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La mirada del extraño por Augusto2414

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Notas del capitulo:

Hola a todos. Dejo con ustedes el siguiente capítulo de la historia.
Espero sea de su agrado.

II
 
Los días pasaban con lentitud y su vida se había transformado en una desagradable y monótona rutina; ya estaba aburrido de permanecer en casa mientras que, para colmo, aun no lo llamaban de ningún lugar en el que había dejado currículo. Tanta era su frustración en esta materia que, nublado por sus pensamientos, abandonó su refugio y caminó sin rumbo por los alrededores, esperando así distraerse un poco, pero no lo consiguió: el ambiente no ayudó a calmar su espíritu y, en realidad, nada parecía ser capaz de hacerlo, pues en su mente se habían mezclado los asuntos importantes con el recuerdo del joven de cabello negro; salir de la casa era solamente una excusa para encontrarse con él otra vez, sin embargo sus intentos resultaron infructuosos.
 
–“Parece que la fortuna no está de mi lado últimamente” –pensó, cabizbajo, eso hasta que sintió vibrar su celular en el bolsillo del pantalón. Lo tomó en su mano y al ver el número, notó que era desconocido, tal vez lo llamaban para alguno de los trabajos–. A lo mejor mi suerte está a punto de cambiar –dijo antes de contestar la llamada.
 
… … … … …
 
Había gran agitación en la sala de empleados, todo porque ese día habían iniciado su jornada laboral los cuatro jóvenes que habían postulado al limitado número de cupos disponibles que ofrecía aquel establecimiento de la capital. Si bien no había especificado la labor que quería desempeñar, la función de camarero que le asignaron no estaba del todo mal, sumado al hecho de que estaría trabajando en compañía de su amiga Cristina, una joven muchacha de no más de veinticuatro años, con quien había postulado al empleo. Además de ella, estaban su novio Sebastián, y el mejor amigo de éste, Francisco, que, si bien no los conocía personalmente, los había visto antes durante las entrevistas.
 
–Ustedes dos, Cristina y Alejandro, ustedes estarán asignados para trabajar en el segundo nivel y en el sector de la terraza –señaló el administrador, un hombre llamado Julio, de aspecto tosco y maneras poco elegantes, pero muy educado y cordial, tanto con sus trabajadores como con los comensales que visitaban su restaurant–, en tanto que Sebastián y Francisco atenderán aquí en el primer nivel.
 
Los cuatro jóvenes asintieron al unísono y luciendo sus impecables uniformes, abandonaron el lugar y se encaminaron a sus respectivos puestos.
 
–No estés nervioso –le dijo Cristina mientras subían las escaleras–, y si necesitas ayuda, solo dime y vemos cómo resolverlo.
 
–Gracias –los nervios no le permitieron decir más y lo demás que vio Cristina fue un intento de sonrisa que el chico dibujó en su rostro, haciendo que soltara una carcajada–. ¡No te rías!, o me pondré más nervioso de lo que ya estoy. Sólo espero que hoy no venga demasiada gente.
 
–Eso es muy relativo, ¿sabes?, a fin de mes siempre viene más gente ya que cuentan con dinero para gastar, o los fines de semana, en eso no hay mucha diferencia, y debes saber también que hay locales para todos los gustos –decía Cristina mientras miraba el menú; su experiencia laboral era mayor que la de su amigo a pesar de que no ser demasiado mayor–, por otro lado, este restaurant es bastante bueno así que no debe faltarle clientes.
 
–Debe ser por eso también que eran tan limitadas las vacantes para postular –comentó Alejandro.
 
–Puede ser.
 
–Solo espero que no venga demasiada gente y así podamos irnos temprano –suspiró el chico de pelo claro repitiendo el comentario anterior–, no quiero llegar tarde a mi casa.
 
–No te creo, es el primer día y ya quieres irte –Cristina estaba sorprendida con la actitud de su amigo; de seguro actuaba así porque nunca antes había trabajado, con todo sabía que era un buen muchacho y no fallaría en lo que tuviera que hacer–. En fin, quédate atento a las personas que lleguen, no hay que dar una mala impresión.
 
–Bueno –dijo resignado.
 
–Otra cosa y aunque no te guste, es mejor que vengan muchas personas porque así podrías ganar más propinas –finalizó Cristina guiñándole el ojo, y bajó las escaleras para dar un vistazo a los comensales que empezaban a llegar, dejando solo a Alejandro por unos instantes, los cuales él valoró enormemente pues ya no podría tenerlos hasta el término de la jornada.
 
–“¿En qué me metí?” –se preguntó, pero no alcanzó a responderse ya que Cristina volvió a aparecer a toda prisa, avisando que había llegado gente nueva que atender–. “Olvídalo, es hora de trabajar”.
Notas finales:

Como siempre, pueden dejar sus opiniones y comentarios sobre el capítulo, me gusta mucho leerlos.
Muchas gracias a todos los que siguen fielmente esta historia. Volveré tan pronto como pueda con la siguiente actualización. Hasta pronto.

El autor.


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