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Rompiendo Las Reglas por AniBecker

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Notas del capitulo:

Mil y una disculpas por no haber actualizado este fic, cuando dije que las actualizaciones serían casi diarias, y así iban a ser en un principio, porque son capítulos cortos y tenía las ideas en la mente, por lo que no le veía el problema, pero me está costando plasmar las ideas que tengo. 

Perdón también por nombrar que pdoría haber un posible HimuKuro, ya que esta pareja no saldrá a la luz porque no existirá, ya se verá cuál sería la pareja más adelante. 

De nuevo mil y una disculpas. 

Capítulo III

Las semanas fueron pasando, y Aomine consiguió a rajatabla mantener alejado a Kagami de su persona. Cada vez que el pelirrojo iba a recoger a Kuroko con la excusa de poder verlo, él nunca salía a recibirlo, al igual que evitaba poder estar en casa cuando lo visitaba para estudiar, pero parecía que todos sus esfuerzos, no iban a poder ser suficientes y se iban a truncar.

—Espera, ¿qué es lo que estás diciendo? —cuestionó, levantando su mirada de la pantalla del ordenador, para cruzarla con la de su hijo.

—Pues eso, que vamos a un campamento de entrenamiento de básket —respondió, como si nada.

—Eso ya me lo has dicho, y no me parece mala idea. A lo que me refiero es a lo otro, ¿cómo me dices que vaya yo también? ¿Qué se supone que es lo que pinto yo allí?

—Cuando tú estabas en la secundaria y en la preparatoria eras el mejor, nadie podía ganarte y no tenías rival —empezó a explicar, sentándose en el sillón de delante del escritorio de su padre—, y sería una idea fenomenal de que nos ayudaras en este campamento.

—Me comentaste que tu entrenadora es muy buena sobre el tema, y su padre también, yo no tengo nada qué hacer allí —siguió con sus informes, mientras tecleaba.

—Y así es, son muy buenos entrenadores, pero expresamente el padre de la entrenadora me pidió que te dijera que te nos unieras a nuestro campamento, por favor.

—Me encantaría ir, pero tengo que terminas unos informes, además que tengo que ir a trabajar, por si no lo recuerdas.

—Sé por la tía Momoi-san que justamente esa semana que dura el campamento, tú la tienes libre —Daiki suspiró, no tenía escapatoria, por lo que tenía que aceptar.

—Está bien… iré, pero si recibiera una llamada del trabajo, me iría con rapidez, ¿de acuerdo?

—¡Gracias! Voy a informarle a la entrenadora —sonrió, para salir del despacho y dejarlo continuar con su trabajo.

Volvió a suspirar, para dejarse caer sobre el teclado del ordenador. No había tenido más remedio que aceptar en tener que ir a ese dichoso campamento de entrenamiento. En otras circunstancias, le hubiera encantado ir, él amaba el básket, ¿qué mejor poder jugar a la vez que le enseña a su propio hijo y a su equipo?

Pero precisamente, en ese campamento estaría Kagami, su alfa, y justamente, lo que quería era seguir evitándolo por todo el tiempo posible, no quería que sus instintos omegas se descontrolaran al ver y tener cerca a su destinado, un adolescente.

..

Para su suplicio, la semana del campamento llegó demasiado rápido, tanto, que ni tiempo de asimilarlo le dio.

Sus miradas no tardaron mucho en cruzarse, siendo Aomine quién la desvió, nervioso. En ese campamento, vio cómo Tetsuya, se complementaba perfectamente con Kagami, y que los llamaban la sombra y luz de Seirin.

Los entrenamientos fueron intensos, dejando a los chicos deseosos de la hora del descanso, comer y dormir. Incluso él se sentía algo cansado, ya no recordaba su cuerpo esa intensidad que tanto le dedicaba al básket.

Ese momento en las aguas termales lo había terminado por relajar, tanto, que se olvidó del problema con Kagami, o eso creyó hasta ver aparecer al pelirrojo por la puerta.

—¿Qué es lo que haces tú aquí?

—Sólo vine a bañarme un poco —respondió, encogiéndose de hombros.

—Se supone que los del equipo ya os habíais bañado.

—Así es, pero yo fui a hacer unos recados que la entrenadora me pidió —se metió al agua, estremeciendo al moreno, que se alejó un poco de él.

—Yo… mejor voy saliendo, ya llevaba un buen rato aquí —se levantó y lio la toalla alrededor de su cintura, pero cuando fue a salir del agua, una mano se lo impidió —… Por favor, suéltame.

—Espera, tenemos que hablar, yo quería disculparme por lo del otro día en tu casa, pero no lo hice por fastidiarte, lo hice porque me gustas.

—Otra vez con lo mismo, métete en la cabeza que yo tú no me gustas, ni yo a ti tampoco, sólo que eres un adolescente y no entiendes que es tu instinto alfa, el que quiere a mi omega, que es muy diferente.

—Te equivocas, tú sí me gustas —el peli azul se soltó del agarre, y se giró, quedando de frente al alfa.

—Eres joven, cuando conozcas a la persona que de verdad te guste, verás cómo no importará su subgénero, y que sea tu destinado o no lo sea —posó sus manos en las mejillas ajenas—. Búscate a alguien de tu edad, con quien puedas compartir infinidad de cosas.

—Puedo… ¿puedo al menos darte un beso? —Daiki sonrió levemente, mientras se acercaba. Taiga cerró los ojos, esperando el beso, pero los labios ajenos sólo tomaron contacto con su frente.

—Es lo mejor para los dos —si indagaba en su mirada, podría verse a través de ella algo de tristeza—. Y ahora mejor me marcho ya, antes de que entre en celo por estar tú cerca, y ninguno de los dos nos podamos detenernos.

Lo más rápido que pudo, salió del lugar, para encerrarse en su habitación. Sentía un nudo en su pecho, algo muy dentro de él, le dolía alejarse de su alfa, pero tenía que hacerlo, no podía llevarlo a una vida de prejuicios por su culpa.

..

Sentado en la arena, la brisa le golpeaba la cara. Después de aquella despedida, si así podía llamarse porque nunca habían llegado a estar juntos ni nunca fueron nada más que destinados que no podían estar juntos, necesitaba salir de allí, para poder despejar su mente.

Podía decir lo que quisiera, pero lo que sintió cuándo lo vio, no fue solamente porque su instinto alfa aflorósólopor ser destinados, algo muy dentro de él le decía que había algo más.

Llevó la mano a su pecho, apretando su camiseta. Le dolía. ¿Eso era lo que se decía tener un desamor? ¿Acababa de experimentar su primer desamor? ¿Así de despechado se sentía uno por haber sido rechazado?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una monótona voz a sus espaldas.

—Kagami-kun —el mencionado inspiró, para serenarse.

—Kuroko, ¿qué es lo que haces aquí?

—Eso más bien debería decirlo yo —se sentó a su lado, en la arena.

—Bueno, me sentía algo mareado después de haber estado en el baño, ya sabes que me fui a América cuando era pequeño, por lo que nunca he estado en unas aguas termales —dijo con nerviosismo.

—¿Seguro que es eso? Te noto algo extraño, Kagami-kun. ¿Es por mí? ¿Tengo algo que ver? ¿He hecho algo que te molestara?

—¿Qué? Claro que no, Kuroko, por supuesto que tú no tienes nada que ver, no me has hecho nada, en serio.

—Entonces sí te pasa algo, aunque no sea conmigo —Taiga se dio cuenta, que al peli celeste no se le escapaba nada.

—Bueno… me siento algo…cómo decirlo… ¿triste?

—¿Y eso por qué? —cuestionó, curioso—. ¿Kagami-kun fue rechazado?

—¿Cómo sabes eso?

—Soy observador —se encogió de hombros—, y puedo ver en tu cara que te sientes triste. ¿Qué chica rechazó a Kagami-kun, la entrenadora?

—¿Por qué piensas que fue la entrenadora? —Tetsuya se puso pensativo.

—Cierto, si hubiera sido la entrenadora, Kagami-kun estaría hecho tiras por Kagetora-san. Pero entonces, ¿quién fue? Aquí no hay otra chica —el diez de Seirin suspiró.

—No fue una chica.

—¿Alguien del equipo? ¿Te gusta alguien del equipo? —dijo con un tono triste en su voz.

—Mejor no hablemos de eso, ¿vale? —se acomodó mejor en la arena. No quería que se le escapara, que quién le había rechazado, era precisamente su padre.

—Si Kagami-kun está triste porque ha sido rechazado, puede buscarse a otro para así no estar triste.

—Qué fácil lo ves tú, Kuroko —levantó su mirada, para observar la luna que pintaba de plateado todo el paisaje.

—Bueno… a mí me gusta Kagami-kun… —susurró, con sus mejillas teñidas de rojo. Taiga lo miró, sorprendido. El de menor estatura se incorporó, apoyándose sobre sus rodillas, a la vez que se inclinaba hacia el pelirrojo.

—Kuroko espera, ¿qué es lo que pretendes?

—Ayudar a Kagami-kun a olvidar su desamor —terminó por colocarse a horcajadas sobre el otro, que trataba de alejarlo de él.

—Esto no se hace así, ni se olvida de esta manera.

—Pero a mí me gustas, y yo puedo hacerte olvidar y así no estés triste —sin esperárselo, el de ojos celestes posó sus labios sobre los de él. Por un momento, no le correspondió, pero poco a poco, sus manos se posaron en la cintura ajena, colaborando en ese beso.

—Puedes salir conmigo —habló después de separarse—, ya sé que no me quieres, pero puedes probar, y así cuando olvides a esa persona que te ha rechazado, empieces a quererme.

—Eso suena demasiado ruin de mi parte hacia ti.

—Pero yo quiero estar con Kagami-kun, por favor… —apoyó la cabeza en su pecho.

—Kuroko, no lo veo legal que yo te haga eso a ti. Al menos no ahora, déjame pensármelo, ¿vale? —asintió, quitándose unas pequeñas lágrimas de sus ojos color cielo.

—¿Vamos a cenar? Hace ya un rato que se sirvió la cena.

—Sí, vamos, será lo mejor —se levantó, esperando que el otro hiciera lo mismo.

—Ve yendo tú, en seguida voy, ¿de acuerdo?

—Está bien. Kagami-kun, perdona por el beso, pero lo que te he dicho es verdad. Piénsatelo —dicho esto, salió dirección al campamento.

Kagami suspiró. Se sentía extraño, acaba de haber sido rechazado por quién era su omega destinado, y justo ahora, se le acababan de declarar, precisamente, el hijo de quién le rechazó.

Sería muy injusto, que saliera con Kuroko por despecho, y mucho menos si fuera por venganza hacia Aomine, pero él mismo le dijo que debería buscarse a una persona de su misma edad, con quién pueda ser feliz y correspondido.

Justo ahora en ese mismo momento, no sentía nada por Kuroko pero, ¿cómo iba a saber si sentiría o no algo por él si no le daba una oportunidad? Quizá, el peliceleste sí era la persona indicada para él, sólo que tenía que conocerlo y darle una oportunidad.

—¡Kuroko, espera! —gritó, para que Tetsuya, que se encontraba en la puerta del campamento, se parara—. Que sí, que ya me lo pensé, ¿por qué no salimos y nos damos una oportunidad?

El once, sonrió levemente, sonrojado porque el mayor se acercaba a él para sellar con un suave beso su reciente relación.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Feliz nuevo y próspero año 2019, espero que todos sus deseos se vean cumplidos :)


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