Pensaba que Iason se había arrepentido o que algún pendiente lo retuvo, pero unos instantes más tarde apareció, vestido con una túnica color turquesa que le llagaba hasta los pies y blandiendo una vara.
-Tenía pensado venderte, pero veo que puedes servirme de diversión.
-Ni si quiera lo intentes.
-¡Me amenazas!- dijo el elfo con suma incredulidad para luego reír de lo lindo- ¿Has olvidado en qué posición estás?
Seguramente que Iason… el rey elfo, lo iba a golpear. Cuan irónico le parecía eso… supuestamente él era un bárbaro, pero daba la casualidad de que su tribu jamás permitiría que se tratase así a nadie, fuese esclavo o amo, elfo, enano o humano, nada tenía que ver eso…
Ahora pensar en las excentricidades que los dioses dispensan a los hombres no tenía mucho sentido.
Ese rubio poderoso iba a machacarlo a golpes. Deseaba cerrar los ojos, pero no le daría la satisfacción de verlo dolorido o suplicante, ni mucho menos temeroso.
Levantó el mentón con sumo orgullo.
-Sigues con esa actitud altanera
-¿Le molesta acaso señor?
-En absoluto. Quitarte esa arrogancia servirá para atenuar mis tardes de ocio.
-Ya lo creo señor
-Para empezar debes llamarme amo- el tono de esas palabras fue duro y claro. Una orden en todo el sentido de la palabra.
Riki estaba apabullado, pero por más que sintiese ganas de rogar por su vida, no lo haría.
Estar a asolas con ese elfo le ponía mal y más sus maneras de conducirse por la habitación, aún armado con cierta vara… creando más tensión en el ambiente.
-Si y después debo besar el suelo donde pisa. A pesar de ser un bárbaro conozco ese cuento de poder.
-Bien eso ahorrará tiempo.
-No lo creo
-No es necesario que lo hagas. Un caballo se lo monta sin pedir el consentimiento de éste.
Montar… ¿a qué demonios se refería el rubio? Visiblemente esperaba que no fuese a lo que presentía.
-Bien amo ahora que debo hacer.
-Aún hay sarcasmo en tu tono. Admito que eso es algo único entre los de tu especie.
-Me halaga mi señor
-También sé que lo usas para tratar de negar tu propio miedo.
-Es posible
-Aunque lo niegues puedo sentir que deseas gritar por tu vida.
-Tal vez así sea pero no lo haré
-Lo supuse
-Pues ¿entonces?
-Debo mostrarte lo que pronto harás para mi.
Otro escalofrió ese sujeto tenía la rara cualidad de intimidar.
El hermoso ser se acercó a un pequeño gong, el cual hizo sonar y luego de unos instantes llegó Irúviel. Lord Iason le dio algunas indicaciones en élfico, las cuales no alcanzó a oír el humano encadenado.
-Ahora vendrá
Le hubiese gustado preguntar a quièn se refería, pero mejor se abstuvo de hacer tal cosa.
Un bello elfo entro, ataviado con sólo un taparrabo al igual que Riki.
El recién llegado era de piel levemente tostada y tanto sus ojos como sus cabellos eran de un color grisáceo. Seguramente venía de las boscosas regiones de Naguirian.
-Aquí estoy amo
-Forferían, lindo, deberás mostrarle al humano cómo me gusta que me atiendan.
Para su gran asombro el chico se acostó sobre el mullido lecho de su señor en una actitud sumisa, en espera de lo que Iason le pidiese.
-Ahora abre bien tus ojos bárbaro que éste chico te mostrará el arte de amar.
Continuara...