El moreno había convencido a Kid de ir a nadar en cuanto aquella tormenta terminara y lograra “recuperarse” para poder caminar, no sabía cuanto tiempo tenía para adaptarse a sus piernas nuevas, incluso se lamentaba un poco por no haberlo hecho antes, pero no quería pasar tiempo en la superficie rodeado de humanos, los odiaba y esperaba que se extinguieran pronto, sin embargo, no dejaban de tener más crías. Si no fuera porque había comido hace poco ya estaría en el fondo del mar arrancando la carne del cuerpo sin vida del pelirrojo.
No podía matarlo aún, era notable que era fuerte y que no se confiaba demasiado pues mantenía su distancia.
Kid rebuscó en su mochila sacando un gran abrigo para colocárselo y ahuyentar el frío que comenzaba a hacer dentro de la cueva, al no poder encender la fogata y la continua lluvia no permitía aquel lugar de piedra calentarse. El menor miró de reojo al otro, le parecía un poco extraño que no se quejaba del frío, ni siquiera parecía sentirlo quizás se estaba haciendo el fuerte, así que el pelirrojo se sentó a su lado después de todo no lo había salvado para dejarlo morir de frío.
-¿Que haces?- preguntó el mayor ante la cercanía de su futura comida
-Solamente me ocupo de que no mueras- respondió con algo de molestia antes de pasar su brazo por los hombros del moreno buscando cubrirlo también con el abrigo, dio un leve respingo cuando sintió la piel del moreno; era como tocar un cadáver; frío y duro, aquello le hizo dudar y miró con atención el rostro de quien le miraba sin entender aquella situación.
“¿Realmente estará vivo o será producto de mi imaginación?” Ese y muchos pensamientos similares recorrieron la mente del pelirrojo, se cuestionaba incluso el estar en aquella cueva, podría ser que estuviera aún en la orilla bajo la lluvia, muriendo lentamente o que al que había rescatado y que cargó a ese lugar era solo un cadáver que su propia locura le hacía creer que seguía con vida.
Law por su parte intentaba descifrar lo que estaba sucediendo, nunca había estado tan cerca de alguna otra criatura a menos no sin estarla comiendo, se había quedado quieto pensando en que suponía aquello, ¿Debía alejarlo? ¿Dejarlo ser?, de cualquier manera se encontraba tenso, la calidez de la piel del pelirrojo que había tocado la suya le incomodaba un poco, no porque le pareciera desagradable era todo lo contrarío quería sentir más de ese calor pero no sobre su piel, quería disfrutarlo en su boca, sus manos, deseaba que aquel liquido responsable de la calidez de Kid se desbordara entre sus dedos, sentir como llena su boca y deja su mente en blanco, de solo imaginarlo se le hizo agua la boca y terminó deslizando su lengua sobre sus labios que ya sentía secos, pero no tenía que apresurarse, si era descubierto ahí estaría en clara desventaja al no poder caminar por lo que solo recargó torpemente su cabeza contra el cuello del menor sintiendo como se tensaba por completo.
El que la cabeza del otro se posara contra su cuello le había creado un poco de incomodidad, pero lo dejaría pasar al tener una prueba de que aquella fría persona se encontraba con vida a un lado suyo y solo por no creerse loco aguantaría aquello.
Algunas horas pasaron antes de que la lluvia cesara. Kid se había quitado el abrigo para dejárselo a su acompañante, aunque odiaba el frío podía resistirlo por lo que salió de la cueva recibiendo aquella salada brisa contra su rostro y cuerpo que le hizo temblar levemente, aun así siguió caminando hasta su bote, se veía intacto aunque lo que traía en él, no tanto, con una rápida mirada se dio cuenta de que varios canastos; donde guardaba las provisiones de comida habían desaparecido, era algo que ya sabía que pasaría ya que no había asegurado nada al bote por lo repentina que había sido la tormenta y la distracción que había sido el otro, ahora tendría que buscar nuevas provisiones, aunque parecía que la isla tenía lo suficiente para que se abasteciera. Lo principal era encontrar agua dulce.
Law se quitó el molesto pedazo de tela que el pelirrojo había dejado sobre él, no necesitaba eso, lo que sentía ahora era un poco de calor. Era un tritón que pasaba la mayor parte del tiempo en aguas profundas por lo que el frío no le afectaba, el calor por contrario le producía un poco de malestar, al menos ahora que no podía simplemente sumergirse para refrescarse. Comenzó a arrastrarse hacía la pared de piedra más cercana, ayudándose con sus manos intentó levantarse pero a penas estaba a medio camino sus piernas comenzaron a temblar, era en ese momento donde el moreno maldecía el haber tomado aquella decisión, ahora era como un maldito humano, débil e inútil.
El pelirrojo regresó a la cueva encontrándose con el otro casi de pie por lo que se acercó tomando su brazo y pasándolo por sus hombros para dejarle apoyar su peso, de esa manera le sería más fácil el mantenerse de pie, le ayudó a dar unos pasos y luego le ayudó a sentarse de nuevo.
-No creo que puedas caminar aún-
-Pero quiero hacerlo, no busco ser una carga para ti, Eustass~ya-
-Tks, no se porque piensas eso- Aunque no podía decirle que no era verdad, el tener que cuidar de aquel sujeto le hacía perder valioso tiempo. Acarició su nuca pensando un poco antes de volver a hablar.
-Iré a buscar algo para comer, tu quedate aquí mientras tanto-
-¿A donde más podría ir?- Le sonrió de una manera en que parecía amable, no se podía poner pesado o levantaría sospechas, más de las que se notaba el pelirrojo comenzaba a tener.
Sin decir nada más Kid salió de la cueva sin rumbo aparente, no sabía donde estaba por lo que solo tenía que adentrarse en aquel lugar, si algo se encontraba en su camino lo haría a un lado o bien su cena. No era un hombre que le temiera realmente a muchas cosas, de hecho, si tuviera que nombrar algún miedo, sin duda el pelirrojo diría que a estar “atado”, no poder seguir navegando o explorando aquello sería sin dudas lo peor que podría pasarle.
La vegetación de aquel lugar era increíble, había plantas que nunca había visto, unos frutos rojos por ejemplo, habían varios por el lugar, creando una especie de pequeño arbusto del cual resaltaban aquellas casi bolitas rojizas. Tomó una y la olfateo disfrutando de su dulce aroma, no parecía ser venenosa pero no iría probando cualquier cosa que se encontrara, metió aquel pequeño fruto a su bolsillo y siguió con su camino.
Algunos arboles se alzaban imponentemente más que la mayoría, podían ser de utilidad como refugio en el peor de los casos, se veían algunos frutos de alguno de ellos pero no se arriesgaría a escalar, no sin estar preparado, sus pasos siguieron teniendo algunos tropezones por las raíces que sobresalían de la tierra y algunas plantas que parecían querer joderle el día.
Unos minutos después había llegado a una cascada, el agua era tan cristalina cerca de la orilla que era posible ver el fondo y algunos peces nadando, aquello definitivamente era un gran hallazgo.
El moreno se encontraba apretando levemente sus piernas con ambas manos buscando que dejaran de sentirse tan rígidas, era normal sentirlas de esa manera cuando las había mantenido extendidas sin moverlas después de varios minutos, ahora tenía que intentar levantarse a toda costa, era humillante estar en tal estado lamentable. Se apoyó de nuevo en la pared de la cueva para ayudarse a ponerse pie, sus piernas temblaban amenazando con ceder pero el moreno no se daría por vencido, dio con dificultad un paso, las gotas de sudor comenzaban a bajar por su rostro por el esfuerzo que se encontraba haciendo, de nuevo otro paso pero esta vez no pudo soportarlo, sus rodillas golpearon el suelo con fuerza y se apoyó en sus manos para detener la caída, maldijo en voz alta y golpeó el suelo con frustración, era demasiado difícil y quizás demasiado esfuerzo por una misera presa pero por otro lado, realmente anhelaba comer algo caliente, los peces siempre eran fríos, los humanos tenían aquella extraña calidez que dejaba una sensación de hormigueo en su lengua, suspiró resignado ignorando al pelirrojo que se había detenido en la entrada de la cueva.
Sentía ganas de ayudarle, aún mas cuando lo vio caer al suelo pero sabía que podría lastimar el orgullo del otro, como hombre lo entendía. Después de verlo desistir de intentar levantarse se acercó intentando no mostrar interés en ayudarlo o curiosidad de aquel sujeto.
-Pasame el libro que está en la mochila- Le pidió al moreno, quien estaba a gatas a un lado de esta, pero a diferencia de lo que hubiera pensado el pelirrojo, este solo se sentó para mirarlo sin entenderle. No sabía que era eso llamado “mochila” mucho menos un “libro”, ¿Quizás era el pedazo de tela que le había dejado? Se preguntó el moreno mientras se estiraba un poco para alcanzar el abrigo y ofrecérselo al menor.
Kid le miró con el ceño fruncido, ¿Era acaso una broma?, más le vale que no estuviera jodiéndolo o terminaría con más de una parte de su cuerpo sin poder mover por la paliza que le daría. Con mala gana se acercó al moreno para apartar su abrigo de un golpe y tomar la mochila, se alejó un poco y rebuscó dentro de esta para sacar un libro; era sobre arbolaría, estaba viejo y algo desgastado pero se podía usar, era de los pocos libros del pasado que seguían en el mundo actual. Sacó el pequeño fruto rojo de su bolsillo al momento de comenzar a hojear el libro en busca de alguna imagen similar. No tardó demasiado en encontrarla, no era venenosa, una fragaria vesca era lo que había encontrado mejor conocida como fresa silvestre.
-Me parece un poco extraño que no sepas lo que es una mochila- Habló sin apartar su mirada del libro.
Aquellas palabras lograron tensar al moreno, ¿Había sido descubierto? Si era así tenía que irse lo más pronto posible, de ser una prueba tenía que idear alguna excusa que fuese creíble. Se quedó en silencio mientras pensaba detenidamente que decir, suspiró con fuerza antes de hablar.
-Eso es porque vengo de otra isla- hizo una pausa -En ella no hablamos este idioma, es por ello que no se que significa cada palabra que dices-
-Es interesante, si es así ¿Como es que has podido mantener una charla conmigo sin problemas?-
-Porque en el barco pesquero me enseñaron como entablar una conversación, pero no me enseñaron todas las palabras para los objetos-
-Entonces dime- al fin le miro, pero de una manera seria y desconfiada -¿Como se dice libro en tu idioma?- El moreno pensaba a mil por hora, estaba claro que no podía simplemente inventar un idioma por lo que optó por lo más fácil, hablar en otro idioma que conociera.
-Se dice Kniga-
Aunque quisiera el pelirrojo no pudo seguir objetando por eso, no había entendido para nada la palabra que había soltado el moreno, pero tenía que estar seguro, al menos de eso del idioma, una palabra puede ser fácil de inventar pero ¿Que hay de una frase completa?
-Hablame solo en tu idioma, ya sabes, para que te sea más fácil-
-¿Como me entenderías?-
-Solo un poco, por ejemplo, dime tu edad-
-Dvadtsat'- Se dedicó a responder, no era algo que no pudiera hacer
-¿Donde están tu familia?-
-Vse oni byli ubity-
-De acuerdo, parece que dices la verdad-
-¿Porque mentiría?-
-Hay muchas razones para hacerlo- Mordió la fresa sorprendiéndose por lo bien que sabía aquella pequeña fruta, realmente iría a recolectar más para llevarlas en su viaje, casi terminaba aquel fruto cuando se dio cuenta de que no le había ofrecido al moreno. Se disculpó y acerco la fresa al moreno quien le agradeció tomando el fruto, mirándolo sin saber que se supone que hiciera, el pelirrojo lo había mordido y tragado, así que solo tenía que imaginar que era un pedazo de carne, con eso en mente la metió en su boca para masticarla deteniéndose casi enseguida.
El sabor le parecía totalmente desagradable por lo que tras hacer un gesto de desagrado escupió el fruto masticado hacía a un lado.
-Agh, sabe horrible- Se quejó limpiando su boca con su antebrazo.
El pelirrojo había estado mirándole con atención mientras comía o había intentado comer la fresa, no sabía si desconfiar del moreno pero había cosas que no se explicaba, ¿Como es que terminó en su bote?, por más que miró alrededor no había indicios de ningún barco, también era extraño que hubiera sobrevivido a la tormenta y a los tiburones del área y ahora no podía caminar. Cruzó sus brazos mientras intentaba recordar lo que su abuelo un día le contó: “Las sirenas son engañosas, pueden usar su hermosa voz para atraparte o hacerte creer que son algo que nunca serán”. En el pueblo lo trataban de loco, después de todo se decía que las sirenas solamente atacaban cual tiburón, sin pensamientos ni razonamientos, todos pensaban que las sirenas no eran seres pensantes pero el abuelo del pelirrojo no era tonto, las había observado cuando tuvo la oportunidad, por lo que ahora ese moreno podría ser tanto un pirata como una maldita sirena.
-Oye Trafalgar, ¿Que te parece si vamos a nadar?- Los ojos del moreno parecieron brillar de emoción mientras asentía con la cabeza.
Kid se puso de pie para luego cargar al moreno en sus brazos, era un poco más pesado de lo que aparentaba. Law solo podía pensar en lo cerca que estaba de tomar a su presa, al fin, su corto pero estresante sufrimiento terminaría, pero los pasos del menor no fueron hacía la playa si no a los adentros de la isla.
-¿A donde vamos Eustass~ya?-
-Ya te dije que a nadar- El sonido del agua cayendo de la cascada alertó al moreno, estaba claro que no irían al mar, pero aquello era la menor de sus preocupaciones.
-No quiero nadar aquí...-
-¿Porque no? ¿Es demasiado pequeño o sin salida para ti?- Preguntó sonriente antes de arrojar al moreno al agua, sabía que si era una sirena no tardaría en sacar su cola para no ahogarse y en aquella cascada quedaría atrapado pues no parecía que el moreno pudiera caber por el pequeño riachuelo que salía de la profunda laguna.
El moreno había entendido perfectamente las preguntas del pelirrojo antes de arrojarlo al agua, había sido descubierto o al menos el menor pensaba que así era. Sus manos se movieron buscando dejar de hundirse pero era inútil, sus inútiles piernas no ayudaban con el impulso, chapoteó antes de ser cubierto por completo por el agua que hacía que su piel picara, tragó algo de agua y esta quemó su garganta o al menos así lo sentía el moreno, era un tritón de agua salada por lo que terminaría ahogado. Se removió un poco más bajo el agua antes de sentir su cuerpo demasiado pesado, seguramente era eso lo que sentían los humanos al caer al océano, cerró sus ojos lentamente dejándose llevar por aquella oscuridad.