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Amarte es mi pecado por EvilQueen

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Magui perdió la cuenta de cuanto tiempo llevaba mirando el techo de su habitación. Eran alrededor de las 6pm y hacía ya dos largos días que no salía de la casa, todo después de la confrontación a su tío.

Tomó aire y se giró en la cama para quedar con la vista a la pared, cerró los ojos y pudo rememorar el momento ocurrido hace un par de días:

Steve la miró con los ojos desorbitados por la rabia “eres una insolente”, le dijo él para luego abandonar el cubículo y dirigiste hacia la sacristía dando grandes zancadas.

Magui corrió tras él. Le confesó que no necesitaba una respuesta, que ya lo sabía. Mencionó el cuaderno de su madre una vez que su tío paró en seco, pero aun le daba la espalda. Ahora el nerviosismo y la culpa le golpearon el pecho haciendo que sienta un vacío inexplicable y que lo que diría a continuación no saliera sin dificultad. Menciono, entonces, el reloj de bolsillo.

Steve giró sobre sus talones para mirarla. Tenía los ojos vidriosos, estos irradiaban un aura extraña, una mezcla casi equilibrada entre rabia y frustración. --¿Cómo te atreviste a hurgar entre mis cosas?

Magui solo contuvo la respiración, jamás había visto a Steve tan enojado. Ella se sentía terrible, no había caído de sus acciones hasta que tuvo en frente las consecuencias.

--Si ya sabías la verdad, no era necesario que vinieras a revolver la basura --dijo Steve volviéndole a dar la espalda-- Vete a casa Magui, solo vete.

Steve se fue dejando a la joven morena sola en el lugar. La culpa la volvió a azotar y se sintió una completa idiota. Maldijo repetidas veces su carácter impulsivo. Había lastimado al rubio, siendo que su plan original era ayudar. Todo le salió al revés.

El sacerdote llegó esa noche a su casa y Magui fue corriendo a su encuentro, quería pedirle perdón por su comportamiento, quería compensar su mal comportamiento. Pero Steve no se tomó el trabajo ni de mirarla, le dejó una caja con la cena en la mesa y se fue a su habitación.

Y así habían pasado esos días, Steve apenas le dirigía la palabra a la chica y se pasaba todo el día en la parroquia, mientras ella se castigaba en silencio por ser tan torpe e insensible.

Allí estaba entonces, tirada en su cama, como hacía todo el día desde la discusión con su tío. No volvió a tocar el diario de su madre, no quería encontrar nada más, tampoco practicaba su música, siendo que en poco más de 48hs tendría su primer show en vivo en la apertura del bar de Stark. Otra cosa que la preocupaba, pues el ingeniero no se había comunicado con ella ni para darle indicaciones. Tal vez ya no quería verlos más y Steve no quería verla más a ella. Se sintió sola y frustrada otra vez, una vez más la golpeaba esa soledad.

Pasó alrededor de una hora cuando el hambre le picó y decidió bajar a comer algo. Se sirvió un baso de leche y tomó unas galletas de la alacena. Se sentó en la mesa redonda de la cocina y notó que había un papel en esta. Era un recado de Steve con la lista del mercado. Magui rodó los ojos, podría haberle avisado y así, salía más temprano, pero ni para eso le dirigía la palabra.

Terminó lo que estaba haciendo y se dispuso a salir, de paso estiraría las piernas. Pero debía apurarse porque comenzaba a ocultarse el sol.

 

 

--¡Wilson! --gritó Steve al ver a su amigo atravesar el patio del convento.

El susodicho lanzó el bolso que llevaba al hombro y abrazó al rubio que había ido a recibirlo.

--¿Cómo estás, que te trae por aquí? --preguntó Steve al otro sacerdote recién llegado.

--Solo pasaba a ver a mi viejo amigo después de misionar por Sudamérica --dijo el moreno con una sonrisa en los labios --¿Cómo has estado tú, Rogers?

Steve negó con su cabeza, el hombre no era de los que se asentaban en un solo lugar, más bien iba por distintos lugares necesitados a llevar ayuda económica y la palabra de Dios como esperanza.

--No lo sé, amigo --dijo Steve mientras ambos se encaminaban hacia la habitación donde Sam Wilson se alojaría por los días que se quedara. --Todo se ha vuelto difícil desde que Magui llegó. Magui es mi sobrina, ¿recuerdas que te hablé de ella? --Sam asintió --bueno, el punto es que estoy pensando en pedir el traslado.

--¿Traslado? --Sam miró a Steve sorprendido por la decisión. --Tienes a cargo la parroquia desde hace más de diez años, y este es tu hogar.

Steve solo se encogió de hombros ante lo que el otro le decía.

--¿Tan difícil está? --preguntó Wilson-- Digo, ¿le cuesta adaptarse o algo así?

--No es eso, es que… --Steve pasó una mano por su cabello en señal de frustración-- es complicado --dijo mientras el otro dejaba el bolso sobre la cama.

Sam miró a Steve, lo notaba raro. Conocía a ese chico desde hacía dieciséis años, cuando comenzaron juntos su carrera de teología en el seminario de la capital. Sabía que había algo que no le estaba diciendo, pero no lo presionaría a hacerlo. Entendía que la vida de papá era complicada y que esto era nuevo para el rubio, más difícil aún con una adolescente a cargo.

--De todos modos, no creo que me vaya. --dijo Steve mientras se recostaba sobre el lado de afuera de las enormes puertas de madera del convento, mientras Sam permanecía sentado con la espalda sobre la pared. El moreno amaba el aire libre y no se podía tenerlo mucho tiempo encerrado, pero tampoco podía sacarlo más lejos de la puerta-- La gente del pueblo me tiene estima y no puedo dejar sola a Peggy con todo. --continuó Steve al recibir solo una mirada como respuesta --Además, están Wanda y Pietro. Ellos nos dejaron prácticamente su vida en nuestras manos, no podría fallarles. No dejaría que otra de sus figuras adultas los decepcionase, sobre todo a Wanda. No podría dejarla sola.

Sam asintió ante aquello, conocía la historia de los gemelos --¿Cómo está ella?

--Se recupera con cada día que pasa --admitió Steve-- planea dar los votos este año y tomar oficialmente los hábitos --dijo con cierto orgullo.

--Ojalá sea así. Dios bendiga a esa niña y la limpie de todo lo que ha vivido.

Steve asintió y lanzó un largo suspiro, se cruzó de brazos. Posó su vista en la calle, eran alrededor de las 8pm, la noche prometía ser bastante fresca a pesar de ser pleno verano, aunque unas nubes oscuras amenazaban con precipitar más tarde.

Como si fuera burla del destino, de todos los vehículos que pasaban por esa calle principal tuvo que prestarle atención a uno en particular. Un auto deportivo, extremadamente lujoso pasó a toda velocidad por delante de la parroquia, pero a Steve le pareció que se movía en cámara lenta. En él iba Tony al volante, pudo divisar un par de lentes oscuros tapando los ojos café del castaño. El ingeniero sonreía de una manera sincera que lo hacía suspirar, pero solo hasta que notó que aquella risa no le pertenecía, sino a quien estaba sentado a su derecha, un hombre que no pudo distinguir mucho debido a los segundos que los pudo contemplar fueron efímeros.

Sintió una presión fuerte presión oprimirle el pecho, y de pronto esa sensación fue dejando paso a una gran curiosidad.

Pasó una mano por su cara, “ya me parezco a Magui”, pensó mientras meditaba si hacer o no eso que pasaba por su mente.

--¿Steve? --la voz de Sam lo hizo volver-- ¿por dónde andabas?

--Solo pensaba, ya es tarde, debo irme a casa.

--Okay --dijo el otro levantándose para despedir a Steve-- Trae a la Magui mañana, quiero conocerla.

--Lo intentaré --comentó Steve sabiendo que tal vez la chica se negaría.

Subió a su auto y comenzó el trayecto a la casa. Iba con la mente en otro lado y siquiera se detuvo a pensar cuando por impulsó evitó la curva que lo llevaba a su vecindario y tomó el camino hacia la zona céntrica del pueblo. Solo iba con la vista al frente y el pensamiento en llegar a la casa de Stark que ni notó cuando por una de las veredas pasó su sobrina a las risotadas con un joven platinado.

Eran alrededor de las 7:15pm. Magui se encontraba en una de las góndolas del mercado buscando la mermelada de arándanos que Steve le había encargado, era la ultima cosa en la lista y luego podría volver a casa a seguir lamentándose en su habitación por sus estúpidas decisiones. ¡Si solo encontrara la maldita mermelada!

--Hey --dijo una voz a su lado haciendo que se girara para asegurarse que ese saludo fuera dirigido a ella-- Tu eres la amiga de Wanda… Magui, ¿no? --dijo el chico que recordaba haber conocido días atrás.

--Sí, tu eres el hermano de Wanda… --dijo Magui haciendo una larga pausa intentando recordar --lo siento, no recuerdo tu nombre --dijo haciendo un gesto culposo.

--Auch --expresó el chico-- es Pietro.

--Sí, así era. Lo lamento, no es nombre muy común por aquí.

--Tampoco lo es Magalí.

Magui sonrió, el chico tenía un punto. Aunque le pesara no había forma que ganara la razón, el chico era más atento que ella y punto. Mientras sonreía no pudo evitar volver la vista buscando aquel producto que le faltaba.

--¿Qué buscas? --preguntó Pietro mirando en la misma dirección que la chica.

--Mermelada de arándanos --confesó ella-- creo que se las tragó la tierra.

--O tal vez necesitas buscar otro ángulo--dijo él levantando la vista

--¿a qué te refieres, Tadashi Hamada?

El posó uno de sus dedos en el mentón de Magui para su sorpresa y lo levantó para que viera los estantes de arriba.

--La concha de la lora --Expresó al notar que en los últimos estantes también había mercadería; y no cualquiera, era la que ella necesitaba.

El chico negó con la cabeza mientras chasqueaba con su lengua-- A tu tío no le gustaría que uses ese lenguaje --Magui lo miró extrañada.

--¿Entendiste lo que dije?

--No, pero las groserías se detectan en cualquier idioma --rió el platinado.

Magui suspiró y se abstuvo de golpear al chico por burlarse, o por lo menos hasta que lo vio como su escalera humana.

--¿Y bien? --preguntó ella cruzada de brazos

--¿Y bien qué?

--¿Me alcanzaras el frasco?

--Solo si me aceptas ir por unos batidos al salir.

Magui lo miró sorprendida, la estaba invitando a tomar algo… de una manera muy rara. Pero eso estaba haciendo.

--¿Qué? Son 7:30, de aquí que salgamos serán alrededor de las 8. Es muy tarde. --dijo ella de manera rápida para evitar el rechazo incómodo.

--Será solo un ratito, luego te acompaño a tu casa.

Magui lo meditó, no estaba tan mal hacer algo diferente, la verdad que se aburría a horrores en su casa y si regresaba no haría otra cosa que lamentarse por notar que Steve la evitaba, así que asintió. 

--Está bien --dijo ella.

El chico sonrió triunfal y se dirigió a tomar el frasco de los estantes más altos. Pero, para sorpresa de Magui, se agachó y corrió algunos de los otros frascos de distintos sabores que ella ya había revisado. Del fondo de la góndola tomó la dichosa mermelada de arándanos y se la enseñó.

--Otro ángulo --dijo al darle el tarro a Magui, quien estaba con la boca abierta por el timo en el que había caído.

--Eso no lo vi venir.

 

 

Steve se encontraba en su auto en diagonal a la mansión de Tony. Admiraba la inmensidad de la casa que poseía el ingeniero en aquel pequeño pueblo, y se reprochó no haberla notado antes.

Había llegado hacía unos segundos, la pareja recién había bajado del vehículo y por primera vez pudo ver al neurocirujano que ahora llevaba a Tony de la mano.

Yo no vi las flores marchitar

Ni ese frío en tus ojos al mirar

No, no vi la realidad

Me ibas a dejar

 

Entraron a la casa sin siquiera percatarse que el auto que los había seguido se había detenido a solo unos pocos metros. Para Steve, verlos fue un golpe enorme, no se sentía preparado para saber a Tony al lado de alguien más. Sí, sabía que era un gran conquistador por las noticias, pero para él esos solo eran cuentos de chismosos. Ahora lo veía con sus propios ojos y eso lo destruía.

Dicen que la vida, baby, no es como la ves

Para aprender hay que caer

Para ganar hay que perder

Lo di todo por ti

 

No entendía porqué estaba ahí. Era masoquista seguir los pasos de aquel castaño, debía dejarlo ir, así como Tony lo había dejado ir a él.  Pero no podía, era más fuerte que su voluntad para salir de allí y dejar de lastimarse. Tenía que seguir viendo.

Notó la luz de la sala prenderse y pudo divisar a Tony acercarse a la ventana para abrir las cortinas.

Lloré y lloré y juré que no iba a perderte

Traté y traté de negar este amor tantas veces, baby

 

Sonrió inconscientemente cuando distinguió el cuerpo de su castaño, pero esa sonrisa se fue al pozo cuando el otro hombre alto, delgado y con destellos canosos en el cabello abrazó por la espalda a Tony y lo hizo girar para poder besarlo.

Si mis lágrimas fueron en vano

Si al final yo te amé demasiado

Como yo, como yo nadie te ha amado

 

Tony respondió a este acto tomando al hombre por el cuello y acercándose más a él. Se veía feliz, se veía tranquilo. Sonreía al lado de ese tipo y Steve no pudo hacer nada, solo se quedó estático viendo la escena que lo asesinaba lentamente.

Cada hora, una eternidad

Cada amanecer, un comenzar

Ilusiones nada más

Que fácil fue soñar

 

Respiró entrecortado y bajó la vista rápido cuando notó que el beso de esos dos se volvía cada vez más apasionado y demandante. No pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas y que estas comenzaran a caer trazando un recorrido hasta su barbilla.

Puso el auto en marcha y se retiró del lugar, demasiado daño se estaba haciendo para continuar observando.

Las lágrimas le seguían nublando la vista mientras conducía de regreso a casa y a eso le sumaba la lluvia tupida que había comenzado a caer. Todo en su contra. Debía ser castigo de Dios por haber pecado, por haber flaqueado e ir corriendo a la casa de Tony sabiendo que él tenía a alguien más.

La vista se le volvió a nublar, y esta vez no se fue cuando frotó la manga de su camisa contra sus ojos. Ahora era culpa de la lluvia que no dejaba ver nada.

Tantas noches de intimidad

Parecían no acabar

Nos dejamos desafiar

Y hoy nada es igual

 

Estacionó al costado de la calle sobre la angosta banquina. Volvió a frotarse los ojos con las manos temblorosas y no pudo evitar volver a llorar al recordar la imagen que había presenciado. No solo se castigaba con esa imagen, sino también creando una en la que ese hombre recién llegado era él abrazando a Tony, solo él.

Encendió el stereo buscando una distracción y comenzó a sonar la playlist que Magui había dejado descargada.

Maldita lista de canciones y maldita Magui por tener la razón siempre. Él no hacía otra cosa que mentirse a sí mismo.

Sé que en verdad el amor al final siempre duele

No lo pude salvar y hoy voy a pagarlo con creces. Oh, no

 

Golpeó el volante del auto reiteradas veces en un intento desesperado de calmar su agonía, pero nada resultaba. Solo le quedó llorar, de una forma sonora y amarga. Subió sus pies al asiento del auto y abrazó sus rodillas para luego esconder su cara en el hueco que quedaba entre estas y su pecho.

Extrañó tanto a Anna en ese momento, ella lo calmaba cuando la tristeza y la desesperación lo inundaba. Le decía que todo saldría bien y que había solución.

--Lo siento, hermana. Esta vez no hay solución. --exclamó elevando su vista al cielo-- Ya no sé qué hacer, no se hacia dónde correr. 

Si mis lágrimas fueron en vano

Si al final yo te amé demasiado

Como yo, como yo nadie te ha amado

 

Perdió la noción del tiempo mientras estuvo hecho un ovillo dentro de su auto. De seguro era tarde, debía volver a casa o preocuparía a Magui en vano.

Sacó su celular del bolsillo, eran las 10pm y no había rastros de una llamada de Magui. Supuso que no lo llamó por la distancia que habían tomado. Sonrió al preguntarse cual de los dos era más orgulloso.

De nuevo las imágenes de Strak lo atacaron y con ella llegaron las lagrimas para recordarle que aún no se había secado.

Colocó la llave del auto y la giró para ponerlo en marcha, pero por respuesta solo obtuvo un sonido ahogado seguido de la falta de respuesta del motor. Probó varias veces hasta que fue inútil y solo dejó de intentar.

Lanzó un grito de frustración y miró hacia adelante. Notó algo no había visto antes, estaba oscuro. Movió la perilla de las luces de su auto y no obtuvo respuesta. Maldijo una y mil veces cuando cayó en la cuenta: las luces prendidas, el stereo, la luz de adentro para poder verse en el espejo al limpiarse el rostro; había agotado la batería de su vehículo y este ahora no tenía fuerza para arrancar.

Esta vez la pasión ha ganado

Y por eso sigo esperando

Como yo, como yo nadie te ha amado

 

Golpeó de nuevo el volante con más fuerza aún. Esto era un castigo, no tenía duda de aquello. Solo quería paz y la fuerza divina no parecía querer cumplirlo.

Tomó su chaqueta del asiento trasero y decidió volver a su casa caminando, la caminata lo ayudaría a pensar.

Usó la chaqueta como paraguas, pero solo por un par de cuadras de los 2km que restaban para llegar a su vecindario. Después, dejó que la lluvia lo empapara para que esta se mezclara con sus lágrimas.

Estaba furioso, triste, lleno de celos. Nada podía quitarle la rabia que le carcomía el cuerpo entero y el llanto que raspaba en su garganta.

Lloré y lloré y juré que no iba a perderte

Traté y traté de negar este amor tantas veces, baby

 

Llegó a casa alrededor de las 10:30pm. Se sentía mal, como embriagado. No podía pensar claramente. Se dirigió a su habitación, directo a la biblioteca. De la cajita escondida detrás de sus libros tomó el viejo reloj de bolsillo que contenía su secreto. Sentado en el piso lo abrió y acarició la fotografía que este contenía para luego apretarla contra su pecho.

Si mis lágrimas fueron en vano

Si al final yo te amé demasiado

Como yo, como yo nadie te ha amado

 

Así, bajó de nuevo a la sala, se sentó en el sillón y se recostó con el reloj aun en su pecho. Las imágenes volvieron atormentarlo y el llanto se hizo presente de nuevo. Se sentía tan desorientado y el malestar lo golpeaba; tanto, que no notó que estaba completamente solo.

Se sumió en un sueño profundo de repente sin soltar el objeto que llevaba entre sus dedos.

Esta vez la pasión ha ganado

Y por eso sigo esperando

Como yo, como yo nadie te ha amado

 

 

--Mierda --exclamó la pelinegra en un sobresalto

--Eso sí lo entendí --dijo Pietro apoyando los codos en la mesa

--Son casi las 11 de la noche.

--Sí

--¡Steve va a matarme! --le gritó ella, el chico parecía no entender.

Habían pasado un lindo momento. Hablaron de su vida, de los viajes del chico, de la nueva vida de Magui; nada demasiado privado, recién se conocían, pero podían admitir que se llevaban bien. Todo muy lindo, pero era hora de volver.

La lluvia ya había cesado así que decidieron caminar, no estaban muy lejos de la casa. En el trayecto siguieron conversando, pero esta vez Magui no podía dejar de imaginar la cara de Steve cuando ella pasara a esas horas por la puerta, y de verdad la asustaba.

Cuando llegaron al portal Magui se detuvo para despedirlo y él la miró directo a los ojos, eso la incomodó un poco.

--¿Quieres que pase y te excuse con tu tío? --preguntó el muchacho-- Al final, tu demora es mi culpa.

--No, no --dijo ella haciendo señal de alto con la mano-- seguro Steve está furioso, no me imagino como se pondrá si te hago pasar.

El chico rió --Está bien --dijo dándole un beso en la mejilla-- Nos vemos, Rogers.

Magui quedó algo sorprendida por el contacto y tuvo que sacudir levemente la cabeza para volver en sí.

--Torres Rogers --corrigió ella mientras Pietro se alejaba sin oírla.

Suspiró y volvió la mirada hacia la puerta.

--Mami, si me escuchás, hacé que Steve no me mate. --imploró Magui al cielo para luego abrir la puerta.

 

Se adentró en la casa de a poco y vio hacia todos lados esperando la salida de su tío de cualquier parte de la casa. Nada de esto pasó, es más, notó que estaba todo apagado. Esto le pesó, muy dentro suyo esperaba que Steve la regañara, eso demostraba que se había preocupado. Pero no, tal era la indiferencia que siquiera notó que ella no estaba. Un poco cabizbaja se dirigió a la cocina y dejó las compras, por suerte no había nada que necesitara cadena de frío. Se dispuso a guardar las cosas en la alacena creyendo a Steve en su dormitorio.

Entonces escuchó un ruido extraño, un murmuro que más bien parecían palabras mezcladas con ronquidos.

Se asustó un poco, pensó que tal vez había un intruso en la casa, por lo que tomó la escoba como arma y se dirigió a la sala.

--Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre --susurraba de manera rápida y agitada aquella voz, como si le faltara el aire.

Magui frunció el ceño, ¿Qué diablos estaba pasando?

--¿Steve? --preguntó esperanzada de que sea su tío y no un maleante mientras prendía la luz de la sala. Entonces lo vio.

--¡Steve! --gritó acercándose al cuerpo tendido en el sofá.

El rubio continuó rezando de manera desesperada en lo que Magui se acercaba. Estaba ojeroso, sus ojos eran de color rojizo debido al llanto y el sudor frío cubría su cuerpo. Sentía frio y un extraño dolor en todo el cuerpo que no lo dejaba encontrar posición cómoda.

--¿Qué rayos te pasó? --comentó Magui arrodillándose a su lado y posando el dorso de su mano en la frente de su tío. --Estás volando en fiebre.

La morena se iba a incorporar, pero Steve apretó su mano con fuerza.

--No te vayas, Magui --sollozó-- no quiero volver a estar solo. No puedo soportarlo. Perdóname por todo, solo no te vayas.

Magui tragó saliva con dificultad, la fiebre lo hacía vulnerable, pero este Steve no estaba alucinando, estaba siendo sincero. --Hey --lo tranquilizó ella-- no me iré a ningún lado. Somos una familia ahora ¿Recuerdas?, tu me lo dijiste, nunca más volveremos a estar solos.

--Mientes, incluso mi familia se fue --susurró el rubio-- todos me dejaron.

Magui suspiró, no había sido decisión de nadie morir, era lógico. Pero podía entenderlo, ella también se sentía abandonada a veces.

Se separó de Steve y se dirigió al botiquín que había en el baño. Tomó el termómetro digital que había en él y corrió hacia el sofá de nuevo.

Vio a Steve revolverse por el dolor que la fiebre debía causarle y se sintió desesperada, quería ayudarlo, pero no sabía cómo.

--A ver --le dijo-- debo verificar tu temperatura, levanta el brazo.

Steve hizo caso con un poco de dificultad, pero lo hizo. Magui colocó el termómetro y bajó el brazo de su tío sosteniéndolo para que no se moviera.

--Estas empapado --dijo con cierta cara de asco por el sudor.

--Tengo frio --comentó el rubio en voz baja y con sus ojos cerrados, no podía mantenerlos abiertos mucho tiempo porque los parpados le pesaban.

--Ya te traigo una manta solo déjame ver esto --dijo al momento que el aparato sonaba indicando que había cumplido su función.

Los ojos de la chica se abrieron como platos cuando vio el numero: 39.2 °C

Ahora sí estaba en pánico, había leído una vez que las personas podían morir por fiebre muy alta, no quería eso. Ni siquiera se le cruzó por la cabeza que podía estar exagerando, solo empezó a caminar en círculos mientras Steve seguía revolviéndose en el sofá y se quejaba sonoramente.

--¿Qué hago, que hago, que hago? --dijo mientras pensaba en las posibilidades.

No lo pensó más, tomó el teléfono y le marcó.

Los segundos mientras el teléfono anunciaba el tono se le hicieron eternos, pero por fin escuchó una respuesta del otro lado de la línea.

--Soy yo, Magui --comenzó a decir la chica de manera agitada-- créeme que no te llamaría a esta hora si no fuera una emergencia, pero… --dijo con su voz entrecortada --tengo miedo, no se como ayudarlo.

“Cálmate, voy para allá”, le dijo quien estaba al teléfono antes de colgar.

 

Magui corrió a la puerta una vez que escuchó que llamaban a esta. Abrió y se encontró con la mirada expectante de Tony.

--Gracias por venir, está en el sofá. --dijo ella una vez que el hombre entró.

Eran alrededor de las 12:15am, ya no había nadie en la calle, por lo que el castaño pudo llegar rápido.

Se adentró en la sala de la casa y vio a Steve temblando, totalmente empapado tapado con una manta que ya se había humedecido debido a las prendas mojadas del rubio.

--Tiene mucha fiebre, no sabía que hacer. Perdón por… --Magui no pudo continuar porque Stark la interrumpió con una sonrisa cálida.

--No importa, hiciste bien en llamarme.

Tony se acercó lentamente a Steve, Posó sus labios en la frente húmeda del rubio para sentir bien la temperatura corporal. Estaba ardiendo, eso era preocupante.

Steve abrió lentamente los ojos al sentir el calor sobre su frente y sonrió.

--Tony --susurró el sacerdote

El castaño sonrió ante aquello y pasó sus dedos por el cabello de Steve entreverándolo.

Miró a Magui, quien observaba la escena desde el marco de la entrada de la sala.

--Ve a llenar la bañera con agua tibia --dijo Tony en modo imperativo-- debemos bajarle la temperatura.

Magui asintió y corrió hacia el baño para cumplir aquella orden,

Tony volvió a mirar a Steve, este lo observaba con sus ojos entrecerrados y una sonrisa estúpida en su boca. Tony supo por sus prendas mojadas y sus zapatos llenos de lodo que había estado debajo de la lluvia y esa era la razón de la condición en la que se encontraba ahora.

--Que irresponsable eres, Rogers --le dijo acariciándole la cabeza.

Steve tomó una de las manos de Tony y la apretó con fuerza. Levantó su mano libre de manera brusca y dejó caer todo el peso de esta en la mejilla del castaño intentando acariciarlo.

Tony rio ante esto y tomó la mano de Steve para después besarle la palma con sumo cariño.

--Lo siento, Tony --susurró el rubio provocando que el otro se estremeciera-- siento todo el daño que te causé.

Los ojos de Tony se cristalizaron, iba a decir algo, pero fue interrumpido por la voz de Magui que le avisaba que el baño ya estaba listo.

Se incorporó junto al sofá y volvió a mirar a Steve.

--Debes pararte, hay que tomar un baño.

Steve se sentó en el sillón y sonrió sin perder su mirada somnolienta.

--¡Si!, --exclamó levantando sus bazos en señal de triunfo-- ¿hace cuánto no hacemos eso? --dijo dirigiéndose al castaño.

--Ahre --logró decir Magui totalmente incrédula de lo que acababa de escuchar.

--No juntos, idiota --gritó Tony con sus mejillas de un color casi carmesí.

Steve hizo un puchero mientras Tony lo ayudaba a levantarse y a subir las escaleras para llegar al baño.

--Hay desvestirlo --dijo el castaño.

--Aquí te dejo solo --comentó Magui-- no quiero traumas permanentes por ver a mi tío desnudo, además --siguió diciendo ella sin pensar-- no hay nada que no hayas visto ya.

Tony la miró con una ceja alzada por aquel comentario. Y fue recién ahí que la morena cayó en la cuenta de lo que había dicho.

--Digo, porque tu eres hombre. --aclaró rápidamente.

--Ajá --dijo él con cierto dejo de sarcasmo-- Entonces ve a preparar el cuarto, algo de ropa y busca en el botiquín algún antifebril. --le ordenó.

Magui asintió haciendo un saludo marcial y se dirigió a buscar todo lo requerido.

Tony negó y se giró de vuelta al interior de aquel cuarto, desvistió al rubio que tiritaba de frio y decía incoherencias; y lo sumergió en la bañera.

 

--Pásame la ropa --exigió Tony mientras le extendía la mano a la joven desde el otro lado de puerta que se encontraba entreabierta.

Magui obedeció y espero unos minutos hasta que la puerta se volvió a abrir dejando ver a Tony salir junto con su tío, el cual se veía un poco mejor.  

La chica amagó con guiar a Stark hasta la habitación de Steve, pero este sabía perfectamente donde ir, obvio.

Lo recostó en la cama y lo tapó con sus mantas; tomó la capsula antifebril y se la dio a tomar junto con un baso de agua.

Steve seguía adormilado y algo ido, pero la temperatura había bajado.

Tony se acercó a la puerta donde estaba Magui, y le pidió un paño empapado en agua helada para colocárselo al rubio en la frente.

--Tony, no te vayas --imploró el enfermo mientras se revolvía en la cama.

Tony lo miró con la cabeza ladeada y sintió mucha ternura por él. Quería correr hacia él y decirle que no se iría nunca, que estaría siempre a su lado, pero no pudo porque el rubio volvió a emitir palabra

--¿Pa’ que me curaste cuando estaba herido, si hoy me dejas de nuevo el corazón partido? --canturreó en un susurro.

El sonido de la risa Magui inundó la habitación, no pudo aguantar la carcajada por más que lo intentó. Tony rodó los ojos con frustración, ahí iba el bello momento anterior.

--Ve por lo que te pedí --dijo Tony mientras ella intentaba parar de reír-- Y por favor, aléjalo de tu playlist.  

Magui asintió sin poder dejar la risa; pues, al volver el recuerdo, volvía la carcajada.

Eran casi las 3am, el bostezo de Magui a su lado hizo que notara la hora. Steve por fin había conciliado el sueño y su temperatura bajaba de manera exitosa. Solo debían repetir el medicamento cada ocho horas.

--Ve a dormir, bonita --le dijo susurrando para no despertar a Steve.

--¿Y tú que harás?

--Me quedaré aquí hasta que se mejore un poco más y luego iré a casa.

--Okay --volvió a bostezar la chica-- solo avísame cuando te vayas.

Tony asintió y la chica se dirigió a dormir un rato al menos.

Magui frotó sus ojos cuando despertó y se estiró para combatir la pereza. Giró sobre su cama y vio la hora: 8am. Saltó de la cama pensando en que Stark debió haberse ido hacia un buen rato y ella no lo había notado. Corrió hacia la habitación de Steve, lo vio durmiendo tranquilo y eso la alivió un poco. Igual no había señal de Tony.  

Bajo las escaleras dando un largo bostezo al momento que su nariz olfateo un exquisito aroma a café recién preparado.

--Buen día --saludó Tony entregándole una taza de café con leche.

--Pensé que ya no estabas --dijo ella observando la taza que tenía ahora en las manos.

--Si gustas me voy --Tony señaló la puerta e hizo el amague de salir.

--No --exclamó Magui-- en realidad es genial tenerte. Gracias por todo, de verdad no sabía a quien llamar.

--No hay problema --le sonrió el castaño-- ahora desayuna tranquilo. Iré a ver al dormilón de tu tío. --dijo para salir de la cocina dejando a Magui sola.

La castaña sonrió mirando su taza. Esa mañana, el lugar tenía una energía diferente, la energía de Tony. Se sintió de repente en su casa, con sus padres, haciendo vida de familia. Extrañaba a horrores esa sensación, pero esto se le asemejaba y mucho.

El castaño volvió a bajar mientras ella lavaba las tazas que se habían utilizado.

--Aun duerme. --dijo Stark al aire sin esperar ninguna respuesta.

--¿Dormiste en el sofá?

--Sí, tomé unas mantas limpias y me recosté allí.

--Si me hubieses avisado, habría abierto la habitación de mamá. --se lamentó ella.

Tony le dijo que eso no era de importancia y que había dormido bien, tenían un sillón muy cómodo. Luego, le pidió un favor a la morena:

--¿Irías hasta la parroquia a avisarle a Peggy que Steve no irá hoy?, que busquen quien de la misa de esta tarde.

--Por supuesto.

--Pero lleva paraguas, amenaza con volver a llover --gritó Tony desde la cocina.

--Sí, mamá --respondió ella tomando un paraguas del perchero que estaba al lado de la puerta para después salir de la casa.

Tony sonrió y negó con su cabeza acercándose a la entrada. Esa vida de familia le agradaba, era interesante.

Giró sobre sus talones y sonrió aun más al notar la imagen de un Steve sobre la escalera, recién levantado, con su cabello revuelto y los botones de la camisa del pijama desprendidos.

--¿Tony? --preguntó Steve confundido. Su voz rasposa solo agigantó más la sonrisa del castaño.

--Buen día --le dijo.

Sí, Tony perfectamente podía acostumbrarse a esto.

Notas finales:

Holis!! Feliz domingo, ahre xD

Espero que les haya gustado y si fue así comenten y dejenme saber su opinión. Por suerte no tarde tanto como esperaba, pero la cosa es que se me vienen los examenes y se me complica más y más actualizar. 

La canción me parece que no hace falta aclararla, pero por las dudas. Es: Como yo nadie te ha amado de Bon Jovi... (si harbé cantado esta canción a los gritos mientras lloraba como Steve), tiempo pasado. 

Glosario: El "ahre" los argentinos lo usamos cuando queremos rematar algo, ya sea un chiste malo, alguna verdad que duele y querés alivianar o un momento incomodo como es la situación de Magui. 

Por cierto, sigo buscando una Magui, y creo que ya la tengo. Si no encuentro alguna que me convenza más se las presento en el próximo cap.

Desde ya, gracias por leer!! Besitos, besitos. Chau, Chau!


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