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COMO CAMBIAN LAS COSAS por Criell

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Estas construcciones ninges son bastante particulares. Resguardan del frió y son sólidas, pero tienen unos hoyos gigantescos en las paredes que ellos les ponen a propósito (Se puede pensar en algo más absurdo). Recubren estos espacios vacios con un compuesto transparente que sirve de muro y al mismo tiempo que permite ver el exterior. Sin embargo de paso tambien permite que cualquier enemigo vea el interior de la guarida.

No puedo negar que, pese a la estupidez de su diseño, me asombra como mi mirada traspasa, lo que ellos llaman ventanas, y a lo lejos puedo ver el cielo casi como si estuviera en el exterior.

Hoy la luna hace aspavientos presuntuosos, imponiendo su presencia redonda y estridentemente luminosa… demasiado brillante para mí gusto. La luz blancuzca y desabrida, que es especialmente intensa esta noche, me recuerda vagamente las noches del Makai.

Noches durmiendo en la rama del árbol más alto con el que me topara, para resguardarme del frío y de mis numeros enemigos, usualmente herido, aunque por lo general nada de gravedad.

Una sonrisa que no transmitía humor alguno se dibujo en mis labios mientras mi mirada se recrea en la espada enfundada que cuelga de mi cinto y cae a un lado del muro en el que estoy sentado.

No lo hubiese reconocido ante nadie, pero la luna siempre me traía un sentimiento de tranquilidad ante la certeza de haber sobrevivido lo suficiente para ver una noche más. Ahora… ver la luna me trae el más terrible miedo.De hecho, la sensación de pánico que últimamente me embarga, me asfixia solo con mirar esta maldita luna.

Como cambian las cosas.

Soy consciente que mi existencia es un error, que nunca debí nacer. Este pensamiento me llevó por caminos distintos, era el fundamento de mi creencia en que no había razones contundentes ni reales para despertar el aprecio de otros seres, eso lo tenía claro y fue el dogma sobre el que cimenté mi vida.

Después de una cuantas traiciones, de dolorosos descubrimiento sobre los limites a los que el daño físico puede ser posible sin perder la vida y, por supuesto, de la inestable seguridad de ser acechado día y noche por alguien con la seria intención de no verme despertar a otro día, había descubierto que el mundo no es un lugar amigable para quienes se deleitan en la debilidad, que la compasión era muestra clara de eso y que no había tiempo para pensar sobre… ¿Cómo dice el zorro?… a sí “las lamentaciones sobre la hilarante levedad del ser”.

La recopilación de experiencias, me habían llevado a considerar detenidamente la veracidad de términos como confianza, fraternidad y amistad. Al ser despreciado por quienes se suponía debían cuidar de mi aun antes de tener memoria, y al descubrir, temprano en mi vida por suerte, que si quería sobrevivir debía dejar de confiar en los demás, hizo de mi un ser racional, calculador, frío, implacable y desconfiado. No fue cuestión de elección, fue un asunto de sobreviviencia.

Hay hábitos que desarrolle a fuerza, a los que les debo estar hoy de una pieza. Siendo un Youkai sin clan, sin aliados, con poderes un tanto sobresalientes, provenientes de la inexplicable y especial aberración de una conjunción de opuestos, por ser un ser prohibido, hizo que muchos se interesaran en mí.

Unos querían eliminarme, la mayoría dígase de paso, que me persiguieron por relevos días y noches durante los primeros años de mi existencia cuando mis poderes a duras penas me sacaban con vida de un enfrentamiento frontal.

Otros escogieron fingieron ser amigos aprovechando mi necesidad flagrante de un lugar donde resguardar mi sueño, y de tranquilidad para desarrollar mis poderes a un nivel decente, y lo hicieron para fines diversos, convertirme en un esclavo, venderme a alguien interesado en curiosidades, usarme de presa en una de las famosas cacerías deportivas de los demonios de primer nivel, o, cuando ya mis poderes eran temidos entre muchos, para poder acercarse a mi, eliminarme y llevarse el titulo del asesino del Youkai de fuego.

Si yo no hubiera aprendido a vivir solo, a no depender de nadie, a pasar desapercibido ante los ojos de los demás, a no hablar más de lo necesario para no revelar información que sirviera a mi enemigo de arma para destruirme, a desaparecer con rapidez como esquivar un ataque sorpresa de un demonio poderoso o a no perder tiempo en eliminando a un contenedor para enfrentarme a los otros miles que venían tras el, definitivamente no estaría vivo.

Lo irónico de todo es que yo no conocía otra forma de vida, y realmente, pese a lo que puede pensar Yusuke, nadie puede extrañar lo que no ha tenido, de hecho no se puede anhela lo que no se conoce y menos aun cuando se cree con fervor que no existe. Como iba yo a sufrir por no tener amigos cuando para mi todo ser que se acercaba a menos de dos metros era un enemigo o un posible aliado pasajero que usaría para conseguir algo que deseaba, tras lo cual seria un contrincante peligroso al que debía irremediablemente eliminar.

Yo no conocía la lealtad, nadie nunca había “esperando” algo de mi. La primera vez que vi como este ideal podía llevar a alguien a dejarse matar me sumí en un asombro profundo. ¿Dar la vida por alguien más?… alguien habría pensado algo más idiota que eso… tal vez Kuwabara, el siempre logra elevar los niveles a los que puede llegar la imbecilidad cuando yo pienso que ya me ha mostrado sus limites.

Pero entonces en un inesperado giro del destino mi vida llena de cosas conocidas se volvió una caja de sorpresas. Primero, y sin lo que todo lo demás no hubiera sido posible, fue experimentar la derrota. Perder frente a Kurama y conservar la vida fue la primera gran sorpresa. Antes de esa pelea nunca había perdido, si lo hubiera hecho me habrían matado, pero el no me elimino a pesar que le hubiese resultado bastante sencillo.

Después siguió el perdón de Yusuke, fue extraño que alguien poderoso no usara su supremacía para aplastarme como a un insecto y que en cambio me diera la posibilidad de conservar mi vida, y más allá, de poder recuperar mi libertad a cambio de un pequeño precio. Si… fue sorprendente.

Pero sin duda lo que movió los cimientos de mis creencias fue toparme con una, del todo infundada, confianza en mí. Definitivamente ni Yusuke ni el zorro estaban en sus cabales. Yo no hubiera confiado en mi, bueno claro que yo no confiaba en nadie. Pero ellos se jugaron la posibilidad de morir aplastados por una enorme roca, y contra todo pronostico, incluyo el mío propio, respondí a sus expectativas.

Desde ese momento ni yo sabia que esperar de mi. Vinieron a mí sentimientos como la lastima, la admiración sincera, la compasión y la preocupación. Comencé a replantearme lo que creía era la verdad sabia de la vida y a desear cosas que no tenia…Intente escapar en más de una ocasión. Despertaba pensando ¿Por qué permanecía entre ningens? pero por más que intente evadirme yo había cambiado.

Conclusión, ahora “temo” de forma viseral y como nunca antes lo hice.

--Mnmm, Hiei – un bostezo acompaño mi nombre en la voz adormilada de Kurama – es que piensas quedarte toda la noche despierto. – Yo no respondí, se que el no esperaba realmente que lo hiciera.

Volví mi cabeza al cielo pero mi mirada se quedo en él, olvidando toda preocupación.

Se movió en la cama, acurrucándose como un gato. La piel se me erizo y apreté con fuerza la capa contra mi cuerpo. Por todos los demonios de clase S, como adoro cuando se mueve así.

--Tengo frío Hiei, porque no te bajas de esa ventana y vuelves a la cama, y me das un poco de calor. – Saco su cabeza de entre las sabanas y me miro, entre adormilado y provocador.

--Porque mejor no vuelves a dormir – fingí mirar al cielo pero mi atención estaba concentrada en sus movimientos que veía de reojo. – mañana tienes… eso importante… para lo que trasnochaste.

--Exámenes finales, Hiei. Si, pero es que no puedo dormir sabiendo que estas tan cerca y no pudo tocarte. ¿Me vas a obligar a bajarme de la cama para ir a convencerte de que vengas conmigo? – su voz lasciva y empalagosa.

Baje mi vista para mirar esas hermosas lagunas esmeralda por las que pierdo la cabeza, y en ellas vi lo que tanto tiempo desee pero negué querer… adoración.

El Kitsune es un ser extraño, en especial si se piensa en lo mucho que ha cambiado, más que yo me atrevería a asegurar.

Admitió de buena gana contaminarse con los sentimientos ningens, se permitió la compasión y luego el amor por su “madre” mortal, estuvo conforme con hacer amigos a los que les confío su vida y por ultimo… fijo su atención en mí, y no se detuvo hasta conseguirme por completo, pero fue tan suave, envolvente y precavido que no me di cuenta hasta que fue muy tarde. Corrió las cobijas a un lado dejando ver la sabana azul en una invitación clara.

--HmnQue más podía decir. Deje el frío muro y me zambullí en su cama. “Nuestra cama” como el insiste en que le llame. La verdad no me acostumbro a vivir con él y menos a este mundo ningen. El esta a punto de graduarse de la Universidad y según entiendo tiene un muy buen…trabajo o algo así.

Yo paso mucho tiempo entrenando, el campus tiene bastante espacio para eso, pero la verdad me siento bastante fuera de lugar. Kurama me prometio que no seria por mucho tiempo.

--…“Igual que es una vida ningen para nosotros Hiei… solo déjame pospone lo que he debido hacer desde que recupere mis poderes, déjame disfrutar de mi madre y de ti por supuesto, sin prisas, sin guerras… para eso logramos estos cuantos años de “entrenamiento” ¿no?”…

No podía negar la verdad en esas palabras. 

Mukuro no tuvo objeciones aunque tampoco estuvo contenta con la idea. Tal vez sabía que mi lealtad hacia ella no seria un argumento contundente si ya había tomado la decisión o quizás también pensó, como Kurama, que era poco tiempo.

Además estaba Yukina. Aquí la tengo cerca y puedo vigilar que Kuwabara se porte bien con ella… no se todavía como deje que me convencieran de no matar a ese infeliz cuando me entere que se casaba con mi hermana.

--Te vas a quedar toda la noche velando mi sueño. La verdad es que no me molesta que me admires pero si no duermes no podremos hacer el amor todo la noche mañana porque no me aguantaras el ritmo. – Se acurruco contra mí, coloco su cabeza sobre mi pecho, y enredó mis piernas entre las suyas.

--Dices cada idioteces – una sonrisa tímida en mis labios. El no la pudo ver pero a estas alturas me conoce tan bien que se que la intuyo.

Sin percatarme comencé a acariciar el cabello de Kurama, es una sensación única, es tan suave, tan… suyo. Para cuando tome conciencia no pude detenerme, con el nunca logro contener mis impulsos, no después de que les doy rienda suelta. Además a Kurama parece encantarle que lo haga porque comienza a ronronear y a emitir uno coro de gemidos suave y serenos de placer para poco tiempo después caer profundamente dormido. Es una forma efectiva para que se duerma a un cuando este alterado, molesto, deprimido o padezca insomnio.

La intimidad que hemos logrado es mal sana pero a mi no me molesta y a el le encanta. Le fascina leerme como si fuera un libro abierto, le encanta enseñarme cosas ningens y obligarme a hacer cosas que en mi sano juicio no haría, a veces pienso que lo hace para saber cuanto lo amo porque yo nunca se lo he dicho, la verdad creo que nunca lo haré.

Lo veo dormir entre mis brazos y me asalta de nuevo el sentimiento de pánico.

El niño prohibido ama y es amado y ese es precisamente mi temor. ¿Cómo puedo confiar en que la suerte este de mi lado esta vez?

Apreso su cuerpo relajado contra mi pecho y siento como las lágrimas se acumulan en mis ojos.

Se siente tan bien estar así, juntos. Me hace sentir... seguro al fin y ese es el problema. Me he ablandado demasiado y soy conciente de eso.

¿Que haces cuando todo es tan perfecto que temes que no sea real, que un día simplemente despiertes o peor que tu mala suerte te persiga y lo destruya  todo?

La respuesta… nada, no haces nada. Disfrutas lo que tienes y si se acaba pues siempre esta la muerte ¿no?


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