Realmente no recuerdo la hora ni el día en el que me encuentro, es una sensación difícil de explicar, como si nada fuera verdad y todo fuera un simple sueño en el que floto, sin embargo al abrir los ojos puedo ver el pequeño techo color gris que se encuentra frente mío. Debo levantarme y preparar mi desayuno o llegaré tarde al colegio (que para ser sincero siempre llego tarde) al levantarme me percato por las manecillas de mi reloj que apuntan exactamente al número seis que realmente es muy temprano, pero decido no dormir de nuevo, es muy raro despertarme a esta hora y no desaprovecharé esta ocasión para no volver escuchar los regaños de Mikasa sobre mi impuntualidad y desempeño en el colegio.
Abro la puerta del refrigerador y me doy cuenta que de nuevo olvide comprar la despensa y lo único que hay de comer son las sobras de pizza que no me acabe hace dos días, así que compraré algo en el camino, total quería hacer tiempo en el trayecto. Cierro el refrigerador y me empiezo a poner el uniforme escolar en mi habitación, al terminar me dirijo a la puerta principal de ese pequeño departamento para salir sin antes decir ´´regreso pronto´´ aunque sé que la respuesta nunca llegará.
El camino a la escuela por primera vez se me hace eterno, y más confuso que un laberinto a los cuales de niño solía perderme y no encontrar la salida…
¡Eren! – mis pensamientos son interrumpidos por una voz amable que provoca que me voltee un poco desconcertado.
¿Mm?, Armin –no puedo evitar que una sonrisa en mi rostro se dibuje por sí misma, Armin siempre ha sido mi mejor amigo desde la infancia y siempre ha estado a mi lado en todos los duros momentos de mi corta vida que la he sentido una completa eternidad.
Eren, por fin te encontramos en el camino, me alegro que por fin me hagas caso–exclama una voz que pareciera no tener vida alguna, aunque su calidez la hace imposible de ignorar.
No soy un niño y tú no eres mi madre Mikasa, ya deja los regaños a un lado– la miro un poco molesto.
Vamos chicos, debemos llegar temprano o nos volveremos a tener que quedar hasta tarde limpiando el salón- a veces no entiendo porque le preocupa tanto la puntualidad a Armin.
Al llegar a la escuela nos dirigimos rápidamente al salón antes que la profesora nos ganara y castigara como era de costumbre, pareciera que cada noche hace una lista de castigos y poder ponerlos en práctica con nosotros, y sobretodo conmigo.
Buenos días- digo a todos mis compañeros que se encuentran en el saló.
¡Buenos días!- responden con entusiasmo.
Otro día aburrido y sin sentido, mientras la profesora habla en todas las horas de clase no despejo mi mirada de la ventana que por suerte tengo a lado mío permitiéndome soportar un poco el gran tiempo perdido que invierto en esta escuela, sólo quiero salir e ir a nadar en la alberca del colegio (si, sólo por eso vengo a la escuela).
Por fin suena el timbre de salida y no dudo en agarras mis cosas y salir lo más rápido que puedo para dirigirme al club de natación, nunca olvido despedirme de Armin y Mikasa, pero esta vez, mi necesidad de sumergirme en el agua y sentir cada molécula de ella en mi piel, es más grande que nunca.
¡Idiota!- su voz tan molesta e intolerable no me hizo dudar ni por un segundo de quien se trataba.
No estoy de humor para tus estupideces Jean- para mi mala suerte él también es parte del club de natación.
Tranquilo Eren, te tenemos buenas noticias- espero que si lo sean.
¿A qué te refieres Bertholdt?- pregunto sin prestar tanta atención.
¿Recuerdas a la alberca de la cuál morías por entrar pero sólo permiten a los estudiantes de esa universidad?- responde el chico más alto del club y con una cabellera rubia.
Claro que la recuerdo Reiner, no hay día que deje de querer nadar en ella, es ridículo que por ser de preparatoria no nos dejen entrar- no puedo evitar molestarme ante tal situación, pero si debo entrar a esa universidad para poder nadar en ella lo haré.
Hoy es tu día de suerte idiota, conseguimos un permiso para poder entrar en ella, de echo hoy iremos a entrenar ahí- por un momento la voz de Jean no me pareció terriblemente irritante, más bien me supo a gloría, pude sentir como la alegría y felicidad que me hacían falta por fin regresaron a mi ser.
Cuando llegamos a la alberca de aquella universidad no pude dejar de admirarla, cada parte de su estructura era hermosa, casi comparable con la arquitectura romana.
Mira Eren, los nadadores profesionales de esta universidad también vinieron a practicar- las palabras de Reiner me hicieron voltear y ver a aquellos chicos, pero sin poder tener control alguno de mi cuerpo mi mirada se dirigió exclusivamente a un integrante, no medía más de 1.60, tenía unos ojos tan filosos que con una sola mirada juro que te degollaba la vida entera, y su cuerpo era más perfecto que las esculturas tan pálidas como él que se encontraban en los museos.
Mi corazón empezó a latir por algo más que no era mantenerme con vida, mi respiración se detuvo por un instante y mis ojos cobraron vida, pero esta sensación ya la había sentido, la sentí con un chico de mi infancia, este sentimiento tan incontrolable y espontaneo fue implantado en mí a la edad de 10 años por un chico de 18 años con un nombre que se quedó tatuado en mi corazón sin saber la explicación, y ese chico era el mismo que veía en este preciso momento, después de 7 años vuelvo a ver a Levi Ackerman.