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Perderse es volver por AGR

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Notas del fanfic:

Informo que los personajes de Saint Seiya no son de mí auditoría.

La historia utlizada en el fic es original y de mí auditoría. 

Perderse es volver.
 
 
En oscuridad y desnudo; caminó por el sendero que le llevaba a la colina, no era un sueño, ya que sus pies tocan la tierra deforme, piedras dañando su piel, pero siguió avanzando hasta llegar a las alturas, dónde el aire era distinto, más puro y la inmensa luna arrulladora el consuelo. 
 
 
El canto del mar le recuerda que no está solo, que hay cielo que le espera cuando logra escapar del infierno, el abismo que experimenta aterroriza su lama fragmentada en los cimientos del silencio.  
 
 
—He regresado, tantas luces me aturdían, pero la noche no lastima, me acoges en sus brazos y el miedo se vuelve parte del ayer. 
 
 
La noche no le responde solo cubre con su prodigioso manto los gritos desesperados, aun siendo de día. Ambos sabían que uno era el amante y el otro el fugitivo que se ha perdido entre los recuerdos de su fragilidad.  
 
 
Los susurrantes murmullos son el canto del viento, no está solo, está sentado junto a su amor, aquel roble que le impide caer, su aroma a naturaleza le reconforta. Las agitadas olas parecen hoy acariciar a su con arte a su eterno amor, con besos hechos espuma, ya que sus aguas no se estrellan con fuerza en sus arenosos brazos. Hoy está amando. 
 
 
—Estás muy callado, yo también me siento cansado, cada vez me cuesta más caminar por el sendero y subir hasta aquí. Me estoy volviendo viejo y eso me preocupa, porque podrás dejarme de amar. 
 
 
No quería perderle, no deseaba dejar atrás lo que hacía latir con fuerza su corazón mostrando que aún hay vida en ese frágil cuerpo, que la pasión se desborda cuando sus dedos le acarician con ternura, que las lianas que le atan para alejarlo de su amado no le hacen daño. Por fin están juntos y el infierno podrá arder a su alrededor, pero no le impedirá cantar en los silencios, caminar en oscuridad y desnudo a los brazos de su roble. 
 
 
Impregnadas de llanto, gritos en desespero están los recuerdos, la tristeza se extiende como plaga sobre los que le amaban y él con sus manos temblorosas gritando y el bullicio de tristeza abruman con fuerza en sus oídos. 
 
 
Le alejan, no comprenden que el día solo le aniquila la esperanza de volver, su noche debe estar llorando, lo sabe porque le duele en su piel. El agua es fría y golpea con fuerza, no es como esa espuma que juguetea con su amada arena en un eterno coqueteo. Las amarras son fuertes agarres y no las suaves hojas de quien agita sus ramas al clamar su regreso.  
 
 
El infierno está ante sus ojos, se le ve cansado, pero hoy tiene un semblante distinto y lo ha notado cuando sus palabras claras le han confesado que era el momento de partir. Tal desgracia no puede suceder, esa agonía es infame a su corazón que aún late, sueña, que mantiene viva la esperanza de regresar al roble que le sostiene para no caer. 
 
 
Le roban su sueño, lo han vuelto realidad de infierno, no lo puede permitir, pero el agarre le impide luchar y escapar a sus anhelados brazos que se secaran al no regresar.  
 
 
—He deambulado en la oscuridad, pero me acogiste con una esperanza y ahora me alejan de ti amado mío, canta, que sea ese canto el que dure hasta que volvamos amarnos. Se muere mi alegría y ya no tengo tristeza, solo veo las gritas el razonamiento de incomprensión. 
 
 
La verdad de su dolor se ve reflejada en una pálida piel, el envejecimiento de los años que han pasado por su ser, pero su aún guarda aquella esperanza de volver. Las firmes paredes de concreto le distancian, son muros grandes y pesados que no logra derribar, la ventana con barrotes apenas deja que el canto de su amado le susurre, pero es tan alta la ventana que apenas consigue sacar sus dedos para sentir el canto de dolor. 
 
 
La luz candente no le deja soñar, los hombres que susurran tras de la puerta parecen confundidos, enojados unos con otros, Ellos no tienen razón para estar enojados, son libres de ir y venir, no les han privado de estar con el ser que aman. 
 
 
El rechinar de la puerta le asusta, logra que su corazón se comprima, sabe que es el día en que perderá todo lo que posee, son asesinos, verdugos que disfrazan con cálida voz los vastos sentimientos que no crecen en su aliento de vida 
 
 
El punzante dolor le hace caer minutos después, no reconoce, no razona, no ama. Su mirada está perdida en el horizonte, el veneno surte el efecto deseado y ese hombre frente de él sabe que ha vencido y él sucumbido a la voluntad. Ya no habrá consuelo, las estaciones divididas son gobernadas por los aniquiladores con sus vestimentas blancas y grises, todo aquello que conocía es consumido por el fuego del mismo infierno, sus seguidores que rinden culto a su desgracia, pero se aferra a la esperanza de que el manto de la noche entre a su habitación y le traiga noticias de su amor. 
 
 
—Siempre volveré, susurrante en los murmullos del viento, he traído a ti el mensaje esperado a ese afligido corazón que se rehúsa a morir y reviste de vida al viejo roble que canta noche a noche por ti.  
 
 
—Ellos se han empeñado a llevarme al infierno de los recuerdos del sepulcro, pero no entienden que muerto no está, que me espera en la colina para arrullarme. 
 
 
—Pero dime lo que deseas y complaciente lo cumpliré, si bien es cierto no me temes al buscar el consuelo en mí. 
 
 
—No quiero volver, deja que me reúna con mi amor, como hace el mar con la arena, parecen ser una sola, no pueden estar lejos, yo no puedo estar lejos del roble que es mi confort, que es el hombre que me ha amado por años.  
 
 
—Testigo soy y cumplido será no regresarás a la angustia del infierno y sus recuerdos de oscuros sepulcros, porque muerto solo está la tristeza y dolor.  
 
 
Sus viejas y cansadas manos con ternura le acarician, los susurros se vuelven palabras claras ahora que no se irá de su lado, las ataduras no le doblegan y el día se ha vuelto eterna noche, la noche testigo de dos amantes que caminan desnudos a la colina para amarse como el mar a su arena ama. 
 
 
Incrédulos fueron ciegos, ignorantes a la verdad que no alcanzan comprender el poder de la fe y ahora le ven sentado en una silla con mirada perdida a la colina y una boba sonrisa que se refleja dando lástima a los que le cuidan. A veces un alma piadosa lo dirige al lugar que siempre señala y sus brazos abre gritando desde sus entrañas.  
 
 
<Amor he vuelto> 
 
 
Le dejan bajo la sombra protectora del viejo roble y el reconfortante sonido del mar le hacen cantar, pero él no regresa, prefiere estar con su Ikki fundido, que muerto no está, porque le abraza, le sostiene en su remanso corazón con la promesa de volver. 
 
 
—Comienza a enfriar, le prometo que mañana vendremos. 
 
 
Sus labios agrietados besando la corteza y el viento colado entre las ramas danzando el nombre de su amado, mientras le encerraban en esa habitación de concreto y una venta alta con barrotes, dónde sacó apenas sus dedos implorando que no dejara su canto hasta que se volvieran a ver. 
 
 
Su cuerpo cubierto por mantas tan blancas como la espuma, sus ojos ya no ven nada, el cuerpo con llagas. Su voz temblante tartamudea y ya no escucha, solo la voz del viento encanto da sosiego al cadente deterioro de su cuerpo, pero la bruma no disipa el canto de su amado retumbando con vida en el corazón. 
 
 
—Canto cantares a mi amado Shiryu, que aún perdido vuelve a mí.
canto la sonata de la noche complaciente, que su promesa cumple,
hoy iré por ti, porque de la muerte no me ha alcanzado, 
se me ha concedido la gracia de estar con mi amado. 
 
 
-FIN- 
 
Notas finales:

Aquí les brindo un nuevo fic, con una historia de muchos colores, divididos en un sentir oculto que muchos llevan en una esperanza. 

Espero que les guste y lo hagan parte de ustedes, cómo hacen con los otros que me han apoyado.

Gracias por siempre darme ese apoyo.

A mi hermana de alma un gran saludo por siempre apoyarme en cada proyecto. 

Kisus pervertidos. 


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