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Te necesito por Aomame

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Te necesito


 


Flores.


Listones.


Blanco.


Todo era malditamente blanco.


Tony se miró en el espejo. Su traje de hechura y diseño italiano, le pareció un ataúd a la medida. Después de todo, se dijo, es negro. Bien podrían enterrarlo con él y nadie diría nada. Es más, especificaría en su testamento que lo enterraran con él. Al menos, pensó y rió, así se lo pondría más de una vez.


Se acercó un paso al espejo, se arregló la barba, revisó que su cabello estuviera en su lugar y se sonrió a sí mismo, orgulloso de su aspecto. Ignoró todo lo demás. Giró sobre sus talones y encontró sobre el tocador ese teléfono anticuado. Incluso, lo había llevado con él ahí. Chasqueó la lengua preguntándose qué diablos estaba pensando. Aun así, tal vez, por costumbre, tal vez, porque se le había vuelto un tic nervioso, se llevó el teléfono al bolsillo interno del saco.


En ese momento, entró Rhodey y le sonrió desde el reflejo de espejo.


—¿Listo?


Tony asintió y dio un último toque a la flor en su solapa. Era el momento de enfrentar al destino.


—¿Llevas los anillos?


—Por supuesto, Tones. ¿Por quién me tomas?


Tony rió y bajó las escaleras que conducían al altar de la iglesia. No es que él fuera muy religioso, pero Pepper había querido que fuera así, ¿quién era él para negarse? Los invitados ya estaba ahí, todos listos y sonrientes. Tony reconoció a sus compañeros Avengers entre ellos. Pero, como era de esperar, él no estaba entre ellos. Esbozó una sonrisa, más bien, nerviosa y ocupó su lugar frente al altar. Dispuesto a esperar a la novia.


Pepper entró poco después. Vestido blanco, cabello en alto, sonrisa de oreja a oreja. Bellísima. Tony le sonrió y tendió la mano para recibirle a su lado. Y la ceremonia comenzó. Tony se limitaba a fingir que escuchaba. Su mente divagaba muy lejos de ahí.


Por alguna razón, no podía sosegar sus pensamientos sobre él. No podía entender por qué, ese día, todos sus sentimientos hacía él se habían convertido en una bola de nieve que crecía y crecía en su mente. Admiración, fanatismo, enojo, odio, cariño, amistad, necesidad, nostalgia, deseo, pasión, amor. Todos los sentimientos, buenos y malos se aglomeraban uno tras otro. Todos en él. Todos para él. ¿Qué sentía él por Tony? ¿Qué? Ese "él" tenía nombre, y a Tony, últimamente, le costaba trabajo pronunciarlo. Porque cuando lo hacía inevitablemente tenía ganas de llorar. ¿Por qué?


¿Había sido tan malo? Se habían equivocado tanto. Ambos. No podía hacerse el santo y fingir que no cometió errores, sólo por sentirse agraviado. Tony se aferraba a ciertas cosas. Entendía que él se aferrara a las cosas que le quedaban. Sólo lamentaba no haber podido llenar ese hueco. Eso que él necesitaba. Se lamentaba por no poder ser eso que le diera paz, que le diera un poco de estabilidad, ser uno de esos sueños perdidos. Lamentaba no ser quien podía estar a su lado, quien le ayudara a sentirse menos fuera de tiempo, menos aislado del mundo, más en casa, un poco más y,tal vez, se hubiera quedado. Tal vez, estaría ahí, a su lado, frente al altar. Si lo pensaba bien, él creía en un Dios, a pesar de haber conocido al menos a dos dioses. Con él,también, estaría en una misa aburrida intentando controlar sus nervios.


Hizo un alto. Ese último pensamiento era merecedor de un alto. ¿Acaso estaba pensando casarse con él? ¿En qué momento una idea como esa había aparecido en su mente? Respiró profundamente. Era el momento de decir los votos.


—Anthony—dijo el sacerdote—repite después de mí, por favor.


Tony asintió y tomó entre sus manos, las manos de Pepper.


—Yo Anthony Stark...


—Yo Anthony Stark...


Casarse con él. ¿Por qué pensó eso? ¿Por qué? Era insano, era trágico. Un Stark casándose con un hombre. Era hasta casi deshonroso. Se rió internamente, ¡qué locura! Jamás pasaría. Jamás él volvería, a menos que Tony se lo pidiera. No volvería a verlo a menos que fuera necesario. Odiaba tanto esa palabra. Nunca pudo expresar sus necesidades. No aquellas que le eran legítimas. En especial cuando se trataba de pedir amor.


—Prometo serte fiel, en lo próspero y en lo adverso.


—Prometo serte fiel, en lo próspero y en lo adverso.


Amor. No podía quejarse, todo mundo aprendía a amarlo. Todos, excepto él. Él. Siempre que Tony quería el amor de alguien, ese alguien era incapaz de quererle. Su padre, él. Los dos más importantes. Aquellos a los que él amaba sin condición. Aquellos a los odia y adoraba por partida doble. Ambos necios y orgullosos. Ambos capaces de ocultarle cosas. Los dos a los que nunca recuperaría. Con los que nunca, tampoco, se atrevió a ser honesto.


—En la salud y en la enfermedad.


—En la salud y en la enfermedad.


Tragó saliva y cerró los ojos. Hablando de honestidad. ¿Por qué a su corazón se le ocurría ser honesto, en esos momentos, sobre a quien amaba en realidad? Maldijo internamente y al abrir los ojos vio una sombra justo detrás de Pepper, era visible por encima de su hombro, tras el velo.


—Amarte y respetarte, por el resto de mis días...


Tony miró con atención. ¿Estaba alucinando? Podría reconocer esa manera de recargarse en el marco de una puerta en cualquier maldita parte del mundo. El ancho de sus hombros, la manera de ladear el rostro. ¿Era él? Él había ido a su boda y lo miraba a lo lejos como una sombra.


—Tony...—Pepper le susurró.


—Ah, sí. Perdón. ¿Cómo era? —el sacerdote lo miró reprobatoriamente y repitió las palabras— Amarte y respetarte, por el resto de mis días.


—Hasta que la muerte nos separe.


La sombra detrás de Pepper se movió, tal vez, había notado que lo había visto, dio la vuelta y desapareció tras la puerta. Esa manera de caminar... no. No podía estar equivocado.


—Señor Stark, repita, por favor.


—Sí, sí...—pero al mirar de nuevo a Pepper algo más atacó su mente.


Culpa. Sabía que no podría librarse de ella. No podría. Tanto si se casaba, como si no. Jamás podría hacer feliz a Pepper.


—Lo siento—dijo—. Sé que no vas a perdonarme.


—¿Tony?


Tony acunó el rostro de Pepper con sus dos manos y le besó en la mejilla.


—Te quiero, en serio. Pero no podemos casarnos—le tomó las manos y le besó el dorso—Soy un imbécil, Pep, discúlpame. Pero tengo que irme.


Pepper cerró los ojos, pero no hizo por detenerlo. Tony pasó a su lado y salió por la misma puerta por la que había entrado y visto,  después,  a esa sombra.


Tony buscó en los pasillos y habitaciones de la iglesia, no eran muchas, pero no lo encontró. Supuso que así sería, entonces, corrió afuera. Lo buscó en los jardines, y comenzó a caminar erráticamente en los alrededores. Sabía que los invitados pronto saldrían del templo, una vez pasado el shock.


Nada.


Como si la tierra se lo hubiera tragado. Fue, en ese momento, que recordó y sacó el teléfono del bolsillo interno de su saco. Lo abrió y sin dudarlo, como en otras ocasiones había hecho, marcó el número en él.


—Contesta, contesta, contesta...


Se interrumpió un tono a la mitad.


—¿Tony?


—¡Steve!


Tony sintió que respiraba, como si le hubieran quitado una loza pesada del pecho.


—¿Estabas aquí?


—¿Dónde?


—No te hagas el idiota, Steve, estabas aquí, en mi boda.


Un silencio breve, un suspiro del otro lado del auricular.


—Lo siento—escuchó—, no quería amargarte el día.


—¿Qué querías entonces?


Steve dudó una vez más. Tony sólo podía animarlo con él pensamiento. "Sólo dilo. Dilo, maldición"


—Quería verte.


Tony sintió su corazón latir como loco.


—Quería saber que estabas bien, es todo. No quería arruinar el momento.


—Lo arruinaste.


Steve suspiró.


—Lamento escuchar eso, Tony. Disculpa. Voy a colgar.


—No te atrevas.


Por unos segundos, lo único que ambos escucharon fue la respiración del otro. Y entonces, Tony sintió que ya no podía más. No podía estar enojado con él más. No podía, quería acercase, abrazarlo, olerlo. Le gustaba tanto olerlo, siempre olía rico, fresco, masculino, como recién bañado, siempre. Incluso cuando estaba sucio y sudado, le gustaba tanto. Él le gustaba tanto. Despegó los labios lentamente, al tiempo que tomaba consciencia de eso. Sus palabras resonaron en su mente como con eco.


—Te necesito.


No sabía si Steve entendería, no sabía si él podía ver o leer lo que esas palabras significaban. Lo no sabía. Sólo podía esperar a que el capitán entendiera la referencia.


—Y yo a ti—fue la respuesta.


Y bendito sea Thor u Odin o cualquier maldito Dios en el universo o los universos, ¡había entendido!


Tony sonrió.


—¿Dónde jodidos estás?—preguntó.


—Aquí.


La voz no vino de la bocina del teléfono. Sino directamente de detrás de Tony, quien lentamente apartó el teléfono de su oreja y giró para verlo.


No dijeron nada. Ni una sola palabra más. Solamente se abrazaron fuertemente, como si pudieran fundirse uno con él otro y no separarse nunca más.


 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado.

Solo pretendía soltar la mano con este one,  como cuando  no tienes inspiración pero necesitas escribir. 
Dicho lo anterior y aunque suene paradójico,  me inspiré en la declaración  de RDJ sobre que odia estar peleado con Evans en la ficción,  puesto que  sólo  quiere acercarsele, olerlo y decirle que bien se ve con lentes de sol (por  supuesto que, estoy parafraseando).
Esos momentos,  en los que RDJ se vuelve queen del Stony, no tienen precio.  Y el otro no se queda atrás (aunque sus declaraciones son más chrobert, así  conozco esa ship, desconozco  otro nombre; no tienen desperdicio. Mi mejor amiga dice que se aman en secreto y ciertamente,  no hacen nada para evitar dicho pensamiento).

Eso era todo. Dejo mi modo fangirl aquí. 

Por otro lado y más importante AY no me deja entrar últimamente y estoy temiendo a esas ventanas emergentes y los posibles virus.  Por ello, estoy les cuento que si por alguna razón ya no puedo entrar pero desean leer algo más mío, tengo cuenta en Wattpad, ahí está esta historia y otras más Stony, me pueden encontrar como Aomame_kz.

Ahora sí, ya me voy.

continuará...


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