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Historia de un sueño por tashigi94

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Notas del fanfic:

One Piece y todos sus personajes pertenecen a Eiichiro Oda. Escribo esto sin ánimo de lucro.

 

Es mi primer fic sobre esta pareja, espero que les guste. ¡Saludos!

Notas del capitulo:

Este fic está inspirado en la canción "Historia de un sueño" de La Oreja de Van Gogh. En la historia aparecerán algunas frases de dicha canción; estarán marcadas en cursiva.

Sin más, les dejo con el fic. ¡Saludos!

Entras en tu camarote, cierras la puerta y te recargas pesadamente en ella, dejándote caer hasta quedar sentado en el suelo.


Ser el capitán de una gran flota no es un trabajo fácil. Y menos cuando en poco tiempo has perdido a tu mejor amigo, a tu padre y a tu pareja. Te ves tan abatido... Me gustaría abrazarte, decirte que estoy a tu lado, que nunca te dejaré solo... Pero no puedo. Aún no.


Tras unos instantes, te levantas y te diriges a la cama, esa cama que tantas noches hemos compartido. Hueles la almohada buscando mi olor, pero no te engañes, ya no queda nada.


Y entonces una lágrima se desliza por tu mejilla. Le sigue una segunda, y una tercera, y otra más, hasta que tu rostro está empapado de tristeza.


Todos los días son iguales: por la mañana tratas de ser fuerte, debes serlo por el resto de la tripulación, debes cuidar de nuestra familia. Por la noche, en la intimidad de la que un día fue nuestra habitación, lloras en silencio hasta quedarte dormido. Como estás haciendo ahora. Y la impotencia se apodera de mí por no poder bajar a consolarte. Aún no.


Espero impaciente a que tus ojos se cierren. Y por fin caes en un profundo sueño.


Una sonrisa se dibuja en mi cara; ¡llegó la hora!


- Perdona que entre sin llamar – bromeo atravesando la puerta.


Camino de puntillas, aunque no creo que pueda hacer mucho ruido, y me acerco a la cama donde duermes profundamente. La habitación está oscura y quiero verte mejor, así que con un dedo enciendo una pequeña vela que hay en tu mesilla de noche. Me sorprende conservar aún mis poderes; supongo que la muerte, al igual que la vida, da muchas sorpresas.


- Tenía que contarte que en el cielo no se está tan mal – te susurro acariciando tu cara, borrando el rastro de lágrimas que derramaste antes – Mañana ni te acordarás. "Tan solo fue un sueño" te repetirás, y en forma de respuesta pasará una estrella fugaz.


Hay tantas cosas que me gustaría decirte... Pero sabes que las palabras nunca han sido lo mío. Yo soy más de acciones. Así que me inclino despacio para darte un suave beso en los labios. Espero que no te despiertes, quiero seguir a tu lado un rato más. Tan solo me dejan venir dentro de tus sueños para verte a ti. Y es que aquella triste noche no te di ni un adiós al partir.


Suspiro. Recuerdo aquel día. Sabía que iba a morir, y me hubiera gustado hacerlo entre tus brazos. Yo solo quería despedirme, darte un beso y verte una vez más...


Al menos tengo el consuelo de haber pasado mis últimos momentos de vida junto a mi hermano. Y en gran parte te lo debo a ti, que atacaste a Akainu para que Luffy y yo tuviésemos ese momento. Porque no tuviste suficiente con hacerme feliz en vida, así que también me hiciste feliz en mi muerte.


- Gracias – te digo en un susurro.


Con cuidado, me meto en la cama. Quiero estar más cerca de ti. Me tumbo a tu lado y estoy tentado a abrazarte, pero me da miedo despertarte y desaparecer. Al fin y al cabo, no soy más que un sueño.


Me quedo embobado mirándote. Tu cabello rubio, tus ojos adormilados, tus labios entreabiertos tan tentadores como siempre. Me encanta verte dormir. Antes era al revés ¿recuerdas? Yo me quedaba dormido en cualquier rincón del barco, efectos de la narcolepsia. Y cuando despertaba estaba aquí, en esta cama, contigo a mi lado mirándome con esa expresión relajada tan característica tuya. Y entonces yo te besaba, tratando de decirte así cuánto te quería. Porque las palabras nunca fueron suficientes.


A ti sí que se te daban bien las palabras. Sabes que yo necesitaba oírlas, porque no he tenido una vida fácil y no estaba muy acostumbrado a que la gente me demostrase afecto.


Me mirabas a los ojos y me decías que me querías, que me deseabas, que me amabas, que era lo más especial para ti. Y yo no sabía qué contestar, y solo podía sonreír como un tonto. Creo que esos momentos han sido los más felices de mi vida.


Hablando de sonrisas, hace tiempo que no te veo sonreír. Tal vez alguna risa con la tripulación o una sonrisa para tratar de infundar ánimos a los demás... Pero no te he vuelto a ver sonreír de verdad.


- Promete que serás feliz. Te ponías tan guapo al reír... Y así, solo así, quiero recordarte.


Sé que va a ser duro para ti, pero también sé que el dolor te hará más fuerte. Que resurgirás de tus cenizas como el ave fénix que eres. Mi tiempo se acabó, pero el tuyo sigue. Ahora te toca a ti, solo a ti, seguir nuestro viaje.


Los primeros rayos de sol empiezan a colarse por la ventana. Chasqueo la lengua molesto.


- No quiero irme – murmuro mientras acaricio tu rostro por última vez.


Pero el otro mundo me llama, y debo partir. Suspiro resignado. Salgo de la cama.


- Volveré esta noche, te lo prometo – te digo como despedida, aunque sé que no puedes oírme.


Ajusto las sábanas con cuidado, no puedo dejar señales de que he estado aquí. Debería irme ya, pero no puedo evitar darte un último beso en los labios.


Te veo removerte en la cama. Se está haciendo tarde, tendré que marcharme, en unos segundos vas a despertar...


Y con la misma facilidad con la vine, me desvanezco. Pero no pienses que por eso he dejado de observarte... Yo siempre, siempre estaré a tu lado. Siempre te cuidaré, y siempre te amaré. No importa lo lejos que esté.


Poco a poco abres los ojos y parpadeas para acostumbrarte a la claridad del amanecer. Te incorporas, te estiras y te revuelves el pelo. Ojalá fuera yo quien lo hiciera.


De pronto, tu mirada se queda fija en un punto de la habitación. La mesilla de noche.


¡Maldita sea, olvidé apagar la vela!


Te quedas mirando las llamas rojizas y durante unos minutos no despegas tu vista de ahí. Me asusto; no sé qué estará pasando por tu mente ahora. Sabes perfectamente que tú no encendiste esa vela.


Continúas mirando el fuego hasta que lentamente la vela se consume y su luz, tal como lo hizo mi vida, se apaga.


Cierras los ojos y respiras hondo. Una expresión de paz inunda tu rostro. Y entonces ocurre algo inesperado: sonríes.


Esa sonrisa que me enamoró y que tanto echo de menos.


- Te quiero, Ace – dices en voz alta, sin dejar de sonreír.


Siento como mis ojos se empiezan a humedecer.


- Te quiero, Marco. - contesto, aunque sé que no puedes oírme.


Y esta vez, es mi rostro el que se llena de lágrimas.

Notas finales:

¿Soy la única que aún no supera la muerte de Puño de Fuego? T^T


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