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Puntos principales por Shinjimasu

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Notas del capitulo:

¡Hola! Más pronto de lo normal tras el último fic que subí (que por cierto se los super recomiendo c:) ahora les presento una historia que en verdad se había empolvado muchísimo, pero finalmente logré sacarla -w-)/

Espero les agrade >u<

-¿Cuánto tiempo lleva aquí?- preguntó en un largo bostezo.

-Alrededor de cinco horas-

-¿Y en cinco horas no hubo alguien que lo aseara? Está cubierto de barro-

-Ahm… bueno, no sabemos si puede ser agresivo o no…-

-Para escuchar excusas estúpidas como esas es mejor que le llame a mi hermano menor- respondió revisando el expediente que estaba sobre el escritorio –Prepara una bañera con agua tibia, lleva esponjas, el jabón del laboratorio, toallas y un collar con sensor para que el ingeniero se lo coloque cuando termine de bañarlo…-

-Él no está, Fujimori-

-¿A dónde fue?-

-Se sintió mal y regresó a su casa. Llamó hace un rato y dijo que había pedido incapacidad… no hay nadie más para encargarse de la criatura-

Hubo un pequeño silencio -¿Y tú?-

-Estoy ocupado-

-Se nota- respondió Fujimori con desdén mientras se acercaba al cristal frente a él –Por favor prepara lo dije, yo me haré cargo de lo demás-

Escuchó los pasos detrás de él saliendo de la habitación de controles. Odiaba tener esa actitud tan prepotente, pero de no ser así todo volvería al desorden de hacía dos años atrás: ahora era el personaje más importante en la base, y por fin después de tanto tiempo, se sentía satisfecho por todo el trabajo que había logrado realizar.

Del otro lado del cristal estaba lo más importante, lo que ahora movía todas sus investigaciones. Ahí estaba, oculto en una de las esquinas, desnudo y cubierto de lodo, en su cabello rosado se notaban pequeñas ramas y hojas enredadas. Fujimori lo había encontrado atrapado entre unos botes de basura a las afueras de la ciudad. Estaba tan débil que apenas y podía mantenerse en pie, por lo que fue necesario llevarlo a la base.

-Ya está listo lo que pediste, Fujimori- se escuchó la voz detrás suyo de pronto.

-Bien… ahora no me molestes, por favor- respondió dándose la vuelta para entrar a un cuarto que proporcionaba una entrada a la habitación donde estaba el felimo. Abrió la puerta con cuidado y entró, siendo percibido de inmediato. La criatura levantó sus orejas en señal de atención y lo miró acercándosele, intentando ocultar su rostro entre sus brazos cruzados sobre las rodillas.

Lo reconoció de inmediato, pero eso no le dio confianza.

-¿Estás mejor?- preguntó Fujimori acercándose lentamente, pero solo logró hacerlo encogerse más en la esquina –Tranquilo, no voy a lastimarte. Mi nombre es Fujimori Isao, yo fui quien te trajo ¿Me recuerdas?-

El felimo elevó un poco su rostro para prestarle atención.

-Aquí estás seguro, no debes tener miedo- le sonrió -Entiendes lo que digo ¿Verdad?-

Él asintió.

-Eso es perfecto, entonces podremos llevarnos bien- dijo acercando lentamente su mano hacia él, haciéndolo agazaparse. Fujimori se detuvo, pero con una cálida sonrisa logró calmarlo, acercándose lo suficiente como para quitarle una ramita atorada en su cabello –Creo que sería buena idea tomar un baño para quitarte toda esta suciedad ¿Qué dices? ¿Estás de acuerdo?-

El felimo dudó. No conocía ese lugar, no se sentía cómodo. Prefería quedarse quieto en aquella esquina a exponerse fuera, pero ya que Fujimori lo había ayudado y le hablaba con ese tono tan amable, quizá sería buena idea seguirlo. Comenzó a moverse lentamente, cauteloso, con la confianza de que si algo extraño sucedía podía regresar a esa esquina que hasta ahora le daba tanta seguridad aunque realmente no le ofreciera ninguna.

Su cuerpo era como el de los humanos, pero podía moverse de tal manera que sus cuatro extremidades tocaban el suelo al caminar. Sus orejas puntiagudas sobresalían de su cabello magenta en la parte superior de su cabeza y una larga cola se movía cuando caminaba. Sus uñas eran lo suficientemente  afiladas como para desgarrar la carne de un solo zarpazo y sus ojos eran de un dorado hermoso. Fujimori jamás había pensado obtener un espécimen de aquella raza tan misteriosa, mucho menos un ejemplar tan bello y ahora lo tenía caminando justo a su lado.

Se dio la vuelta y caminó hacia la entrada, siendo seguido por la precavida criatura. Cruzaron la puerta atravesando la amplia habitación dejándose guiar por el largo pasillo unidireccional. No recorrieron mucho y llegaron a un cuarto blanco. La humedad y la calidez se hicieron presentes de inmediato, aunados a un aroma dulce impregnado en todo el espacio.

Fujimori cerró la puerta y le indicó al felimo que se colocara debajo de la regadera mientras se quitaba su chaleco y su camisa, siguiendo con sus zapatos y calcetines para  dejarse únicamente el pantalón, doblándolo por las piernas hasta sus rodillas. La curiosa criatura había prestado atención a cada uno de sus movimientos, notando lo parecidos que eran a los suyos. No era secreto que él nunca antes había estado en contacto tan cercano con humanos, haciendo de esa experiencia algo muy diferente.

Cuando Fujimori estuvo listo se acercó para abrir la llave del agua, asustándolo al principio, pero en cuanto se percató del contacto cálido con el agua tibia se sintió suficientemente bien como para perder el miedo y sentarse debajo, disfrutando la fresca sensación recorriendo su cuerpo. La suciedad poco a poco fue desapareciendo, dejando ver su piel blanca y desnuda junto a algunas marcas en sus brazos y piernas que no iban más allá de ligeros rasguños.

Fujimori estaba maravillado con él. Todo su cuerpo, el que ahora recorría con una suave esponja, sus orejas, su cola tambaleante; todo él era delgado y sus músculos se marcaba ligeramente en su piel… sin duda era una criatura maravillosa y hermosa.

Cuando terminó le indicó entrar a la tina, causándole una duda de sencilla disolución. Ahora se sentía mucho más confiado de Fujimori y cuando menos se dio cuenta, el felimo ya estaba dentro jugueteando con el agua. Su actitud no era más que la de un niño, lo cual también resultaba ser impresionante.

-¿Te gusta esto?- le preguntó mientras masajeaba su cabeza suavemente al aplicarle un jabón que no irritaba sus ojos, notándolo asentir con una expresión feliz –Sí, siempre es mejor cuando alguien más lava tu cabello. Hay que tener cuidado de que no entre a tus orejas… quizá para la próxima vez sería bueno usar un gorro de baño-

Ahora su alrededor parecía tan inofensivo que el felimo terminó por acostumbrarse a ello. Después de todo, quien lo había ayudado no podía lastimarlo.

En todo el tiempo transcurrido, Fujimori había pasado por alto el hecho de que aquella criatura parecía falsear de su mano derecha, confirmándolo cuando intentó lavarla y él la retiró con brusquedad ante un quejido. Se disculpó de inmediato y le pidió mostrársela: en efecto, estaba inflamada por la zona de la muñeca, pero al parecer no requeriría un cuidado especial; la revisaría en cuanto terminara de bañarlo, mientras tanto, aprovecharía el momento para fijarse en sus manos. Delgadas y suaves. Parecían ser fuertes y muy hábiles, desde sus palmas hasta sus delgados dedos y las terminaciones puntiagudas y afiladas de sus uñas. Nunca había visto tal cosa en ninguna otra especie animal. Era increíble que la fusión entre un humano y un felino pudiera dar como resultado un ser tan magnifico como ese, capaz de articular su cuerpo como un animal sin parecer grotesco y al mismo tiempo dar la impresión de ser un humano sin importar la presencia de sus orejas, garras, colmillos y cola. Era maravilloso en su totalidad.

-¿Cuál es tu nombre?-  preguntó Fujimori sin saber por qué no lo había hecho antes, incluso apresurándose al suponerlo poseer uno.

Él lo miró con cuidado de nuevo. Ahora ya no parecía asustado, solo un tanto apenado –Masaki…- dijo en voz baja, hermosa para Fujimori.

-Bien, Masaki, en cuanto terminemos con el baño te revisaré para confirmar que estás bien de salud, vendaré tu muñeca, comerás algo y después podrás descansar ¿Estás de acuerdo?-

Él asintió de nuevo.

De verdad era muy sencillo hablarle. Era una gran ventaja poder comunicarse usando el mismo lenguaje… pero era de esperarse, después de todo Masaki no era un felimo completamente salvaje.

Lo hizo vestirse con algo de ropa a su alcance y se encargó de alimentarlo de manera adecuada antes de colocarlo en una habitación cómoda y así poder revisar su muñeca. Después regresó a su oficina para trabajar en el reporte de todo lo sucedido a lo largo del día.

Saito, su compañero de estudio, aún estaba ahí cuando Fujimori entró.

-Creí que ya te habías ido-

-Hay mucho trabajo acumulado- respondió frente a su computador -¿Cómo está la criatura?-

-Se llama Masaki-

-¿Masaki? ¿Tan pronto lo nombraste?-

-No, solo se lo pregunté- respondió con calma –Recuerda que no estamos tratando con un animal, Saito, se trata de un ser hermoso capaz de razonar y crear como los humanos-

-Tu comentario viene de sobra, por supuesto que lo sé- contestó regresando a su computador –Me alegra que hayas aprovechado el tiempo que estuvieron juntos-

-Gracias a eso pude notar muchas cosas que ignorábamos antes- respondió encendiendo su computador para agregar algunas notas –Mañana empezaremos con los estudios. Ya hice un análisis de su estado de salud y parece estar bien; solo un poco bajo de peso, pero le di un suero para ayudarlo-

-Deberíamos avisar su captura a oficina central e informarles que ya podemos iniciar con las pruebas-

-Enviaré un correo antes de irme-

-¿Planeas trabajar hasta tarde?-

-Necesito ingresar mucha información al sistema para poder empezar desde mañana temprano-

-También necesitas dormir- le dijo Saito acomodando unos papeles en su escritorio –O si no mañana estarás distraído como acostumbras-

-No necesito que me digas eso- contestó serio –Siempre trabajo con eficacia-

-Solo no te sobre esfuerces- respondió poniéndose en pie –Si no me necesitas para nada más, me voy ya. Mañana llegaré temprano para ayudarte a preparar a Masaki-

-Sí, está bien… buenas noches- agregó antes de salir sin obtener una respuesta de su compañero.

Pasaron un par de horas más y Fujimori aún no había terminado. Decidió sacar todos los registros empíricos hechos con anterioridad para revisarlos después y también modificar unas listas, además de hacer el reporte para enviarlo a las oficinas centrales e informar que la captura de un espécimen vivo, joven y con buena salud había sido un éxito.

Estaba cansado, pero quizá un poco de café lo ayudaría, no precisamente a mantenerse despierto, pero sí a tener algo en el estómago. Comió unas barras integrales que había en la pequeña alacena dentro de la sala de descanso y se dejó caer sobre el sillón. Ahora tenía sueño. Si hubiera querido irse lo habría hecho desde la salida de Saito, sin embargo ahora que Masaki había aparecido no podía perder más tiempo.


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