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Fragmentos. por Edithcumberbatch23

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Notas del capitulo:

Otro capitulo

Bueno como creo que ya saben los personajes de Sherlock no son de mi propiedad yo solo me divierto un poco con ellos. Todos y cada uno de los personajes pertenecen a su respectivos dueños.

Advertencias: pues ninguna eso creo...

Ahorita no cuento con un Beta que me pueda ayudar con correcciones así que me disculpo si hay demasiado errores ortográficos.

Prompts: (Objeto) Pastel.

Pastel.

Mycroft Holmes aun no llegaba a explicar cómo rayos su madre lo había arrastrado hasta una feria de comida. No es que detestara este tipo de eventos y ni mucho menos deseara compartir el tiempo como madre e hijo, pero por todos los dioses cuando alguien decía que no, ¡era no! Tenía tantas obligaciones y deberes que debía cumplir y por no decir que estaba en una rigurosa dieta por la culpa de esa maldita grasa que se acumulaba en su cuerpo.

Pero cuando Sherlock imponía, su madre obedecía y el terminaba pagando las consecuencias. Ahora estaba en la mitad del parqué rodeado de una gran variedad de puestos que rebosaban de exquisita y deliciosa comida. La gente pasaba a su lado comiendo, charlando y conviviendo de una manera tan tranquila que por un momento quiso dejarse invadir por tanta tranquilidad. Pero definitivamente no podía tenía demasiadas cosas que hacer.

Cuando se volteo hacia ese puesto de galletas donde vio por última vez a su madre y a Sherlock ya no se encontraban es que acaso el destino estaba en contra de él. Sus ojos viajaron por cada uno de los puestos cercanos buscando ese ridículo traje de pirata que su hermano nunca se cansaba en portar.

Pero no fue eso lo que logro llamar su atención, un enorme y exuberante pastel se encontraba frente a él, estaba bellamente decorado de una manera tan elegante y profesional que daría pena solo cortar un minúsculo pedazo. El pastel lo tenía hipnotizado y era extraño pero incluso por un momento se logro olvidar de su estúpida dieta, avanzo uno cuantos pasos cuando se percato de otro cosa que había pasado desapercibida.

Detrás del enorme pastel estaba un chico, tal vez de su misma edad su cabello castaño era cubierto por uno de esos ridículos sombreros de chefs, sonreía a todo el público que se acercaba a admirar la bella obra de arte que había confeccionado.

El corazón de Mycroft dio un brinco inesperado, nunca en toda su adolescencia alguien había causado tal reacción, y mucho menos a primera vista. Trato de quitarle importancia y seguir buscando a si familia, pero su cuerpo no parecía querer tomar la misma dirección. Solo unos pasos más y estaba en frente de ese enorme pastel la gente se aglomeraba tratando contemplarlo. Soltaba gestos de admiración y de sorpresa las fotos no se hacían esperar era el pastel perfecto.

Pero ahora Mycroft solo se concentraba en una cosa, o más bien en alguien. El chico que estaba detrás de la mesa del puesto volteo a verlo solo a él, dedicándole una sonrisa de esas que lograban quitar el aliento era eso o solo causaba esos efectos en el pelirrojo. Mycroft estaba lo suficientemente cerca para percatarse de lo apuesto que era aquel chico, de lo mucho que le gustaban esos ojos marrones que brillaban con algo de picardía, y de lo fácil que era imaginar esas fuertes manos recorriendo su cuerpo, trago saliva por el nerviosismo y rogo a todos los dioses que sus mejillas no estuvieran coloradas. Justo cuando se perdía en sus fantasías una voz profunda resonó.

— ¿Quieres una rebanada de pastel? — pregunto el chico con una gran sonrisa.

Mycroft se sorprendió y tartamudeo de una manera por demás estúpida. ¿A dónde se había esfumado toda su inteligencia?

— ¡Sí, se ve delicioso! — logro decir.

El chico solo se movió un poco para cortar un generoso pedazo y antes de entregárselo tomo una servilleta y enredo un tenedor en ella. Sus dedos se rosaron causando una placentera corriente eléctrica en la medula espinal del pelirrojo. Cuando le fue entregado todo lo correspondiente Mycroft estaba dispuesto a pagar pero esos ojos marrones lo miraron de una forma hipnotizante.

—No es necesario la casa invita. — Mycroft estaba a punto de negarse y pagar por el magnífico pastel, el chico se acerco más a él y le susurro. — "Los pelirrojos comen gratis" ese es mi lema.

Las mejillas del pelirrojo se sonrojaron más de ser posible la sonrisa que ahora le dirigía ese apuesto extraño era muy diferente; ocultaba de demasiadas intenciones. Y justo cuando creía que tal vez pasaría algo más el grito de Sherlock lo descoloco.

— ¡Mycroft! Ya nos vamos…

—Fue un placer Mycroft.

Su nombre en los labios del desconocido le supo a gloria se dejo arrastrar por su hermano que lo jalaba a la dirección contraria del que podría ser el amor de su vida, cuando iba a empezar a comer ese delicioso pastel desenredo la servilleta y se encontró con una muy descuidada caligrafía un nombre y un teléfono brillaban con un color negro en la blanca servilleta.

Mycroft volteo por última vez a ver al chico, que lo seguía con la mirada.

—El placer fue mío Gregory.

Tal vez no sería tan malo romper su dieta de vez en cuando.

 

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