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Stony Stories por Wind Girl

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Tony

Miré el reloj por milésima vez en las últimas horas. Parecía que el tiempo se había ralentizado desde la última llamada de Steve hace 4 horas. Banner y yo no teníamos forma de comunicarnos con Steve, Romanoff y Barton y esto comenzaba a estresarme.
Los 3 habían salido en una misión repentina en Europa hacía 2 días, realmente parecía algo muy serio por como Steve no dudo en salir corriendo. Sin embargo, había estado respondiendo mis mensajes aunque tan solo fuera un "todo bien". Sabía que no era así, pero el que respondiera ya me aliviaba en gran medida. Aunque sabía que algo pasaba ya que en su última llamada parecía realmente preocupado y luego ya no respondió más, y eso me estaba matando por dentro. Si supiera donde estaban hacía mucho que habría salido en su ayuda, pero no tenía idea de donde les habían mandado.
Aunque ya estábamos tratando de poner remedio a eso. Llevábamos más de una hora intentando encontrar la ubicación mediante cualquier dispositivo que llevaran consigo, e incluso el acceder a sus comunicadores para hablar con ellos. Pero todo esfuerzo de ello estaba siendo en vano.
– No puede ser tan difícil –gruñí asqueado, lanzando parte de las cosas que había en mi mesa de un golpe.
– Cálmate, Tony, no conseguiremos nada alterándonos –trató de calmarme, Banner.
– Es fácil decirlo cuando tu pareja no es la desparecida –dije con más rabia de la debida.
– Pero son mis amigos –respondió con voz tranquila, aunque su expresión reflejaba lo contrario.
Realmente había sonado cruel hablarle como si no le importara cuando no era así, pero todo era culpa de esta gran incertidumbre. Si no me controlaba iba a enloquecer y ves a saber que más estupideces diría.
– Lo siento, no debería haber dicho eso –me disculpé.
Bruce tan solo asintió hacía mí en respuesta.
Me dejé caer sobre mi silla y sujeté mi cabeza entre las manos. Nunca había sentido tanto miedo, siquiera cuando me adentré en el portal Chitauri. Allí tuve miedo de morir, pero se trataba de mí y ahora era Steve, nada se comparaba al dolor de pensar en que algo le pasara a él. Nunca había amado tanto a alguien para llegar a sentir este miedo tan intenso que dolía por dentro.
– Señor, tiene una llamada entrante de Shield –informó, Jarvis.
Alcé rápidamente la cabeza y Banner me miró en el acto. El dolor me atacó con más fuerza, haciendo que sintiera como si algo me perforará desde dentro por el miedo a que algo le hubiera pasado a Steve.
– Pásamela –dije poniéndome en pie.
– ¿Se puede saber porque están intentando entrar en nuestros servidores? –Preguntó la voz de Fury.
Di un suspiró por el alivio momentáneo de saber que la llamada no era porque les hubiera ocurrido nada malo.
– Llevamos horas sin saber del Capitán y los demás y no nos gusta quedarnos de brazos cruzados a la espera.
– ¿Desde cuándo tanta excesiva preocupación por ellos, Stark? –Respondió.
Bruce me miró con una sonrisa, que disimulo rápidamente mirando hacía su mesa cuando le miré. Rodé los ojos al sentir como se estaba regodeando internamente porque se me notará que Steve me preocupaba tanto como para que lo notaran los demás y creara sospechas.
– Sin ellos los Vengadores estaríamos bastante indefensos –dije, fingiendo indiferencia–. Son los más débiles, pero aportan su granito de arena.
– Sigue a lo tuyo y no interfieras, Stark –dijo como una advertencia antes de colgar.
Solté un resoplido asqueado.
– Que no interfiera dice... –murmuré para mí mismo, poniendo mi taza en la cafetera.
– Eso no te hará bien, Tony, ya estás suficiente nervioso.
– ¿Y qué? –dije un poco brusco.
Cogí mi taza y me fui con ella fuera del laboratorio. Si continuaba ahí terminaría colapsando. Tenía demasiadas presiones entre todas las cosas que fallaban y Banner.
Entré en la habitación de Steve y me senté en su silla, viendo todo en su escritorio, que a diferencia de en su despacho aquí tenía decenas de lápices de distintas variedades y tamaños, colores, rotuladores y delineadores. Todo estaba perfectamente ordenado junto a sus cuadernos de dibujo, los cuáles no les gustaba que tocara, especialmente si había estado trabajando.
Tomé el cuaderno más pequeño y comencé a pasar las hojas. La mayoría eran pequeños bocetos de paisajes diversos, nada realmente destacable excepto uno. Había un pequeño dibujo de la torre, podría ser algo normal si no fuera porque en ella estaban puestas las letras de "Stark". La torre apenas duro unos días con ellas, por lo que era muy extraño que le diera tiempo a hacerlo, y más porque recuerdo que cuando lo conocí menciono que la torre no le había gustado, pero aquí estaba, un dibujo de ella.
– Estúpido –susurré con una sonrisa.
Dejé el cuaderno y tomé uno más grande. Me sorprendí nada más abrirlo al verme a mí mismo dibujado dormido en la cama. Se veía tan realista, tan detallado cada rasgo que era sorprendente. Me sentí un poco intimidado por verme a través de como Steve me veía, pero a la vez me lleno de un gran amor.
Se me escapó un suspiro involuntario y me reí por lo ridículo que me vi. Steve siempre provocando que sea tan sentimental, lo odiaría si no fuera que ese sentimiento me hacía sentir verdaderamente feliz.
Mi teléfono sonó sobresaltándome de repente. Lo saqué del bolsillo y mi corazón se aceleró al ver el nombre de Steve en la pantalla. Descolgué rápidamente.
– Tony, necesito que hagas algo por mí y no hagas preguntas –dijo apresuradamente, sin darme tiempo a decir palabra.
– ¿Qué? ¿Estás bien? ¿Qué sucede? –Pregunté, notando como se me hacía un nudo en el estómago.
– Eso son preguntas y no tengo tiempo de dar explicaciones ahora.
Su manera brusca de hablarme me aturdió por unos segundos. Tenía que ser algo realmente importante para que estuviera tan exigente.
– ¿Qué tengo que hacer? –Susurré, asustado por su actitud.
– Tienes que ir a Queens y recoger a un niño del colegio.
– ¿Qué? –Dije estupefacto.
¿Qué conexión había entre una misión de tanta gravedad y recoger a un niño del colegio?
– No tengo tiempo de explicar, Tony, por favor, haz esto por mí.
– Sí, claro que lo haré –respondí, nervioso.
– Gracias, mi amor –dijo en un tono más tranquilo–. Te voy a mandar la ficha de los padres del niño, ahí están todos los datos y seguro aparece en que colegio está. Él se llama Peter Parker.
– Está bien –murmuré, levantándome de la silla.
– Ve con el traje y ten cuidado.
¿Qué? ¿Cómo esto podía ser tan peligroso para necesitar ir con el traje? Tener tantas preguntas sin respuestas comenzaba a darme mucha ansiedad.
– Dios, Steve. ¿Qué está pasando?
– Después te llamaré, Tony, lo prometo. Te amo, ten cuidado.
– Te amo –dije apresuradamente por miedo a que colgará antes de decírselo–. Vuelve pronto.
– Lo haré, Tony... –escuché un murmullo de Barton que interrumpió a Steve–. Tengo que irme ya, solo cuida al niño hasta que te llame. Cuídate, te amo.
Colgó.
Me quedé mirando el teléfono sin saber cómo reaccionar. Mi cabeza estaba completamente aturdida, y el miedo y ansiedad me estaban comiendo por dentro. Tuve que hacer mi mayor esfuerzo para obligar a mi mente que ordenar a mis pies que se movieran.
Fui directo al hangar, respirando profundamente en cada paso para infundirme valor.
– Jarvis, prepara el traje –ordené.
Me paré en el centro del hangar y se abrió una escotilla en el suelo a mí alrededor. Los brazos mecánicos montaron la armadura en mí enseguida y solté el aire.
– Tiene un correo nuevo del Capitán Rogers –me informó, Jarvis.
– Ábrelo y escanea hasta dar con la dirección del colegio del niño.
Salí disparado del hangar en dirección a Queens. Podía ver lo rápido que escaneaba la ficha que Steve me había mandado y en menos de un minuto Jarvis ya había dado con la dirección.
– Cuéntame, ¿hay algo relevante en las fichas?
– Son un matrimonio. Agentes de Shield con larga experiencia militar. Tienen un hijo de 8 años.
¿Agentes de Shield? Eso podría explicar bastante esta situación y la misión de los chicos, ¿pero cómo han llegado a este extremo?
– ¿Hay algo que explique la misión de Steve y el resto?
– No, señor –respondió–. Las fichas son básicas.
Maldito Steve, sabía perfectamente que buscaría más y me preocuparía por ello. En ocasiones odiaba que me conociera tan bien.
Di más potencia al entrar en Queens y no aminoré hasta tener a la vista el colegio. Descendí hasta aterrizar en la puerta y varías miradas de los padres que esperaban se pusieron en mí.
– Señor, hay movimiento hostil a la izquierda.
Miré hacia allí y vi a dos tipos con gorras negras cruzados de brazos esperando. Uno de ellos me miró y comenzaron a avanzar entre las personas.
La fila de niños empezó a salir por la puerta y mi corazón se aceleró por lo mal que pintaba esto.
– Jarvis dime que hay una foto del niño en esa ficha y le podrás localizar.
– No, señor, pero si la hay en la web del colegio.
– ¡Bendito internet! –Exclamé acercándome lo más posible.
El escáner facial comenzó a trabajar mientras yo me acercaba a interponerme entre los niños y los dos hombres.
– Hay coincidencia, señor.
Miré en la dirección que marcaba el escáner. El niño iba con una chaqueta roja y una gorra verde. Uno de los tipos se estaba acercando en donde el niño esperaba.
Me elevé y paré frente al niño, quién dio un salto hacia atrás asustado.
– ¿Iron Man? –Dijo con sorpresa.
– El mismo –le respondí–. ¿Te apetece dar una vuelta?
– Tengo que esperar al...
Uno de los tipos sacó un arma y apuntó directamente hacia el niño.
Le agarré tirando de él y le cubrí entre mis brazos, girando para que los disparos dieran en mi espalda.
En un segundo la calle se llenó de gritos y todos corrían en todas las direcciones para huir con sus hijos.
– Sujétate –le dije, agarrándole con fuerza y despegando.
Los disparos continuaron hacía mí, creando más terror. Subí hasta la azotea de un edificio y dejé al niño.
– Quédate aquí, enseguida vuelvo.
Volví a bajar y fui directo hacia el tipo que disparaba. Cuando vio que no iba a parar trató de correr, pero le golpeé por la espalda estrellándole contra una de las verjas del colegio.
El segundo tipo también me disparó por la espalda y me gire hacia él.
– ¿Qué te hace pensar que tu arma me haría algo cuando la suya no lo ha hecho? –Pregunté yendo hacia él.
Me tiró la pistola y salió corriendo tratando de huir.
– Cuanta valentía –dije con sarcasmo.
Fui directo hacia él y le atrapé por la espalda. Me elevé a gran altura y comenzó a gritar.
– ¿Tienes miedo a las alturas?
Continuó gritando y bajé rápidamente, frenando a escasos metros del suelo. Debo admitir que esto era divertido.
El otro hombre se había levantado del suelo y miraba a su alrededor algo aturdido del golpe.
– Oh no, nadie te dio permiso de levantarte –dije yendo en su dirección y lanzándole a su compañero sobre él–. ¡Strike!
Varios agentes de policía llegaron apresuradamente y les rodearon. Una vez los tuvieron retenidos salí de allí antes de que pidieran explicaciones.
Volví rápidamente a la azotea donde esperaba el niño, hecho un pequeño ovillo abrazando sus piernas, asustado.
– Todo está bien, chico, ya no tienes que temer –me acerqué despacio y me agaché para quedar a su altura–. ¿Peter, verdad? Soy Tony.
Saqué mi casco y me miró, apunto de echarse a llorar. Se levantó y me abrazó lo más fuerte que pudo.
– Todo está bien –volví a repetir–. Vamos a ponerte a salvo.
Él asintió y se sujetó fuerte a mi cuello.
Me puse nuevamente el casco y me levanté sujetando con fuerza al niño.
Volví lo más rápido que pude a la torre con él para que estuviera a salvo.

•••

– No lo sé, Bruce –repetí por milésima vez–. No sé qué diablos pasa y eso me asusta. O sea, ¿por qué querrían matar a un niño?
– No sé, pero esto no pinta nada bien.
Tenía toda la razón. Desde el inicio sabía que algo grave estaba pasando, pero nunca hubiera imaginado que a esta magnitud. Lo cual, hacía acrecentar más mi temor por Steve.
Me giré y miré al pequeño jugando en el pc en mi mesa. Estaba disfrutando por primera vez de la tecnología táctil y para su suerte siendo la mejor tecnología Stark. Ahora parecía haberse tranquilizado bastante, pero no dejaba de preguntar por sus tíos.
El niño me miró cuando el juego se acabó y me acerqué a ponérselo otra vez.
– ¿Cuándo podré ir a casa? –Preguntó en apenas un susurro.
– Pronto –mentí.
Realmente esto podía llevar más tiempo por como parecía ir todo, pero no sabía que otra cosa decirle para no hacerle sentir mal.
– Ya no quiero jugar más, es aburrido.
¿Aburrido? Yo pasaba horas jugando cuando me aburría...
Di un suspiro y puse mis manos sobre sus hombros.
– Vamos a dar una vuelta para que veas todo –le dije girando la silla para que se levantara.
– Adiós, Peter –se despidió Banner, dedicándole una sonrisa.
– Adiós, Dr. Banner –dijo, poniéndose de pie.
– Adiós, Dr. Banner –imité, saliendo del laboratorio.
Peter se puso a mi lado, pegándose prácticamente a mi pierna mientras caminábamos. Tomó mi mano y la apretó, haciendo que le mirara. Pude notar enseguida que seguía bastante asustado. Me daba tristeza verle así, confundido, fuera de su hogar y con extraños que no le aclaran que sucede. Aunque ni yo mismo sabía que estaba pasando.
Paré en la puerta de mi taller e introduje el código de seguridad en el panel. Abrí la puerta y le dejé pasar primero.
– Bienvenido a donde nace Iron Man.
Me miró con los ojos muy abiertos y apareció una pequeña sonrisa en su rostro por primera vez.
– ¿Aquí haces las armaduras? –Preguntó con un atisbo de emoción en su voz.
– Sí –sonreí–. Ven.
Tomé su mano y le llevé hasta la mesa para que viera en que estaba trabajando ahora.
Vio emocionado como había una bota de mi traje a medio montar y se subió sobre la silla para verla de cerca.
– ¿Lo montas tú pieza por pieza?
– Al principio sí, ahora tengo ayuda de estas maquinitas que construí para ayudarme –di un golpecito sobre el brazo mecánico de Dum-e–, pero me gusta arreglar algunas cosas yo mismo.
– ¿Puedo ayudarte? –Sonrió ampliamente.
– Esto es peligroso, chico, no quiero tener problemas –le bajé de la silla levantándole por bajo sus hombros y le alejé de la mesa–. No ha sido tan buena idea traerte aquí...
– ¡No romperé nada, por favor! –Suplicó.
– Te puedes romper tú y no cargare con eso en...
El sonido del teléfono interrumpió mi frase y gruñí casi como un acto reflejo. Saqué el teléfono y al ver el nombre de Steve mi corazón saltó. Casi había olvidado que tenía que volver a llamar.
– Quédate aquí quieto –le ordené al niño mientras me alejaba al otro extremo del taller para que no me escuchara hablar–. ¿Steve? –Dije al descolgar.
– Tony –respondió con tensión en su voz–. Gracias por salvar al niño, te debo una muy grande
– Desde luego que me la debes, pero por no decirme que está ocurriendo, Rogers –dije, más cabreado de lo que pretendía parecer–. Me la pagare con creces cuando vuelvas, y como has dicho, una muy grande, eso significa que tu pene muy grande va a ser mío en cuanto entres por la puerta.
– Por Dios, Tony, no digas esas cosas –se quejó.
Pude ver en mi mente como debía estar sonrojándose ahora mismo y me produjo ternura. Siempre era tan pudoroso que le hacía ver tan puro e inocente, aunque no lo fuera en absoluto. Eso lo tenía bien comprobado.
– Después de la angustia que estoy pasando créeme que necesito mucho de ti.
– Lo sé y lo siento, mi amor. Yo también te echo de menos –susurró con un suspiro.
– ¿Cuándo volvéis?
– Aún no lo sé –respondió con pena.
– ¿Cómo que aún no, Steve? Lleváis 2 días, 3 contando este –dije volviéndome a alterar.
– Ya lo sé, Tony, soy el primero que quiere que esto acabe, pero no está siendo fácil... –su voz fue bajando al final hasta que calló.
– ¿Qué pasa, Steve? –Pregunté con verdadero miedo.
Sabía que estaba pasando algo más y no se atrevía a contarlo.
Miré de reojo hacia el niño, que se había acercado nuevamente a mi mesa y estaba tocando todo. Le maldije mentalmente.
– Los padres el niño fueron secuestrados... –pude sentir el nudo en su garganta y el cómo tragó saliva para poder seguir–. Querían secuestrar al niño para hacerles hablar, por eso te pedí que le buscaras.
– Dios mío, Steve... –murmuré casi sin habla.
Decir que sonaba horrible era poco, pero ahora comprendía muchas cosas, sin embargo continuaba habiendo otras muchas dudas.
– ¿Cómo es que terminaron ahí?
– Shield les envió para infiltrarse, e iba bien hasta que alguien les delató. Así que todo lo que sabemos es que hay un posible infiltrado en Shield que sabía quiénes eran los Parker –explicó taciturno.
– Por eso me llamaste a mí en vez de pedir ayuda a Shield –afirmé.
– Sí, no podía arriesgar a perder al niño... –su voz se cortó y escuché como tomaba bocanada de aire.
– Steve... –susurré–. ¿Qué pasa? Siento que hay más.
Le escuche tragar saliva nuevamente y luego hubo un largo silencio.
– Steven, háblame –le pedí casi como una súplica–. ¿Estás bien? ¿Te ha ocurrido algo?
– Estoy bien –dijo muy bajo antes de volver a quedarse callado durante un momento que se me hizo realmente largo–. Hemos estado estudiando los movimientos de los guardias, aprendiendo sus horarios para los cambios de guaridas, y también en sus tácticas de lucha...
– Deja de irte por las ramas, Steve, dime ya lo que quieres esconderme –le corté, sin poder soportar la incertidumbre.
– Esta bien... Mañana vamos a entrar para tratar de rescatarles –dijo casi sin voz.
Mierda.
Quizá sea estúpido que después de batallar con alienígenas esto me asuste tanto, pero la forma en que Steve evitaba contármelo era evidente que él mismo sabía que esta misión no iba a ser en absoluto fácil. Odiaba no estar allí y poder hacerles la misión más fácil.
– Dime dónde estáis, iré ayudaros –dije con convicción.
– No, Tony, necesito que cuides al niño –respondió rápidamente.
– ¿A eso me vas a rebajar? ¿Ahora soy un niñero?
– No te estoy rebajando, Tony –dijo con firmeza–, solo confió en ti para eso. Sé que está Banner, pero imagina que alguien les atacara... ¿Quién salvaría al niño de Hulk después?
Apreté el teléfono conteniendo la rabia y pateé la aspiradora automática que daba vueltas por la habitación.
Odiaba que tuviera la razón, tanto como odiaba tener que quedarme de brazos cruzados y esperar.
– Te odio, Steve, ahora mismo te odio por obligarme a esto... –murmuré negando con la cabeza.
– Lo siento, Tony. Ódiame, yo te amaré de todos modos.
– Vas a pagarme ahora mucho más, mucho, mucho más... –respondí, tratando de contener mis ganas de gritarle.
– Pagaré todo como tú quieras y cuantas veces quieras.
– Ese es mi hombre –dije, provocando que hiciera una suave risa.
Era agradable saber que era capaz de hacerle reír incluso en momento así. Aunque yo seguía completamente asustado. Sabía que no iba a ser fácil para ellos y me aterraba pensar en que Steve saliera herido o algo peor, e incluso también por Barton y Romanoff.
– Ten mucho cuidado, Steve –susurré–. Te prohíbo morir allí.
– No te preocupes, volveré de una pieza, lo prometo, Tony. Tengo mucho que pagarte –respondió con un tono de humor.
– Idiota –sonreí–, te sigo odiando igual.
– Eso no cambia que te ame.
– Maldito cursi idiota... –mordí mi labio para que no me saliera una maldita sonrisa de enamorado–. Te amo –dije sin poder evitarlo.
– Te amo, Tony, no lo olvides.
Sus últimas palabras provocaron que mi sonrisa se fuera.
– No lo digas así, siento como si fuera una despedida...
– Tony... –susurró, casi de forma inaudible.
– Lo has prometido, así que traerás tú perfecto trasero de vuelta aquí –inquirí.
– Lo haré, solo es por si acaso.
– Que suerte tienes de que no sepa dónde estás sino... –dije tratando de controlar todas las emociones que me atacaban.
– Estoy en Rusia, ¿te espero para desayunar? –bromeó.
– Muy gracioso, Rogers –murmuré sarcástico.
– Todo lo malo se contagia, Stark –rio, para luego dar un suspiro–. Tengo que dormir, aquí es realmente tarde, tan solo necesitaba llamarte antes.
– Está bien, descansa y ve con mucho cuidado, mi amor. Te amo.
– Lo tendré. Trata de no ponerte mal, estaré allí en cuanto pueda, probablemente mañana. Solo cuida del niño y te pagaré al llegar –sus palabras me hicieron sonreír un poco–. Te amo.
Colgué finalmente y me apoyé contra la pared respirando profundamente para serenarme. Sentía demasiadas emociones y una gran presión en el pecho que parecía oprimir mis pulmones haciendo que me faltara el aire.
Un estruendo sacó mis miedos y Steve de mi mente para devolverme a la tierra. Miré inmediatamente hacia el chico y vi la bota de mi traje tirada en el suelo con varías de las piezas caídas.
– ¿Qué te había dicho? –Dije apretando los dientes para contener mi enfado.
– ¡Lo siento, lo siento! ¡Ha sido sin querer! –Gritó apartándose con miedo.
Debía dar gracias a ser un niño sino si tendría motivos para temer...
– Dije que no tocaras nada –gruñí tomando su mano para sacarle del taller.
Le llevé hasta la sala y le senté en el sofá, intentando dejar mi mente vacía para él. Tantas cosas iban a terminar por enloquecerme.
– ¿A caso no te enseñaron tus padres lo que significa eso?
Me miró apenado durante unos segundos y luego bajó la vista.
Oh, mierda... No debería haber mencionado a sus padres con todo lo que estaba sucediendo con ellos. Él no debía saber que ocurría, pero la ausencia de ellos era igual de dolorosa, sé por propia experiencia que es así.
– ¿Te gustan las consolas? ¿PlayStation, Xbox, Wii? –Pregunté, acercándome al mueble que había bajo el televisor.
Él asintió débilmente y abrí uno de los estantes del mueble dejando a la vista toda la variedad de videoconsolas que había mencionado. Peter amplió sus ojos y le apareció una sonrisa en el rostro. Abrí el otro estante y su cara terminó de iluminarse al ver todo repleto de juegos.
– ¿Puedo? –Preguntó señalando los juegos.
– Claro, ven –le hice un gesto para que se acercara y vino corriendo–. Escoge el que más te guste.
Se arrodilló en el suelo y comenzó a mirar uno por uno.
Me senté, sin dejar de mirarle mientras buscaba a que jugar. Solo de ver su inocencia me dolía de pensar en lo que todo podría terminar. Confiaba en que Steve, Romanoff y Barton iban a dar lo mejor de ellos para rescatar a los padres del niño, pero la actitud de Steve me decía que incluso él veía difícil la misión. Eso me hacía temer lo peor por ellos 3, y ahora también por el chico.

•••

– En serio me parece increíble que estés cuidando a un niño tú solo y sigas vivo –dijo con demasiada sorpresa, Pepper.
– Es un niño, no un tigre –rodé los ojos.
– Creía que preferirías encerrarte con un tigre antes que con un niño –se burló.
– No lo hago por gusto –respondí–. ¿Has traído lo que te he pedido?
– Sí –extendió hacía mí una bolsa–. ¿Si no lo haces por gusto por qué lo haces?
Tomé la bolsa y miré si había todo lo que le había pedido mientras daba un gran suspiro. No sabía cómo contar nada de lo que sucedía sin mencionar a Steve, ya que en los últimos meses eso nos había llevado bastantes problemas. Pepper no tomo precisamente bien el que escogiera a Steve porque decía que le hacía sentir que le había sustituido por él. En cierta manera tenía razón, porque al darme cuenta de Steve me gustaba también descubrí que ya no la amaba a ella.
Ella se alejó de mí, cosa que comprendí completamente. Quiso dejar Industrias Stark después de eso, pero la convencí con un mejor contrato, porque nadie estaba más capacitado para estar al mando, ni siquiera yo mismo y mucho menos desde que me centré más en los Vengadores y Steve.
Pero ahora estaba aquí tan solo porque le pedí ayuda para que comprara ropa para el niño. También estaba siendo una excusa para poder acercarme a ella para poder recuperar parte de la amistad que habíamos tenido. Sé que quizá no debería ya que es mi ex, pero también es alguien importante que cuido de mí en los peores momentos en el pasado.
– Me lo han pedido –murmuré, tratando de que sonara sin importancia.
– ¿Y desde cuando cumples órdenes?
En cuanto terminó la pregunta su expresión cambió y noté que había llegado a la conclusión correcta.
– Pepper...
– No digas nada, no necesito explicaciones –dijo con voz pasiva, aunque tensando la mandíbula.
– Quiero darlas, porque ya no quiero continuar así –dije, mirando de reojo como el niño veía una película en el sofá.
Tomé del brazo a Pepper y le hice salir al pasillo. Aunque Peter tan solo fuera un niño no quería que escuchara sobre mi relación con Steve.
– Tony, de verdad no debes dar ninguna, es lo que has elegido y no estábamos juntos.
– ¿Entonces por qué sigues distante conmigo? –Pregunté sin comprender.
– Te lo dije, me sentí sustituida, sé que no fue así, pero es lo que sentí porque continuaba enamorada de ti –hizo una pausa, mirándome a los ojos–. Creo que la peor parte fue asimilar que fuera un hombre... Y Rogers nada menos.
– Créeme que no fue algo que busqué, me enamoré de él sin siquiera darme cuenta y fui el primer impactado con ello –dije con completa sinceridad.
Dio un asentimiento y apartó la mirada, sin saber cómo responder a eso.
– Dime que tengo que decir para arreglar nuestra amistad.
– No tienes que decir nada, Tony, realmente el problema soy yo. Después de tantos años viendo a mujeres pasar por tú cama, siendo yo una de ellas, no es fácil de asimilar –me miró de reojo y apareció una pequeña sonrisa en sus labios–. Aunque realmente me alegro de que seas feliz.
– ¿Entonces todo está bien entre nosotros? –Pregunté, para cerciorarme de que era así.
– Sí –asintió–. Creo que solo debo acostumbrarme a verte con él.
– Espero que eso sea rápido, aunque, después de seis meses no es precisamente rápido –dije recuperando mi humor.
– ¿Ya tanto? –Preguntó incrédula–. No sé qué me sorprende más, sí que tú hayas aguantado tanto en una relación o que el Capitán tenga tanta paciencia.
– Muy graciosa –puse los ojos en blanco, sin poder evitar sonreír–. Sí yo te contará...
– No gracias, todavía no estoy lista para escuchar detalles.
– Señor Iron Man –dijo la voz de Peter, apareciendo tras Pepper frotándose los ojos–, tengo sueño. ¿Cuándo van a venir tío Ben y tía May a buscarme?
– Mañana –le dije, esperando que realmente fuera a ser así.
– Creo que estás ocupado –sonrió, Pepper, viendo al niño–. Será mejor que me vaya y deje que descansen.
Puso su mano sobre mi hombro y dio un suave apretón antes de marcharse. La miré hasta que desapareció dentro del ascensor y volví mi atención al pequeño.
– ¿Vamos a dormir?
Asintió cogiendo mi mano con fuerza y dando un bostezo. Le llevé a mi habitación y le di la bolsa con la ropa.
– Ponte el pijama aquí –le abrí la puerta del baño.
Entró con timidez y fui a cerrar la puerta pero él puso la mano rápidamente.
– No cierre –dijo en apenas un susurro.
Asentí al ver su mirada asustada. No sé bien que debe estar pasando por su cabeza, soy incapaz de comprender a un niño tan pequeño. En un momento puede estar emocionado por un videojuego o una película y al siguiente asustado. Es algo que escapa a mi capacidad de entendimiento, y eso es bastante frustrante con mi inteligencia.
Banner asomó la cabeza en mi habitación al ver la puerta entreabierta.
– Fury a llamado, quería saber cómo estaba el niño.
– ¿Qué le has dicho? –Pregunté.
– Le he dicho que todo está bien –dijo dando un paso dentro de la habitación–. También me ha dicho que mañana se pasarán los tíos del niño, pero que no dejemos que se lo lleven, aunque no entiendo por qué.
– Yo sí –dije casi instintivamente–. Steve cree que estará más seguro aquí.
No quise dar más detalles ya que estaba siendo una misión complicada y no quería inmiscuirme en el trabajo de Steve. Sé que Banner no es cualquiera, pero de igual manera era mejor que estuviera relajado teniendo aquí al niño.
– ¿Es algo grave, verdad? Fury parecía tenso.
– Sí –dije dando un asentimiento–, pero será mejor quedarnos ajenos a esto.
Peter salió del baño con el pijama puesto y se acercó a darme la ropa sucia. La tomé y la deje sobre la silla, junto con la bolsa con la ropa para mañana.
Banner hizo una risa negando con la cabeza mientras veía el pijama del niño con dibujos de Iron Man.
– Tu ego no tiene límites, Stark –rio girando para salir de la habitación.
Sí, era verdad, para que mentir. Había sido cosa de Pepper, pero me conocía perfectamente para saber que yo hubiera escogido este mismo pijama. Tenía un gran Iron Man en el pecho y un montón de ellos en pequeño por los pantalones. Se veían cabezones al ser como dibujos animados, pero incluso así eran unos perfectos mini yo.
– A la cama –dije abriéndola para él.
Enseguida se metió en la cama y le arropé bien con las sabanas.
Nunca había dejado a nadie quedarse en mi cama. La primera persona que había dejado era Steve, pero siempre había sido juntos, esta vez dormiría Peter solo. Yo dormirá en la habitación de Steve, o probablemente ni siquiera dormiría a causa de los nervios.
– ¿Señor Iron Man, los hombres malos volverán? –Preguntó, sujetándose fuerte a las sábanas para taparse hasta el cuello.
– No, la policía los ha llevado a la cárcel, ya no podrán hacer daño a nadie –respondí, intentando sonreír para él.
– ¿Buscan a mis padres? –Dijo casi con un puchero.
Mis ojos se ampliaron automáticamente al escucharle. ¿Cómo sabía él sobre sus padres? ¿Cuánto le habían contado? ¡Esto era una locura! ¿Cómo le habían dicho tal cosa a un niño? Incluso yo sé que algo tan delicado no se le debe decir.
– No tienes que preocuparte por eso, Peter –revolví su cabello con la mano para tratar de sonar sin importancia.
– Es que mi papá dice que luchar contra hombres malos luego hace que quieran hacerte daño... –susurró con lágrimas en los ojos.
No sabía que podía decir para que se sintiera más tranquilo, esto no se me daba nada bien. Ni siquiera era capaz de controlar mis propias emociones para calmarme como para poder ayudarle a él.
– No debes pensar en eso ahora, trata de dormir y mañana va a estar todo mejor.
– ¿Lo promete?
– Lo prometo –asentí.
Me arrepentí nada más decirlo. No debería haber afirmado algo que no estaba en mi mano y mucho menos tratándose de esto.
Volví arroparle bien y después fui hacía la puerta.
– Descansa, Peter –dije al apagar la luz.
– ¿No se puede quedar hasta que me duerma, señor Iron Man?
Le mire dando un suspiro a través de la oscuridad y volví acercarme a la cama, rodeándola para sentarme en el otro extremo.
– Deja de llamarme señor Iron Man, me llamo Tony Stark.
Encendí la lámpara de mi mesita y me quité los zapatos para sentarme contra la cabecera de la cama.
– Ahora a dormir sin excusas.
Se tapó con las sábanas hasta la barbilla y quedó mirándome por unos breves minutos hasta que el sueño terminó por vencerle.
Me quedé a su lado durante un rato para asegurarme que estaba completamente dormido y después salí de la habitación dejándole la lámpara encendida y la puerta entreabierta.
Me sentía realmente deprimido, no se me daba bien combatir mis sentimientos y ese niño solo los incrementaba más al verle tan afectado. Algo en él me hacía sentirme identificado y que esto fuera más fuerte para mí, pero no sabía que era. Solo esperaba que esto terminara pronto, Steve volviera y todo fuera normal nuevamente.

•••

– Señor tiene una llamada entrante del Capitán –anunció, Jarvis, despertándome.
Miré a mi alrededor adormecido y vi que estaba en el laboratorio. No recordaba haberme quedado dormido, lo último era estar hablando con Banner mientras intentaba terminar los arreglos del nuevo traje.
– Señor...
– Sí, sí –le interrumpí–. Pásamela.
– ¡Por fin, Tony! Estaba asustado de que no cogieras tu teléfono –dijo, Steve, realmente alarmado
– Lo siento, me he quedado dormido –murmuré con voz ronca.
Me enderece sobre la silla, estirando mi cuerpo para reponerme de la mala posición al dormir.
– ¿Cómo va todo? ¿Cuándo vuelven? –Pregunté, reprimiendo un bostezo.
– Estamos a punto de llegar –dijo taciturno.
– ¿Qué? ¿Ya habéis acabado? –Dije, con más emoción de la debida.
– Sí –respondió sin más.
Oh no, no, no... Su forma de responder tan cortante no era buena. No quería ponerme en lo peor, pero cuando Steve estaba así era por algo realmente grave.
Giré con mi silla hacía la pantalla, rápidamente busqué la señal de su Quinjet para hackearla y encender la cámara y poder verle.
– ¿Steve que ha sucedido? –Pregunté mientras esperaba a que se conectara la señal.
– No ha salido bien, Tony...
– ¿Qué quieres decir con eso? ¿Estás bien?
Se conectó la señal y di para que la cámara de videollamada del Quinjet se encendiera.
Lo primero que vi fue la espalda de Steve, que parecía caminar nervioso. Me alivie por un segundo de verle bien, hasta que giró y vi que había quitado parte de su traje y llevaba el hombro vendado.
– ¿Qué te ha pasado en el hombro, Steve?
La expresión de Steve se volvió de repentina sorpresa.
– ¿Cómo... Cómo lo sabes? –tartamudeó.
Encendí el monitor de su Quinjet para que también me viera a mí. Dio un suspiro pesado y se sentó frente a la cámara.
– ¿No podías esperarte, verdad?
– Sabes que no –respondí, viendo su mal aspecto–. ¿Qué ha sucedido, Steve?
– No hemos podido salvarles... –comenzó, para un segundo después callar.
Romanoff se acercó por detrás y se apoyó sobre el hombro bueno de Steve para aparecer en la pantalla.
– En cuanto saltaron las alarmas no lo prensaron dos veces y les mataron para evitar que les rescatáramos.
Steve cerró los ojos, dolido por esas palabras que él no era capaz de decir.
Cubrí mi rostro con las manos y traté de respirar hondo. Sabía que lo que más le dolía a Steve no era salir mal de la misión, sino el niño que ahora quedaba sin padres. Él sabe que cualquier agente se juega la vida voluntariamente con esto, él mismo lo hace, y por eso trata de que ello no le afecte, pero este caso era muy distinto, incluso para mí. En estos momentos me estaba torturando mi promesa y el hecho de haberle conocido por un día. No era muy fan de los niños, sin embargo le había tomado cariño a pesar de todo. Puede que solo sea por las circunstancias, pero así era.
– Tony... ¿Estás bien? –Preguntó preocupado al ver mi reacción.
– Sí –mentí muy mal–, solo no esperaba este final.
– Yo tampoco –suspiró–. ¿Cómo está el niño?
– Bien, creo. Ahora está dormido, pero si está preocupado... Sabe más de lo que debería –dije pasando una mano por mi cara, mientras me echaba hacía atrás en la silla.
Vi en la pantalla como el Quinjet ya había llegado a Nueva York y en breve estarían aquí. Saqué mi teléfono y pasé la pantalla de monitor a un holograma en mi teléfono.
– ¿Qué quieres decir con eso?
– Al parecer su padre le comentaba sobre "hombres malos" –hice comillas con los dedos mientras me levantaba de la silla–. Sabe que algo les pasa y que no es bueno si esos tipos trataron de hacerle daño a él. Es un niño muy listo.
Llegué al hangar mientras hablaba y en apenas unos segundos vi cómo se aproximaban.
– Ya estamos llegando, ahora hablamos.
Asentí y cortó la conexión.
Guardé mi teléfono y esperé hasta que aterrizaran para acercarme.
Clint fue el primero en salir y le di una suave palmada en el hombro antes de que entrara. Steve salió rápidamente después de él y cerré los pasos hasta él para abrazarle con fuerza.
Después de 3 días sin verle volver a estar entre sus brazos era tan relajante, incluso en una situación así.
– Como te echaba de menos –susurré dándole un pequeño beso en sus labios.
– Y yo a ti –me rodeó con su brazo bueno y me besó con ansía.
Hizo un gemido de dolor al mover el brazo de la herida, pero continuó y sujetó mi rostro para intensifica el beso y abrirse paso entre mis labios con la lengua.
– Id a la habitación –murmuró, Romanoff al pasar por nuestro lado.
Le enseñé el dedo medio sin separarme ni un centímetro de Steve y escuché su risa alejarse. Steve finalmente es quién se separó y respiró agitado. Le miré a los ojos y no pude evitar sonreír de verdad al verle de una pieza, estaba herido, pero estaba aquí.
– Gracias por volver entero –susurré.
Acarició mi mejilla y sonrió un poco.
– Te lo prometí y debo pagarte mucho.
Sonreí más y me alcé en puntas para besar sus labios.
Tomó mi mano dándole un suave apretón y caminamos juntos hasta el laboratorio donde esperaban los demás. Barton estaba tumbado sobre la mesa y Natasha se había sentado en mi sitió para usar la pantalla táctil.
– ¿No podéis invadir la mesa de Banner?
– Tú eres el que tiene lo que necesitamos –respondió Romanoff.
Dio un último toque a la pantalla y de golpe apareció Fury en ella. Solté la mano de Steve instintivamente y me tensé.
– ¿Cómo va tu brazo, Capitán? –Preguntó, Fury.
– Sobreviviré –le respondió.
–Me gusta oír eso –dijo antes de dirigirse a mí–. ¿Con el niño todo bien?
– Sí, está durmiendo.
– De acuerdo. En cuanto amanezca informaremos a los tíos del niño de lo sucedido. Les hemos citado en la torre así que me gustaría que todos estén presentes.
– ¿Qué va a pasar con el chico? –Pregunté con temor a que sufriera más.
– Ahora los tutores legales son sus tíos como los Parker querían.
Asentí dando un gran suspiro un poco más aliviado de saber que no quedaría solo. Sin embargo aún no me sentía del todo bien por sentirme culpable de hacer una promesa que no he podido cumplir.
Escuché vagamente las voces de Clint y Fury y decidí irme y dejar que le informarán de todo lo sucedido. Quisiera escucharles, pero no sé si sería capaz de soportar más emociones en un sólo día cuando apenas había dormido una hora en un día.
Fui directamente a mi habitación y miré por la puerta entreabierta. Al verle todavía dormido entré despacio y me senté en el borde de la cama. Apagué la lámpara ya que la luz del amanecer comenzaba a entrar por el ventanal.
– ¿Ya es de día? –Murmuró sobresaltándome.
Puse una mano en mi pecho para reponerme del susto que me había provocado su voz.
– Ya casi, pero todavía puedes dormir un poco –hice una pequeña sonrisa para él–. Más tarde vendrán tus tíos y tienes que estar descansado para volver a casa.
– ¿Y mis padres?
El pecho se me comprimió y cerré los ojos al no ser capaz de mirarle a la cara. Me levanté para darle la espalda mientras suspiraba con fuerza.
No podía controlar todas las malditas emociones que me atacaban y trataban de consumirme. Nunca había tenido que luchar contra tantas a la vez, y culpaba completamente de esto a Steve por haberme vuelto tan sensible.
– ¿Señor Stark? –Susurró.
No tuve el valor de volverme hacía él. Quise huir, pero tampoco era capaz de dejarle solo.
Steve entró de repente y paró en seco al verme de cara.
– ¿Tony? –Murmuró perplejo.
Sin decir nada me hundí entre sus brazos sin importarme que el niño nos viera. Ahora mismo sus brazos eran lo único que podía darme fuerza para no volverme loco.
– ¿Quieres hablar? –Me preguntó junto al oído.
Negué y di un beso sobre su hombro herido.
– ¿Te has curado? –Pregunté para cambiar de tema.
– Sí –respondió, separándome para verme a los ojos.
Acarició mi mejilla y sentí unas ganas inmensas de besarle.
– ¿Eres el Capitán América? –Exclamó la voz del niño.
Steve miró sobre mi hombro y apareció una sonrisa amable en su rostro, esa que se guardaba solo para animar a las personas en los momentos más difíciles.
– Sí, ese soy yo –dijo acercándose a la cama–. ¿Y tú?
– Peter Parker –sonrió–. ¿Qué te ha pasado en el hombro? ¿Han sido los hombres malos?
– Sí, pero ya no queda ninguno, así que no te preocupes, no te harán nada malo –le sonrió, aunque su sonrisa no llegara a sus ojos.
Peter pareció relajarse y se sentó para poder acariciar sobre la venda de Steve.
Me perdí viendo el como con tan pocas palabras Steve había logrado tranquilizarle lo que yo no había logrado casi en un día. Algo en eso me pareció realmente dulce.
– Sí, el señor Stark me dio ropa limpia.
Mi mención hizo que volviera mi completa atención a ellos.
– Espero que no sea como este pijama –murmuró, Steve.
– ¿Qué le pasa al pijama? –Pregunté ladeando la cabeza.
Peter rio y Steve rio con él, haciendo que pusiera los ojos en blanco.
– Coge la ropa y ven que te enseñé cómo funciona la bañera. ¿Sabrás hacerlo solo? –Le preguntó mientras iba al baño.
– Sí, me se bañar solito, Capitán.
Peter salió de la cama de un salto y agarró la bolsa para correr al baño tras Steve. Asomé la cabeza y sonreí viendo como Steve sonreía al ver la camiseta nueva para Peter que tenía la mitad de mi casco y la mitad de su escudo.

•••

Los llantos que salían de la sala eran tan desgarradores que tuve que apoyarme en la pared para no romperme al igual que los Parker. Sin embargo eso no era lo peor que salía, lo peor eran los gritos de negación de Peter entre sollozos.
– ¡Peter, vuelve! –Gritó la mujer justo unos segundos antes de que el niño pasara frente a nosotros corriendo.
Los 5 nos quedamos mirando en la dirección que había huido hasta que el tío del niño decidió ir tras él y Steve le señaló por donde se fue.
Nos quedamos esperando mientras hablaban todo el grupo de personas que Fury había traído consigo. Desde el abogado de los Parker hasta una asistenta social para saber qué sucedería con el niño ahora.
Fury nos hizo pasar finalmente a todos ahora que el niño no estaba y podían hablar más libremente.
Me senté en el sofá junto a Steve, que puso su brazo sobre el respaldo disimuladamente para poder rozar mi espalda.
– Ella es May Parker, tía de Peter –dijo Fury señalándola–, y quiere deciros algo.
Ella dio un gran suspiro tomando aire antes de comenzar hablar.
– Creo que puedo hablar por mi esposo y por mí al daros las gracias por lo que habéis hecho. Sé que distéis todo aunque... –su voz se cortó y limpió sus mejillas.
– Esta bien –respondió, Steve–, tan solo hicimos lo que había que hacer.
– Lo sé –me miró a mí directamente y todo mi cuerpo se tensó–. Muchas gracias por salvar a mi sobrino ayer, Stark, realmente no tengo como agradecerle eso.
Asentí con una pequeña sonrisa ya que el nudo de mi garganta no me permitía decir palabra.
– Aunque me apena tener que despedirme de él de todas maneras.
– ¿Qué? ¿Por qué? –Preguntó, Steve.
Agradecí que él lo preguntara porque no conseguí encontrar la voz para hacerlo por mí mismo.
– Mi marido y yo no podemos hacernos cargos de Peter, hasta ahora sus padres nos daban el dinero para mantenerle cuando estaban fuera, pero ahora se nos haría imposible –tragó saliva mientras las lágrimas escapaban de sus ojos–. Así que aunque nos duela en el alma debemos darle en adopción.
Mi corazón se paró por unos segundos al escuchar sus palabras. No quería creer que realmente así acabaría todo. Esta familia iba a fragmentarse completamente e incluso a mí me dolía verlo.
Sabía perfectamente que era vivir en una familia rota. Quizá a la vista nunca lo fue, pero yo lo sentía así. Solo tenía a mi madre como apoyo y nunca fue suficiente tiempo para saciar mis ganas de tener ambos. Y ahora sabía que era lo que me había hecho identificar con Peter. Él al igual que yo ha crecido sin padres a su lado, nadie que le animé cada día hacer algo mejor, a corregir sus errores y guiarle al camino correcto. Cuando yo perdí a mis padres ya había descarrilado, pero para Peter todavía hay una pequeña esperanzas para poder encontrar un buen camino. Sin embargo necesitaba una familia o al menos un guía que le evitara terminar como yo lo hice en mi juventud, o incluso mucho peor. Si sus tíos no iban a darle eso no podía dejar a la suerte el futuro de ese niño.
– Quiero adoptarle –dije rotundo cuando la voz volvió a mí.
– ¿Qué? –Exclamó, Steve, mirándome perplejo.


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