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Amarte es mi pecado por EvilQueen

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El sonido del timbre de la casa sacó a ambos de sus pensamientos, Magui miró a Tony con el ceño fruncido, se supone que nadie vivía en esa casa, ¿Quién iría de visita? Tony le ordenó permanecer en la habitación mientras él bajaba a ver de quien se trataba.

Y así lo hizo, bajó las escaleras y se dirigió a la puerta. En la parte del hall de la casa había un espejo de medio cuerpo cubierto de polvo, Tony pasó una mano para limpiarlo y así poder ver su estado antes de recibir a quien llamaba a la puerta. Estiró su remera para que no luciera tan arrugada y acercó más el rostro a su reflejo. Tenía los ojos rojos debido al llanto. No había nada que pudiera hacer contra eso así que abrió de todas formas.

Se encontró con la figura de Steve con su brazo extendido apoyado en el marco de la puerta y el otro a la cintura. La cabeza gacha, la cual levantó al notar que la puerta se había abierto. Tony quedó petrificado, estaba viviendo un déjà vu.

Al sacerdote le pasó de manera similar. Recorrió el cuerpo de Tony con su mirada como si su mente hubiese regresado en el tiempo. Hace dieciséis años, lo hubiese empujado hacia adentro de la casa y lo hubiese besado contra la pared de la sala hasta que el cuerpo de ambos pidiera aire a bocanadas. Pero en este momento eso era imposible, tendría que conformarse con erguirse y comenzar a hablar.

--Iba a buscar a Magui a tu casa, pero vi el auto en la entrada y supuse… --Steve hizo una pausa al notar que estaba hablando demasiado rápido-- ¿Ella está aquí?

Tony asintió y lo hizo pasar. Steve no sabía si esperar en la sala o seguirlo en su rumbo por la escalera. El castaño lo miró desde unos escalones más arriba de forma interrogante.

--¿Vas a venir o te vas a quedar ahí todo el día?

Steve sintió como los músculos del cuerpo se le contraían debido a aquella frase que pretendía ser inocente. Él sabía perfectamente que no era así, pues, otra vez la sensación de dèjá vu le traía recuerdos no del todo correctos.

Lo siguió por la escalera hasta la habitación donde supuestamente estaba su sobrina. No podía dejar de revivir momentos que no quería, pero le era remotamente imposible, pues esa casa guardaba más de su historia que ellos mismos.

Magui escuchó la voz de su tío cuando este entró a la casa y como si la llevara el viento recogió las fotos del suelo y las volvió a guardar en el sobre blanco que Stark les había asignado. Se llevó los dedos a los ojos, estaban ligeramente hinchados y afiebrados por haber llorado.  Los frotó un poco en un intento inútil de que volvieran a la normalidad, pero no podía hacer nada más. Iba a salir del cuarto, pero escuchó a los dos hombres que subían por las escaleras en dirección a donde ella estaba, por lo que decidió esperar sentada en la cama.

--¡Tío! --exclamó la morocha con una sonrisa inocente al ver a Steve--, ¿qué haces aquí?

--Vine a buscarte, es hora de regresar a casa.

Magui saltó de la cama y se dirigió a buscar su mochila que estaba tirada en alguna parte de la habitación. Steve, por su parte, miró atentamente cada rincón de aquel lugar que tan bien conocía, lo recorrió con melancolía mientras los recuerdos volvían a atacarlos. Posó los ojos en las patas de la cabecera de la cama, notó algo en el piso junto a estas y se acercó. Los colores se le subieron al rostro cuando lo hizo, esa cama seguía allí, exactamente igual que hace años atrás y eso le movía los recuerdos. Prácticamente podía escuchar en su cabeza el ruido del respaldo chocando contra la pared debido a los movimientos que él y Tony ejercían.

Tragó saliva intentando pasar aquel recuerdo sin complicaciones y se agachó en busca de lo que antes había visto, una foto. 

Magui, ya con su mochila, levantó la vista hacia Tony. El hombre estaba totalmente rígido mientras Steve miraba el contenido de la imagen.

Steve sonrió --¿aun conservas estas reliquias? --si las miradas mataran, seguramente Rogers ya estaría bajo tierra. Ambos pares de ojos marrones se posaron en él con furia, ¿de verdad así se refería a los recuerdos de ellos juntos?

Magui negó con la cabeza y Tony apretó la mandíbula y le quitó la foto de las manos de manera brusca. La imagen los mostraba a ellos dos sonriéndole a la cámara como si de amigos se tratase, no era muy comprometedora pero igual quería alejarla de las manos de Steve.

--Son importantes para mí, Rogers. Yo no te digo nada de tu reloj de anciano, eso si es una reliquia --sin quererlo, el castaño había golpeado bajo.

Steve posó su vista en esos ojos castaños que lo miraban fijamente. Sonrió al notar que estaba ligeramente enojado, no podía negar que ver al castaño furioso le parecía encantador y en cierta forma lo encendía.

--Ejemm… --carraspeó Magui cuando notó que los dos llevaban mirándose más tiempo de lo que era normal--. ¿No que ya era hora de irnos?

--Si --contestó Steve sin separar la vista de Tony-- Será mejor que nos disculpes, Stark.

--Sí, los acompaño --dijo Tony guiándolos hasta la salida.

Tony le sonrió a Magui y la despidió con total cortesía. Luego extendió la mano para hacer lo mismo con Steve. El religioso aceptó el saludo. Muchos dirían que fue una despedida fría pero el cosquilleo de las manos de ambos no decía lo mismo.

Magui miró fijamente a su tío, el cual, le sostenía la mirada desde el otro extremo de la mesa hacía ya un tiempo largo. La chica lo notó, pero intentó dejarlo pasar porque sabía lo que venía. Llevó un bocado, dos, tres. Hasta que ya no pudo más.

--Deja de mirarme así --dijo Magui soltando los cubiertos contra plato generando un ruido metálico molesto.

--¿Se puede saber qué hacías en la antigua casa de Stark?

Magui se aclaró la garganta antes de hablar con el objetivo de ganar tiempo para pensar una respuesta.

--Él quería enseñarme su casa de la infancia --le dijo.

Steve la miró con una ceja alzada, esa vista celeste fija en ella le informaba que no le creía nada. El sacerdote apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó sus manos para hablarle a su sobrina con el tono más sereno y, al mismo tiempo, estremecedor que pudo.

--Repito --dijo ladeando un poco su cabeza-- ¿se puede saber que hacías en la antigua casa de Stark?

Magui suspiró, supo que el rubio ya sabia leerla a la perfección y que ninguna mentira serviría.

--Le pedí que me contara sobre ustedes.

Steve dejó caer sus brazos sobre la mesa en señal de molestia provocando un chillido gracias al movimiento de los platos por el golpe.

--Creí pedirte que no te metieras.

Magui no dijo nada, solo bajó la mirada. Quería evitar el tema a toda costa porque sabía que Steve se molestaría, pero ya que lo habían sacado no pudo evitar esbozar la pregunta que le rondaba en la cabeza.

--Lo sé, pero… Al carajo, te lo preguntaré sin rodeos --dijo ella cambiando el tema de manera brusca.

Steve la miró con el ceño fruncido debido al lenguaje que ella había utilizado.

--¿Dejaste a Tony porqué el abuelo Joseph los descubrió?

Él se alejó un poco de la mesa y su mirada sobre ella no dejó de irradiar molestia.

--No se que te haya dicho Stark --le dijo luego de un momento--, pero yo elegí lo que soy hoy.

--Pero te veías tan feliz con él --insistió Magui.

--Tal vez, pero oí el llamado de Dios y me consagré a una vida de celibato, castidad y pobreza.

--Pero no es lo que quieres --contestó ella en un tono más cebero

--Ya te dije que sí lo es --respondió Steve en el mismo tono-- ¿Qué tengo que hacer para que me creas?

--Creértelo tu mismo.

Steve la miró sorprendido, eso había sido duro y ella no parecía querer dar el brazo a torcer.

--No quiero que pases tu vida siendo miserable porque crees que amar a otro hombre es pecado --expresó ella con su voz ya temblorosa.

--No creo que el amor entre hombres sea pecado --dijo ante la sorpresa de la morena--. Muchos en el clero nos hemos expresado a favor de las relaciones homosexuales.

--¿Entonces qué es? --interrogó Magui.

--Es lo que ya te dije, Magui. Hice mis votos, no puedo romperlos por una tentación.

Magui lo miró molesta y retiró el plato, de repente ya no tenía hambre. Steve solo observó las acciones de su sobrina y suspiró.

--Además --volvió a decir él ganándose de nuevo la atención de Magui--, ¿qué sería de mi si dejo el habito? Para esto me preparé toda mi vida, esto soy.

Magui ya no le dijo nada, no hay ciego peor que aquel que no quiere ver. Pero ahora podía intuir por donde pasaban las dudas de su tío.

 

 

Tony llegó a su casa esa noche con el corazón en la mano. No se sentía bien, revolver los recuerdos sumados a la indiferencia de Steve para con este le daban jaqueca. Solo quería tomar un trago y dormir toda la noche. Pero esos no eran los planes de su pareja.

--¿Dónde estabas? --preguntó el doctor una vez que su novio cruzó el umbral de la puerta.

--Llevé a Magui a su casa --dijo-- me demoré hablando con Ste… con el Padre Rogers.

--Parece que te llevas muy bien con ese padrecito ¿eran amigos o algo?

--Éramos cercanos, sí --dijo mientras se tiraba en el sillón.

Stephen lo miró de mala manera, ya le estaba molestando que Tony estuviera tan cerca del sacerdote todo el tiempo. Él era solo suyo y se lo demostraría.

--Tengo una idea --dijo acercándose a donde Tony estaba sentado y agachándose para quedar a su altura-- ¿por qué no te arreglas y vamos a cenar?

Tony lo miró con desgano, le verdad era que no quería hacer eso. Pero desde que Strange estaba en pueblo no habían salido nada más que a desayunar y a la apertura del bar. No habían hecho nada como pareja.  

--Está bien --dijo luego de suspirar-- espérame, me voy a poner más guapo de lo que soy.

Stephen sonrió y le dio un beso casto en los labios. Tony se sintió mal después de esto. Por más que quisiera sentir algo, por más que deseara esas mariposas en el estómago, nada de eso ocurría cuando estaba con él.

 

Se alistó al igual que lo hizo Stephen y se dirigieron a un comedor lujoso de la capital. Pidieron una mesa sobre la ventana para tener vista a la calle y esperaron a ser atendidos. Uno de los mozos llego con la carta en sus manos, se las extendió y los dejó solos mientras elegían. Ambos pidieron salmón ahumado con su respectiva guarnición y Stephen ordenó un vino Malbec roble marca Reliquia.

Tony no pudo evitar sonreír, la vez que había probado ese vino fue cuando Nicolás Torres lo trajo desde Argentina. Fue en una cita doble de esas que solían tener a escondidas, él con Steve y Anna con su pareja. Había probado ese vino con desconfianza de la copa que Steve le convidó y lo había relamido de los labios del rubio una y otra vez durante toda la noche.

Cerró los ojos al recordar aquello, pero tuvo que obligarse a volver en sí. No quería que su novio lo notara ido e iniciara un interrogatorio. No era algo que pretendiera contarle, ni ahora ni nunca.

Comieron casi en silencio mientras que, a Tony, cada vez que se llevaba a la boca ese vino seco se le movía el suelo donde se encontraba.

--Tony --lo llamó Stephen haciendo que levantara su vista del plato para verlo--, quiero que sepas que esta invitación no es una casual.

Tony frunció el ceño intentando entender las intenciones del contrario.

--Tiene tiempo que esto ronda mi mente y ya no puedo mantenerlo más --dijo Strange.

“¿Qué?”, se preguntó Tony mentalmente.

--Hace casi año y medio que llevamos construyendo lo nuestro y creo que ya es hora --continuó Stephen.

“Oh no”

--Nos llevamos bien, congeniamos y nos queremos lo suficiente como para dar el siguiente paso --dijo tomando las manos de Tony ante la mirada atónita del susodicho. Luego buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó una cajita de color negra. Tony ya no tenía duda de lo que venía.

“No, no, no. Por favor, no”

--¿Quieres casarte conmigo? --preguntó dejando ver unas alianzas de oro con ambos nombres grabados por dentro.

 

 

Eran alrededor de las 6pm cuando Tony llegó a su casa. Se encontró con Stephen sentado en la barra de la cocina bebiendo té mientras leía un libro. Strange le sonrió y le ofreció hacerle un café, lo que Stark aceptó.

Se levantó y preparó el café para su pareja en lo que pensaba como abordar el tema. Decidió simplemente no darle más vueltas al asunto.

--¿Pensaste en la propuesta? --preguntó mientras le entregaba la taza.

Tony lo miró, no sabía que responderle.

 

La noche anterior había quedado petrificado luego de la pregunta de su novio. No estaba preparado para eso, ni se imaginaba lo que estaba por venir. Todo lo había tomado por sorpresa y ahora estaba ahí, con la boca entreabierta por la sorpresa como un completo idiota. Se obligó a decir algo, pero es que no podía, no le salía nada. Notó que algunas personas los estaban mirando expectantes a la respuesta que él daría, ahora se sentía incluso más presionado. Pensó que era un juego, una vil broma del destino. Se pasó toda la cena pensando en Steve y venía su pareja a pedirle casamiento. Eso era cruel, irónicamente cruel.

Tragó saliva. Stephen lo miraba expectante esperando una respuesta. Tenía que hablar.

--De-dejame pensarlo --balbuceó. Genial, no era la mejor respuesta. Ahora quería golpearse el rostro por idiota.

--¿Qué? --preguntó Stephen incrédulo. Pestañeó seguido como si intentara asimilar lo que Tony había dicho y volvió a tomar la palabra-- Quiero decir, está bien. Puedes pensarlo todo el tiempo que quieras, amor --dijo para después tomar una de sus manos y besarla.

A la mañana siguiente, Tony evitó a Stephen lo más que pudo. Se pasó la mañana hablando por Skype con la CEO de su empresa, Pepper. La cual lo puso al tanto de todo lo ocurrido y le adelantaba los nuevos proyectos en los que trabajaría la empresa. Eso y la organización de cuando se verían para cerrar algunos tratos lo mantuvo entretenido para no tener que hablar del tema casamiento. Hasta la palabra le daba escalofríos.  Luego de almorzar, se excusó con Strange y se pasó toda la tarde en el bar, supuestamente resolviendo problemas de instalaciones, los cuales eran inexistentes. La verdad era que no quería enfrentarse con la realidad. Pero ahora allí estaba, Stephen otra vez exigía una después.

 

--Tony --otra vez esa voz lo sacó de su bucle-- ¿pensaste en la propuesta?

--Yo…

--No quiero presionarte ni nada, solo quier…

--Sí --contestó Tony muy confiado.

--¿Sí, qué?

--Acepto casarme contigo.

Stephen sonrió de forma amplia y besó a Tony en los labios.

Stark, por su parte, sentía una guerra interna entre su razón y su corazón. Sabía que esos besos no le generaban nada, pero también era consciente de que Stephen lo apreciaba, lo quería bien y que había estado a su lado por mucho tiempo. También sabía que se entendían y que podrían llevar perfectamente un matrimonio estable e incluso, algún día, formar una familia. Y algo que también sabia era que, por más que le doliera en el alma, la persona a la que en verdad amaba era inalcanzable y jamás amaría como lo hizo con él. Era inútil seguir buscando, mejor era lo seguro, lo estable.

Se casaría con Stephen Strange

 

 

Los besos de Strange se volvían cada vez más profundos y demandantes y Tony no se sentía ni con ánimos ni con fuerzas de seguirle la corriente. Se sobresaltó y notó que debía pararlo cuando el doctor se abrió paso con las manos debajo de su camisa, intentando convertir los besos en algo más íntimo.

--No --lo detuvo Tony alejándose del agarre de su, ahora, prometido--. Tengo que volver al bar --mintió para poder escapar-- discúlpame.

Strange lo miró extrañado, recién había llegado. Pero no dijo nada, solo le sonrió. Tony buscó las llaves de su auto, se despidió y se encaró camino a la salida.

--Retomaremos esto cuando vuelvas --le dijo el doctor en tono sugestivo.

Tony solo se limitó a sonreírle y salir. Strange, por su parte, se quedó tranquilo. No le importaba que carajos fuera a hacer Tony, era obvio que no iría al bar. Pero no le importaba porque muy pronto sería suyo, solo suyo y de nadie más.

 

 

Condujo sin rumbo por todo el pueblo durante aproximadamente dos horas. No quería pensar en nada, ni hablar con nadie. Por un momento, pensó en llamar a Pepper, ella era su persona de confianza, su gran amiga, pero ni incluso ella sabía su historia con Steve. Seguro le aconsejaría casarse con Strange porque no sabía nada del amor de su pasado y él quedaría aun más mareado por el consejo de su amiga.

Daba vuelta por las calles de manera errante mientras su cabeza pedía a gritos un respiro, ya no quería pensar más que era conveniente o que era lo que realmente lo haría feliz, igualmente ya tenía la respuesta y esta era imposible.

Pasó por la parroquia y, como quien no quiere la cosa, miró hacia adentro. Era hora de la misa y la gente estaba dentro de la iglesia escuchando al sacerdote predicar sobre la palabra de Dios.

Lo pensó un momento que le pareció eterno, pero tal vez hacerlo, desahogarse era algo que necesitaba.  Estacionó en la esquina y se dirigió hacia el templo, supuso que por la hora ya estaría terminando, pero entró Igual.

Se sentó en uno de los últimos bancos, sobre el lado del pasillo que lleva al altar. Allí pudo divisar a Steve elevado en el púlpito predicando para todos los fieles y devotos. No pudo evitar sonreír ante la vista. Se veía tan perfecto, tan puro, como si ningún mal terrenal lo alcanzase y no pudo negar que, incluso con esa horrible sotana se veía hermoso.

--En el mundo en el que vivimos está muriendo --la voz fuerte y varonil de Steve se alzaba de manera imponente por todo el salón, haciendo que cada musculo del cuerpo del castaño se estremeciera--, lo matan las guerras, lo mata el odio, lo mata la ansiedad de poder --continuó el sacerdote mientras recibía asentimientos con la cabeza de parte de sus súbditos.

--Lo destruye la avaricia, la intolerancia, la mentira… --Steve continuó mirando las caras de todos los presentes. Y no fue hasta que chocó con ese par de ojos café que se dio cuenta de la presencia de Tony en el lugar-- lo destruyen los actos humanos. Pero hay algo que damos también los humanos que puede vencer todo lo anterior nombrado --prosiguió Steve sin apartar su vista del castaño--: El amor.

Tony se removió un poco en el asiento, Steve aún le mantenía la mirada.

--En su primera carta a los Corintios, San Pablo nos dice: “Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada” --Tony fue el que desvió la vista, no podía seguir así.

--“Hagan todo con amor”, nos aconseja “porque el amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor --Steve suspiró un momento deseando que esa mirada castaña vuelva a verlo, y así fue. Entonces prosiguió--. Y es así, como el apóstol Pablo nos promete cosas maravillosas a quienes amamos, porque está escrito que “ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes aman.

Tony sonrió y Steve también lo hizo de vuelta. Stark no sabía cuanta falta le hacia esa curva en los labios del rubio, pero cuando la obtuvo y cuando entendió que era por él, se sintió un hombre completo.

 

 

La misa terminó luego de aquel discurso que Tony difícilmente olvidaría. Steve se retiró una vez terminada y todos los fieles se dispusieron a salir. 

Tony permaneció sentado en el lugar donde estaba por un tiempo, no pretendía irse hasta hacer lo que se había propuesto.

Levantó la vista y sonrió cuando divisó a Steve caminando por el pasillo hacia donde él se encontraba. Notó que ya no llevaba la sotana, iba con las manos en los bolsillos de aquel pantalón negro que le quedaba a la perfección y arriba traía puesta una camisa del mismo color prendida hasta el ultimo botón finalizada con el infaltable alzacuellos. Y de este, colgaba el también indispensable rosario de madera.

--¿Qué te trae por aquí, Tony? --preguntó Steve sentándose a su lado--. Pensé que esto no era lo tuyo.

Tony dejó escapar una risita, eso era verdad --No voy a mentirle, padre. Creo que necesitaba aferrarme a algo.

Steve lo miró con el ceño fruncido.

--¿Está todo bien?

--Mmmh no lo creo --musitó el castaño. Steve lo miró intrigado debido al momento que se había tomado Tony para continuar-- quisiera confesarme.

El rubio elevó una ceja y lo miró incrédulo. Luego negó.

--No creo que sea lo correcto

--Pero se supone que es tu deber para con el prójimo, ¿no?

--Sí, pero… --Tony lo miró suplicante-- está bien --dijo levantándose y señalándole al castaño el camino hacia el confesionario. Steve suspiró de forma pesada, presentía que se iba a arrepentir de esto.

Tony se abrió paso tras la cortina roja que lo encerraba en ese cubículo tan estrecho y luego se sentó a la espera de que el sacerdote le de la orden de comenzar.

Steve corrió aquella membrana que tapaba la rejilla de madera que los separaba. Imitó el acto de Tony y también se sentó para después hacer la señal de la cruz siendo copiado por el castaño.

--Cuéntame que te agobia --le dijo con su mirada gacha. Siempre evitaba el contacto visual cuando ofrecía aquel sacramento, hacía que las personas pudieran abrirse más y no se cohibieran--. Te escucho.

Tony suspiró antes de comenzar. El no buscaba redención ni el perdón de nadie. Solo quería desahogarse, quería que Steve supiera lo que sentía.

 

Hablo por mí, no hablo por dios

sé que me escuchas latir

te hablo de ti, de este dolor

es imposible vivir sin tu amor

--Desde que tengo uso de razón, he tomado decisiones muy malas a lo largo de mi vida --comenzó diciendo-- he pasado por malas amistades, malos hábitos, vicios… --Steve lo escuchaba con una mano sobre sus ojos en señal de meditación-- pero creo que esta es la peor decisión que tomé en mi vida.

--¿A qué te refieres? --preguntó el sacerdote con tono suave.

--Mi pareja me prepuso matrimonio --Steve levantó la vista de golpe y la posó sobre los ojos del castaño--, y yo acepté.

El semblante del sacerdote cambió se forma bruza a uno más duro. Su rostro ya no irradiaba la serenidad que tenía minutos atrás más bien demostraba enfado, disconformidad y frustración.

Tuvo que tragarse esos sentimientos que se le agolparon de repente en forma de nudo en su garganta. Debía continuar con esto y ser sincero con Tony.

 

Si pudiera abrazarte

en mis sueños besarte

y en silencio poderte decir

--Pero esa es una buena noticia --le dijo con el tomo más tranquilo que pudo fingir-- No hay pecado en esa acción.

--Si lo hay --Steve negó, ya no quería seguir escuchando--. No estoy enamorado de él.

--¿Por qué lo aceptas a él entonces?

--Porque mi verdadero amor es uno imposible --respondió acercándose hacia el tejido de madera que los dividía--. Amarlo es literalmente un pecado.

 

Lo juro, lo juro por dios

bendito tu cuerpo

bendita esta sensación

nadie tiene la culpa

no pidas disculpas amor

Steve le sostuvo la mirada un momento, los ojos de Tony estaban cristalizados y le suplicaban piedad, que terminara con el dolor que sentía por no poder tenerlo.

--Es suficiente --dijo Steve negando-- no entiendo con qué necesidad haces todo esto.

--¡Perdón! --para Tony ya era inútil contener la lagrimas-- perdón por haberte amado, perdón por seguirlo haciendo, perdón por interferir en el plan divino que Dios tiene para ti.

--Ya basta.

--Esta es la verdad, Rogers. Aunque te pese.

 

Hablo por mí y no hablo por dios

sé que me escuchas latir

hablo de mi soledad

hablo de esta tempestad

Steve lo miró molesto. No solo estaba furioso con la situación, no solo estaba enojado con Tony, sino también con él mismo, porque en el fondo sabía que él le pasaba igual.

Sin decir nada más, el rubio salió del cubículo donde estaba. Se propuso a alejarse de allí e intentar desaparecer. Pero eso era imposible. Tony, por su parte solo pudo relajarse y echarse a llorar de manera amarga, ahí iba su ultima carta. El adiós al amor de su vida.

Steve se detuvo a medio camino, lo escuchó llorar. En la inmensidad de la iglesia vacía ese sonido amargo parecía penetrarle directamente el alma. Sintió el peso de sus malas decisiones otra vez sobre la espalda. Se supo entre la espada y la pared.

 

Es imposible vivir si no estas

si pudiera tocarte y en mis brazos amarte

y en silencio poderte decir

Llevó sus manos a su cabelló en un claro acto de frustración, no podía gritar, pero quería hacerlo. Quería correr de allí y no volver a enfrentar la situación, pero algo lo mantenía clavado al piso. ¿Debía irse?, ¿debía volver y pedirle perdón?, ¿debía abrazarlo y quedarse con él? De repente lo supo y sin pensarlo más lo hizo.

 

Lo juro, lo juro por dios

bendito tu cuerpo

bendita esta sensación

nadie tiene la culpa

no pidas disculpas amor

Tony se desplomó sobre el asiento de ese cubículo, no estaba listo para salir porque se sentía devastado. Había oído a Steve irse hace un momento, lo había dejado ahí solo como si lo que le acababa de decir no le importara ni un poco.

Quería golpearlo, hacer que reaccionara, que vuelva a ser el mismo de cuando eran adolescentes. Pero no podía, mucha agua había pasado bajo el puente. Aunque sí podía insultarlo y destrozar todo en la sacristía, donde seguro se encontraba, para así calamar su enojo. Eso haría, se puso de pie para salir, pero otra vez oyó pasos acercarse. Se quedó quieto y expectante. Se sobresaltó cuando Steve corrió la cortina roja de terciopelo que los dividía.

El rubio lo miró, Tony tenía sus grandes ojos marrones brillando debido a las lágrimas, se sintió más que culpable y quiso curar el daño que le había causado. Fue entonces que se adentró en ese cubículo obligando a Tony a retroceder hasta chocar contra la pared para que ambos cupieran dentro. Steve tomó con sus manos el rostro del castaño y sin más vueltas le tendió un beso que hizo que este se estampará aún más contra el final del confesionario.

 

Te lo juro, te lo juro por dios

bendita esta confesión

un amor imposible un amor invencible

nuestro amor prohibido

 

Steve se tomó todo el tiempo que pudo para saborear los labios del castaño. El beso, aunque sorpresivo, comenzó lento y tranquilo, pero iba subiendo su intensidad a medida que Steve caía más en la ebriedad de ese sabor que hacía mucho tiempo no probaba y le fascinaba. Tony no opuso resistencia en ningún momento, ni cuando su cabeza chocó ligeramente contra la madera del confesionario ni cuando la lengua húmeda del rubio se abrió paso dentro suyo explorando de manera demandante toda su cavidad. Y fue él quien, una vez que se separaron a falta de aire, tomó al rubio del cuello de la camisa y lo volvió a besar antes que se le escapara.

Las manos del sacerdote viajaron desde las mejillas de Tony hasta su cuello. De allí, migraron por todo el pecho del castaño de manera lenta hasta llegar a sus caderas. Steve lo movió para acercarlo más a sí y una vez que logró su cometido llevó sus manos hasta sus nalgas y las apretó con fuerza.

 

Ya no puedo más, háblame de amor

dime que dicen mis ojos

déjame llegar a vos a tu corazón

a tu paraíso de pasión, de pasión

Un gemido salió de la boca de Tony, ese fue el detonante que se llevó lo poco de cordura que quedaba de ambos.  Steve llevó sus labios hacía el lóbulo de la oreja de Tony mordiéndolo un poco y después bajó hacia su cuello lamiendo y besando cuanto podía. Succionó la piel intentando dejar marca, la huella de su paso por ese cuerpo. Ejerció fuerza sobre los muslos del otro levantándolo y obligándolo a rodearle la cintura con las piernas.

El desequilibrio fue tal que, para no caer fuera del cubículo, Steve se vio obligado a sentarse haciendo que Tony quede sentado a horcajadas sobre él.

Si el espacio donde se encontraban no hubiera sido tan reducido, tal vez hubieran encontrado otra posición y eso no se les hubiese salido tanto de control. Tony imitó el acto de Steve al dejarle marcas en cuello antes de desprender un poco la camisa del rubio e iniciar un recorrido de pequeños mordiscos hasta su hombro. Casi por inercia y sin notarlo, Tony comenzó a mover sus caderas de manera lenta obteniendo un gruñido de parte de Steve, quien había llevado ambas manos a los costados del castaño para acompañar esos movimientos.  

Tony lo volvió a besar y sonrió.

 

Te lo juro, te lo juro por dios

bendita esta confesión

un amor imposible un amor invencible

nuestro amor prohibido

--Te extrañé tanto --dijo en un susurro--, tanto.

Eso pareció hacer volver al sacerdote a la realidad y caer en la cuenta de lo que estaba ocurriendo.

--No --dijo con su voz ronca-- esto está mal.

Bajo a Tony de encima suyo y se fue ante la mirada atónita de Stark.

El castaño pereció intentar procesar lo que pasaba por un segundo, pero no perdió más tiempo y lo siguió.

El religioso se dirigía a la puerta que comunicaba la iglesia con el convento dando grandes zancadas mientras se acomodaba la camisa.

--¡Steve! --gritó Tony haciendo que este parara en seco.

Steve se giró para recibir lo que Stark tuviera que decirle, estaba en todo su derecho de estar enfadado. Pero no pudo aguantarlo y dando otra vez grandes pasos se acercó hasta él y lo volvió a besar. La escena de esos dos hombres besándose frente al altar solo fue presenciada por la vista del Cristo crucificado, el cuál sería el único testigo del pecado del Padre Rogers.

--Perdón --le dijo Steve a Tony una vez que se separaron--. No te mereces esto --acarició el rostro del castaño con cariño y le secó la lágrima que amenazaba con caer de su rostro--. Pero esto está mal, yo no puedo amarte. Va en contra de mi promesa.

--Pero…

--No, Tony --interrumpió el rubio--. Vete y sé feliz --esta vez las lagrimas se apoderaron de él también--, cásate con él y sean felices --le dijo antes de retirarse dejando a Tony solo.

Tony vio a Steve alejarse sumamente agobiado, Sentía muchas cosas menos la plenitud que pensó que volver a tenerlo tan cerca le traería. Elevó su vista a la deidad en la cruz que se alzaba sobre él y lo miró con recelo. Podía competir contra cualquier hombre, pero por más escéptico que fuera, no podía competir contra un Dios.

 

Notas finales:

Hola!!! pedón por desaparecerme!! Fue culpa de los Oscars y de la emoción por los 4 premios que Marvel ganó. 

Espero que les haya gustado este capitulo, si fue así haganmelo saber en los comentarios y así estar al tanto de que les va pareciendo, si lo continuo o mejor me dedico a otra cosa jajaja

Bueno, sin más que decir, nos leemos pronto!


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