Seis y cuatro de la mañana, el moreno apenas había llegado a su despacho después de haberse atrasado gravemente por culpa de una pelea que había tenido esa misma mañana con uno de sus subordinados de trabajo.
No confiar en mi te puede salir muy caro, Spears. Habían sido las palabras que el pelirrojo había mencionado abruptamente y como una amenaza a su jefe. Siempre peleaban con esbozo debido a todas las diferencias que al parecer tenía. Uno extremadamente serio y el otro más enérgico que un adolescente, a pesar de todos los problemas que habían tenido el trabajo de Grell no era malo, el gerente no podía darse el lujo de alejar su molestia transfiriendo o despidiendo al pelirrojo pues a pesar de todo, el trabajo funcionaba, pero había algo, un sentimiento que hacía que ambos quisieran pelear todo el tiempo, ya que al parecer esto era mutuo.
Llevaban conociéndose prácticamente toda su vida y durante todo ese tiempo lo único que hacían entre ellos era pelear, discutir, después de que a William se le había dado la gerencia, Grell parecía tener cierto rencor por él y ahora no podían ni verse, pero eso no podía seguir así, las peleas habían comenzado a interferir con el desempeño del moreno en su trabajo y eso era algo que no debía tolerar, para ese entonces sentía no solo que no quería tenerlo cerca, quizá ahora incluso lo odiaba, pero ¿por qué hasta ese momento? Grell había comenzado a tener un nuevo juego con un demonio que residía en la zona, mayordomo de un Conde que de no ser por el cuervo, su alma ya hubiera sido recolectada.
-Sebastián... ¿no? -. Susurró al recordar el nombre del demonio con el que el pelirrojo parecía estar perdiendo el tiempo, y ahora no sólo era él al que odiaba, también detestaba al perro del Conde.
La puerta abierta sin previo aviso de la oficina del gerente interrumpió a William de sus pensamientos, dando paso al pelirrojo que al parecer seguía queriendo discutir con el contrario.
-Y para que lo sepas, ¡Yo no le he dado ningún alma a Sebas-chan!.
-... Bien.
-Sí y aunque lo... ¿Qué has dicho? ¿Estás de acuerdo?
-Yo jamás he mencionado tal cosa, pero no puedes seguir viéndolo para distraerte y jugar.
-Lo que haga o no con mi tiempo libre es problema mío.
-Si lo hicieras en tu tiempo libre y no a la hora de trabajo no tendrías problemas.
-Es eso o ¿Te molesta que vea a otros hombres?. - Mencionó el pelirrojo contoneándose de una manera burlona, pues sabía que eso hacía molestar al más alto.
Aquel comentario le hizo reaccionar de un modo más agresivo, había alcanzado su limite con el pelirrojo por lo que invoco su guadaña y la abrió cortando un pequeño mechón de su cabello que cayó al suelo. - Lo que me molesta es que no te tomes nada en serio, después de lo de Jack el Destripador, tuve que abogar por ti para evitar que fueras ejecutado.
- ¿Y eso qué? ¿Se supone que deba agradecerte por lo que has hecho por mi?. Oh William gracias por ser tan bueno conmigo. - El tono con el que hablaba era sarcástico, bastante molesto para su superior que a cada momento parecía estar perdiendo los estribos.
-Tienes trabajo que hacer, ve a hacerlo sino quieres tener que enfrentarte a mi.
-Agua fiestas... Por cierto, esta no es forma de tratar a una dama, alguien debería enseñarte algo llamado... Modales. - Después de esa ultima palabra se había acercado al moreno, acariciando con sus fríos dedos los labios de su superior. Retirándose así, dejando al moreno molesto por aquel ultimo contacto.
Esa caricia, tétrica y burlona, un obvio signo de querer molestar al moreno habían hecho que William se sintiera molesto, ansioso y sin embargo, algo intrigado. Por inercia había llevado la mano a cubrir sus labios, como si quisiera sentir de nuevo su mano contra estos.
Mientras que Grell orgulloso por haber “ganado” la discusión se había alejado triunfante, agitando su largo cabello rojo para llamar la atención como siempre de las personas que le rodeaban, hasta que se acerco a uno de los subordinados que tenía.
-Es un idiota, pero nada que no pueda controlar, lo puse de nuevo en su lugar.
-Eso dijo ayer con la discusión del archivo.
-Es que no puede solo hablar así y darnos ordenes cuando no tiene ganas de hacer algo.
-Pero ese es su trabajo, es el gerente...
-Tsk... Ronald, hay cosas que uno puede controlar y otras que no, él no entiende la diferencia.
El menor se encogió de hombros levemente mientras terminaba de acomodar los nombres en su libro para recoger esa misma tarde. -Debo apresurarme, al parecer este será un día pesado, me han cargado de más trabajo por coquetear con las chicas de la recepción.
-Lo malo no es coquetear con las chicas de la recepción. - Había mencionado un rubio alto que se unía a la conversación con su libro en mano, mirando este mientras hablaba. -Lo malo es que te descubran haciéndolo. -
-Eric... - mencionó Ronald algo molesto por su presencia.
-Oye Ronald ¿Recuerdas a la chica linda morena? Con la que William te encontró coqueteando, bueno, en cuanto termine mis deberes voy a llevarla al bar del centro. - Mencionó con una amplia sonrisa en los labios.
Ambos jóvenes se habían centrado en discutir en voz baja para no obtener más sanciones con las que pudieran lidiar, por lo que el pelirrojo decidió en dejarles pelear. No tenía ansias de terminar su trabajo tan pronto más que por una cosa. El demonio que ahora estaba a servicio del Conde. Gracias a él las muertes prematuras habían aumentado de una manera casi exagerada, por lo que todos en Londres parecían tener más trabajo y al menos una vez se habían podido encontrar con él.
El pelirrojo estaba a punto de salir, con suerte podría ver a su amado Sebastián y poder pasar un poco más de tiempo con él sin embargo al revisar su lista notó que todas las muertes serían en el hospital. Debía ser una broma, no podría ver al demonio. -William... -. Susurró molesto, dispuesto a modificar o cambiar su lista con la de uno de los menores que seguramente podrían ver al demonio, dirigiéndose entonces de regreso a la oficina del gerente.
Y ahí estaba él, sentado detrás de su escritorio , terminando de revisar algunas cosas de los archivos, al parecer estaba tan acostumbrado a que Grell entrará así a su despacho que ni siquiera se inmuto ante su presencia.
-¿Qué significa esto?.
-Es una lista... - Mencionó sin levantar la vista pues sabía de sobra del por qué la visita del pelirrojo.
-Esto lo prueba... Estás celoso. - Dijo para molestarlo, cruzándose de brazos.
Algo fastidiado de pelear, volteó a verle - ¿Y qué si lo estoy? Solo termina tu trabajo.
Ésas palabras no habían terminado de ser procesadas por el pelirrojo, aquel comentario que se suponía iniciaría otra pelea al parecer lo había dejado sin armas para defenderse, sin embargo no se iba a rendir así, si el moreno había pensado que había descubierto su debilidad estaba muy equivocado. -Pues si lo estás no deberías meterlo en tu trabajo. Si quieres dejar de sentir celos, entonces invítame a una cita y pensaré como compensar esa inseguridad que tienes... Wiru. - una amplia sonrisa, dejando ver sus afilados dientes se hizo presente en busca de querer molestar al más alto.
El moreno se levanto de su asiento. Grell pensó que había logrado provocarle de nuevo, sin embargo las manos del mayor le tomaron por el mentón lo que hizo que el pelirrojo se desconcertara, mirando detenidamente a los ojos de su superior que ahora estaba más cerca. --Bien... Te espero afuera de mi despacho a las siete con cinco minutos... Termina para que podamos salir, no te esperaré después de la hora. -