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Chicos de Brooklyn por AlphaTK

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Notas del fanfic:

 

 

 

Los personajes presentes en este fanfic pertenecer03;n a Marvel Entertainment, LLC, The Walt Disney Company, y por supuesto, el gran Stan Lee.

La temática de la historia, sin embargo, es completamente mía.

Derechos de portada a: MorganaGreengrass (Nina, de verdad te amo)

Portada: https://a.wattpad.com/cover/111170986-352-k265219.jpg

Invierno: inicios.

James torció el paño húmedo, retirándole el exceso de agua, para después dejarlo suavemente sobre la tibia frente del rubio muchacho que descansaba en la vieja cama de gruesas cobijas raídas por el tiempo y el uso.

Acarició con la yema de sus dedos el rostro perlado en sudor y le besó las sienes con infinita ternura, susurrando que todo estaría bien, que las cosas mejorarían.

Alzó la mirada, dejándose perder entre los copos de nieve que caían tras el cristal de la ventana de su viejo y destartalado apartamento en alguna de las olvidadas callejuelas de Brooklyn: una nueva nevada azotaba las calles de la ciudad, pintando el panorama de tonos grises curtidos y blancos sucios.

Volvió el rostro al sentir como el menudo cuerpo de su compañero empezaba a colapsar en temblores nuevamente. Hundió una vez más el desgastado paño de algodón en el agua helada, como el clima, para repetir el proceso.

No estaba seguro si se trataba de la estación, o las altas temperaturas que habían sido alcanzadas aquel año; tal vez fuera la mala alimentación o el hecho de que Steve, de por sí, nunca había tenido una buena resistencia. El caso era que su amigo había caído seriamente enfermo, y Bucky estaba entre la espada y la pared con la difícil decisión de ir a trabajar para conseguir dinero con el cual comprar medicinas, comida, pagar el alquiler y los servicios, pero dejar solo a Steve durante largas horas. O quedarse cuidándolo, pero al no trabajar, no tener dinero para nada.

Pasó sus dedos por su cabello con frustración. Sin importar cuanto le dijera a Steve que las cosas mejorarían, para él era claro que la enfermedad estaba empeorando. Y eso lo estaba matando por dentro, porque Steve era lo único que él realmente tenía.

Y no estaba dispuesto a perderlo.

No sin cierta vacilación, tomó el ajado abrigo de invierno y dirigiendo una última mirada al viejo camastro en el cual el pequeño rubio aún dormía, salió del apartamento, cerrando la puerta con seguro tras él. Bajó las escaleras a grandes zancadas y al encontrarse fuera, sintió su piel congelarse al contando con el frío aire de inicios de diciembre.

Acomodó el cuello de su gabán y empezó a caminar a través de las solitarias calles. La nieve aún caía y los pequeños copos de aglomeraban sobre su ropa, humedeciéndola.

El viento colándose entre sus prendas y haciéndolo tiritar levemente.

Siguió a paso rápido hasta llegar frente a una antigua edificación, de paredes sucias y pisos consumidos. Atravesó la puerta de madera tosca y caminó hasta el desordenado despacho del gerente del lugar.

Con la cabeza gacha y una mirada de absoluta necesidad, tomó asiente frente al escritorio y el hombre tras él.

Luego de un par de reprimendas, con palabras malsonantes incluidas, un emotivo discurso sobre la responsabilidad, y más improperios. James Buchanan Barnes, trabajó en una vieja fábrica de chatarras durante toda una noche mientras afuera, nevaba.

Steve no llegó a percatarse de la ausencia de su amigo; Steve no despertó aquel día.

_______________

Era medio día cuando Bucky regresó al fin a casa. El cielo estaba nublado aún, sin embargo había parado de nevar. Bucky pensó, con fastidio, que tendría que barrer más tarde toda la nieve acumulada en la entrada. Pero eso sería más tarde, luego de que revisara el estado de su pequeño amigo y tuviera un merecido descanso.

Exactamente en aquel orden.

Agotado, subió a trompicones las escaleras que parecías quejarse bajo su peso, y abrió la puerta con la pintura blanca cayéndose y dejado entrever el óxido tras ella. Cruzó tambaleante el umbral y medio arrastrando los pies llegó hasta la cama donde Steve aún dormía.

Al observar detenidamente, se percató de la comida que descansaba intacta en la pequeña mesa, a un costado.

Steve no se había despertado desde que él se marchara el día anterior. Y estaba demasiado quieto.

Aterrado se abalanzó sobre el delgado cuerpo, asiéndolo descuidadamente para poder apoyar su oído contra el pecho. Allí sintió el inconfundible palpitar de la vida, y el casi imperceptible movimiento de una respiración, superficial y acompasada.

Olvidando completamente su cansancio, alzó entre sus brazos el  liviano cuerpo y corrió hasta el hospital más cercano. Al llegar, un doctor tomó los signos vitales de Steve, y enseguida, con una mirada alarmante, lo hizo seguir a urgencias.

Steve fue llevado a un cuarto al cual Bucky no le fue permitido entrar. Así que el joven de ojos color mercurio líquido pasó toda la tarde, hasta que fue hora de ir al trabajo, en la pequeña sala de espera, sentado en una incómoda silla de plástico color crema.

_____________

Cuando Steve despertó por primera vez en tres días, lo único que sus ojos pudieron captar, fue a su amigo que parecía luchar fieramente contra el sueño, mientras cabeceaba sentado en un sillón color olivo a un costado de la camilla de hospital en la cual él se encontraba.

— ¿Buck? — Llamó con voz gangosa que le hizo preguntarse cuánto había dormido. El joven castaño respingó en su lugar y alzó el rostro precipitadamente, haciendo que los músculos de su cuello se tensaran. Parecía que apenas se había dado cuenta de su presencia.

Rápidamente se situó a un costado, sentándose en la camilla, y lo abrazó con movimientos calculados. No quería herir de algún modo a su querido Steve.

— Estás despierto — Soltó. Y había cierto alivio contenido en sus palabras. Steve asintió, aún con el rostro presionado contra el pecho de su amigo. Dirigió una mirada minuciosa al anguloso rostro de facciones masculinas.

Entonces lo notó al fin; la piel pálida, casi transparente, y los círculos violáceos alrededor de los ojos agotados. Los labios cuarteados. Bucky se veía terrible, y eso lo hizo sentir sumamente contrariado y preocupado.

Porque, a pesar de todo, Bucky siempre se veía bien. Pero ahora no lo hacía.

— ¿Buck...?— Recibió un ligero asentimiento en respuesta. Bucky tenía el mentón apoyado en su hombro— ¿Hace cuánto no duermes?

James no respondió enseguida. Acomodó mejor su rostro entre el recoveco del cuello de Steve antes de hablar— Casi cuatro días.

Steve intento separarse de él, para mirarlo horrorizado, pero Bucky solo hundió aún más firmemente el rostro en su nuca.

— ¡Cuatro días!— Chilló. Y calló al escuchar la reprimenda de algún lugar de la sala. No estaban solos, se dio cuenta al fin. Solo estaban separados de los demás paciente, enfermeros y doctores, por unas incipientes cortinas de color blanco que formaban una especie de cubículo a su alrededor. Intentó modular su voz — ¿Por qué no haz dormido en cuatro días? ¿Paso... algo?

— ¿...Algo?— Steve sintió como era rodeado por los brazos, fuertes y gentiles, de su mejor amigo. Sintió como se aferró a él, enlazándolo por la cintura estrecha, y restregando la barba de varios días contra la sensible piel de su cuello. También sintió una cálida humedad caer allí— No despertabas… tú no despertabas, ¿Por qué no despertabas? Creí que me dejarías. Realmente, realmente, lo creí. Y eso me aterro. Steve, nunca me dejes.

Steve negó, sintiendo arder sus ojos y las lágrimas desbordarse por sus mejillas mientras escuchaba la siempre firme voz de su querido Buck, quebrarse por su culpa. Rodeo con sus delgados brazos los amplios hombros del de ojos grises, devolviendo el abrazó y acarició tiernamente, con movimientos circulares, la rígida espalda que se fue destensando lentamente, ante su toque.

Se deslizaron poco a poco en la cama hasta quedar recostados, aún entre los brazos del otro. Bucky se quedó dormido allí, sin soltarlo y él se giró, observando enternecido el rostro de la persona que dormitaba a su lado. Subió las manos y acarició el mentón rasposo que contrastaba con las mejillas suaves. También rozo el puente de la nariz, las sienes y las bolsas bajo los ojos.

Dedicó un tímido beso sobre el pecho, justo donde sentía latir el corazón de James, y se percató de que estaban demasiado cerca.

Y también de que, en realidad, no le incomodaba para nada.

Steve durmió allí, arrullado por los lentos latidos de Buck.

________________

— ¿Cuándo me darán de alta? — Volvió a preguntar, tozudo. James rodó los ojos ante su insistencia y se limitó a, simplemente, abrazarse más fuerte a la delgada cintura, ignorándolo olímpicamente. Desde aquel primer día, aquello se había vuelto algo común. Bucky lo visitaba  religiosamente cada día; ellos cerraban las cortinas y él se colaba en su cama, abrazándolo. Sumergiéndose en su pequeño mundo. Había algo más, podían sentirlo, pero sin estar seguros de cómo definirlo, se limitaban a disfrutar de su cercanía. Usualmente  Bucky dormía abrazado a Steve hasta que llegaba la hora de ir a trabajar — ¿Cuándo? — Insistió, puyando juguetonamente el costado de su amigo.

Bucky bufó— Cuando estés recuperando.

— ¡Pero ya estoy recuperando!

— Cuando estés completamente recuperando. — Gruñó.

— Bucky, ¿Por cuánto te está saliendo esto? No puedo simplemente quedarme aquí. Debo ir a trabajar yo también...

— Steve— Interrumpió—, eres insufrible. Necesito dormir, debo trabajar en unas horas: cállate.

El rubio le dedicó una mirada indignada, que duró lo poco que su sonrisa tardó en deslizarse por sus labios. Entonces Steve se dedicó a repartir tiernas caricias sobre el cabello y espalda del castaño.

Bucky durmió agradablemente aquella tarde, igual que las anteriores desde que dormía con Steve.

______________

Había empezado a nevar nuevamente, y las calles lucían bellamente adornadas con las luces de la temporada. Los colores rojo, verde y dorado resaltando por todos lados.

Bucky se paró frente a un escaparate que mostraba unas hermosas pinturas que él, sinceramente no tenía idea de cómo se llamaban o para qué servían. Mucho menos cómo se utilizaban.

Pero estaba seguro que Steve sí lo sabría.

Sonrío al imaginarse la expresión que pondría Steve al tener aquello entre sus bonitas manos. Si trabajaba horas extras, pensó alegremente, tendría lo suficiente para comprar aquel bonito regalo de noche buena, y pagar la siguiente cuota del hospital.

Ya vería como se las arreglaría para completar lo del arriendo y los servicios.

Iba a seguir su camino cuando una mano regia se posó en su brazo. Él dirigió una mirada cautelosa, por sobre el hombro, al hombre de aspecto severo.

— Buenas noches, muchacho, ¿Me permites un momento?

El asintió, reticente— Que no sea mucho tiempo, debo ir a trabajar.

— ¿En qué trabajas?

— En una fábrica de fundición.

Bucky se removió ante la inquietante inspección que parecía hacer aquella persona a su cuerpo— Puedo ver que tienes muy buen estado físico, ¿Sabes que el país necesita soldados? Si te enlistaras, seguramente subirías de puesto muy rápido y obtendrías un mejor sueldo, ¿Lo has pensado? Eres justamente lo que buscamos.

James asintió, incomodo; durante mucho tiempo había sido su sueño entrar al ejército y empezar una carrera militar hasta llegar a un alto cargo. Pero aquello quedó olvidado luego de que, al morir la señora Sarah, Steve quedará bajo su tutela y él debiera cuidar del delicado muchacho.

Aunque, en realidad, no se arrepentía.

— Sí, bueno. Eso no es posible.

— ¡Por supuesto que lo es! Si hay algún problema con tus papeles, solo déjamelo a mí. Me encargaré de...

—No, no es que haya problemas, es que yo no puedo. Debo cuidar de alguien. Es decir, tengo alguien especial, y no puedo... está muy enferm...

—Oh, ya veo — Interrumpió— ¿Tú pareja?

Bucky no supo por qué lo hizo; tal vez por salir del paso simplemente. Tal vez por algo más...
  
Eso daba igual. Lo relevante era que Bucky, asintió.

El hombre le dirigió entonces unas últimas palabras, intentando convencerlo, pero al ver que no conseguía avance, optó por retirarse con una última mirada reprobatoria.

La palabra «pareja» no dejó de dar vueltas en su cabeza por el resto de aquel día.

 


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