EXIGENCIA
—Ahí, ahí… justo ahí. Oh, joder, hazlo más despacio… ¡Mierda! Eso que acabas de hacer hazlo otra vez… Qué profundo te siento… ¡Espera, espera, espera! Más lento o me voy a correr… ¡Ah! ¡Diablos, Kid! ¡Muévete de esa manera!... ¡Más rápido! ¡Rápido…!
Kid se detuvo dejando a un Killer con la espalda arqueada y la maldición en la boca. Bajó las piernas del rubio que habían reposado en sus hombros, se inclinó un poco hacia el frente y se recargó en sus manos.
—Fastidias —le dijo.
—Te creo. Ahora puedes volver a moverte —contestó completamente indiferente a la molestia del pelirrojo. Eustass puso mala cara, si no fuera porque Killer era de las pocas personas que lograba saciarle su instinto animal en lo que a sexo se refiere ya lo hubiera mandado al demonio; dando un gruñido de molestia el pelirrojo volteó a su nakama poniéndolo en cuatro. Acarició primero con delicadeza el firme trasero y terminó por darle una fuerte nalgada.
—¡Joder, Kid, eso dolió! —el rubio se quejó. Protesta que fue interrumpida cuando sintió que su sexo fue apresado entre los dedos humanos de Eustass, masturbándolo sin piedad.
—Estás más duro —comentó, Kid. No esperó más y lo penetró de una sola estocada al momento de darle otra nalgada, en esa ocasión, con su mano de metal.
Killer no supo que sensación fue más fuerte y placentera: el placer al ser masturbado, ser penetrado de forma tan violenta o la sensación del frío metal seguido del dolor. La fuerza de sus brazos cedió recargándose en sus codos y tapándose la boca entre las sábanas.
Eustass comenzó a moverse con extrema fuerza. Por experiencia sabía que Killer no era, ni por asomo, alguien delicado; al rubio le gustaba el sexo fuerte, sin pretensiones románticas ni palabra dulces. Y hablando de palabras, Kid se veía obligado a soportar las constantes exigencias de Killer que cambiaban de un segundo a otro; un ligero cambio de ángulo o velocidad era suficiente para que al rubio no le parara la boca.
—Oh, Kid… qué bien te siento, no pares… inclínate un poco más… pasa la mano por la punta… sí, así… no lo hagas tantas veces que no quiero venirme tan rápido… Un poco más fuerte… ¡Dios, es increíble!... ¡No te detengas, no te detengas! ¡Vamos, muévete!
Eustass volvió a detenerse, suspiró y trató de contar hasta diez, pero solo llegó a tres cuando sujetó a Killer de la cintura, se recargó en ella y le abrió más las piernas dejando caer gran parte de su peso. Ante ello el rubio se dejó caer un poco más en la cama y hundió la cara en la almohada.
En esa posición el pelirrojo comenzó a embestirlo lo más rápido que pudo usando el peso de su cuerpo para enterrarse de forma salvaje en Killer, quien ante la desgarradora sensación solo pudo morder la almohada sin poder pronunciar palabra alguna, algo dentro de él presentía que Kid siempre terminaba follándoselo en esa posición para mantenerlo callado.