CAPÍTULO 75
Ellos eran poderosos, no existía criatura muerta o viviente que se atreviera a desafiar su autoridad, la magia fluía por sus venas con absoluta naturalidad y dominaban los cuatro elementos con la misma facilidad con que respiraban, su apellido, Jernigan hablaba de fuego y dureza. Pero Willian sabía que todo aquello no era más que una fachada, su Padre era un viejo decrépito dado a los berrinches y amante de los placeres, su Madre, una mujer tan simplona como cualquier campesina que ocultaba su mediocridad tras una fachada elegante y artística; sólo su hermana Elana, tan hermosa como retorcida, con una inteligencia tan prolífica como su encanto lo acompañaba en el mar de vulgaridad en que vivía.
Cualquier solicitud para tener una audiencia con un miembro de la familia real podía llevar semanas de espera, incluso meses; muchas veces dependía de su estado de humor. La idea de guardar las formas, seguir los protocolos y permanecer largas horas ejecutando el más aburrido de los papeles le daban ganas de asesinar a alguien y a veces lo hacía. En teoría sus padres deberían haber sido los encargados de dirigir tales audiencias, pero hace mucho que habían dejado tales aburridos protocolos en sus manos. Su hermana sólo las precedería si algún cotilleo en especial le interesaba, un casamiento inesperado, un hijo bastardo nacido fuera del matrimonio del que se pudiera sospechar fuera poseedor de éter, problemas con algún testamento y Willian amaba demasiado a Elana como para exigirle que hiciera algo que ambos detestaban con toda su alma.
— ¿Ya llegaron? – escuchó la extasiada voz de Elana desde su asiento, vestida con un hermoso vestido rosa tenía el aspecto de una nereida, un hada de los vientos, había trenzado su oscuro cabello con cintas y flores y saboreaba un melocotón con los dedos. Con sus dieciocho años tenía el aspecto de una niñita descubriendo las maravillas del mundo, pero Willian sabía que esos bonitos ojos grises habían visto y leído más secretos y horrores que muchas personas en toda su vida. Al igual que él y el resto de su familia no era más que una máscara y una monstruo deforme se ocultaba bajo el cascarón, pero a decir verdad no le importaba, era mejor que la otra opción: ser víctimas de su propio mundo—. ¿Por qué tardan tanto?
—La audiencia es a las dos, falta media hora.
—Todo mundo se presenta hasta tres horas antes. ¿Por qué ellos no?
—Zwein es una Bestia, Princesa— la puerta principal se abrió emocionando y decepcionando a Elana a partes iguales al descubrir que se trataba de una de las consejeras de su hermano, Kheira—. Desde que era un niño nunca le han gustado las reglas— les hizo una breve reverencia a ambos y fue a situarse detrás de la silla de Willian que en realidad era el trono de su Padre, el Rey Omac, Dirigente de Stigma, pero que él no veía más que como un mueble más.
A Willian le gustaban los masajes de Kheira, su inteligencia y la manera tan segura en que tenía de sostener los objetos y dirigirse a las personas; pero detestaba el orgullo tatuado en cada parte de su rostro, la forma indiferente con la que se comportaba ante todo el mundo, incluso su hermana y él, la familia real…sus helados ojos negros le decían cuanto los despreciaba e inferiores los consideraba. Ella misma no parecía ser consciente de este lado de su personalidad y por la misma razón, desconocía que hacer para complacerlos.
— ¿Traerá a su Familiar? — le preguntó Kheira tirando el hueso del melocotón donde un par de sirvientes se apresuraron a recogerlo y limpiar la costosa alfombra.
—El objetivo de esta audiencia es que lo acrediten oficialmente como un miembro de las Cien Familias— respondió Kheira revisando una carpeta con papeles—, y pueda iniciar el proceso para ser evaluado dentro de una categoría, es indispensable que lo traiga, el poder de su Familiar también necesita ser evaluado por si resulta insuficiente y desea hacerse de alguna otra Bestia en el futuro.
—Estoy segura de que es Diamante— decretó Elana señalando un tulipán en un jarrón que un sirviente se apresuró a darle—. Sólo un Diamante sería capaz de hacer el Brulanta magmo. ¿Tú qué opinas, hermano?
—No tenemos testigos que lo hayan presenciado directamente— objetó Kheira— sólo suposiciones de testigos.
—Leí el informe de los hechos, nadie más en ese barco habría sido capaz de invocar un hechizo de ese tipo y los Familiares que viajaban dentro de la nave eran todos de tercera categoría— repuso Willian mirándose una uña para no demostrar su interés—. Y un Dashure como histeria colectiva suena como todo un desafío, piratas habrían tenido más sentido. Sabemos que allí apareció un Dashure y que realizaron un hechizo prohibido, quizás tengamos dudas sobre quién lo hizo, pero yo creo que fue Zwein y su Familiar. Conozcámoslo, estudiémoslo y confirmémoslo. Confío en que tus inquietudes personales no interferirán en esto.
Disfrutó con la manera en que el rostro de Kheira se arrugó por un segundo, las emociones la embellecían, si Willian no estuviera tan seguro de que en la cama sus expresiones serían tan frígidos como sus masajes hace mucho que la habría convertidos en una de sus putas y quien sabe, quizás en algo más, una Compañera de Vida, una Esposa quizás…pero vivir junto a una mujer cuyo mayor talento era la superioridad, verdadera o fingida, se le antojaba asfixiante.
Tenía otros nueve consejeros a su disposición, pero la había elegido a ella precisamente porque Zwein era su hermano.
Los Apology, en otros tiempos una familia poderosa, no eran más que una sombra de lo que fueron armada con piezas rotas: un patriarca idiota, una madre loca, el hermano mayor, suave y amable, fiel al reino, la hermana mayor, con su inteligencia al servicio del estado, los gemelos, contrapartes de una misma moneda, uno demasiado débil y el otro con más poder del deseable y una hermana menor, tan hueca como bella.
Un leve toque en la puerta, un intercambio de murmullos entre los guardias y la pregunta a gritos de Elana.
— ¿Ya llegaron? ¿Han llegado? ¡Háganlos pasar de inmediato!
Willian le lanzó una mirada reprobatoria a su hermana, iba en contra del protocolo recibir a un visitante antes de la hora convenida, pero ya que el mismo compartía las inquietudes de Elana decidió pasar por alto esta pequeña parte de la etiqueta.
Le hizo una señal de conveniencia al guardia con la cabeza y la puerta principal de la sala de audiencias se abrió.