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LA BESTIA por Artemisa Fowl

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CAPÍTULO 61

—Enséñame a leer.

Aysel había aparecido un día afuera de su habitación con un libro titulado “Historia de la magia moderna: Tomo I” y le había pedido a Max con el gesto serio, el mentón desafiante y la mirada decidida que le enseñará a leer. No le dijo que era una orden de Zwein o que le interesaba conocer el contenido de ese libro en particular, simplemente se plantó frente a él y se lo pidió con la misma naturalidad con que un niño les exige a sus hermanos mayores que jueguen con él.

El problema era que Aysel era un Familiar y las Bestias tenían prohibido leer y escribir.

Si descubrían que Aysel sabía leer podrían ejecutarlo y a él enviarlo a prisión.

Se lo explicó con mucha calma y le preguntó si entendía las implicaciones, Aysel ladeó la cabeza y sonrió de manera burlona.

— ¿Tienes miedo?

¡Oh, si, claro que lo tenía! Pero el tono infantil y tendencioso del joven vampiro le recordó al de sus amigos, bromista, alegre… ¿infantil? Y fue la primera vez que se permitió ver al Familiar de su Maestro como algo más que una poderosa Bestia o un torturado Familiar, sino un chico de dieciséis años al que le había tocado vivir en un mundo demasiado injusto y complicado.

—No lo tengo— contestó fingiendo indignación.

Y Aysel sonrió y su expresión alegre le pareció lo más bonito del día. en ese momento Max comenzó a verlo menos como el Familiar de su Maestro y más como un amigo, uno poderoso e inquietante.

El hermano de su Madre y Tio de Max, Alphonse era un hombre viejo y apacible que vivía solo a las afueras de la capital, rodeado de un puñado de sirvientes y un par de Centauros que la familia Real le había dado hacía muchos años como recompensa por sus servicios con la condición de que no los usará para fines comerciales. Era un médico retirado especialista en la magia del agua, había poseído sólo un Familiar en toda su vida, una Sirena qu+e había muerto hacía más de quince años y desde entonces no había vuelto a tomar ninguna otra Bestia ni a practicar la medicina. Jamás se casó, ni tuvo hijos y los rumores decían que la Sirena Nimpheida había sido su “Compañera de Vida”, pero temeroso de perder su reputación como médico y principal fuente de ingresos jamás se atrevió a confesarlo en público.

Alphonse era el Tio favorito de Max, a causa de los viajes sus padres lo dejaban al cuidado de otros familiares durante largas temporadas desde que su más tierna infancia y aunque nadie se atreviera a decirlo en voz alta, todo mundo creía que él no tenía ningún talento en particular, no era especialmente atractivo, ni inteligente o manejaba más de algún elemento, sólo era un chiquillo escuálido que a todos les agradaba. Pero su tio Alphonse nunca lo hacía sentir inútil o estúpido, le decía que “él era un buen chico y que tarde o temprano encontraría su papel en el mundo”

— ¿Por qué quieres aprender a leer? — le preguntó Max a Aysel un día mientras repasaban el alfabeto.

El vampiro le miró un momento con seriedad antes de responder con gravedad.

—Quiero conquistar el mundo.

Segundos después rio antes su cara de alarma.

—Deseo ayudar a mi Maestro, comprender lo que él lee, no quiero ser un estorbo y él dice que las respuestas que otros hallaron antes que nosotros están en los libros.

Max tragó saliva desconcertado, descubrir al adolescente de dieciséis años capaz de bromear, reír e interactuar con el mundo oculto tras la poderosa Bestia era extraño.

— ¿Qué se siente ser tan guapo? — le hizo la pregunta una tarde en que cepillaban el pelaje de los Centauro.

—No lo sé, ¿qué se siente ser humano?

Para ese momento Max ya se había acostumbrado a las respuestas sarcásticas con que a veces le respondía Aysel, casi siempre venían seguidas de una contestación sincera, así que espero.

—Los vampiros somos conscientes de nuestro atractivo sólo cuando necesitamos usarlo, el resto del tiempo apenas nos importa. Si todos los que conocen son hermosos, ¿qué forma toma la fealdad? Zwein envejecerá, su piel se arrugará, su rostro se manchará, su cuerpo se encorvará y no será ni una sombra de lo que es y yo permaneceré casi igual, pero continuaré amándolo con la misma intensidad que ahora porque amo su esencia, no su exterior. Eso es algo que los humanos quizás jamás entiendan y que hace mucho la mayoría de las Bestias hemos comprendido.

Las diferencias entre Maestro y Familiar no podían ser más remarcables.

Aysel ansiaba conocer el mundo y pasaba tanto tiempo como le era posible al aire libre, Zwein parecía hastiado de todo y no salía de su habitación a veces durante días.

Zwein se entregaba a la búsqueda de conocimiento con una rigurosidad que rozaba casi en la histeria, Aysel absorbía la información con curiosidad y una sonrisa ávida en sus labios.

Aysel se expresaba con cada parte de su cuerpo, labios, manos, pies, ojos…incluso el sonido de su risa era una forma de comunicarse con el exterior, Zwein apenas tenía expresiones en público, sus ojos azules, helados, fríos, voraces criticaban, juzgaban, condenaban todo cuanto lo rodeaban.

 A Max se le daba bien hacer amigos, le era sencillo encontrar puntos en común con la gente y construir conexiones, pero había una barrera infranqueable entre Zwein y él qué no podía atravesar.

Casi llegó a temer las lecciones con su en otros tiempos amado héroe, Zwein le entregaba libros a diario y le pedía que leyera determinado número de páginas, párrafos, oraciones en voz alta mientras se sentaba a escuchar. Posteriormente debía hacer preguntas respecto a lo que acababan de leer, las que quisiera y sin importar si la respuesta parecía bastante obvia; si tenía alguna duda debía preguntar. finalmente, Max le daba un resumen hablado de los temas tratados. Al siguiente día Max repetía el mismo resumen y Zwein lo corregía sin amedrentarlo ni avergonzarlo antes de pasar al siguiente tema, día tras día los resúmenes se acumulaban hasta que el domingo se sentaban acompañados de bebidas dulces y pastelillos y conversaban de los temas tratados hasta el momento con la misma naturalidad que si Max fuera un hechicero perteneciente al Gremio. A lo largo de la siguiente semana Zwein realizaba preguntas al azar de los temas tratados en las anteriores semanas, si daba las respuestas equivocadas Zwein lo corregía y le pedía que volviera a leer la parte en donde había errado. No había exámenes, tareas, ensayos o trabajos prácticos, sólo lectura y preguntas; pero la sensación de que constantemente estaba siendo evaluado lo tenía siempre al límite de los nervios.

— ¡Estoy harto de esto, eres un terrible maestro!

—Zwein no es un mal maestro, tú eres un niñito estúpido e impaciente y un horrible alumno— le respondió Aysel desde su rincón.

Aysel siempre estaba presente en sus lecciones, sentado en una esquila con las piernas cruzadas y en el más absoluto silencio, a veces Max se olvidaba de su presencia, era la primera vez que hablaba.

—Yo estoy a cargo, Aysel— lo reprendió con suavidad Zwein.

—Es un chico lento, Maestro, pero no es malo, necesita que le expliquen las cosas con calma.

—Quizás tengas razón— Zwein sonrió con sinceridad y a Max vio por algunos segundos el chico dulce e ingenuo que alguna vez fue.

—Hablé con tu tio Alphonse antes, Max— empezó Zwein—. Él cree que eres un chico brillante y con un potencial desaprovechado, es obvio que el amor lo ciega. Tú no eres un genio Max, tal vez tampoco inteligente, pero nunca estúpido. En una escuela de Magia te tendrían tomando hasta diez horas de lecciones al día, yo en cambio las he reducido a cinco. Es obvio que eres inquieto, tenerte muchas horas sentado haciendo deberes no funcionará, mandarte a leer libros por tu cuenta tampoco, probablemente hojees un par de páginas y lo dejes. Estoy probando este nuevo enfoque antes de que pasemos a los ejercicios prácticos, todos los libros que te he dado a leer los he memorizado antes, te doy la información importante, una síntesis del texto y trabajamos sobre ese mismo. Después tienes todo el día para jugar, relajarte o lo que sea que hagas con mi Familiar mientras yo trabajo en mis proyectos. Escuchar información que hace mucho dejo de serme útil es tan aburrido para ti como para mí, pero me comprometí a hacer de ti un mago tan poderoso como sea posible. Probaremos este método un mes mas y si no funciona lo cambiamos… ¿de acuerdo? Ahora continuemos.

Max retornó a su lectura con el rostro colorado y la mirada avergonzada. Ni Zwein o Aysel volvieron a mencionar el tema más adelante.

Aysel aprendió a leer con extraordinaria rapidez y sus lecciones pronto se convirtieron en paseos por los jardines de su tio. Max le habló de la ciudad, las Diez familias, los Príncipes herederos, las fiestas, las facciones políticas, pero no recibió ninguna migaja de información a cambio ni del Vampiro o su Maestro.

Si planeaban iniciar una revolución se estaban tomando su tiempo y los días se sucedieron uno tras otro en una calma pacifica, casi idílica.

Su tio era respetuoso con los visitantes, pero no más; los sirvientes mantenían la distancia con su Maestro y Aysel, más les servían con silenciosa eficiencia.

Quizás esto habría continuado un largo tiempo o tal vez Zwein ya lo tenía planeado todo desde antes, pero la llegada de un visitante inesperado puso las cosas en marcha.


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