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Lovers at Midnight [Remake] por carina_mew12

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Ch III. Memories, Part 3

Mahado no lograba pensar en otra cosa que no fuera Atem, su instinto le gritaba que algo no estaba bien con su señor. Por ello, decidió mandar a Isis a ver al príncipe, quien fungía como médico particular de éste. La bella mujer de inusuales ojos azules se dirigió a los aposentos de su joven amo, y cuando llegó a la entrada, llamó a la puerta con suavidad

- Mi señor, ¿Se encuentra bien? - preguntó inocente, pero cuando no obtuvo respuesta comenzó a preocuparse- ¿Mi señor?- golpeó a la puerta con más fuerza, sin resultado alguno- ¡¡Príncipe Atem!!- su calma fue arrebatada en cuestión de segundos, haciendo que su llamado se escuchara por todo el pasillo

- ¿Isis, qué sucede?- preguntó Mahado al llegar al lugar, guiado por el alboroto

- ¡¡Mahado, mi señor no responde!!- al oír eso, Mahado se asustó y forcejeó con la puerta hasta abrirla. Al entrar, encontró el lugar manchado de sangre, y a su pequeño amo inconciente, envuelto en una sábana blanca que estaba teñida de rojo en su mayoría, mientras que su cuerpo inmóvil yacía recargado en el barandal del balcón...

***************

El faraón daba vueltas de un lado a otro, esperando una respuesta de la condición de su hijo. Cuando la puerta por fin se abrió, salió Isis y él se acercó rápidamente a ella

- ¿Isis, cómo está mi hijo?- más que una pregunta, parecía estar exigiendo por una respuesta favorable. La chica le murmuró la situación al oído, haciendo que el faraón se enfadara y sorprendiera- ¡¿Qué dices?! ¡¿Cómo ha sucedido?!

- No lo sabemos mi faraón. Cuando Mahado y yo lo encontramos ya era tarde. Según parece, el príncipe cerró la puerta después de lo sucedido para ponerse a salvo. Ya le hemos preguntado por el responsable, pero él se niega a hablar; quizá fue amenazado por su agresor

- ¡¡Mahado!!- lo llamó a gritos. Su ira era más que palpable en sus palabras

- ¿Sí mi faraón?- el susodicho llegó de inmediato con los hombros caídos y mirada baja; que tal deshonra haya ocurrido cuando el príncipe estaba bajo su cuidado no le permitía mirar a su señor a los ojos

- ¡¡Reúne a todos los hombres de este palacio en la entrada principal!!

- Como ordene mi señor

***************

Una vez que todos los hombres del palacio se reunieron, el faraón se presentó ante ellos. Las llamas que salían de su mirada parecían venir des mismísimo inframundo, capaces de incinerar a cualquiera de un solo vistazo. El señor de Egipto caminó frente a las filas de hombres con las manos cerradas en puños mientras los miraba uno a uno, apuñalándoles con su desprecio

- Muy bien imbéciles, ¿Quién de ustedes se creyó lo suficientemente hombre para tocar a mi hijo?- todos comenzaron a murmurar entre ellos, cosa que al faraón no le agradó- ¡¡Cierren la boca infelices!! ¡¡Respondan!! ¡¡¿Quién se atrevió a deshonrar al futuro faraón?!!- todo quedó en silencio, los presentes miraban con temor al faraón y después se miraron entre sí, como esperando que alguien confesara- Bien, como nadie va a hablar, Todos en este palacio tienen prohibido acercarse a mi hijo, a excepción de las mujeres

- ¿Y cómo sabremos que no fue su alteza?- dijo un valiente entre la multitud

- Esa restricción me incluirá a mí también- si querían prueba de su inocencia, así sería. Estaba dispuesto a todo con tal de proteger a su primogénito- ¡Aquel que se atreva a desobedecer será ejecutado!- tras ese último mandato, el faraón les dio la espalda para marcharse

- Pero… mi señor…- la voz de Mahado se alzó entre la multitud ante la reciente orden

- ¡Cierra la boca Mahado!- le interrumpió con grave voz sin siquiera girarse a verlo- En lo que a mí concierne, tú eres el principal sospechoso. No creas que no he notado cómo miras a Atem- el faraón siguió su camino, dejando a Mahado y a los demás presentes con la sorpresa reflejada en sus rostros.

Todos acataron las órdenes de su alteza, ahora sólo las mujeres del palacio se encargaban de cuidar al tricolor. Por la noche, llevaron al príncipe de vuelta a su alcoba y aseguraron la puerta por fuera para que nadie podría entrar. Algunas mujeres que formaban parte del ejército del palacio vigilaban la entrada para reforzar la seguridad de Atem.

Éste, por su parte, se encontraba demasiado deprimido, pero no era por lo que había sucedido, sino porque estaba seguro que ya no vería a Bakura de nuevo. No lograba conciliar el sueño, el recuerdo del ladrón lo invadía; y justo cuando la luna se encontraba en el punto más alto del cielo, notó una silueta en el balcón. Se levantó con cierta dificultad y se dirigió hacia allá, sorprendiéndose por la presencia del recién llegado.

- ¿Qué haces aquí Bakura?- preguntó en tono molesto, pero su interior estaba sumamente feliz de verlo. El mencionado hizo caso omiso de su pregunta y bajó su mirada, notando que el tobillo del tricolor comenzaba a sangrar a causa de la herida hecha por su daga la noche anterior

- No deberías esforzarte tanto- lo cargó en brazos, logrando que el menor se sonrojara

- ¡Oye! ¡Bájame!- una vez más el albino lo ignoró y lo llevó hasta su cama para sentarlo en la orilla, posicionándose a su lado. Tomó con cuidado las manos del tricolor y depositó un pequeño beso en los vendajes de sus muñecas

- ¿Te duele?- puso las manos del tricolor en su mejilla, haciendo una sutil caricia- Lo lamento

- Ba... Bakura, ¿Qué haces?- dijo aun arrebolado. El otro lo miró con una sonrisa en su rostro

- ¿A caso no puedo mi visitar a mi novio? Sólo quería saber si estabas bien

- ¿No-vio?- el tricolor se puso aún más rojo al sentir inesperadamente los brazos del ladrón rodeando su cuerpo. Luego éste se separó, tomó delicadamente su rostro y lo besó con una dulzura increíble.

Atem no pudo evitar corresponderle, cerró sus ojos se pegó más a él para que el contacto se volviera más pasional; rodeó el cuello del albino y dejó que éste explorara toda su cavidad; mientras que Bakura lo recostaba sobre la cama y se colocaba sobre él. Sus lenguas chocaban entre sí constantemente, entrelazándose de vez en cuando. Atem hubiera deseado poder seguir adelante, pero aún estada muy adolorido por lo ocurrido la noche pasada, así que por esa vez, no pasó de sutiles caricias y ardientes besos.

**************

Cuando el cuerpo de Atem se recuperó de sus heridas, el albino lo hizo suyo una vez más, esta vez siendo más cuidadoso e incluso podía decir que con dulzura. Desde ese día, todas las noches se encontraban a la misma hora para profesarse su amor; algunas veces se la pasaban juntos, haciéndose compañía. En otras más se la pasaban haciendo el amor hasta entrada la madrugada; odiaban ese lapso de tiempo en el que se separaban, esperaban con ansias a que llegara la noche para estar juntos otra vez.

En una de tantas noches, el joven faraón miraba al horizonte mientras esperaba a que Bakura terminara de alistarse antes de marcharse. Bakura se aproximó a él al acabar de acomodar sus ropajes y lo abrazó por la espalda, tomándose el tiempo para besar su cuello.

- Bakura, ¿puedo preguntarte algo?- a pesar del escalofrío que le provocaban sus besos, Atem aún tenía la mente fría

- claro, lo que quieras- el peliblanco recargó su mentón sobre el hombro del tricolor, indicándole de manera silenciosa que lo escucharía.

- ¿por qué eres... por qué comenzaste a venir al palacio?- se corrigió para que su pregunta se oyera más sutil. Tras su pregunta hubo un largo silencio, hasta que el mayor soltó un suspiro y se animó a hablar

- Provengo de una aldea llamada Kullelnna. En ella sólo habitan ladrones; así que se puede decir que robo por "seguir la tradición". Aunque, si te soy sincero, las riquezas del palacio no son mi objetivo

- ¿Cuál es entonces?

- Venganza- su voz se volvió más oscura, como si los recuerdos despertaran en su interior a una persona completamente distinta- Hace 14 años, tu padre mandó a destruir nuestra aldea por considerarla peligrosa. Acabó con toda mi familia y amigos en una sola noche… me quitó todo lo que tenía. Si he elegido este palacio es para buscar el momento oportuno y asesinar a tu padre con mis propias manos- el príncipe se asustó con lo narrado, se soltó del agarre del mayor y luego lo abrazó

- Bakura, por favor... no mates a mi padre- suplicó- Él no es una mala persona. Sé que lo que te hizo fue horrible, pero sólo quería lo mejor para su reino. Esa fue su forma de encontrar justicia

- aunque tú me lo pidas no puedo hacerlo. La sangre mis antepasados clama por la cabeza del faraón

- ¡Por favor Bakura! ¡Ahora me tienes a mí, ¿no es eso suficiente?!- su abrazo se hizo incluso más fuerte, tanto que escuchó los huesos del otro crujir

-… bien. Desistiré de mi venganza con una condición...- Atem alzó la mirada, esperando escuchar ese único motivo que podía hacerle cambiar de opinión- Quiero que huyas conmigo- esta vez fue turno del peliblanco en abrazarlo con todas sus fuerzas, negándose a soltarlo de nuevo- Si de verdad eres lo único que tengo, entonces ven conmigo

- Bakura… yo….- en su pecho se agolparon todo tipo de emociones, pero aun así, a Atem no le costó mayor esfuerzo decidirse- Lo haré- una brillante sonrisa se instaló en sus labios. Ahora más que nunca, deseaba estar con su amado ladrón

- Vendré por ti mañana por la noche- dejó de abrazarle sólo para tomar sus manos entre las suyas, depositando un beso en el torso de las mismas

- ¿Mañana?

- Ya casi amanece, nos descubrirían. Además, no es igual que yo entre y salga del palacio a que lo haga contigo, debo encontrar una forma para que nos marchemos los dos sin correr riesgo alguno. Y supongo que querrás ver a tu padre por última vez

- Está bien, pero prométeme que volverás mañana

- Es una promesa, volveré por ti- besó sus labios una última vez antes de desaparecer entre la oscuridad.

*****************

Al siguiente día, por más que Atem trató de ver a su padre, la orden que había impuesto se lo impidió. Se sentía mal por marcharse sin siquiera decirle lo mucho que lo quería a él o a Mahado; pero dadas las circunstancias, era algo imposible. Cuando la noche cayó en Egipto Atem se encerró en su alcoba para que nadie fuera a detener sus planes y después se quedó de pie en su balcón, esperando a que su amado Bakura llegara.

Pero el albino no aparecía. El joven príncipe comenzó a pensar lo peor, quizá Bakura no volvería a aparecer, quizá sólo lo había utilizado para llegar a su padre. El sólo hecho de pensar que el albino no iba a volver lo destrozaba, las lágrimas amenazan con salir de sus orbes carmesí, en ese instante, pero antes de que derramara alguna de ellas, alguien llamó a la puerta.

- Su alteza, ¿Está despierto?- aunque llevaba mucho tiempo sin escucharle, reconoció la voz enseguida y se apresuró a abrir

- Mahado, si mi padre sabe que estuviste aquí te va a ejecutar

- No se preocupe mi señor, él fue quien me envió. Quiere verlo en la habitación del trono

- ¿Por qué? ¿Qué pasa?

-Excelentes noticias mi señor. Al fin pudimos atrapar a Bakura- al escuchar eso, Atem sintió que todo su mundo se desmoronaba

 

Continued...

 


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