DOMINACIÓN
Jaló la melena rubia para apartarlo, necesitaba separarse de su boca y tomar aire; además era más que obligatorio cambiar los papeles. Le fascinaba tener sexo con Killer ya que era alguien igual o más insaciable que él mismo, sin embargo también era un hecho que en todas las ocasiones ambos tenían que batallar para ser el dominante.
Ya con algo de aire en los pulmones volvió a jalar de los rubios cabellos logrando quedar a horcajadas encima de Killer. Aun así no tenía ni tiempo de sonreír, entre ellos lo difícil no era poner al otro debajo sino mantenerlo. Con la experiencia ganada durante las múltiples sesiones de sexo desenfrenado y delicioso, Zoro desabrochó ambos pantalones y metió la mano para masturbar al unísono sus miembros semi erectos.
Killer siseaba con el áspero movimiento mientras sus manos paseaban en completa libertad por los muslos del peliverde; de un momento a otro acarició las piernas por la parte posterior y recargándose un poco cargó a Zoro en una rápida acción hasta dejarlo nuevamente recostado boca arriba, con él entre sus piernas. Killer se inclinó a mover la pelvis para restregar ambos sexos aún sujetados por las manos del peliverde.
Zoro sonrió cómplice y dejó que Killer llevara por un momento el ritmo mientras que la lubricación de su mano aumentaba con los líquidos pre-seminales de ambos.
—Mójalos —ordenó el rubio al meter dos dedos en la boca de Zoro, quien comenzó a lamerlos hasta que saliva escurrió de sus labios, no le importaba hacerlo, eso no significaba que la batalla estuviera perdida.
Killer se irguió todavía con sus caderas golpeando la parte baja del peliverde, si por el fuera lo penetraría de una buena vez, sin embargo eso podría enojar a Zoro lo que significaría un adiós a su trasero tan caliente y a su delicioso miembro; sacó los dedos de la boca listos para prepararlo, pero fueron detenidos por la mano del espadachín.
—Déjame besarte —pidió un Zoro con voz demasiado excitada como para ignorarlo. Se apoyó en los brazos y se levantó hasta quedar sentado en las piernas de Killer a quien comenzó a devorarle la boca con toda la saña que sus dientes y labios pudieran dar.
En esa posición Killer separó las nalgas del peliverde con una mano y con los dedos mojados hurgó en su entrada. Zoro seguía besándolo sin compasión, puso sus manos en el pecho del rubio y lo empujó hasta acostarlo quedando otra vez debajo.
—Sé un buen chico, Killer, déjate hacer. Te aseguro que te haré visitar el cielo —habló con voz ronca mientras levantaba una pierna del rubio y la llevaba junto a la otra quedando así de lado. Killer resopló por dejarse llevar en la trampa de Zoro, sin embargo no se preocupaba, aún no perdía la batalla.
Zoro sonreía mientras usaba la mano húmeda por el semen para dilatar a su amante; relamió sus labios de solo recordar lo bien que se sentía estar dentro. Estaba completamente seguro que con un poco más de presión lograría poner a Killer boca abajo.