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Stony Stories por Wind Girl

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Notas del capitulo:

Voy a ir actualizando de dos en dos ya que tengo varios capitulos ya escritos y si veo buena acogida subiré más a menudo.

¡Espero que les guste! ♥

Tony

– Jarvis, enciende las luces –dije en voz alta entrando en la cocina.
Abrí la nevera para servirme un vaso de leche. Ya era pasada la media noche y no lograba dormirme. No sabía cuántas noches había pasado así, pero parecía ya una costumbre. Apenas había conseguido pegar ojo desde los Chitauri y ya me había habituado a vagar por la torre nocturna a solas.
Metí el vaso en el microondas y marqué un minuto. Me apoyé en la encimera y quedé mirando el microondas. Cuando me quedé quieto puede escuchar unos golpes lejanos que llegaban desde el piso de abajo. Miré a mi alrededor desconcertado. Instintivamente agarré un cuchillo y lo alcé frente a mí. Di unos pasos y me vi a mi mismo siendo estúpido. Parecía que acabara de salir de una película de terror con mi reacción tan estúpida. Bajé el cuchillo y miré hacía las escaleras. Había más personas viviendo en la torre, ¿por qué debería tener miedo?
Sonó el microondas, sobresaltándome, y casi le lancé el cuchillo. Lo dejé en la encimera y me aparté.
Vamos, Tony, ¿qué te está pasando? Mantente lúcido. Puedes con esto.
Bajé las escaleras y desde el último escalón vi salir luz del gimnasio. Terminé de bajar el escalón que me quedaba y me acerqué al umbral de la puerta.
Rogers estaba golpeando un saco de boxeo, insistentemente, haciendo que la cadena que lo sujetaba chirriara. Le vi mirar de reojo hacía aquí entre golpes.
– ¿También con problemas de insomnio, Stark?
– Puede... –mentí, no queriendo entrar en detalles–. ¿Cuál es tu motivo?
Golpeó una última vez haciendo tambalear el sacó y me miró, apartándose el pelo de la frente.
– ¿Te interesa? –preguntó, volviéndose a posicionar para golpear.
– Realmente no, pero quería ser cortes.
Quizá me importaba más de lo que quisiera admitir. Saber que al Capitán también tenía cosas que le pudieran perturbar el sueño me haría sentir menos estúpido. Y por otra parte, aunque no lo fuera admitir en voz alta, también me preocupaba por él y el resto. No habíamos hecho muchas misiones, pero si las suficientes para tener la confianza de que te cubren la espalda.
– ¿Siempre tienes que ser tan desagradable?
– Si prefieres te miento la próxima vez –le giñé.
Hizo un resoplido y empezó a golpear el saco nuevamente. Supongo que tenía un don para sacar de quicio a las personas.
Puesto que no tenía nada mejor que hacer me quedé mirando como entrenaba. Su ritmo era realmente increíble. Aceleraba los golpes tanto que sus manos apenas y eran borrones. Los chirridos de las cadenas se hicieron más fuertes hasta que finalmente cedieron a los golpes y el saco salió disparado hasta el fondo del gimnasio.
Definitivamente si me había sorprendido. No iba a mentir, estaba totalmente a la altura de las historias que mi padre contaba de él. Lo cual me causaba una pequeña irritación. Siempre era como el hombre perfecto, el Capitán América. Cualquier cosa que hacia debía ser alabada. Incluso ahora agachándose a por otro saco podía presumir de cuerpo perfecto marcando siempre sus músculos y unos glúteos bien firmes abultando el pantalón...
Espera... ¿Qué? ¿Por qué mierda le estoy mirando el culo a Rogers? ¿Acababa de llamarle perfecto? ¿Qué me está pasando?
Rápidamente reculé esta las escaleras tratando de buscar una explicación lógica que no me dejara como un maldito gay. Subí a mi habitación y me encerré. Quería estar lo más lejos posible de él y todos estos jodidos pensamientos extraños. Esto solo se podía explicar con que la falta de sueño estaba afectándome demasiado. ¿Por qué sino iba a pensar eso? Quizá Pepper tenga razón y deba ir al médico. Esto no puede ser normal.
Me tiré en la cama y cubrí mis ojos con el antebrazo. Esto me superaba, ya suficiente trastornado me sentía y ahora resulta que ando mirando el trasero a hombres. Lo peor es que no a cualquiera, ¡a Rogers! E intentado desacreditarle y llevarle la contraria por lo sobrevalorado que ha sido por ser Capitán América y ahora parece que hasta yo le esté adorando. ¡Esto va a acabar por volverme loco!

•••

Había pasado más de una semana y continuaba dando vueltas a todo en mi cabeza. Me había sorprendido a mí mismo varias veces viendo a Steve sin darme cuenta y ya no sé qué me asustaba más, si los Chitauri o esto. Necesitaba encontrar una manera de explicar lo que me pasa, pero no soy capaz de encontrarle una razón.
Di un sorbo a mi café mientras miraba a través de la cristalera del laboratorio hacía la sala donde Rogers hablaba con Barton. ¿Cuánto tiempo debía llevar haciendo esto antes de darme cuenta? ¿Quizá el portal hizo algo en mí...? No, no puede ser. Sigo viendo guapa a Pepper y atrayéndome el cuerpo de Natasha. ¿Entonces por qué diablos ando mirando a Rogers? Necesito la maldita respuesta a esto.
– Jarvis escanea esto –dijo la voz de Banner a mi espalda.
Dejé el café en la mesa y me apoye en ella dándome la vuelta para encarar a Banner. ¿Quizá él podía...? No. Ni hablar. Si se lo digo seguro todos terminarán sabiendo también y me niego a eso. ¿Pero entonces que hago? Esto era demasiado frustrante.
– ¿Estás bien, Tony?
No, no lo estoy, en absoluto.
Asentí cogiendo mi café y dándole un trago largo.
– Llevas unos días muy callado, no es habitual en ti.
– Creía que te molestaba que hablará demasiado –respondí.
– Sí, pero tu silencio me asusta –dijo quitándose las gafas.
Si Banner se había dado cuenta no tardarían los demás en hacerlo, sino lo habían hecho ya. Puede que él me pueda ayudar, es el más listo después de mí y el más discreto de todos. Podía intentarlo sin decirlo realmente...
– De acuerdo, entonces hablaré más. Que tal esto: ¿alguna vez has mirado el trasero a un hombre?
– Definitivamente te prefería callado.
– Ahora es tarde, responde.
– No, nunca lo he hecho.
– ¿Ni por accidente o por curiosidad? –insistí.
– No, ¿acaso tu si?
– No –dije lo más rápido que pude–. Pero... Hablando en el caso hipotético de que así fuera, ¿eso sería normal?
– ¿A quién le has mirado? –dijo sonriendo.
Mierda. Ya iba a empezar esto.
– He dicho en un caso hipotético, Banner. ¿Entiendes la palabra o te la describo?
– Esta bien, está bien... No sé, simplemente puede que tenga un trasero como una mujer.
– No, no lo tiene –negué, dándome cuenta de que afirmaba el hecho–, en ese caso hipotético...
– Bueno, se dice que una personalidad compatible puede hacer que una persona te atraiga aunque su físico no lo haga.
¿Personalidad compatible con Rogers? No lo creo.
– Dudo mucho que pueda ser eso en este caso hipotético. Él otro siempre molesta, es irritante tratando de contradecirme, diciendo que siempre bromeo con todo y no sé ser serio...
– ¿Te gusta Steve? –preguntó cortando mi frase.
– ¿Qué? ¡No! –dije rotundo–. Es hipotético. Hi-po-te-ti-co –remarqué en sílabas.
– Claro, "hipotético" –hizo una risa.
Gruñí asqueado de que no saliera como quería.
Cogí mi taza de café y fui hacía la salida. Esto se me había ido de las manos, ahora Banner sabía esta mierda y sería el hazmerreír. Aunque, ya que lo sabía, por lo menos que sirviera de algo.
Di media vuelta en la puerta y le mire.
– ¿De ser así que podría significar?
– ¿En un caso hipotético? –dijo con sarcasmo. Rodé los ojos–. Pues creo que tiene sentido. Él sabe cómo retarte, cada vez que te contradice te marca una nueva meta para demostrarle que tienes razón, y lo mismo a la inversa. O si prefieres, lo ponemos desde el lado científico, es tan simple como que los polos opuestos se atraen.
– ¿En serio? ¿El tópico "los polos opuestos se atraen"? –bufé dándome media vuelta.
– ¡Te atrae, Rogers! –gritó para que le escuchará.
Salí y me encontré de cara con Steve.
Paré en seco y sentí como el corazón casi se me salía del pecho. ¿Lo habría escuchado?
– ¿Acaba de... Mencionarme?
Abrí la boca pero no sabía que responder. No parecía realmente tan alarmado como para creer que hubiera escuchado todo, pero no iba a dar ni una sola pista más para delatarme.
– No sé, cosas de Bruce... –murmuré rápidamente.
Pasé por su lado sin darle tiempo a una respuesta y caminé rápidamente hasta girar la esquina en el siguiente pasillo.
Ahora estaba más que jodido. Solo podía rezar porque Banner fuera lo suficientemente discreto como para no decir nada o sino mañana todos estarán riéndose de mí, hasta llegara el chisme a Thor en Asgard.

•••

Definitivamente tenía que alejarme de aquí. La ansiedad de estar cada día sabiendo que podía haber alguna misión me estaba matando, sentía que me ahogaba cuando saltaba la alarma. Últimamente solo Romanoff y Rogers habían ido a hacer misiones porque no eran gran cosa. Banner estaba mejor en el laboratorio si la amenaza no era grande no había razón para traer a Hulk. Y yo... Prefería no poner en riesgo a los demás por no saber concentrarme. Eran pesadillas Chitauri de noche y confusión por Steve durante el día. Tanto estrés y falta de sueño me provocaba grandes dolor de cabeza. Así que al final había decidido irme a mi casa de Malibú y alejarme de todo por un tiempo.
– No sé qué decir, sí que alivio, o que silencioso va a quedar esto sin ti –dijo, Romanoff.
– Vas a echar de menos el verme, yo lo sé –le guiñé un ojo.
– No, créeme que no –respondió.
– ¿Quién os hará reír si no estoy?
– No estamos aquí para reír, Stark –atacó, Steve.
Quisiera golpearle en medio de la cara cuando me retaba, pero me iba arrepentir de destrozar ese rostro perfecto que tenía.
¡Agh! Ahí está otra vez esta mierda. ¿Por qué le decía perfecto? Realmente Banner tenía razón y me gustaba Steve, porque por más vueltas que le doy no encuentro ninguna otra explicación.
– Que vida tan aburrida ves, Capitán.
– Tú no ves que esto no es un juego.
– No estamos en la guerra, Rogers, podemos tener vida y reír un poco. Te invito a probarlo.
– Ya estamos otra vez... –Clint rodó los ojos y se fue hacía la puerta–. Que os lo paséis bien en vuestra pelea marital.
¿Qué? ¿Pelea marital? Miré la espalda de Barton desparecer por la puerta, seguido por Natasha riendo, y luego miré a Banner. ¿Le había dicho algo? Levantó las manos en gesto inocente negando con la cabeza y salió apresuradamente de la sala.
– Hay que ser más serios cuando se trata de salvar vidas, pero parece que eres demasiado inmaduro para darte cuenta.
– Claro, al lado de alguien con 90 años cualquiera es inmaduro todavía.
– Eres imposible, Stark –rio con ironía.
– Pero me vas a echar de menos admítelo –sonreí de lado.
Lo dije inconscientemente para molestarle, pero ahora realmente tenía curiosidad de saberlo. Ni siquiera sé porque querría que Steve me eche de menos, solo sé que algo en mi me pedía esa respuesta.
– Desgraciadamente puede ser –respondió.
Di unos pasos hasta él casi sin darme cuenta.
– Lo sabía –sonreí–. Y aunque no lo admitiré delante de todos, yo también a ti, Rogers.
– Creía que te aliviaría no tener alguien aburrido como yo al lado –dijo en apenas un susurró, mirándome fijamente.
– A veces se necesita para estar atentos, y compensas mi humor.
¿Acababa de decir eso en voz alta? Cada vez las palabras de Banner tenían más sentido y no me gustaba, a la vez que también lo hacía.
Steve hizo una sonrisa y mi vista viajó hasta a sus labios, estremeciéndome por dentro.
Mi impulso fue más rápido que mi mente y no pude controlar mis movimientos cuando cerré el espacio entre nosotros para darle un beso.
Steve abrió los ojos sorprendido, pero se quedó quieto durante unos breves segundos antes de apartarse.
Mierda, mierda, mierda. ¿¡Que acabo hacer!? Esta situación se me había ido totalmente de las manos. Sin embargo no era lo peor de todo. Lo peor era que no me había desagradado.
– ¿Por qué has hecho eso, Tony?
– Yo... –intenté encontrar palabras, pero era completamente inútil, estaba en blanco.
– ¿Lo de Banner el otro día era cierto?
Joder, sí lo había escuchado. Quisiera que la tierra me tragara ahora mismo y no tener que vivir este momento. No tenía explicación para esto que no fuera que él me gustaba y no iba a admitir eso en absoluto. Quizá vaya a ser un cobarde por esto, pero no podía enfrentarme a Steve.
Le miré una última vez y luego salí de allí lo más rápido que pude.
– ¡Stark! ¡Tony! –gritó, Steve, a mi espalda.
Hice caso omiso y fui directo a mi habitación para coger mi maleta e irme de la torre lo más rápidamente posible.

Steve

Caminé directo hacia el laboratorio a ver a Banner con el resultado del escáner. Justo cuando iba a llegar a la puerta la voz de Bruce salió con fuerza desde dentro.
– ¡Te atrae, Rogers! –gritó.
Tony salió casi dándose de cara conmigo. Ambos nos miramos perplejos. ¿De verdad acababa de escuchar lo que creía? ¿Sería alguna de las bromas de Stark?
– ¿Acaba de... Mencionarme? –pregunté.
Abrió la boca sin llegar a decir palabra, dudoso.
– No sé, cosas de Bruce... –murmuró rápidamente.
Me miró a los ojos por un segundo y al siguiente prácticamente salió corriendo. Me quedé viendo su espalda hasta que despareció en la esquina del pasillo. ¿Qué estaba pasando? ¿Tony acababa de huir?
Miré la puerta del laboratorio frunciendo el ceño. Esto era una broma, ¿no? Tenía que serlo, Tony era el hombre más mujeriego donde los haya. Más que Howard diría yo. Y, ¿gustarle yo? Si probablemente me odiaba y solo me soportaba por los Vengadores, porque solo sabe molestarme diariamente para sacarme de quicio.
Entré en el laboratorio y Banner abrió los ojos como platos al verme.
– Capitán –saludó, nervioso.
– ¿Has dicho algo de mí? –me acerqué hasta la mesa donde estaba trabajando–. Stark dice que es cosa tuya.
– Eh... Pues... –Tartamudeó–. No era nada...
– ¿Nada? ¿Seguro? –pregunté tratando de presionarle más.
No entendía en qué contexto lo habían dicho, pero no podía ser nada bueno si ambos rehuían el tema. Lo cual empezaba hacerme pensar que quizá no se tratara tanto de una broma. ¿Pero podía ir en serio que yo le atrajera? Aunque de cualquier modo eso era irrelevante porque ni siendo la última persona en el planeta Tierra iba a gustarme Stark.
– Nada –repitió.
– Está bien –dije para finalizar con el tema–. ¿Has encontrado algo interesante?
Le había pedido a Banner que analizara alguno de los escombros Chitauri para ver que podíamos descubrir. Realmente no estaba permitido porque Shield y Control de Daños manejaban todo los escombros, pero a Tony siempre le vence el contradecir y cogió algunos escombros. En este caso no iba a quejarme porque sabía bien que Shield no siempre nos informa de todo, así que el poder investigar por nuestra cuenta no esta tan mal. Por una vez la actitud de Stark era beneficiosa, pero no lo dije en voz alta o su ego se hincharía descomunalmente.
– Vamos a ver... –dijo mirando la pantalla del escáner–. Hay muchas partículas, aunque parece que Jarvis no sabe identificar casi ninguna de ellas.
– Supongo que es algo normal viniendo de fuera.
Asintió e imprimió el resultado del escáner.
– Sí, pero podríamos indagar más y compararlas con las de la Tierra, puede que saquemos algo. O puedes preguntar a Tony, seguro tendrá alguna idea de que hacer.
– No, por ahora dejemos esto para otro momento. La última vez que se investigó algo extraterrestre terminamos peleando contra esas cosas –señale un trozo de nave Chitauri–. Si no hay nada claro, más vale no arriesgar.
– Estoy de acuerdo –concordó.

•••

Stark nos había notificado esta mañana que iba a tomarse un descanso. Llevaba un tiempo bastante distraído y quizá sería bueno para él, y también para el resto de no tener que mirar por su seguridad en las misiones. Sabía qué hacía tiempo que no dormía bien, ya que le había escuchado muchas noches deambular por la torre cuando yo tampoco podía dormir. Mis recuerdo de 70 años atrás seguían pasándome factura, pero él no sabía que podía perturbarle tanto el sueño y con lo cerrado que era para hablar de sus sentimientos jamás le sacaríamos el porqué. Su orgullo siempre iba por encima para él.
Me apoyé contra la mesa cuando Tony llego a la sala para despedirse.
– No sé qué decir, sí que alivio, o que silencioso va a quedar esto sin ti –dijo, Romanoff.
– Vas a echar de menos el verme, yo lo sé –le guiñó el ojo.
Rodé los ojos con su excesivo egocentrismo.
– No, créeme que no –respondió.
– ¿Quién os hará reír si no estoy?
– No estamos aquí para reír, Stark –le respondí.
Para él todo era reír y bromear. Era incapaz de tomar nada con seriedad y eso me irritaba demasiado. Dicen que es el hombre más inteligente pero parece que no siempre usa esa inteligencia.
– Que vida tan aburrida ves, Capitán.
– Tú no ves que esto no es un juego.
– No estamos en la guerra, Rogers, podemos tener vida y reír un poco. Te invito a probarlo.
Quizá lo haría si no fuera tan difícil para él el distinguir los momentos cuando se debe y no bromear.
– Ya estamos otra vez... –Clint rodó los ojos y se fue directo a puerta–. Que os lo paséis bien en vuestra pelea marital.
¿En serio? ¿En qué momento les ha parecido que dos personas que se llevan tan mal podrían estar juntos para decir eso? ¿Tanto ha cambiado el entendimiento en 70 años?
Natasha siguió a Clint y Banner levantó ambas manos gesticulando hacia Stark y luego se marchó con los demás.
Volví a centrar mi mente en la conversación.
– Hay que ser más serios cuando se trata de salvar vidas, pero parece que eres demasiado inmaduro para darte cuenta.
– Claro, al lado de alguien con 90 años cualquiera es inmaduro todavía.
– Eres imposible, Stark –reí irónico.
Era increíble su poca compresión ante la realidad.
– Pero me vas a echar de menos admítelo –sonrió de lado.
Por mucho que me costara admitirlo, sí, lo iba a hacer. Aunque siempre tratará de sacarme de mis casillas, sabía que a la hora de la verdad siempre estaba ahí, lo demostró en el ataqué en Nueva York. No entiendo porque le cuesta tanto sacar ese lado y prefería ser tan desagradable.
– Desgraciadamente puede ser –respondí.
Se acercó varios pasos hacía mí, quedando a menos de un paso.
– Lo sabía –sonrió–. Y aunque no lo admitiré delante de todos, yo también a ti, Rogers.
Su cercanía, esa sonrisa y su repentina sinceridad me dejaron sin aliento. No entendía por qué, pero mi pulso se había acelerado con su mirada directa a la mía. ¿Esto era a lo que Banner se refería? ¿Entonces no era una broma y Tony sentía algo hacía mí?
– Creía que te aliviaría no tener alguien aburrido como yo al lado –dije en apenas un susurró, mirándole fijamente a los ojos.
– A veces se necesita para estar atentos, y compensas mi humor.
¿Acababa de admitir que mi seriedad era necesaria? Y mejor aún, ¿acababa de admitir que su humor a veces estaba demás? Esto si no lo esperaba en absoluto, lo cual me hizo sonreír. A esto me refería con que a veces podía ser racional.
Su mirada se apartó de la mía y sin darme tiempo a reaccionar Tony dio el paso que nos separaba y me besó. La sorpresa hizo paralizarme por varios segundos sin saber cómo reaccionar. Mi mente parecía haberse desconectado de mi cuerpo e hice lo imposible por volver a tomar el control, dando dos pasos hacia atrás.
Definitivamente lo de Banner no era ninguna broma. ¿Qué diablos estaba pasando con Tony?
– ¿Por qué has hecho eso, Tony?
– Yo... –enmudeció, apartando la mirada avergonzado.
– ¿Lo de Banner el otro día era cierto? –pregunté.
Sabía la respuesta pero quería que él me lo confirmara.
Me miró y pude notar que no era la mirada que solía tener con aires de superioridad, sino que reflejaban vulnerabilidad. Era tan extraño verle de esa manera que provocó que le viera de otra manera. Había encontrado el lado vulnerable de Tony y eso era algo que no esperaba ver jamás con el carácter que tenía.
Stark se giró y sin decir nada huyo de la sala.
– ¡Stark! ¡Tony! –grité yendo tras él.
Le atrapé justo entrando en su habitación y puse mi pie contra su puerta para que no se cerrara. La abrí y me crucé de brazos en el umbral, impidiéndole escapar.
– No puedes irte dejándome de esa manera.
Tony cerró su maleta, dándome la espalda.
– No tengo nada que decir –respondió.
– ¿En serio? –resoplé.
No respondió.
Terminó de rellenar los bolsillos de la maleta con cosas de su escritorio.
– ¡Maldita sea, Tony, mírame! –dije casi gruñendo.
No soportaba que nadie me mintiera, y mucho menos cuando acababa de besarme sin explicación.
Se giró bruscamente tomando aire.
– ¿Qué quieres que diga? ¿Qué si lo de Banner era cierto? Sí, lo es –respondió, tratando de mantener su cabeza alta–. Ahora aparta de la maldita puerta.
Me aparté y pasó rápidamente por mi lado.
Su confirmación entró en mí de una manera extraña. Creía que su aceptación me haría quedarme tranquilo, sin embargo fue lo contrario. Sentí un nudo en el estómago que me confundió. No me gustaba esta sensación, necesitaba más que un simple "sí, lo es". No podía comprender todo si no sabía que es exactamente lo que sentía hacía mí. Entendía su postura de que no debía ser fácil para él admitir que le atrajera un hombre, pero eso me hacía sentir extraño a mí por no poder ponérselo fácil y que entendiera que no tenía problema en seguir teniendo una amistad a pesar de ello. Pero Tony Stark no podía actuar normal y hablarlo... Su cabezonería siempre era mayor. Nada que pudiera tocar su orgullo entraría en él.

•••

Me levanté el primero y fui a la cocina a preparar café. En mi era inútil ya que mi metabolismo acelerado provocaba que no tuviera ningún efecto, pero de igual manera me gustaba con leche, quitándole el amargo de su sabor.
Saqué una taza, llenando tres cuartos con leche y el resto de café. Eché una cucharada de azúcar y sentí una mano en mi espalda que me hizo sobresaltar.
– Buenos días.
Me giré y sonreí al ver a Tony con una deslumbrante sonrisa coqueta.
– ¿Tan temprano despierto? –pregunté colocando bien el borde de su camisa.
– Sabía que tú lo estarías, y solo además –sonrió.
– ¿Para qué me quieres solo? –acentué la pregunta alzando mi ceja.
– Para esto, Rogers.
Colocó sus manos tras mi cabeza y me acercó a la suya. Presionó sus labios en los míos y le invité a entrar, profundizando el beso acercándole por la cintura.

Abrí los ojos alarmado y miré a mí alrededor sintiéndome alterado. ¿Que había sido eso?
No, no, no, no. Golpeé la cabeza contra la almohada. Esto no podía ser nada bueno. Tapé mis ojos con la mano y traté de sacar el sueño que se repetía en mi mente. El beso que me dio Tony debe haber provocado esto, o eso espero.
Me había sentido extraño desde que se fue hace una semana, aunque nada de lo que hubiera tenido que preocuparme, pero esto... Esto era alarmante.
Me destapé y me senté apoyando la espalda en la cabecera. Por una vez que no tenía una pesadilla de la guerra tenía esta... Lo peor es que ni se si la podía denominar pesadilla. No me asustaba pero si me confundía. Siempre me habían gustado las mujeres, ¿pero ahora que debía pensar?
Miré el reloj que marcaba casi las 6 y decidí levantarme. No iba a poder dormir otra vez así que era mejor aprovechar el tiempo.
Me vestí y fui hasta la cocina. Me paré en seco al venirme el sueño nuevamente. Esto no iba a parar, ¿verdad?
Hice café rápidamente y cogí la taza para salir de la cocina cuanto antes. Fui a la sala y encendí la televisión sentándome en uno de los sillones. Las noticias hablaban de las extrañas explosiones que habían ocurrido en distintas partes del país. Shield nos había informado, pero no había mucho que pudiéramos hacer ya que nunca quedaban residuos para poder investigar una procedencia. Aunque ahora tan solo quedábamos Romanoff, Banner y yo para combatir si llegaba el momento. Ya que Tony se había ido y Barton había aprovechado para hacer lo mismo. Era el que más descansos se tomaba, pero esta vez nos había dejado con las fuerzas bajas siendo solo 3.
De repente Tony salió en la televisión y subí el volumen. En el salía retando al Mandarín y diciendo su dirección personal.
Me puse en pie inconscientemente.
– ¿Se ha vuelto loco?
¿¡En que se supone que está pensando!? Acaba de meterse en la boca del lobo, o más concretamente, acababa de decirle al lobo donde vivía. Cuando creía que tenía algo de cabeza volvía hacer una estupidez que me daba la razón ante su inmadurez. ¿Qué persona en su sano juicio le decía su dirección a un terrorista?
Me dejé caer en el sofá y cubrí mi rostro con las manos. Sentía una frustración inmensa. Quisiera tenerle en frente y golpearle por ser tan estúpido de ponerse en esa situación de riesgo.
– Buenos... ¿Estás bien, Steve?
Alcé la vista al escuchar la voz de Banner.
– No... ¿Cómo se supone que debo estar cuando Stark amenaza a un terrorista?
– Oh... Sí, vi eso anoche –se sentó a mi lado–. No te preocupes, dudo que le tomen en serio cuando hay objetivos más grandes.
– Espero que tengas razón.
En parte la tenía. Los terroristas se basaban en causar el mayor destrozo con el máximo número de vidas posibles. Atacar solo a una persona no era su forma de proceder habitualmente.
Tomé una gran bocanada de aire, tratando de tranquilizar la tensión que se había instalado en mi cuerpo. Tony había conseguido preocuparme más de la cuenta, hasta al punto de tener miedo... Oh, no... ¿Me había preocupado en exceso por él? Nuevamente entró en mi mente el sueño junto al recuerdo del beso que me dio antes de irse y esa mirada en la que me dejo ver más allá de su ego. Ese segundo en el que pude ver muchos más en él de lo que nos enseñaba al mundo. Sé que nadie conocía al verdadero Tony porque encerraba sus sentimientos e inseguridades muy dentro de él. Quisiera poder sacar eso de él, demostrar que era más de lo que decía. Qué me hiciera saber que me equivocaba ante su inmadurez.
¿Que estaba diciendo? ¿Por qué me importaba tanto eso ahora? Me confundía tanto. ¿Y si...?
– ¿Banner, que te dijo Stark sobre mí?
Él era el único que podía quitarme las dudas.
– ¿Eh? –me miró con sorpresa.
– Tony me confesó que yo le atraía. ¿Qué más te dijo?
– Emm... Se sentía confundido con su sexualidad –dijo algo dudoso.
Sé exactamente cuál es ese sentimiento en estos momentos, lo cual me hacía sentirme más extraño. ¿Podía estar sintiendo también yo algo por él?
La televisión captó nuestra atención cuando escuchamos el nombre de Tony.
– Varias fuentes informan que la casa de Tony Stark acaba de ser atacada.
¿¡Qué!? Salté del asiento con el corazón a punto de salirse de mi pecho.
No, Dios, te pido que no sea verdad. Mi respiración se dificultó y comencé a sentir una fuerte presión en el pecho por la falta de aire. Hacía años que no sentía los síntomas del asma, esto estaba siendo exactamente igual. Me deje caer en el sillón nuevamente antes de que mi vista se nublara.
– Hay que avisar a Shield –dijo Banner saliendo rápidamente hacia el laboratorio.
Probablemente Shield ya lo sepa, e incluso mejor que nosotros. Pero si había alguien que más que nadie podía saberlo era Pepper.
Cogí el teléfono y busque su número. Sonaron 5 tonos y luego salto el buzón de voz. Ella prácticamente vivía con Tony, quizá también habría salido mal parada.
– Aquí las primeras imágenes de lo que ha quedado de la casa de Tony Stark en Malibú –continuó la presentadora.
Miré la pantalla y mi alma cayó a los pies al ver que no quedaba absolutamente nada de la casa. Se había derruido completamente toda.
– Actualmente aún se desconoce el paradero de Stark.
Volví a llamar a Pepper y justo antes del último tono descolgó.
– Dios, Pepper, dime que tú y Tony estáis bien.
– No sé dónde está Tony... Cayó con toda la casa... –dijo ahogando un llanto.
– ¿Llevaba armadura?
Esa era la única esperanza que quedaba para que él estuviera bien y quería agarrarme a ella.
– No sé... Me la puso a mí y cuando salí la hizo volver a él, pero... Pero no sé si llego a ponérsela completamente... –se echó a llorar.
Me obligué a respirar y cerré los ojos con fuerza. Aún quedaba esa esperanza.
– Verás que sí... Mala hierba nunca muere, ¿no? –dije más para mí mismo.
– Debo dejarte, Capitán, te informare de novedades.
– De acuerdo, gracias.

•••

Habíamos pasado todo el día sin recibir novedades sobre Tony, y para más añadido Pepper había desaparecido, así que varios agentes de Shield y Fury habían venido a la torre por si se ponía en contacto con nosotros. Todos estaban en la sala de reuniones, pero yo me había cansado de estar ahí sin hacer nada escuchando como hablaban sin tener nada sobre Tony.
Me fui al laboratorio y me senté en la mesa de Tony.
– Jarvis, ¿hay algún traje de Stark activo? –pregunté, aun sin perder la esperanza.
– No, Capitán Rogers.
Sujeté la cabeza entre mis manos.
¿Dónde diablos estaba metido Tony? No le habían encontrado entre los escombros pero tampoco estaba usando el traje. ¿Cómo era posible? Solo sabía que la incertidumbre me iba terminar consumiendo a este paso.
A estas alturas creo que ya no me quedaba duda de que sentía algo por Tony y no era una simple amistad. Esta preocupación era muy intensa y sentía un inmenso pánico al pensar que algo le haya pasado. Quisiera poder hacer algo para ayudar, pero ni siquiera sabíamos dónde estaba y ni por dónde empezar a buscarle. Así que no tenía más remedio que seguir esperando por alguna noticia suya.

•••

Un día completo más sin saber su paradero ni el de Pepper. Ya había anochecido y estaba por darme un ataque de ansiedad.
Ahora que se aclaraban mis sentimientos cada vez me dolía más el pecho. Mi cabeza estaba por estallas de tanto pensar.
– Jarvis, ¿algún traje activo? –pregunté sin mucho ánimo.
– Sí, Capitán.
Me incorporé sobre la silla
– Contacta con él.
– ¿Con cuál de ellos, Capitán?
– ¿Cuantos hay activos? –dije confundido.
– Todos.
¿Qué? ¿Cómo estaba usando todos los trajes? Eso no tenía ningún sentido.
– Ya no son todos, Capitán Rogers.
– ¿Como?
– Se están auto-destruyendo.
– ¿Por qué? ¿Dónde está Tony?
– Él lo ha ordenado.
Esto era completamente inverosímil. ¿Qué estaba pasando?
– ¿Puedes contactar con él?
– Contactando con el señor Stark.
Mi corazón se aceleró por segundos y se me hizo un nudo en el estómago al saber que estaba bien.
– ¿Rogers? –dijo la voz de Tony.
Di un gran suspiro de alivio y sonreí involuntariamente.
– Tony, nos tenías muy preocupados. ¿Estás bien?
– ¿Tu preocupado por mí? ¿Te has golpeado la cabeza?
Rodé los ojos pero me reí. No perdía el humor ni siquiera estando desaparecido.
– Más de lo que piensas, Tony –susurré.
Hizo un gran silencio y recordé que no habíamos terminado muy bien la última vez que nos vimos.
– ¿Tony?
– ¿Si?
– Siento haberte presionado, no estuvo bien y... –tomé aire, dándome valor para ser sincero–. También siento la misma confusión.
– ¿Qué quieres decir? –preguntó dudoso.
– Hablaremos cuando vuelvas a la torre.
– Puede que me tome un descanso más largo, no me han dejado descansar mucho –murmuró, sin perder su toque sarcástico–. Pero prometo que tendremos esa conversación.
– Está bien, Tony –sonreí–. Descansa y no te metas en más líos, por favor.
– Está bien, Steve. Cuídate hasta que vuelva.
– Lo haré –respondí antes de colgar.
Me eche hacía atrás en la silla y cubrí mi rostros con las manos. Ya no tenía duda de que esto iba en serio, tanto en él como en mí. Me abrumaba bastante el pensamiento de tener esa conversación con Tony, pero a la vez necesitaba saber que pasaba con nosotros. A pesar de la gran confusión que esto me causa, si de verdad sentíamos algo mutuo quizá debíamos hablarlo y ver qué hacer con estos sentimientos. Porque ahora no podía ver un futuro donde él estuviera lejos.


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