Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hojas de Almendro por Maria-sama

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Allí frente suyo estaba la hombría de Iason Mink. Pero más que todo, la extensión o la vergüenza de hacer lo que el rubio le pidiera, estaba esa fuerza trabajando en él... Su boca no parecía ser la suya, pues hacía cuanto quería el otro y no lo que le dictaba… Cerró los ojos frustrado… hasta su lengua iba a presentarse ante la virilidad de Iason y el pobre Riki no podía hacer nada. Por más intentos desesperados que hacía por alejarse de eso todo era en vano.


No quería hacerlo y por una vez en su vida el miedo empezó a colarse por sus venas…

-Te di una orden humano- dijo Iason sin asomo de piedad y con una sutil sonrisa de placer al ver como su esclavo se resistía pero su cuerpo estaba bajo el hechizo de la diosa así que tarde o temprano tendría que hacer su voluntad.

Ante el comentario Riki abrió los ojos y le otorgó una mirada plagada de odio al que se había autodenominado su amo.

Dejó de luchar ante la posibilidad de poder morderlo, pero su boca sólo repartió un beso tímido a la cabeza de esa cosa, pero sucedió entonces algo que el moreno no esperaba… ese beso y las pequeñas lamidas le supieron bien, pero más que eso… esas caricias… ¡las sintió en su propio miembro!… pero esa sin duda más que imposible… de hecho esas sensaciones no paraban y es que su lengua tocaba más y más piel blanca; cual si una lengua invisible estuviese bajo suyo las lamidas seguían acosándole… 

El aire empezaba a faltarles a ambos y casi al mismo tiempo sus miembros respondieron a tan bien llevado bucal acto. 

Por fin Iason se dejó llevar, olvidando un poco su enojo, sintiéndose en la cima del más loco de los placeres puesto que Riki, ese mismo hombre que tantos dolores de cabeza le diera, ese mismo que estaba tan orgulloso de ser el jefe de un a horda de bandidos, ahora ese portento de humano estaba bajo suyo, lamiéndole seguidamente el pene cómo si estuviera poseído y gracias a la magia de la diosa le otorgaba el mismo placer, o al menos eso fue lo que notó en la entrepierna abultada bajo la túnica corta...

Era exquisito, tanto o más que la noche pasada. Su subconsciente sentía un inmenso morbo por ser de cierta forma el mismo el que diera placer a otro hombre además de proporcionárselo él mismo… 
Lamidas… succiones y las mismas respiraciones, todo lo enloquecía del más salaz placer. Jamás sus labios hicieron tal cosa y Iason lo sabía, por ello le concedió eso por castigo… por que era humillante al igual que exquisito.

Se humedecía los labios y atacaba de nueva cuenta, atrapando entre sus carnosos y calientes labios, torturando la sensible piel ajena y propia con besos cargados de húmedos gemidos y lengüetadas exploradoras… él mismo buscando de que forma darse más de todo ese fuego de sensaciones escalofriantemente deliciosas, haciendo que Iason se sintiera casi al borde del final y es que jamás pensó que ese hombre fuese así de apasionado; nada parecía serle suficiente, recorría una y otra vez la piel con esos fogosos labios… ¡y la lengua! Podría decirse que estaba viva y que no se conformaba con lamer el largo y duro pene, sino que marcaba cada vena al tiempo que llegaba hasta los testículos y los tomaba, marcándolos, ensalivándolos deliciosamente. El sutil escalofrío que dejaba atrás la saliva al secarse era único y Riki también lo sabía, también lo sentía… todo por entero

Llevado por el éxtasis del momento Riki acariciaba con sus manos las largas piernas blancas, hasta que dejó que sus dedos se unieran a la tarea placentera de la boca que ahora mantenía cautivo el duro miembro, sacándolo y metiéndolo una y otra vez en lo que la húmeda lengua lo apretaba casi con fuerza, succionando hasta la locura, con una mano sujetaba la dureza y con la otra pellizcaba y masajeaba los testículos…

El rubio elfo ya no podía más, al igual que el humano y al venirse sujetó de los cabellos a Riki incrustándole su pene hasta la garganta, arqueándose, gozando del derramarse en esa boca…

Riki abrió los ojos al notar que el elfo derramaba su simiente en su boca (gritando su nombre) y tragó antes de atragantarse, pero aunque eso parecía serle repugnante en otro momento ahora sólo estaba obnubilado por el placer.

Iason respiraba agitado… más que nunca . De hecho tardó un poco en notar que había gritado el nombre de su esclavo y se sonrojó levemente, pero viéndolo allí tirado tratando de reponerse mientras le escurría un poco de líquido blanco de la boca, pensó que el humano era fantástico con la boca y por un instante el control no lo tenía él. Menos mal que la Diosa estaba ayudándole. 

A pesar de que se sintió incómodo al momento en el que el rey elfo lo tomó de los cabellos y eyaculó en su boca, a pesar d e eso su ser ansiaba más de ese hombre y era extraño: en su aldea o amabas u odiabas a alguien no había más, pero a Iason lo odiaba y lo deseaba… pensar eso hizo que a su mente viniese el recuerdo de todo, desde cómo Iason lo tomara la pasada noche, hasta el que se hubiese masturbado por pensar en él… ese cosquilleo ardiente en su abdomen empezó a crecer y para cuando se dio cuenta una nueva erección estaba acosándole.

Ese fuego dentro suyo le mandaba a hacer todo lo que en otro momento considerase impensable.

Iason Mink despertó del pequeño de3scanso al ver a su siervo quitándose la ropa, de una forma francamente excitante.

Riki dejó que la túnica se deslizara por su piel, sintiéndolo como una caricia y disfrutándola al máximo.

Cuando el humano hubo dejado la ropa a un lado Iason se alejó de él.
Riki miró algo interrogante a su amo y una punzada de temor le acometió; no pudo evitar pensar que tal vez eso hubiese sido todo y que Iason no iba a tomarlo… de no ser por ese horrible sello seguramente estaría aliviado con eso, pero ahora deseaba sentir la dura hombría del rubio irrumpiendo en su interior y tocándole cada fibra de su sensible ser, sin embargo Iason se alejaba.

-¿A dónde va?- la pregunta se le escapó de los labios al moreno humano.

El rey elfo volteó a verlo y su enojó terminó de esfumarse al ver que Riki necesitaba de él, sus ojos lo declaraban, eso era más que una pregunta era un “no te vayas” Sonrió de medio lado.

-No voy a ningún lado. Únicamente buscaba esto. Dijo mientras acaba de una hermoso ropero con incrustaciones de nácar y carey una caja de sándalo.

Las interrogantes de Riki crecieron. ¿Qué tendría esa caja?

El rubio dejó el objeto en su lecho y se acercó al humano. Sin decir más lo tomó entre sus brazos para poder besarlo, para sentir ese titubeante aliento tan efímero del humano y sin saberlo, para guardarlo en su mente.



Cuando se separaron el moreno respiraba agitadamente en el pecho de rubio. No pudo decir nada, ni un comentario ácido de esos que ya lo caracterizaban. Más bien la pura vergüenza pintada de rojo en su rostro y nada más.
Iason sonrió pero no con burla ni suficiencia, sino más bien con algo de ternura, a fin de cuentas el humano era sólo un niño a comparación suyo.

Riki mal interpretó la sonrisa y se alejó volviendo a poner cara de pocos amigos.


-¿Ya puedo irme señor? ¿O espera que haga algo más por usted? Ahora que también puede satisfacerse a sí mismo sin mi ayuda. Mejor hable con ese otro elfo quién por lo visto disfruta más de sus míseras caricias de lo que yo lo hago- dijo Riki con toda la amargura que pudo y sin dar más tiempo se dio media vuelta tratando de retirarse, sin concederle importancia a su erección. Tenía ganas de irse y ya, pero él no era dueño ya de su destino y eso se lo tendría que recordar el rey elfo.


Con los pies casi fuera de la habitación Riki sintió que ese fuego se iba acrecentando y ya no era tan placentero, ahora no le era posible ni andar y se cayó al suelo agitado, tratando de reunir fuerzas para poder salir de allí.


Ese breve instante lo aprovechó el rubio. Sacó algo de la caja y sin más lo arrojó a Riki…

El moreno sintió que algo se pegaba a su cuerpo, cual serpiente, a la altura de los brazos impidiéndole el movimiento. Notó que se trataba de una suerte de cuerda y se supo perdido, ahora sentiría la furia de Iason.


-Veo que tendré que recordarte tu lugar esclavo. No te he dado permiso de retirarte y apenas estamos comenzando.

Nuevamente el rubio le otorgó al otro esa mirada con un brillo peligroso y así mismo Riki sintió ese escalofrío recorrerle… no tenía escapatoria.

 

-----





Una elfa entraba a todo galope en el fuerte que cuidaba Raoul-sama. Los hombres y demás elfos dejaban el paso libre a la jinete que con tanta rapidez entraba.

No esperó a que la anunciaran. Entró en el anillo central del fuerte y al ver a Raoul detuvo la marcha.

-Raoul…- dijo Ilean a modo de saludo ante el elfo, mientras los soldados se retiraban. 

El aludido sólo inclinó la cabeza a modo de saludo, en lo que la mujer se apeaba.

-Tengo un plan para vencer a esas cosas- dijo sin el menor preámbulo.

El hombre escuchó todo cuanto decía la mujer sobre el asunto. La idea de Riki le parecía genial, pero un pequeño gesto le recordó a Ilean algo que ya sabía…

-Raoul, sabes que mi hermano te estima, pero no como deseas- dijo la mujer en tono amable.

El elfo por un instante abrió los ojos sorprendido y sabiendo que con Ilean no se podía ir con mentiras, le respondió un escueto “lo sé”

Algunas veces Raoul hubiese dado todo por ser Forferían o cualquiera de los amantes que tras largos y largos siglos ocupaban la cama del gran Iason Mink, pero sabía que era soñar despierto y mejor sería que se encargara de su puesto, ya que por lo menos contaba con la admiración del rey y eso ya tenía algo de consuelo.

Salieron en busca de los hechiceros, mientras mandaban a unos humanos a recolectar mandrágoras negras.

El inhóspito clima no variaba, Las dunas de arena estaban muy grandes ese día y el viento no amainaba, pero ese significaba que las plantas iban a ser más mortíferas de los esperado.

Ilean y Raoul se hallaban en un lugar muy alto del fuerte en donde podían verlo todo. Desde allí dieron la señal y el plan se llevó acabo, sin ningún problema. Los enemigos no se habían adentrado mucho así que el oasis subterráneo les quedaba lejos y los efectos del veneno fueron milagrosamente rápidos.

Con la amenaza a raya Raoul se dispuso a tomar un poco de vino azul. Ilean le arrebató la botella y bebió de ella.

-No has cambiado tus malos modales- dijo el elfo sin ser grosero, más bien lo decía por que así se llevaba con la elfa.

-¡Ay! Pareces una copia de mi queridito hermano. Si, no he cambiado ni pienso cambiar- dijo mientras se sumía en un mullido sillón forrado de piel de bisontes rayados. 

Raoul sonrió un poco. Esa mujer podía no parecer de la realeza pero su fuerza sin duda estaba por encima de la de muchos, hombres, elfos o lo que fuera. Además ella se preocupaba por cada súbdito fuese o no elfo. La verdad es que sin ella el reino sería un mar de problemas.

-Por cierto he oído que el rey Katze solicitó algo a su majestad Iason- dijo el hombre.

-Bueno Katze se la pasa solicitando cosas pero nada que ayuda a nuestro reino. En fin, si así es y la verdad dudo que te agrade- dijo la mujer en son de fastidio.

-¿Agradarme? No veo el por qué debería agradarme. Si mi rey lo ordena yo debo obedecer y nada más.

-Pero y si te ordenan hacer el ritual con él. Bien sabes que ese hombre es algo reacio con los elfos y que si hace pactos con nosotros es por que le conviene.

-Ilean deberías fijarte en lo que dices o un día tu lengua te meterá en más problemas de los que puedas solucionar- dijo Raoul casi riendo-

-¡Es la pura verdad! No tengo nada en contra de él, pero parece que si lo tiene en mi contra.

-Tal vez tenga algo que ver el que lo rechazaras- dijo el elfo con sarcasmo

-No divagues- respondió la mujer enojada.

-Según tengo entendido así fue- atacó Raoul de nueva cuenta.

-No lo rechacé de hecho simplemente me negué a hacerlo con él.

-A eso se le suele llamar rechazo.

-Mira no lo rechacé, la verdad es que no me era indiferente, pero a mi no me gusta hacer rituales sexuales en honor de ningún dios o diosa, yo sólo ofrezco mi fuerza y nada más.

-Pareces una virgen- rió el rubio.


-A ti te consta que no lo soy- dijo maliciosa la mujer.

-¡Que si me consta! Tus devaneos eróticos son más comentados en campaña que la misma batalla- dijo algo ofendido 

-¡Ja! Es verdad. Pero dime ¿vas a aceptar si mi lindo hermano te manda?


-Ya te lo dije, lo haré.

-Bien. Creo que ya estoy algo aburrida voy a ver que me encuentro en este fuerte para calmarme un poco- dijo la mujer con una mirada picara.

- Y agitarte mucho. Sólo no canses a muchos de mis soldados, aún los necesito.

-Podría cansarte a ti si gustas- dijo la mujer mirando sensualmente al rubio. Por un instante Raoul sintió estar ante Iason y no dijo nada sólo dio la espalda a la mujer y le dijo que se fuera.

Esa noche bebió demás pensando en la propuesta de Ilean. Varias veces había notado lo bella que era y cuánto se parecía al rey elfo, pero sólo cuando oyó esa propuesta supo cuan enserio se tomaba ese parecido…


Mientras Ilean se la pasaba de lo lindo con un humano muy guapo, sin embargo notó que la habitación del rubio comandante, destellaba aún luz, allá a lo alto del fuerte. Pensando en que se ponía la borrachera de su vida, ella dejó al humano una vez que hubo terminado con él y se llevó dos botellas con ella.

-¿Raoul?- dijo al entrar. Todo estaba condenadamente callado, pero el fuerte olor del vino azul estaba en el aire. Cerró la puerta al entrar. La luz se apagó de pronto, pero la luna iluminó el lugar. Raoul yacía en aquél sillón donde lo dejara, semi dormido. Al acercarse notó la fugaz lágrima caer por la mejilla del elfo. Dejó las botellas a un lado y como hiciese con Riki llevó a sus brazos al rubio.

Raoul al sentir el contacto despertó e Ilean se separó de él.

-Perdona… yo es que- Ilean no sabía que decir así que dio media vuelta para irse pero el otro la detuvo. En menos de un parpadeo Ilean estaba tan cerca de Raoul que sintió su aliento quemarle la piel…

-Raoul… estás algo borracho- dijo la mujer intentando quitarle importancia al hecho. Pasó uno de los brazos del elfo por su cuello y lo llevó hasta su cama, pero ya estando allí el elfo la volvió a acercar, estrechándola por la cintura.


-Acepto tu oferta- dijo Raoul con los ojos medio cerrados, tan cerca de Ilean, hasta que la besó suavemente en los labios…

-Estas borracho… Raoul suéltame- le pidió ella 

-Por favor ayúdame… mi señor-dijo el al besarla de nuevo.

Ya lo entendía. El rubio veía en ella a su hermano y quería olvidarlo en sus brazos. 
Otra lágrima de parte de Raoul desarmó a la elfa, no quería ser el sustituto de nadie y menos hacerlo con su amigo, pero… su corazón necesitaba ayudarlo, así que no dijo nada, no hizo nada, sólo dejó que el otro hiciera lo que quisiera, acompañándolo en la soledad de su corazón....

Continuara...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).