Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Stony Stories por Wind Girl

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tony

Steve frunció el ceño leyendo todos los papeles y al terminar los soltó sobre la mesa con un suspiro.
– ¿Qué te parece? –Pregunté.
– A mí bien, ¿pero crees que sirva?
– En esa carta no podía dejar más claro que le cuidaríamos mejor que nadie, y tenemos la completa aprobación de Ben y May Parker para que nos quedemos la custodia.
– Lo sé –asintió, levantándose de la silla para acercarse a la ventana junto a mí–. Me gustaría pensar que la próxima llamada será para decir que al fin aprueban completamente la adopción.
– Yo también quiero pensar así, pero tengo miedo. Sabes lo que dijeron, Steve... –murmuré volviendo la mirada a la ciudad de Nueva York.
En las últimas semanas las hemos pasado en un completo papeleo para poder completar la adopción de Peter. Creía que iba a ser más fácil, pero realmente te ponen muchos peros para poder adoptar. Nuestras mejores bazas eran mi dinero y la aprobación de los Parker, que actualmente son sus tutores legales. Tuvimos que hablar muy extensamente con ellos sobre cuanto queríamos a Peter con nosotros. Sus mayores temores, y por lo que dudaron un poco en darnos su aprobación, fue exactamente por lo mismo que nos ponen pegas para adoptarlo. Ser Vengadores.
Comprendo que nosotros corremos riesgos cada día y ese no es el entorno ideal para un niño, pero nos hemos comprometido a tomarnos más tiempo para él, especialmente yo, e irnos a vivir a la nueva casa la mayor parte del tiempo. Aún a pesar de eso siguen con las dudas ya que Peter perdió a sus padres por ser agentes arriesgando su vida, y ahora nosotros seríamos lo mismo.
– Todo irá bien, Tony, piensa en positivo –apoyó la cabeza sobre mi hombro y beso mi mejilla,
Le miré haciendo una pequeña sonrisa por su gesto.
– Lo intento, pero me es difícil con lo que nos han estado diciendo –murmuré, intentando no venirme a bajo.
– Verás que uniendo esta carta a nuestro expediente la balanza ira hacía nosotros –me rodeó con un brazo, atrayéndome a él–, también con la carta de Peter diciendo lo bien que está aquí, esa sin duda es la más importante –dijo, tratando de animarme.
En eso último le daba toda la razón, el que Peter escribiera una carta con lo bien que lo estaba pasando aquí y el cómo éramos nosotros con él era realmente algo muy importante, e incluso crucial para que lo logremos. Esa era la mejor ventaja de que nos concedieran tenerlo en acogida hasta que todo el proceso de adopción finalizara y una manera de que la asistenta social nos valorase también a partir de eso. Además, para demostrar nuestro empeño para conseguirlo no había ido en las dos últimas misiones con los Vengadores y Steve le había pedido a Fury estar pendiente de la adopción y quedar solo con los Vengadores por un tiempo.
Steve estaba poniendo tanto de su parte que aún me asombraba que de verdad aceptara. Le pedía mucho con esto, sin embargo estaba tan feliz y se veía muy animado ayudando a Peter cada día con sus deberes. Aunque lo más me había gustado era verles pintando la habitación de Peter.
Había acomodado la última planta de la torre para nosotros 3 y Steve le propuso pintar su habitación juntos. Estaba dibujándole un mural con nuestros 6 símbolos en una de las paredes, el cual estaba quedando realmente bien.
Todo era bueno teniéndole aquí, excepto que no sabíamos cómo decirle a Peter que estábamos juntos y queríamos adoptarle. Steve decía que no podemos esperar más puesto que ya quedaba poco para que nos dijeran si nos conceden la adopción o no, pero realmente nos aterraba la reacción que pudiera tener, más al pensar en que luego no nos lo dieran. Eran unos sentimientos contradictorios que nos confundían completamente con lo que debíamos hacer.
– Señor, los Parker están aquí –anunció, Jarvis.
Steve me miró con una sonrisa y besó mis labios antes de volverse hacía su mesa.
– Jarvis, manda por correo la carta –dije tomando los papeles y colocándolos en la carpeta de la adopción.
– Sí, señor.
Fuimos rápidamente a la sala para encontrarnos con los Parker y Peter, quién parecía un poco serio para lo que él era.
– ¿Por qué esa cara, Peter? –Le preguntó, Steve, al verle.
Dejó su mochila sobre el sofá y se sentó cruzado de brazos. Steve le miró extrañado y se acercó mientras miraba a los Parker.
– Se ha peleado con un niño en el colegio –aclaró, Ben.
– ¿Qué ha pasado? –Le preguntó, Steve.
Peter negó y sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas.
– No quiere decir nada, ni siquiera al profesor y al director les ha querido decir.
– Está bien –suspiró, Steve–. Si tienes deberes ve hacerlos a la habitación –le dijo, tratando de sonar tranquilo, aunque con apariencia tensa.
Sabía que era lo que le preocupaba, yo mismo le había dicho cuáles eran mis miedos con Peter y se estaba cumpliendo. Se estaba cerrando y eso no era nada bueno.
Peter obedeció, agarrando su mochila y yéndose rápidamente.
– ¿Qué es lo que ha pasado? –Les pregunté.
– Lo que nos ha dicho su profesor es que Peter había golpeado al otro niño, y que por lo que han dicho sus compañeros era algo sobre sus padres. Mañana iremos a hablar con los padres del otro niño –murmuró, May, con voz ronca por el nudo en su garganta.
– ¿Qué les ocurre a estos niños de ahora? –Dijo, Steve, cuestionándoselo de verdad.
Desgraciadamente yo sabía que les pasaba, yo había sido así también en alguna ocasión. Desprestigiar a los demás es la manera en la que un niño piensa que es mejor, más fuerte y más maduro que los otros. Lo peor de eso es que para el resto de niños es así cuando debería ser todo lo contrario.
– Sí, esta juventud... –negó con un suspiro, Ben–. Espero que se le pase pronto.
– Hablaremos con él –respondí.
– Gracias, por todo. Le estáis ayudando mucho.
– Ese es nuestro propósito –contestó, Steve–. Tan solo queremos lo mejor para él.
– Espero que de verdad os den a Peter, nos haría realmente feliz tenerle tan cerca y con tan buenos cuidados –dijo, May, con lágrimas en los ojos.
– Lo mismo esperamos nosotros –dije, acercándome a Steve.
Él pasó su brazo tras mi espalda para acercarme a él y le sonreí.
Los Parker supieron enseguida que éramos pareja en cuanto vieron que queríamos adoptarle juntos. En realidad, Ben dijo que fue la "intuición femenina" de su esposa la que les hizo saber. Nunca he sabido que diablos significa eso, pero como sea, eso ayudo a decidirse ya que lo menos que les gustaba de mi era mis conflictos del pasado con el alcohol y las mujeres. Con Steve no necesitaba ninguna de las dos cosas, él siempre parecía la solución de todos mis problemas.
– Si hay cualquier problema con él no dudéis en llamarnos –dijo, Ben, con bastante preocupación en su voz.
– No dude de ello –asintió, Steve.
– Entonces nos vamos y ya vendré a verle cuando terminéis la habitación, Peter quiere enseñármela –sonrió al final.
– Por supuesto estaremos esperando –dije, acompañándoles hasta el ascensor–. Hasta pronto –me despedí.
Espere que se cerraran las puertas y me volví hacía Steve con mala cara.
– ¿Hablo yo con él? –Preguntó.
– Déjame intentarlo, ten un poco de fe en mí –murmuré yendo rápidamente hacía las escaleras.
– No he dicho que no la tenga, Tony –respondió brusco, caminando tras de mí.
– Pues no lo digas así y quizá me lo crea –me di la vuelta para encararle–. ¿O es qué te pasa algo conmigo?
– No, solo me molesta que dudes de mí –replicó.
Le miré y vi lo tensa que tenía la mandíbula. Bajé la mirada por su cuerpo y parecía igual de tenso, manteniendo sus puños cerrados con fuerza, que hacía marcar los músculos de sus brazos.
Ladeé la cabeza intentando que no se me escapara una sonrisa.
– ¿Es lo que yo creo, Steve? –Pregunté, sin poder contener más la sonrisa.
–No –dijo, visiblemente incómodo–, no tiene nada que ver con eso.
Cerré los pasos entre nosotros y puse una mano sobre su abdomen, buscando el final de su camiseta para introducir mi mano en el interior. Sonreí más al notar que se tensó completamente, hasta marcar sus músculos.
– ¿Seguro? –Volví a preguntar.
– Tony... –me advirtió.
– Está bien –dije, sacando la mano y levantándola en señal de rendición–. Pero sé que es por el sexo.
Reí antes de volver a darme la vuelta para ir hacía la habitación de Peter.
Steve estaba sintiendo en sus propias carnes lo que era la frustración sexual, y aunque yo también la sentía, estaba siendo divertido verle tratar de controlar sus impulsos y temperamento tras dos meses sin nada.
Me decía que era completamente estúpido que me negara a acostarnos solo por la adopción, y sé que puede serlo ya que ellos no están aquí, pero si lo está Peter y tenemos las visitas de los Parker. No quiero arriesgar lo más mínimo a que escuchen algo y por ello no nos den a Peter. Hasta que eso pasara debía tratar de soportar esta frustración. Para mí suerte a mí no me estaba siendo tan difícil, la última vez me dejo tan satisfecho que aun el recuerdo me da un orgasmo.
– Tú también deberías estar así –dijo, admitiéndolo indirectamente–. ¿Cómo lo controlas?
– También lo siento, pero no tanto, creo que todavía siento el último orgasmo –susurré, parándome en la puerta de Peter–. Quizá sea que tuve orgasmos por ambos lados y tú por uno –sonreí con picardía.
– No vas a conseguir que ceda en eso, Tony –dijo rotundo–. Mejor hablemos con Peter.
Asentí, tomando aire antes de abrir la puerta, para sacar esta conversación de mi cabeza y centrarme en lo que debía decir ahora.
Peter estaba sobre su cama, abrazado a su mochila con los ojos húmedos de haber llorado. Me senté en el borde de su cama y se abrazó más fuerte, girándose hacía la pared para que no le viéramos.
– Peter, ¿qué ha pasado? –Pregunté en tono suave para que no sintiera hostilidad–. No va a pasar nada si nos lo cuentas.
Negó nuevamente y Steve se sentó junto a mí, tocando el hombro de Peter.
– ¿Te ha hecho algo malo ese niño?
Volvió a negar.
– ¿Te ha dicho algo? –Dije yo.
Peter miró de reojo sobre su hombro un segundo y abrazó su mochila.
Eso era que si le había dicho algo, y realmente había herido sus sentimientos para cerrarse tanto. Tan solo podía tratarse de algo de sus padres para haber sido a esta magnitud.
– ¿Ha dicho algo de tus padres?
Ahogó un sollozo y tapó su cara con las manos.
Le atraje a mí para abrazarle y se hundió en mi pecho echándose a llorar. Acaricié su espalda, dejando que desahogara todo lo que llevaba dentro.
Cuando por fin dejó de llorar limpió sus mejillas con la manga de su jersey y quedó escondido todavía en mi pecho.
– Flash dijo que mis padres tienen suerte de no tener que aguantar a un niño tan llorón como yo –ahogo un sollozo, sujetando con fuerza mi camisa en su puño.
Steve y yo nos miramos, ambos conteniendo las lágrimas y la rabia. ¿Cómo un niño podía querer hacer tanto daño? A está edad deberían estar divirtiéndose y no peleando.
– No debes escucharle, Peter, tus padres te amaban más que nada en el mundo –dijo, Steve, acariciando su espalda para darle consuelo.
– Pero me dejaban solo –reprochó, ahogándose con un sollozo.
– Eso no significa que no te quisieran –le respondió–. Ellos sabían que te dejaban a buen cuidado con tus tíos y poder ir a hacerte un mundo mejor para el futuro.
– No es cierto –se separó de golpe de mí–. Ellos tampoco me quieren, por eso me dan a cualquiera –dijo casi con un grito, antes de salir corriendo.
Cerré los ojos respirando profundamente para no venirme abajo.
Sabía exactamente como se sentía, había estado en ese mismo lugar en mi infancia. Mi madre siempre trataba de disculpar las ausencias de mi padre y en ocasiones le tenía rabia a ella por ello. Era incapaz de entender porque le disculpaba tanto cuando él me hacía sufrir, pero era un niño y no comprendía lo que era trabajar, tener problemas y responsabilidades. Aunque sigo sin perdonarle que no tuviera tiempo para mí, que me prometiera muchas cosas para luego no cumplir ninguna.
Di un gran suspiro poniéndome en pie y yendo tras él.
– ¡Peter! –Le llamé.
– ¿Dónde se habrá metido? –Preguntó, Steve, detrás de mí.
–Busca por la sala, yo iré a nuestra habitación –dije, yendo en dirección contraria a él.
Entré en la habitación y enseguida supe que estaba aquí al escuchar sus débiles sollozos. Abrí la puerta del vestidor y desde el umbral le vi escondido bajo mis trajes que colgaban de sus perchas.
Se tapó con los trajes para esconderse mejor y me acerqué hasta él para sentarme en el suelo.
– Déjame –refunfuñó.
– ¿Ahora estás enfadado conmigo?
Asintió y se cruzó de brazos mirando a la pared tan solo para no verme a mí.
– Eres como ellos... Y el Capitán también... –dijo entrecortado, para no llorar.
– Eso no es cierto, Peter, nosotros te queremos mucho y tus tíos también.
– ¡No! –Gritó, abrazándose las piernas y escondiendo su rostro entre ellas.
– Escucha, sé porque piensas así, yo también pasé por eso –me acerqué un poco más para no dejar espacio y volviera a huir–. Mi padre también trabajaba mucho y nunca estaba para jugar conmigo, las veces que estaba con mi madre ella solo le disculpaba y eso me molestaba mucho, por eso terminaba jugando con nuestro mayordomo, Jarvis.
Me miró de reojo, sorbiendo por la nariz.
– ¿Jarvis? ¿Cómo la voz que habla en la torre? –Preguntó, más tranquilo.
– Sí, por él le puse el nombre –respondí, dedicándole una pequeña sonrisa.
– Yo no tengo a nadie más, porque mis tíos no me quieren –miró limpiando sus ojos.
– Sí te quieren, Peter, por eso lo hacen. Ellos saben que no te pondrán darte todo lo que necesitas y esperan que otra familia te llene de amor y te den todo –expliqué.
– Pero yo les quiero a ellos –reprimió sus ganas de llorar de nuevo–. No me quiero marchar de aquí, me gusta Queens, me gusta Nueva York.
– Lo sé, pequeño, por eso estamos intentando que te quedes cerca de ellos.
Nada más decir eso me dio miedo hacerle falsas ilusiones, pero esto podría llegar a ser verdad si todo seguía por buen camino y sería bueno que él ya se adaptara a esa posibilidad.
– ¿Sí? –Preguntó, bastante esperanzado.
– Sí –asentí–, pero esto tenemos que hablarlo con Steve, vamos a buscarle –dije, poniéndome en pie.
Peter alzó la vista y se levantó rápidamente tomando mi mano, pareciendo mucho más tranquilo.
– ¡Tony! –Gritó, Steve, con voz alterada.
– Ya vamos, Steve –dije en voz alta para que me escuchara.
– ¡Tony, hay que irnos! ¡Ahora! –Volvió a gritar.
Definitivamente esto no era por Peter. Su tono tan alarmado había logrado asustarme.
– ¿Qué ocurre? –Pregunté, casi corriendo por el pasillo de la mano de Peter.
Al llegar a la sala miré atónito el televisor, mientras Steve ya estaba agarrando su escudo. En el salía como una gran nave alienígena estaba plantada en mitad de Londres y a Thor combatiendo en los escombros que iban dejando.
– Oh Dios mío... –susurré.
Mi corazón comenzó a agitarse bruscamente y creció una presión en mi pecho que me ahogaba, provocando que casi no pudiera respirar.
No podía estar pasando de nuevo. Más extraterrestres nos invadían y mi ansiedad reaparecía para hundirme en el miedo. Hacía tanto tiempo que no tenía pesadillas que ya había olvidado cuanto terror me daba.
– Jarvis, reúne a los Vengadores en el laboratorio –dijo, Steve, parándose a mi lado–. Tony, ¿Pepper podrá cuidar a Peter por un momento hasta que vengan sus tíos?
Le miré aún sin salir de mi shock y mi cabeza fue incapaz de encontrar palabras, ni siquiera era capaz de proceder el miedo que quería tragarme de nuevo
– ¿Tony? –Levantó mi rostro para que le mirara y entonces supo que me pasaba–. Peter, baja al laboratorio con los chicos, ahora vamos.
Dejé mi vista fija en Steve y no logré ver como Peter se fue, pero lo supe cuando Steve volvió a hablarme.
– ¿Mi amor, que ocurre? –acarició mi mejilla con suavidad.
Me adelante un paso hasta su cuerpo y me abracé con fuerza a él tratando de sacar todos los miedos. Sabía que tenía que vencerlo, no podía dejar que esto pudiera conmigo.
– Estoy bien –susurré, con un nudo en la garganta.
– No lo parece, Tony –dijo tomando mi mano–. Si no te crees capaz de hacerlo quédate.
– No –me negué–, quiero ir.
No iba a dejarme vencer por el miedo. Como decía Steve, esto lo hacemos por las personas inocentes que no pueden defenderse solas.
– De acuerdo –murmuró justo antes de dar la vuelta e ir corriendo a reunirse con los demás.

Steve

Bajé lo más rápido que pude al laboratorio y Peter enseguida captó mi atención cuando le vi con el arco de Barton.
– Peter con eso no se juega –le advertí.
– ¡Soy Ojo de Halcón! –Hizo como si lanzara flechas mientras corría hacía mí y luego me golpeó con el arco en la pierna–. Tú eres el malo.
– Pequeño, ahora no podemos jugar, tenemos trabajo –me agaché a su altura–. Haz los deberes y...
– Steve –me llamó, Banner, para captar mi atención.
Me giré hacía él y señaló la pantalla.
La nave había desaparecido y ahora solo quedaban los escombros que había provocado. ¿Cómo podía ser?
– ¿Cómo es posible? –me levanté viendo la pantalla.
– No tiene sentido, ha desaparecido de la nada –dijo, Romanoff, igual de sorprendida.
– ¿Son malos? –Preguntó, Peter.
– Peter, ve a jugar con la consola, enseguida iré –le quité el arco de Clint y le levanté dejándole en el pasillo.
Esto no era algo que debiera ver un niño, y nosotros debíamos aclarar que estaba sucediendo.
Tony llegó y miré su expresión para saber si era cierto lo que decía. Estoy seguro de que algo como esto debía estar sacando sus viejas pesadillas y se cuánto sufre con ellas. No me gustaría dejarle solo, pero si de verdad estaba afectado no creo que deba venir y yo debía ir ayudar.
– Voy averiguar que ocurre –dijo, Romanoff, haciendo una llamada rápida a Shield.
– ¿Qué pasa? –Preguntó, Tony.
– Ha desaparecido la nave –respondí, señalando con la cabeza la televisión.
Tony miró la pantalla igual de sorprendido que los demás. No había como comprender que es lo que estaba pasando.
– Siempre que llega a la tierra un Asgardiano todo se destruye –murmuró, Barton.
– ¿Habrá venido también su hermano? –Preguntó, Tony, con la vista fija en las noticias.
– No es momento de pensar en quiénes han venido, sino en pararles –dije, casi más como un gruñido.
Me miraron todos de golpe y Tony rodó los ojos, lo cual me irritó todavía más.
Apreté los dientes, tensando la mandíbula para controlar mis ganas de decir algo. Él sabía que me tenía tan susceptible y tan solo se jactaba de ello. E incluso diría que realmente los disfrutaba.
Ahora comprendía lo que él decía sobre la frustración sexual, no era para nada agradable sentirse tan al borde de la ansiedad y para retenerlo me paso el día completamente tenso. No entiendo como él ahora no sentía lo mismo, él siempre era el primero en buscarme y ahora ni cuando yo le busco. Quizá a él ya se le haga más fácil por estar acostumbrado, pero yo sentía que esto me volvía loco. Estar tan irritable incluso me hacía enfadarme conmigo mismo al no poder contenerlo. Pero ahora tenía que hacer mi mayor esfuerzo para conseguirlo y poder centrarme en lo que teníamos enfrente.
Me acerqué a Romanoff que todavía hablaba por teléfono con Shield.
– ¿Qué sucede? –Le pregunté.
Ella levantó una mano para que esperara y asintió mientras me miraba.
– Sí, estaremos a la espera –respondió al teléfono para luego colgar rápidamente–. Dicen que por el momento esperemos, pero que estemos listos por si nos necesitan.
– ¿Eso es todo? ¿Una nave inmensa invade Londres y no hay nada que debamos hacer allí? –Pregunté en tono exasperado.
– Cálmate, Steve –dijo, Tony, tocando mi brazo.
– No me digas tú eso –respondí, mirándole de reojo.
– Oh, oh... –susurró, Clint.
Miré a todos al darme cuenta de que estábamos a punto de hacer una escena frente a ellos.
Chasqueé la lengua y salí del laboratorio lo más rápido posible. No iba provocar una discusión con todo lo que estaba pasando, suficientes problemas era tener que lidiar con Peter y lo que fuera que sucediera en Londres.
Entré en la sala y Peter me miró en el acto soltando el mando de la consola.
– ¿Vais a luchar contra los malos? –Preguntó con un atisbo de miedo en su voz.
Me senté junto a él y pasé un brazo por sus hombros.
– De momento no –respondí, tratando se sonar calmado.
– ¿Thor ha acabado con los malos?
– Sí –asentí–, pero a ti no debe importante eso ahora, tienes que hacer deberes.
– ¿Me ayudas?
– Claro, ve a buscarlos –le sonreí.
Peter se levantó con una sonrisa y salió corriendo hacia las escaleras.
Me eché hacía atrás en el sofá y tapé mi cara con las manos para poder relajarme unos segundos o mi mente iba a estallar. Sentía que todo esto nos estaba poniendo a prueba. Hasta ahora todo lo habíamos sabido sobrellevar y había teniendo mucha paciencia con todo, pero en estos momentos mi paciencia era completamente nula y la actitud de Tony no era de ayuda.
De repente algo me presionó las piernas y abrí los ojos para toparme con los de Tony que se había sentado en mi regazo.
– No me provoques, Tony –le advertí.
– No he hecho nada –respondió.
– Pero te conozco y estas disfrutando con esto.
– Tampoco tanto como disfrutar, también siento frustración.
– Pues no lo parece –dije seco.
– Que no lo parezca no significa que no lo sienta. Puede que solo sea que estoy más acostumbrado a sobrellevarlo –aclaró.
– Como sea... –murmuré.
– Esto te vuelve muy gruñón –dijo en tono divertido, dando besos por mi barbilla.
– Es tu culpa –me quejé–. No provoques, Anthony...
– Me encanta que me llames así –susurró, dando un suave mordisco.
– Entonces dejare de decírtelo... –respondí cerrando los ojos, sintiendo el impulso de mi cuerpo.
Le aparté de mis piernas y me eché hacía delante para evitar que volviera a subir.
– No aguantas nada, Rogers.
Le miré entrecerrando los ojos de reojo mientras tensaba la mandíbula.
– Me voy a ver si hay novedades...
Tony me retuvo sujetándome del brazo.
– Todo está bien, Fury ha contactado con Erik Selvig y parece que tienen todo controlado –me aseguró–. Nosotros tenemos algo que arreglar con Peter –dijo, cabeceando hacía las escaleras.
– Cierto, ¿cómo está? –Pregunté.
– Deprimido, cree que nadie le quiere y por eso lo dan en adopción... –susurró.
– No quiero imaginar cómo debe sentirse... Si para nosotros de adultos fue difícil perder a nuestros padres no quiero imaginar cómo es para él –dije, negando.
– Lo sé –asintió–. Hasta cree que nosotros no le queremos.
– ¿Qué? –Le miré en el acto–. ¿Por qué cree eso?
– Supongo porque tratamos de disculpar a sus tíos –dijo con un suspiro–. Creo que debemos decirle ya.
– ¿Y si después no nos dan la adopción? Creerá que le mentimos, Tony –susurré realmente apenado porque eso pasara.
Tony tomó mis manos y dio un suave apretón.
– Lo sé, mi amor, pero creo que dadas las circunstancias Peter necesita saber que realmente estamos haciendo lo posible porque no termine lejos de su familia.
– Bueno, supongo que tienes razón en eso. Al menos no creería que no le queremos – le devolví el apretón en sus manos y di un beso en ella–. ¿Estás listo para decirle que estamos juntos?
– Sí, a él sí.
Le sonreí.
Era realmente reconfortante ver que Tony de verdad comenzaba a abrir sus sentimientos y que no le importara lo que pensaran de nosotros. No diré que a mí no me preocupe, porque también lo pienso mucho, sobre todo el que se llegue a enterar todo el mundo, pero tengo asimilado que tarde o temprano eso ocurrirá. Tony siempre ha estado en el ojo de la prensa y no tardarán en buscarle para saber cuántas mujeres pasan por su cama, solo que si eso pasa pueden descubrir que ya no hay mujeres y soy yo. Me aterra pensar en el que dirán y el cómo eso pueda afectarnos, en especial a Tony.
Peter bajó las escaleras corriendo, saltando el último escalón al llegar abajo. Quise apartar mi mano, pero Tony la sujeto más fuerte para retenerla.
– Peter, ven –le dijo, Tony, extendiendo una mano hacía él.
Peter se acercó dejando su carpeta de deberes en la mesa.
– ¿Qué pasa? ¿Os vais a ir? –Preguntó con voz apenada.
– No, no es eso –le sonrió–. ¿Recuerdas que dije que teníamos que hablar algo con Steve?
Peter asintió guiando la vista hacia mí.
– Ven, pequeño –dije, acercándole a mí, para sentarle en mi regazo.
Tony sonrió enormemente y volvió apretar mi mano.
– Verás, Peter –comenzó, Tony, diciendo las palabras muy despacio–, esa pequeña posibilidad de que no te vayas lejos de aquí ni de tus tíos es porque Steve y yo estamos intentando adoptarte.
Peter abrió los ojos mirando a Tony y luego a mí. De su rostro desapareció cualquier rastro de tristeza y salió una gran sonrisa justo antes de saltar de mi regazo para tirarse al cuello de Tony para abrazarle. Reí al ver la cara de Tony riendo mientras veía la gran felicidad de Peter.
– ¿Eso es que podría ser como un hijo de superhéroes? –Dijo, cuando al fin se separó de Tony.
– Ya lo eres de todas maneras –le sonreí–. Pero solo hay una posibilidad, no queremos que te ilusiones completamente con esto, Peter.
– Sí, pequeño, solo te lo queríamos decir para que no dudes de cuanto te queremos, y tus tíos también porque su opinión es muy importante y ellos quieren que te quedes aquí –terminó de aclarar.
Peter se volvió un poco serio y asintió, abrazándose a Tony.
– Yo quiero quedarme aquí con vosotros –murmuró.
– Nosotros también lo queremos, Peter, de verdad que estamos muy entusiasmados porque te quedes con nosotros –dije tomando su mano.
– Sería el hijo de los Vengadores –volvió su sonrisa.
– No –dijo, Tony–, dicho así suena a que lo eres de los 6 y solo es de Steve y de mí.
Reí por la expresión de Tony al parecer celoso de que Peter dijera que era hijo de todos.
– ¿Sería como tener dos padres? –Preguntó un poco confuso.
– Exactamente sería eso –respondí.
– En realidad... –Tony me miró, pidiendo permiso para seguir–. En realidad, Peter, es que Steve y yo somos novios, por eso queremos adoptarte juntos.
Peter nos miró, frunciendo levemente el entrecejo.
– ¿Dos chicos pueden ser novios?
– Claro que sí, si se aman no hay impedimento –le contestó, Tony.
– No lo sabía –dijo con sorpresa–. ¿Y os dais besitos? –sonrió, tapándose la boca con timidez.
Tony me miro alzando una ceja y pude leer su mente. Antes de poder decir nada tomó mi rostro para acércame a él y besó mis labios muy suavemente.
– Esto responde tú pregunta –dijo, Tony con una sonrisa, sin apartar la mirada de mí.
Peter tapó su rostro más avergonzado que yo en estos momentos y asintió con una risa.
– ¿Entonces seréis mis padres? –Preguntó realmente esperanzado.
– Queremos serlo, pero ya hemos dicho que solo es una posibilidad, no está en nuestras manos esa elección –dije, tratando de que no se ilusionara del todo con eso.
– ¿Quién lo elige?
– Otras personas que buscan lo mejor para los niños como tú –respondió, Tony.
– ¿Y si les digo que me quiero quedar me dejarán?
– Podría ayudar –le dije con una sonrisa–. Como la carta que escribiste con tus tíos de que te gustaba estar aquí.
– ¡Entonces haré otra para que seáis mis padres! –Exclamó con ímpetu.
Se abrazó fuerte a Tony y él le sujeto mientras me miraba con una gran sonrisa. Extendió su mano hacía mí y me acerqué para abrazarles. Ahora más que nunca esperaba que esto saliera bien y Peter se quedara con nosotros.

•••

Un trozo de masa de pizza voló frente a mí, cayendo sobre todos los ingredientes que estaba usando.
– ¿En serio, Tony? –le miré con enojo.
Escuché la risa de Peter y le señalé con las manos llenas de harina.
– Tú no rías tanto, también te estás portando mal.
– Pero yo no te he tirado nada –reprochó.
– Se la has tirado a él y él a mí, así que tú tirada a terminando en mí –dije, poniendo el queso en la pizza.
– No seas tan amargado, Rogers –rio, Tony.
– No soy amargado, pero ya que me habéis obligado a esto no me molestéis –me quejé–. Tendrías que ser tu quien lo hiciera, tienes manos más hábiles.
– Con la tecnología quizá, con la cocina ni en mis mejores sueños –dijo, sentándose en el taburete.
– ¿Y qué te hace pensar que yo sí? El otro día casi destrozo la cocina solo al hervir agua... –rodé los ojos.
– No debiste echarle tanta.
– Y esa es la razón por la que tu deberías hacer esto, yo ni se encender la vitrocerámica... ¿Dónde quedaron las de fuego? –dije casi como una queja ante mi pésimo entendimiento de la tecnología.
– En la prehistoria –respondió divertido.
– Me sacas de quicio... –gruñí asqueado.
No tenía humor para soportar sus bromas ahora, tener que centrarme en hacer la comida para los tres con ellos distrayéndome no estaba siendo nada fácil.
De repente sonó una alarma y rápidamente salió la voz de Jarvis de los altavoces.
– Señor, intruso en el hangar.
Solté la comida de golpe y Tony se puso en pie.
– Quiero una imagen, Jarvis –dijo, Tony, sacando su teléfono y poniéndose junto a Peter.
Salió el holograma del teléfono de Tony con la imagen en directo del hangar y negó relajándose notablemente.
– Maldito, que susto –murmuró al ver a Thor–. Después de una semana y aparece sin avisar...
Di un suspiro aliviado. Pensar en que hubiera sido algún enemigo me aterraba al tener aquí a Peter. Si le ocurría algo estando a nuestro cuidado no me lo perdonaría jamás, y nos podríamos olvidar por completo de la adopción.
– Ve avisar al resto, yo meteré la pizza en el horno y voy con Peter –dije volviendo mi atención otra vez a la pizza.
Tony asintió y salió de la cocina rápidamente.
– ¿Voy a conocer a Thor? –Preguntó, Peter, emocionado.
– Sí –le sonreí mientras se paraba a mi lado–. ¿Quieres ayudarme?
– ¡Sí!
Se puso de puntillas para llegar al jamón y echó un puñado por encima del queso. Le acerqué el bol de piñas e hizo una mueca de asco.
– No me gusta con piña.
– Ponemos solo en la mitad, ¿sí? A Tony si le gusta.
Asintió metiendo la mano en el bol y le ayudé a ponerlas para terminar rápido. Abrí el horno y lo metí. Gracias a Dios Tony ya lo había puesto a calentar y no debía hacerlo yo.
– Jarvis, avísame en 15 minutos.
– Sí, Capitán.
Me lavé las manos y alcé a Peter para que hiciera lo mismo.
– Listo, vamos abajo –dije, tomando su mano.
Peter sonrió con entusiasmo y prácticamente tiro de mí para llevarme hasta las escaleras. Al poner el pie en el último escalón Peter se soltó y corrió toda la sala hasta llegar a Tony en el sillón. Tony al verle sonrió poniéndole en su regazo y guiando la vista a mí para verme llegar.
Sonreí a todos y me acerqué a Thor para poner mi mano sobre su hombro.
– Es bueno verte de nuevo.
– Lo mismo digo –respondió.
– Sobre todo verte sin traer a tu hermano o destrozos a la tierra –dijo, Tony.
– Mi hermano a muerto... –murmuró apenado, Thor, casi sin voz.
– Lo siento mucho –susurré.
A pesar de que Loki había traído un horror a la tierra, no dejaba de ser familia de Thor y era evidente que estaba afectado por ello.
– ¿Estás bien? –Pregunté.
– Supongo que después de todo por lo que he pasado, incluso podría decir que ha acabado bastante bien –hizo una fugaz sonrisa–. Al menos ahora podré estar con Jane.
– Eso es muy bueno –palmeé su hombro.
Asintió dando un vistazo a todos y parándose en Peter.
– ¿Quién es? –Preguntó extrañado.
– Ya sabes, Tony, muchas chicas, bebé sorpresa –bromeó, Clint.
– Muy gracioso, Barton –dijo sarcástico, Tony–. Aunque si es algo como hijo.
Peter sonrío ampliamente a Tony y luego miró a Thor acercándose a él.
– Hola, soy Peter –saludó agitando su mano.
– Hola, soy Thor –le sonrió.
Peter hizo una risita emocionado y se abrazó a mi cintura para esconderse con timidez.
Me reí ante su repentina vergüenza y le cargué en brazos.
– ¿Y cómo es eso de qué es tú hijo? –Le preguntó a Tony.
– No lo es, pero pretendo que lo sea –aclaró.
Tony parecía muy sereno al hablar de esto con Thor y me hacía pensar que estaba listo para contar todo lo que había detrás. Tarde o temprano iba a terminar descubriéndolo y era mejor que fuera por nosotros y no pasara como con Natasha y Barton.
Me acerqué a Tony y me senté en el reposabrazos, colocando a Peter sobre mis piernas. Tony alzó la vista a mí y di un asentimiento pasando mi brazo por sobre sus hombros.
– En realidad Steve y yo queremos –añadió.
– ¿Tú y Steve? –Dijo sin comprender mirándome–. ¿Qué significa eso?
– Qué estamos saliendo –respondí.
Sus ojos se abrieron completamente ante la sorpresa de mis palabras y luego frunció el ceño.
– ¿Pero no les gustaban las mujeres?
– Tú mismo lo has dicho, "gustaban" –contestó, Tony. Tapó los oídos de Peter antes de seguir–, ahora te preferiría a ti antes que a Natasha.
Miré en el acto a Tony y apreté la mandíbula al sentir un leve pinchazo en el pecho a causa de los celos.
Ahí estaba de nuevo ese odioso sentimiento. Me irritaba no poder oprimir los celos, confiaba en Tony y sabía que solo lo había dicho para hacer entender mejor el cambio de orientación sexual, pero no lograba controlarlo.
– Creo que te has equivocado con a quién tapar los oídos –comentó, Nat, señalándome.
Tony me miró y traté de tranquilizarme para que no lo notara, pero por su reacción parecía que era demasiado evidente.
– Capitán, han pasado 15 minutos –me avisó, Jarvis.
– Gracias –respondí pasando a Peter a las piernas de Tony–. Debo ir a ver la comida –aclaré poniéndome en pie–. Me alegro de tenerte de vuelta –dije hacía Thor, antes de subir las escaleras.
Fui directo a la cocina, tratando de no pensar en nada. No quería meter en mi cabeza cosas que no eran ciertas, pero debo admitir que en estos momentos Thor me intimidaba. Él podía superarme en todo fácilmente y esa sensación de inferioridad hacía mucho que no la sentía.
Abrí el horno para comprobar la pizza y la saqué al verla hecha. La dejé sobre la encimera y vi de reojo entrar la sombra de Tony.
– ¿De verdad te vas a molestar por eso? –Preguntó.
– No –dije sin mirarle, mientras cortaba la pizza.
– Pues no lo parece.
Di un suspiró y le mire directamente.
– No estoy molesto, sé que no lo decías en serio, pero ya sabes que mi mente me traiciona y no puedo evitarlo.
Se acercó a mí y pasó su mano por todo mi pecho.
– Me gustas tú, Rogers, dile a tú mente que lo comprenda ya –besó suavemente mis labios.
Cerré los ojos sintiendo los celos más tranquilos, pero ahora era otra cosa la que se había alterado con su roce.
– No tan cerca, Tony, o te subiré sobre la encimera –murmuré, todavía con los ojos cerrados.
– Eso suena prometedor –susurró, cerca de mi oído.
Di un fuerte suspiro y le aparté de un empujón.
– Basta, si no vas a dejarme terminar deja de provocarme, Tony –dije en un gruñido.
– No aguantas ni un mimo, Steve –dijo, rodando los ojos.
Le ignoré completamente cogiendo la pizza y la coloque en el centro de la mesa. Saqué refresco de la nevera y serví dos vasos.
– Jarvis dile a Peter que suba a comer –dije sentándome a la mesa.
– Ahora si estás molesto –afirmó.
Le miré de reojo sin decir nada mientras agarraba un trozo de pizza. Vino hasta mí, apoyando sus manos sobre mis hombros para acercar su rostro junto al mío, haciendo que el aroma de su perfume me invadiera.
– Cuando esto pase prometo que seré todo tuyo, un fin de semana, una semana completa, tú decides el tiempo –susurró en mi oído.
Cerré los ojos, visualizando sus palabras y di un suspiro al ver por dónde iba mi mente.
– Creo que vas a tener que insonorizar las paredes –murmuré.
Tony se mordió el labio en respuesta y se sentó junto a mí.
– Quizá mejor irnos a un hotel. Solos, lujos, lejos de distracciones, y lo mejor, yo –me guiñó el ojo.
Me reí negando con la cabeza.
– Calla, suena bien pero no es el mejor momento para mencionarme ese tipo de cosas.
Peter entró yendo directo hasta su silla y sonrió viendo la pizza.
– Espero que me haya salido bien... –dije poco convencido, dando el primer bocado a mi pedazo.
No estaba tan mal como esperaba, realmente sabía muy bien. Ni siquiera podía creer que esto lo hubiera hecho yo.
Peter y Tony me miraron atentamente para saber cómo estaba.
– Si no vais a comer lo haré yo –les advertí.
Peter rio y cogió una porción de las que no tenían piña.
– No sé si creerte –bromeó, Tony, agarrando también un pedazo de pizza.
Enseguida se notó en su cara que si le había gustado, tanto que pareció devorar su pedazo casi al igual que Peter.
Sonreí completamente feliz al ver que había salido bien.

•••

– ¿En serio 8 meses? Nunca pensé que pudieras soportarle tanto –dijo, Thor, con asombro.
– Si te soy sincero, tampoco esperaba que duraríamos tanto –reí, viendo a Tony y Peter en el taller a través del cristal–, pero las cosas pueden cambiar sin que te des cuenta.
– En eso te doy toda la razón –asintió–. Tampoco creía que terminaría viviendo en Midgard, pero es realmente agradable sentir que también es un hogar al tener a Jane cerca.
– El amor nos ha cambiado –dije con un suspiro–. Que cursi acabo de sonar...
– Sí, pero no te falta verdad, amigo –rio, golpeando mi hombro.
Peter nos saludó a través del cristal mientras ayudaba a Tony dándole las herramientas. Ambos le devolvimos el saludo con una sonrisa.
Tony soltó de golpe la herramienta alzando la vista hacia nosotros. Agarró un trapo para lavarse las manos y fue hacia la puerta a prisa, tomando la mano de Peter.
– Steve, la asistenta social está aquí –dijo, casi corriendo hacía la sala.
Le miré, repentinamente nervioso, intentando no entrar en pánico por la visita repentina. No sabía que debía esperar de esto, si algo bueno o algo muy malo... Pero iba averiguarlo.
Fui tras Tony y Peter, dejando a Thor plantado en el mismo sitio.
– Hola, señorita Alvord –saludé, al llegar junto a ellos.
– Hola, Capitán –saludó y miró a Peter con una sonrisa–. Hola, pequeño, ¿crees que podrás dejarnos hablar a los mayores un momento?
Peter alzó la mirada a Tony y a mí, dudoso de que hacer.
– ¿Tú decides las adopciones? –Preguntó–. Me quiero quedar aquí, por favor.
– Eso vengo hablar, pequeño. Solo danos 10 minutos y puedes venir –sonrió.
Peter asintió y nos miró rápidamente antes de correr hacía el pasillo.
– Siéntese –le ofrecí, mientras señalaba el sillón.
– Gracias –dijo, tomando asiento.
Tony y yo nos sentamos en el sofá, y note enseguida los nervios de Tony al verle mover el pie con un tic.
– Siento haber venido sin avisar, pero creía oportuno venir en persona para esto.
Nos miró fijamente a ambos y apareció una sonrisa en su rostro que me tranquilizó enormemente, es más, casi me emocionó el pensar que debía ser algo bueno si sonreía así.
– Dinos –casi suplicó, Tony.
– Han aprobado vuestra solicitud –dijo, sin más dilación.
– ¿Nos dan a Peter? –Preguntó completamente incrédulo.
– Así es –sonrió.
Tony y yo nos miramos en el acto y pude ver como brillaban sus ojos por las lágrimas de emoción. Me abrazó dándome un gran beso sin que me lo esperara, pero se lo devolví, sujetando su rostro y dejándome llevar por la emoción que comenzaba a invadir mi cuerpo.
Después de dos meses de incertidumbre y empeñó para conseguir a Peter había tenido su recompensa. Nada podía hacerme más feliz que esto. Quizá tuve mil dudas y me parecía una gran locura al principio, pero después de dos meses conociendo a Peter ya no podía dejarle ir. Era un niño tan inteligente, tan lleno de vida e inocencia, simplemente tan especial, no quería imaginar tener que despedirme de él. Cómo me había dicho Tony, probablemente con gente desconocida sufriría mucho si le costaba adaptarse y recordaría con más dolor a sus padres, sin embargo aquí estaba tan feliz y emocionado que pareció no costarle nada adaptarse, y eso hizo que nosotros nos encariñáramos mucho con él. Incluso los chicos estaban felices de tenerle, Barton se divertía jugando a la consola con él y Romanoff le explicaba historias de su pasado, que no sé si eran ciertas, pero entretenían mucho a Peter. Todos estábamos haciendo una familia, lo que más necesitaba Peter en estos momentos.
Tony se separó, mirándome con una gran sonrisa, y se sonrojó al darse cuenta de que la mujer nos miraba.
Ella era una de las pocas personas ajenas a nosotros que sabía que estábamos juntos. No fue fácil decidir contarlo fuera de nuestro círculo por si se filtraba a los medios, pero era necesario para adoptar a Peter.
– Lo siento –se disculpó, Tony, realmente avergonzado.
– No se disculpen, es bueno saber que hay amor en la nueva familia para Peter –sonrió amablemente.
– Eso nunca le va a faltar –afirmé.
– Y esa es una de las razones por las que tenéis la aprobación –dijo, sacando una carpeta de su maletín–. He hecho todos los trámites antes de venir porque sé que quieren cerrar esto lo antes posibles, así que solo falta la última firma para hacerlo legal –abrió la carpeta y dejó tres hojas sobre la mesa con una pluma.
Tony agarró la pluma sin dudar y firmó cada uno de los papeles y luego me miró, dándome la pluma. Le dediqué una gran sonrisa tomándola y firmé igual de rápido. No teníamos ni una sola duda.
– Enhorabuena ya sois padres –nos dijo con felicidad. Puso uno de los papeles de vuelta en la carpeta y luego nos la ofreció–. Aquí tenéis todos los papeles de la adopción y una vez entregué este papel os llegará la nueva documentación como familia.
– Muchísimas gracias –dije, cogiendo la carpeta, con un nudo en la garganta para contener la emoción.
– A ustedes por hacer feliz a ese niño.
Guardó todo en su maletín y se puso en pie. La imitamos y la acompañamos hasta el ascensor.
– Gracias por todo el apoyo, señorita Alvord –agradecí con sinceridad.
– Ha sido un completo placer. Cuídense mucho –se despidió, segundos antes de que las puertas se cerraran.
Solté un gran suspiró y dejé que la emoción saliera al fin, haciendo que varias lágrimas cayeran.
Miré a Tony y estaba igual que yo. Le acerqué a mí y le abracé con fuerza. Sentí como besaba mi pecho una y otra vez haciendo una risa.
– Te amo, Steve –alzó la mirada con lágrimas en sus ojos–. Sin ti no hubiera conseguido a Peter.
– Tú me has dado algo que ni siquiera sabía que quería, mi amor –me incliné hasta llegar a sus labios, dejando un pequeño beso en ellos–. Te amo.
– ¿Le damos la noticia a Peter? –Preguntó, dándome un beso.
– Vamos –asentí con ímpetu.
Tomó mi mano y me guió por el pasillo, parando en cada puerta para ver si Peter estaba en su interior.
Finalmente a través de una de las paredes de cristal vimos a Peter con Thor en una de las grandes salas que había junto al bar. Apenas utilizábamos esta parte, pero Tony amaba hacer todo a lo grande, todo a lo Stark.
Fuimos hasta ellos y escuchamos reír a Peter mientras Thor lanzaba el martillo con fuerza hacía la pared para luego hacerlo volver a su mano.
– ¡Yo quiero hacerlo!
– Prueba –dejó el martillo sobre la mesa.
– No –dijo, Tony, llegando junto a ellos–, no le vas a humillar al no poder levantarlo.
– Él no es tú, Stark –sonrió, Thor–, pero como quieras.
Volvió a coger su martillo y le guiñó un ojo a Peter antes de marcharse.
– Yo quería probar –se quejó, Peter.
– Ahora no, tenemos que hablar contigo –dijo sentándose junto a Peter.
Me senté al otro lado de Peter y él nos miró extrañado.
– ¿Qué pasa? ¿Ha dicho algo malo la señora de la adopción? –Preguntó con miedo.
– No, todo lo contrario –dije, sin poder ocultar mi gran sonrisa.
– ¿Es bueno?
– Así es, Peter –le afirmó, Tony–. Querías quedarte aquí, ¿verdad?
– Sí –asintió.
– Pues vivirás aquí.
– ¿Para siempre? –Dijo comenzando a emocionarse.
– Sí, vivirás donde nosotros vayamos.
– ¿No me llevaran con otra familia? –Sus ojos brillaron por emoción.
– Nosotros seremos tu familia a partir de hoy –le sonreí.
– ¿Series mis padres?
Asentí sin poder articular la palabra.
Dio un grito y se lanzó sobre nosotros. Le abrazamos, sin poder evitar más demostrar nuestra inmensa felicidad.
– ¿Puedo llamaros papá? –Preguntó, sin soltarse del abrazo.
– Por supuesto –respondió, Tony.
Mi pechó se hinchó, lleno por la gran felicidad de que Peter realmente nos quisiera como sus padres. No sé si le amaba como a un hijo todavía porque no sé cuánto se ama a un hijo, pero sí sé que no dejaría que nada le pasara y le cuidaría de todo y todos.
Nos miró con extrema felicidad y nos dio un beso en la mejilla a cada uno.
– Tú serás papá –dijo señalándome– y tú papi por ser más pequeñito.
– Que rápido va a llegar el primer castigo... –Tony rodó los ojos.
Hice una carcajada que hizo reír también a Peter. Tony nos miró mal, pero no supo esconder su felicidad tras esa pequeña sonrisa que trataba de ocultar.
– Ser pequeñito te hace adorable, mi amor –reí.
– Tú opinión cursi no cuenta –respondió.
Peter rio viéndonos y se abrazó a Tony para que dejará de estar gruñón.
– Te amo, papi.
Casi se me salieron las lágrimas al escuchar sus palabras y ver la reacción de Tony comenzando a llorar abrazado a él.
No podía creer que realmente ellos ahora eran mi todo, mi familia. Parecía algo tan irreal que necesitaría tiempo para creerlo.
Me abracé a ellos y bese la cabeza de Peter.
– También te amo, papá.
Mi corazón se contrajo por unos segundos en los que sus palabras llegaban a mí, haciéndome sentir el hombre más feliz de la Tierra. Definitivamente era mi hijo.
– Te amamos, Peter –dijo, Tony, con un nudo en la garganta.
Peter nos dio nuevamente un beso y sonrió limpiando sus mejillas.
– ¿También voy a poder ver a mis tíos?
– Cuando quieras. Ellos no dejaran nunca de ser tu familia –contesté.
Peter se puso de pie dando un salto.
– ¿Puedo llamarles para decirles? –Preguntó entusiasmado.
– Claro, pequeño, se van a poner felices.
– ¡Bien! –nos dio un abrazo rápidamente y luego salió corriendo.
– ¡No corras, Peter! –Le regañó, Tony.
– Ni media hora y ya le estas riñendo –reí.
– Ahora soy su padre y puedo hacerlo –dijo, secando sus ojos con la mano.
– Vas a ser el mejor padre, Tony, no tengo duda –dije, acercándome a él para rodearle con un brazo y atraerle a mí.
– Espero que tengas razón y no me convierta en lo que era mi padre.
– No lo serás, y en cualquier caso yo no te dejaría serlo.
– Prométemelo –murmuró, mirándome a los ojos.
– Lo prometo, Tony.
Tomó mi rostro y lo acercó a él para besarme con ansia.
Ni pude contenerme y atraje su cuerpo con más fuerza e introduje mi lengua, dejándome llevar por mi necesidad. Mis impulsos me ganaban después de tantos meses de retenerlos junto con la emoción del momento. Sentía unas inmensas ganas de que fuera mío, hasta mi mente estaba imaginando en desnudarle sobre este sofá.
– ¿Ahora cuál será tu excusa para decir no? –murmuré, separándome a coger aire.
– Ninguna, tan solo espera que les diga a los Parker que se queden con Peter y soy tuyo –sonrió, mordisqueando mi labio.
– Te amo –dije, volviéndole a besar.
Al fin mi pesadilla se iba acabar, ya no más frustración.
Ya ansiaba el momento de eso y poder volver a tener la mente centrada, porque odiaba estar tan irascible. En cuanto esto se me fuera iba a centrarme completamente en Tony y Peter ahora que comenzaba una nueva etapa para nosotros. No sé bien que nos deparará el futuro con esto, sin embargo iba a poner todo de mí para seguir unidos. Si era necesario dejaría pasar algunas misiones ahora que Thor había vuelto y así poderme dedicar a Peter. Iba a terminar de pintar su habitación como él quería, ahora sin el miedo a que luego quedara esa habitación vacía, y también lo haría en la casa que habíamos comprado en las fueras para cuando necesitáramos alejarnos de los Vengadores.
Esto comenzó como una locura por lo que somos y el momento en el que nos encontrábamos, sin embargo ahora mismo esa locura era mi completa felicidad. Peter era algo que no sabía que quería pero que realmente necesitaba, un hijo, e irónicamente Tony era quién me lo había dado. Gracias a él estaba completo y ahora eran mi familia, mi verdadera familia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).