Viernes 23, 1:30 a.m, ubicación desconocida...
—¡Ah! ¡Barnes!, Maldición ¡detente!
Decía entre gemidos lastimeros el pobre agente, mientras, empotrado contra la pared era penetrado de tan feroz manera.
—¿Por qué habría de hacerlo?, Después de tanto tiempo sin vernos pensé que nuestro reencuentro debería ser así de... pasional.
Sentenció el de melena castaña entre risas profundas y jadeos entrecortados, enfatizando con una fuerte estocada en la lastimada entrada del más bajo.
—Pero más importante aún,— Con malicia, para terminar susurrando con lujuria en su lóbulo.— ¿Por qué no me has llamado por mi nombre, Kotenok?, Ya deberías saber lo que más me pone al follarte.
—¡Joder!, ¡¡Barnes!!, No seas arrogante y ¡ah!, ¡Suéltame!— Desafío el agente de policía tratando de cuidar su voz, ya era bastante exasperante no poder quitarse al bastardo por su cuenta, no le daría tan fácil el gusto de gemir su nombre.
—L-la policía no tardará en localizarme, e-en br-breve ¡ah!, ¡Este lugar estará lleno de ellos!
Con una mirada triunfal el de cabellos cortos retó a su perpetrador, sabedor de que no mentía, un agente tan importante en la sección de contraterrorismo y anti-crimen organizado no podría desaparecer de sus funciones laborales así sin más, sin haber dado reporte, y mucho menos después de haber sido rastreado y contactado por uno de los famosos líderes de la mafia rusa, más específicamente "El soldado del invierno".
—Oh, querido Anthony, mi bello gatito.— Dando una profunda y certera estocada, haciendo por consiguiente gemir sensualmente al de ojos chocolate, Barnes tomo rudamente de la barbilla al susodicho y con palabras filosas agregó.— ¿Acaso no te enseñé modales?, Esos idiotas agentes ¿qué le hicieron a mi sexy Kotenok?
—Me ayudaron a reincorporarme a la sociedad y eliminar mi pasado, ya entiéndelo Barnes, lo nuestro hace mucho que acabó.
Ya arto de la rebeldía de su antiguo amante, el soldado decidió jugar su mejor carta, y con una mueca que denotaba victoria prosiguió.
—¿Estás seguro Anthony?, Recuerda que no me gusta que me desobedezcan, y siempre que pasa pierdo el control y no hago distinción al matar, no crees que ese joven... ¿Cómo se llamaba?... ¡Ah! Sí, Parker, ¿no crees que el joven Parker que tanto te admira deba pagar las consecuencias de que hace unos cuantos años su héroe fue una perra caliente a la que no le importó dejar tirado a su antiguo amante, jefe de la mafia?.
Una vez terminada su amenaza, la tez normalmente bronceada del policía perdió por completo su color, rematando condiciones dicha palidez una mirada inundada en terror y rabia por partes iguales.
—¡Barnes!, ¡No te atrevas a tocar a Peter!, Él ¡Ahng!~.— Sin importarle sus palabras, el mafioso continuó golpeando contra su próstata con rudeza.— ¡È-èl no ti-tiene nada q-que ver!
—Si eso quieres tan sólo di mi nombre y ruega por qué te folle más fuerte, que tú y yo sabemos que es lo que más has deseado durante estos 4 años. Vamos mi Kotenok, deja la terquedad y vuelve a mi lado.
Aspirado con dificultad, ahogado en gemidos y mientras se sujetaba con fuerza de los hombros de Barnes, con el mismo saboreando a conciencia su cuello, Tony, sabía que no tenía escapatoria, lo más próximo a una liberación podría considerarse el orgasmo que poco a poco se construía en su bajo vientre.
Podía sentir con total avidez el cómo se estrechaba más y más para su ex-amante, las manos del mismo recorriendo con total posesión su cuerpo, arañando sus glúteos y apretándolos contra sí para llenarlo aún más de ese viejo sentimiento caliente y de avaricia que (tanto odiaba admitir) ciertamente extrañó en sus noches de soledad.
Las mordidas a su cuello no hacían nada más que calentarlo a niveles insospechados, y su erección golpeando continuamente en el duro y marcado abdomen del soldado, poco a poco lo hacían delirar.
Y entre toda esa exquisita bruma de lujuria y pecado, aún era consciente de que hizo una promesa, no sólo así mismo, una promesa a sus nuevos amigos, a su jefe, al adolescente que lo consideraba un héroe.
Una promesa que calaba hondo en su corazón, pues sabía que ellos tenían razón al decir que una vida al lado de un ser tan peligroso no le llevaría felicidad.
Y a pesar de todo, no estaba solamente tentado a volver a la posesión de Barnes por la amenaza al joven Peter, sino, porque su mezquina naturaleza lo ansiaba tanto, no se trataba de sexo nada más, que de paso se podría decir, era glorioso, sino que en toda su vida, nadie más lo había amado con tanta pasión, un amor celoso y posesivo, un amor que aunque le pesará, adoraba y deseaba volver a corresponder.
Un amor que únicamente un psicópata como Barnes podría darle a un idiota mezquino como él.
Una mordida más fuerte que las demás lo devolvió de sus cavilaciones a la realidad y sin pensarlo más, masajeó con sensualidad la nuca del soldado mientras enrollaba con necesidad sus piernas alrededor de la cadera del contrario para atraerlo con gula a su cuerpo.
Y gimiendo sin pudor, en su boca degustó sus propias palabras derramadas en los labios del sexy soldado, su soldado.
—¿Sabes que eres un bastardo idiota al amenazarme con eso?— Y si dejar al otro objetar, mordió con hambre el labio inferior del melena castaña.— No me interesan tus amenazas, lo único que quiero es que me jodas tan duro antes de que nos encuentren, y que con eso me expliques porqué mierda tardaste tanto en venir por mí, James~.
Sin esperar más, el del melena castaña terminó despojando por completo a Stark de su uniforme policial y con más fuerza de la que debería derribó a su amante para embestir sin descanso en su dulce entrada.
—¡Mierda!, Kotenok, no sabes cuánto tiempo he esperado por volverte a tener, lamento no haber vendió antes, tuve que resolver algunos asuntos pendientes, pero al fin, estoy aquí.
Relataba con ferviente adoración en una danza de fuertes vaivenes con el delicioso fondo de los sedosos gemidos de Tony y el sonido obsceno de pieles chocando.
—Al fin aquí, contigo, dentro de ti Kotenok, llenándote, haciéndote mío, recuérdalo Stark ¡yo soy el único que te puede tomar!, Tú y tu sexy cuerpo me pertenecen.
—¡Sí!, ¡Sí, sí, James!, Sólo tuyo, ¡ah!, ¡Más!, Más fuerte, más duro, te quiero sentir más ¡aahng!~, Joder, ¡Ahí!, ¡¡Justo ahí!!
Entre palabras descaradas, frenéticos besos y necesitados empujes, la puerta de aquella alcoba fue molida a golpes, golpes que a pesar de llamar la atención de los amantes no fueron suficientes para detenerlos. Pues tan cerca de sus respectivas orgasmos no podrían parar ni aunque fuera el fin del mundo.
—¿¡Tony!?— Se dejó escuchar del otro lado de la puerta una voz fuerte, con tintes de preocupación y muy conocida para el de ojos chocolate.— Tony, soy Steve, estamos aquí para rescatarte, voy a entrar.
A pesar del reconocimiento y el significado de las palabras "voy a entrar" la mente de Stark apenas fue capaz de registrar algo que no fueran los certeros empujes contra su próstata; así que sin siquiera advertir algo a su amigo y pareja de trabajo, gimió su liberación con total placer frente a la desorbitada mirada de Rogers.
El rubio, prácticamente había hecho trizas la puerta para encontrarse con la desconcertante sorpresa de Tony gimiendo de gozo, completamente desnudo y con la espalda arqueada mientras era tomado por el que a su criterio era el mafioso "Soldado del invierno".
Dicha vista más que cualquier otra emoción, causó enojo en el capitán, pues a pesar de no haber dicho nada, él tenía muy en cuenta sus sentimientos para con el castaño de pestañas tupidas y brillantes ojos cafés. Así que dispuesto a tomar a Stark y alejarlo del mafioso, tomó pasos firmes hacia la pareja que se encontraba en su fase post orgásmica.
Pero siquiera antes de estar a un metro de ellos, Barnes apuntó al capitán con un arma que había estado ocultando entre sus ropas (o lo que quedaba de ellas).
—No te atrevas a dar un paso más.
—¿Tú y quién más lo dicen?, Podrás ser un líder de la mafia, pero sin tus hombres no eres nada, ¿se puede saber que hace un hombre de tu calibre, solo en un país desconocido para atentar directamente contra nuestro departamento?— Preguntó con odio Rogers tratando de mirar el rostro de Stark, rostro que él mismo ocultaba en el cuello de Barnes.
—Soy lo suficientemente capaz de cuidarme de mí mismo, conozco a la perfección mis facultades y creeme cuando te digo, que sólo vine a recuperar lo que es mío por derecho.
—¿Qué di...— Y sin poder acabar, agente castaño interrumpió al rubio con voz firme y cansada.
—Hey cap, seguramente querrás golpearme tan fuerte como quieres hacerlo con James, pero él tiene razón.— Y tomado valor de quién sabe donde, Tony se separó con pesadez del cuerpo del mafioso u con mirada avergonzada miró en dirección del rubio.
—Yo le pertenezco, siempre lo he hecho, aprecio los buenos momentos contigo y el equipo, en verdad hicieron mucho por mí, pero no puedo dejarlo a él, él me ama y yo lo amo.
—Tony, ¿qué mierda estás diciendo?, Tú no puedes sólo confiar en él, tanto nos costó reintegrarte a la sociedad, ¿echarás todo a la borda por él?.— Con desesperación la mirada de Steve se alternaba entre la tímida de Stark y la indiferente de Barnes.
—Lo siento Steve, simplemente lo amo, y sé que es estúpido pedir esto pero, podrías dejar que nos vayamos por detrás, prometo que jamás volverás a saber de nosotros.
Y con mirada perpleja y sin poder moverse de su lugar, Steve presenció, como hastiado de toda esa plática, el tan buscado mafioso cargando a Tony en sus brazos desaparecía por la puerta trasera, como si nunca hubieran estado en ese lugar.
—Capitán Rogers, reporte, ¿encontró pista alguna sobre el agente Stark?.— Sonó el radio transmisor que llevaba colgado a sus cinturón.
Y saliendo de su shock con una mirada perdida y vacía respondió a la señal.
—Negativo agente Romanoff, aquí no hay nada, y si alguna vez hubo alguien fue ya hace largo tiempo. Envía el reporte a la central de Shield, volveremos para reagruparnos y tomar las medidas correspondientes.
—Entendido.
Y cortando la transmisión la estancia se quedó callada en un silencio tranquilo; sin mirar atrás, el capitán Rogers salió rumbo a la estación de policía; él ya sabía que Tony nunca le pido haber pertenecido. Sólo rogaba a Dios de que el castaño no hubiera cometido el mayor error de su vida, porque si ese fuera el caso, él estaría ahí si lo necesitaba.
Viernes 23, 6:00 p.m, New York...
—Y~, ¿Cuál es el plan ahora, genio?— Preguntó mordazmente un encapuchado castaño a su fugitivo amante, mientras caminaban por la tranquila acera de un parque.— No puedo volver a mi casa ni siquiera para tomar mi cartera y prácticamente ahora soy un fugitivo de la ley.
—Tranquilo Kotenok, es sólo cuestión de tiempo para que regresemos a casa.— Decía el ojiazul también encapuchados con una sonrisa pícara.
—Esto de escabullirse es una de las cosas que más detestaba de ser tu pareja.— Comentó con aburrimiento Tony.
—Sobre eso, tenemos mucho de qué hablar gatito, sobre todo el porqué te fuiste, un buen castigo para ti y nuestros planes a futuro.
Y sin dar tiempo a replicas, James tomó con fuerza al de ojos chocolate por la cintura para llevarlo casi a rastras hacía un coche que los esperaba en la esquina más desierta.
Después de todo, la vida de un mafioso y su amante no es color de rosa; al contrario, es color rojo, rojo sangre, rojo fuego, rojo pasión.