, sería descarado de su parte culparlo por ello, no obstante no podía evitar sentirse no merecedor de aquel tácito odio, ya que su único pecado había sido actuar muy mal influenciado por la estúpida inmadurez típica de su adolescencia.

Sus labios dejaron escapar un sollozo audible, mientras sus ojos escocían y su corazón apremiaba dolorosamente. Temía tanto que el peli-flama no despertara más, temía tanto que la vida le arrevatara la oportunidad de recuperar al mayor causante de su felicidad… le temía al destino, pues sabía que este era caprichoso y podía jugar con su suerte a su antojo, así como sabía también que podía arrebatarle su felicidad en cuestión de segundos y sin remordimiento alguno. Y es que creyó que todo estaría bien, que al fin Vegeta y él podrían volver, que podrían retomar su relación desde donde la habían dejado por culpa de sus malas decisiones. Sin embargo se equivocó de la peor manera y eso dolía demasiado; dolía al punto que hasta el latir de su corazón se sentía como puñaladas directas contra su pecho.

Deseó como nunca poder volver el tiempo atrás, tener la capacidad de remendar los errores del pasado tan sólo con un chasquido de sus dedos. En su aún pueril razonamiento quiso poder borrar los recuerdos de esos meses alejado de Vegeta, esperando así tal vez que las cosas entre ellos mejoraran. Porque sabía que, aunque el peli-flama lo perdonara de corazón y accediera a retomar su inconcluso noviazgo, la mente no olvidaba y sus erradas acciones estarían presentes siempre en los pensamientos de éste. Quizás, por más que se esforzara, el hijo mayor de los Saiyan seguiría atormentándose con su pasado actuar y esto a la larga terminaría generando desconfianza, lo que tarde o temprano acabaría con todo.

- ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Se lamentó, enjugándose los ojos con el dorso de su mano derecha y perdiendo su mirada entre las verdes ramas del árbol que yacía delante.

- Si no es difícil ahora, no tendría chiste después.- Dijo una voz tras él, sobresaltándolo.

Raditz le sonrió conciliador y se sentó a su lado, revolviéndole el pelo con afecto fraternal.

- ¿Desde cuándo estás aquí?- Le preguntó su hermano, desviando la mirada avergonzado.

- Desde que empezaste a llorar como un bebé.- Respondió con sorna el mayor, sonriendo divertido al ver el bochorno tiñendo de rubor la cara de su hermano.- No es cierto, enano… acabo de llegar.- El menor hizo un mohín indignado, cruzándose de brazos enfurruñado.- Vine a decirte que Veg despertó…

La mirada de Gokú se llenó de emoción, su rostro iluminándose bajo una felicidad infinita.

- ¡¿En serio?!- Casi gritó, levantándose como movido por un resorte.- ¿A qué hora?

- Hace unos minutos.- Informó Raditz, mirándolo divertido.- Pero tranquilo, que deben chequearlo primero y según cómo se encuentre de salud, los doctores autorizarán las visitas.

- ¡Quiero verlo, Rad!- Exclamó el menor haciendo un puchero adorable, dejándose caer de nueva cuenta sobre la banca con bastante pesadez.- Pero no creo que me dejen entrar otra vez…- Se lamentó, cubriéndose el rostro con ambas manos y soltando el aire en un audible resoplido.- Tarble me odia más de lo que pensé y me temo que involucrará a sus padres…

Su hermano suspiró, endureciendo el semblante y desviando la mirada a un punto incierto.

- Lo mejor será que esperes a que las aguas se calmen un poco.- Sugirió serio, levantándose y extendiéndole la mano al menor para que hiciera lo mismo.- Ya tendrás tiempo de hablar con Vegeta, a solas y sin que nadie pueda intervenir. Ahora vamos a casa, papá debe estar preocupado y a parte debes comer algo… al paso que vas adquirirás el cuerpo de un cadáver y lo único que lograrás con eso será darle a mi amigo un susto de película de terror.

Gokú gruñó, sujetando su mano e incorporándose. El mayor le pasó un brazo por los hombros y así, en un cómodo silencio, se alejaron de aquel parque con rumbo a su hogar.

* * *

Vegeta se sentía apaleado. Le dolía la cabeza, un brazo y el pecho. Apenas despertó lo primero que hizo fue mirar confundido a su alrededor, captando enseguida la silueta algo difusa de su hermano sentado en una silla al lado de la cama. Tenía la voz rasposa y lo odió, pues le costó muchísimo articular un simple “¿Qué pasó?”, el cual le sonó tan tétrico como el gemido de un zombie deseoso de carne fresca. Tarble sonrió lleno de emoción al verlo, lléndose corriendo a buscar a un doctor, en vez de dignarse a responder su inquietud.

De ahí en más todo fue un caos demasiado extenuante para él; lo sacaron de la enfermizamente blanca habitación donde estaba y lo llevaron a una sala para tomarle radiografías de todo su cuerpo, muestras de sangre y un escáner para revisar la lesión que tenía en la cabeza. Sólo podía resignarse a ser toqueteado por extraños en zonas que, estando en sus cinco sentidos, jamás les habría permitido siquiera mirar, rogando internamente que todo ese calvario, en esos entonces incomprensible, terminara de una vez.

De vuelta en su cuarto, sus padres lo asediaron con preguntas sobre cómo se sentía, si podía recordar lo que había sucedido, si los recordaba a ellos, etcétera, las cuales respondió con monosílabos llenos de ira contenida. ¡Lo único que quería era saber por qué demonios estaba allí! ¿Tan difícil era de entender eso? Necesitaba respuestas, se sentía desorientado y confundido, no obstante su familia lo único que hacía era asediarlo con interrogantes que era incapaz de responder. Afortunadamente Tarble notó su incomodidad e instó a sus padres a explicarle lo que había ocurrido, haciendo así que sus inquietudes bajaran de nivel.

- Tuviste un accidente, cariño.- Le contó su madre al borde del llanto, acariciando su cabellera en forma de flama con afecto maternal.- Ibas en tu carro y un joven te chocó…

Fue entonces que una serie de imágenes difusas llegaron como flashes a su mente, provocándole un dolor de cabeza tan grande que debió presionar sus sienes fuertemente con los nudillos para intentar apaciguarlo aunque fuera un poco..

Un rudo frenazo, llantas resbalando en suelo húmedo, cristales rompiéndose… luego nada.

- ¿Cómo es que…?

- No fue tu culpa, hijo.- Declaró su padre, más serio de lo que podía recordar.- Ese chiquillo estúpido fue quien se estrelló contra ti por no ir pendiente del camino. Ya fue formalizado por delito de cuasi homicidio culposo y ahora mismo está pagando su culpa tras las rejas.

Vegeta vio como su madre suspiraba afligida, dándole a su ex esposo una mirada severa.

- Tiene diecisiete años.- Le rebatió, notándose mortificada.- No era necesario encarcelarlo.

- Casi mata a nuestro hijo.- La confrontó el Saiyan mayor.- Era necesario hacer eso y más.

De ahí en más se sumieron en una tediosa discusión, la cual continuaron afuera por petición de su hijo menor. Tarble miró a su hermano con tristeza y suspiró decaído, sonriéndole con la felicidad por verlo despierto brillando en sus negras pupilas. Vegeta le correspondió con una media sonrisa, sintiéndose todavía un poco desorientado. Esperaba pronto recuperarse para irse de allí, porque se creía incapaz de soportar otro día siendo asediado por doctores.

Su hermano y él hablaron un rato, pero luego de poco menos de una hora le pidió que se fuera para poder descansar. Una vez a solas se acomodó sobre esa dura cama lo mejor que pudo, quejándose por lo bajo ante el dolor punzante de la fractura en su brazo derecho. Se cubrió los ojos con el antebrazo de su extremidad buena y se mordió el labio inferior, la imagen de Kakarotto asaltando su mente como una película en alta resolución. Recordó que el día de su accidente ambos se reunirían para hablar sobre su relación, algo que sin poder evitarlo le produjo un delicioso vuelco a su estómago y aceleró los latidos de su corazón.

Sonrió como un idiota enamorado al ser consciente de que estuvo a punto de volver con su ex, antojándosele demasiado atractiva la idea de ser de nuevo su pareja oficial. Moría por aferrar contra su cuerpo al menor, ansiaba apoderarse de sus labios con un beso que lo dejara sin aliento y deseaba con todo su ser hacerlo suyo con toda la intensidad de sus sentimientos. Amaba a ese niñato inmaduro, no podía seguir negándoselo más tiempo. Amaba su estúpida sonrisa llena de ingenuidad, amaba su cuerpo perfecto lleno de curvas deseables y amaba su actitud infantil. Amaba a ese idiota con cada célula y no pensaba seguir conteniendo más ese amor, pues sabiéndose correspondido y ahora que Kakarotto estaba libre de compromiso alguno, nada era lo suficientemente fuerte para interponerse entre ambos. En cuanto saliera de ahí lo buscaría y daría todo de sí mismo para retomar su inconclusa relación, esta vez decidido a no dejar que estupideces tales como los celos infundados interfirieran.

Esta vez haría las cosas bien.

* * *

Pasaron las semanas y Gokú sólo sabía de Vegeta gracias a Raditz, ya que él hablaba con Tarble –casi podía oler una relación formal entre ellos– y éste al saber que ambos eran amigos, no dudaba en mantenerlo al tanto de su estado post accidente. No obstante no habían coincidido de ninguna manera durante esos días, lo cual empezaba a desesperar al chico de cabellos alborotados. Si bien tenía el número de teléfono del mayor, no se había atrevido a llamarlo o enviarle siquiera un mensaje, por temor a que esto gatillara alguna reacción poco favorable de su parte. Había estado tentado a visitarlo cuando sabía que se encontraba solo en casa, pero las dudas pululando en su mente cual avispas furiosas podían más que sus ganas de verlo y al final se quedaba en meras intenciones.

Suspiró, guardando su cuaderno de biología en la mochila y colgándosela en el hombro. Salió del aula y anduvo por el patio con pesadez, perdiendo sus ojos en la pantalla de su celular con aire ausente. Hasta que una voz llamándolo lo sacó del ensimismamiento en que estaba, arrojándolo de golpe y porrazo de vuelta a la realidad. El corazón se le aceleró, el aire se atascó en sus pulmones y un escalofrío congeló todo su cuerpo, dejándolo estático.

Y es que delante, justo en la puerta de salida, de brazos cruzados y pose arrogante, estaba…

- Vegeta…

-Hola.- Lo saludó, acercándosele con andar seguro.- ¿Vienes conmigo? Debemos hablar.

Gokú, levemente aturdido por su repentina e inesperada aparición, tan sólo logró asentir torpemente con la cabeza, siguiéndole el paso avergonzado. Subieron al coche y el peli-flama lo puso en marcha, lléndose de ahí a velocidad moderada con dirección desconocida.

* * *

El camino fue silencioso, demasiado para el gusto de Kakarotto, quien se sentía cada vez más nervioso en presencia del mayor. Veía la estampa de un camino surcado de álamos y cipreses, mientras Vegeta conducía como todo un experto con la vista fija al frente. Para calmar un poco la tensión, el de cabello alborotado prendió la radio, su corazón sufriendo un sobresalto al resonar en los parlantes una canción que no hacía más que atormentarlo.

¿Alguna vez te has preguntado qué estará haciendo?

¿Cómo es que todo se convirtió en una mentira?

A veces creo que es mejor no preguntar “por qué”.

Donde existe deseo, existe el fuego;

donde hay fuego, hay alguien que se quemará.

Pero aunque este arda no significa que morirás,

debes levantarte e intentar…

- Que irónico.- Masculló Vegeta, viéndolo de reojo.- Esa canción me recuerda a nosotros.

Gokú sonrió cohibido, desviando la mirada para impedirse a sí mismo hacer una estupidez. Moría por besarlo, el movimiento de sus labios al hablar no había hecho otra cosa más que tentarlo y despertar su lado más irracional. El peli-flama se veía tan sensual en esa postura de chico rudo, vistiendo aquella chaqueta de cuero sin abrochar, más esos jeans grises tan jodidamente ajustados que parecían pegarse a sus bien formadas piernas como otra piel. Los latidos de su corazón se agitaban con sólo mirarlo, provocándole exquisitos escalofríos.

- Lo sé…- Susurró también, jugando nervioso con sus dedos.- Parece hecha para nosotros.

Se sobresaltó cuando el coche frenó de golpe, desconcertándose al notar como Vegeta se orillaba y sin previo aviso se giraba hacia él para reclamar sus labios en un beso demasiado ardiente, el cual Gokú no pudo más que corresponder con igual o incluso mayor avidez, enredándole los brazos al cuello y apegando el cuerpo al suyo cuanto más le fuera posible.

Con la canción de fondo se besaron ansiosa y profundamente, entregándose al deseo que clamaban sus almas. Vegeta exploró con hambre toda la boca del menor, robándole suspiros encantadores al someter a su lengua en una deliciosa batalla por el control. Ambos se abrazaban con fuerza, devorándose las bocas con una pasión desbordante e insaciable.

Pero el aire escaseó y tuvieron que separarse, quedando unidos por un efímero hilillo de saliva, que se rompió en cuanto los labios del mayor pronunciaron las palabras que Kakarotto llevaba semanas deseando volver a escuchar.

- Aún te amo, pequeño insecto adorable.- Se confesó por fin, jugueteando con un par de mechones azabaches que caían resueltamente sobre la frente de Gokú, los cuales le daban un aire todavía más tierno de lo normal.

- Sabes que también te amo, Vegeta.- Fue correspondido, siéndole obsequiada una preciosa sonrisa, colmada de una felicidad demasiado contagiosa.- Te amé siempre, mi príncipe.

Éste sonrió ladino, sus ojos brillando con pasión, mientras lo aferraba posesivamente.

- Más te vale que hallas aclarado bien las cosas con ese imbécil, porque a partir de hoy vuelves a ser mi novio y créeme… si se te acerca un centímetro lo haré pagar.- Advirtió con sorna, reclamándole los labios en otro beso demandante, sin dejarlo emitir palabra alguna.

Vegeta celoso volvía a la acción con todo, dejándoselo claro a Kakarotto con una mordida feroz en su labio inferior, acompañada de una mirada tan dominante que lo estremeció de pies a cabeza.

- Calma, Veg.- Le sonrió, conteniendo un jadeo al sentir esas manos jugar bajo su polera.- Quedó todo claro entre él y yo, no debes preocuparte. Además soy sólo tuyo, lo sabes bien.

- Eso lo reafirmaremos ahora mismo.- Sentenció en tono seductor, reclinando ambos asientos ante la mirada atónita de su pareja y posicionándose sobre él con una sonrisa maliciosa curvándole los labios.- Sólo usarás tu boca para gemir mi nombre, Kakarotto.

Sin pizca de delicadeza, cosa bastante típica en él, Vegeta rasgó la polera deportiva que era parte del uniforme de gimnasia que vestía el menor, recorriéndole sensualmente el cuello con besos y lamidas condenadamente deliciosas. Gokú arqueó la espalda al reparar en unos dientes mordisqueando juguetonamente uno de sus pezones, mientras los dedos de una mano intrusa se introducían bajo la pretina de su pantalón. Vegeta recordaba a la perfección cómo y dónde tocar para encender la chispa de sus hormonas adolescentes, arrastrándolo a un vórtice de pecaminosa lujuria.

- Ve… ge-tah… ¡ah!- Gimió fuerte, sintiendo la invasión de tres intrusos en su interior de un solo golpe, además de una boca torturándolo maravillosamente al engullir con maestría su más que erguida virilidad.- Mnhgh… V-Veg n-no… ¡d-diablos se siente tan b-bien! ¡sí!

Gokú estaba demasiado fascinado. ¡Se sentía dentro de un espiral de sensaciones increíbles!

Y cuando menos lo vio venir, su interior ya era invadido por el bien dotado miembro de su jodidamente sensual y varonil novio, arrancándole un alarido, mezcla de placer y dolor.

Luego de medio minuto estáticos, los dos acostumbrándose a la extasiante sensación de invadir y ser invadido, las estocadas empezaron siendo suaves y pausadas en un inicio, volviéndose salvajes y desenfrenadas cuando sus cuerpos les exigieron sentir más.

Vegeta tocaba el punto dulce de Kakarotto una y otra vez, justo como aprendió a hacer durante su tiempo juntos hacía dos años, enloqueciéndolo de placer y haciéndolo gemir con la pasión abrumadora de alguien hundido en un éxtasis infinito. Lo acariciaba, lo besaba, lo miraba; se deleitaba con cada mueca que se dibujase en ese rostro de rasgos infantiles, atesorando en su memoria cada reacción que él, y sólo él, era capaz de provocarle.

Ahogaban sus suspiros y gemidos entre sus labios, rozándolos con anhelo a medida que el acto continuaba. Se miraban con el amor y el deseo vívido en sus pupilas, entregándose al otro tal como si fuera la primera vez. Reinaba entre ambos una lujuria intensa, aunada a una sutil dulzura que daba al momento un toque sumamente especial.

Entonces el clímax les llegó casi al mismo tiempo a los dos, haciéndolos gritar extasiados sus nombres y besarse con necesidad, mientras las sensaciones estallaban y se esparcían en sus cuerpos, cubriéndolos de una satisfacción maravillosa, seguida de un exquisito sopor.

Y abrazados se quedaron, disfrutando de la reconciliación, mientras el dulce cántico de las aves los deleitava, el latir acompasado de sus corazónes resonando a la par… arrullándolos.

- Te amo, Veg…

- Y yo a ti…

Notas finales:

Si dejan rw seré feliz, aunque sepa que no los merezco siempre está la esperanza e_e

Gracias por leer sensuales criaturas, lamento muchísimo todo el tiempo que demoré en subir este cap. u_u

No sé cuándo volveré a actualizar, pero espero no sea después de ocho meses como pasó ahora :v

Sorry babys :c


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