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LA BESTIA por Artemisa Fowl

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CAPÍTULO 50

El mar de arena le intimidaba, los primos de Max, expertos navegantes se burlarían si se los contará, pero no podía evitar sentir temor ante la más absoluta nada, esa era la tentación que experimentaba cada vez que se adentraba en aquel denso y profundo paisaje de arena. Allá afuera había criaturas capaces de destruirte en un parpadeo, seres que no existían más que en las leyendas.

Su Madre le sonrió para infundirle confianza, sentada al frente de la nave instruía a los tres Aborimon que habían llevado consigo en la pequeña barca que impulsada con el viento avanzaba a una velocidad constante. Se había cambiado su elegante falta y blusa de muselina por una camisa y un pantalón de algodón blancos, su cabello rubio normalmente suelto estaba recogido en un apretado moño, un par de arrugas se le veían en su hermoso rostro.

—Si están vivo los encontraremos— le repitió una vez más dándole un par de palmaditas en la mano.

Hacía tres días que buscaban a Zwein y su Familiar en el mar de arena.

La mayoría de los pasajeros se opusieron a la búsqueda, temerosos de encontrarse con algún otro Dashure o incluso una criatura todavía mejor, pero su madre, quien casi siempre se mantenía a la sombra de su Padre había impuesto su voluntad con determinación y soltura.

A la mañana siguiente declaró.

“Si continuamos con vida es porque ese joven Hechicero arriesgó su vida por los seres de esta nave y al parecer tuvo éxito. Como miembros del Gremio es nuestra obligación auxiliarlo y no permitiré que se socaven los principios de tan noble organización. Los buscaremos durante tres días y sino lo encontramos continuaremos con el viaje tal y como estaba planeado. Hablo en nombre del Capitán y como representante de la máxima autoridad es lo último que diremos sobre este tema”

Hoy era el último día de búsqueda.

La señora Allysa y el Señor Menashe los acompañaban, la primera con su joven hada de aspecto aniñado y el segundo iba solo, su Familiar, una sirena apenas podía soportar el viaje y permanecía todo el tiempo en su camarote, al ser un Mago especializado en la historia de hechizos que apenas dominaba un elemento además del éter, se consideraba a sí mismo un catedrático antes que un luchador. Y aunque había sido uno de los principales críticos de que Zwein llevará a su Familiar a la cena reconocía el valor del joven y su vampiro al enfrentarse a tal monstruo.

— ¿Viste algo, querida? — le preguntó la señora Allysa a su Hada apenas terminó de tomar un largo trago de agua.

La Señora Allysa mandaba continuamente a su Familiar a volar por los alrededores para que inspeccionará el terreno y les advirtiera de cualquier detalle o peligro. Hasta ahora sólo habían obtenido a un Familiar feliz de cumplir con los deseos de Ama, pero ningún otro resultado,

Pero en esta ocasión el hada asintió con fuerza y señaló hacia el Sur.

—No pude ver bien, pero el terreno parece diferente hacia aquella zona, queda en medio de unos riscos, hay menos arena y muchas rocas raras, me da una sensación extraña.

Max miró a su Madre quién ordenó de inmediato dirigirse hacia aquella área.

Se les acababa el tiempo, hoy era el último día, los encontrarán o no tendrían que abandonar la búsqueda.

Su Madre, una usuaria del viento trabajó junto a los Aborimon y aceleró la velocidad de la nave, envueltos en gruesas mantas para protegerse de los granos, el mar de arena se desplazaba entre sombras a su alrededor. De pronto la barca se detuvo, en un punto al azar el mar de arena se transformaba en piedras, las había de varios tamaños, colores y formas, blancas, rojas, redondas, puntiagudas, pero sobre todo abundaban las negras e irregulares.

—Ese hechizo está prohibido— exclamó entre sorprendido e indignado el señor Menashe apenas llegaron.

—No lo está— respondió la Señora Allysa bajando de la nave ayudada por su hada—. Y usted lo debe saber mejor que nadie. Entra dentro de la categoría Dorada por los pocos Magos que son capaces de realizarlo y deja en desventaja al noventa y nueve por ciento de los miembros del Gremio, pero no existe ninguna ley que lo prohíba y si tuvieron que utilizarlo significa que no tuvieron otra opción. Los rumores dicen que el joven Zwein es talentoso, pero si su Familiar no fue capaz de proporcionarle la magia necesaria o su lazo mágico no era lo suficientemente fuerte difícilmente sobrevivirían.

—Nos preocuparemos por los tecnicismos más tarde— declaró la madre de Max batiendo palmas—. Lo importante es encontrarlos.

Max pensó que su Madre era una mujer inteligente, no agregó “Vivos o muertos”

Se separaron para buscarlos más rápido.

Max no era un buen estudiante, ni un joven Hechicero talentoso, sabía que si tendría suerte y dejaba de lado sus sueños de revolución terminaría igual que su Padre, dirigiendo su propia nave de comercio y conociendo a todo tipo de personas y sus Familiares, sumido en una rutina que se le antojaba insoportable. No soñaba con la idea de encontrar a una mujer como su Madre y casarse, la criatura que él amaba, lo odiaba. Necesitaba liberarla, sólo de esta manera quizás ella lo perdonará, tal vez de esta manera Lina toleraría su existencia. Tendría que superar su estupidez innata, demostrar que podía ser algo más y si Zwein con todo en contra lo había conseguido, ¿qué se lo impedía a él?

Si Zwein moría sería como si los sueños de Max lo hicieran con él. No entendía que relación tenían, pero las cosas funcionaban de esta manera. Intuición, ¿quizás?

Max entró a la cueva. Hacía calor, pero observó a los cuerpos arrinconados en la sombra. Se llevó las manos a los labios para sofocar un grito horrorizado al ver el cuerpo destrozado que sostenía entre sus brazos a un inconsciente Zwein.

Tenía la mitad del cuerpo y rostro desfigurado por horribles quemaduras, la piel, sangre y pus le escurrían en una asquerosa mezcla hasta llegar al suelo, el rostro con forma vagamente humana era una masa gelatinosa sin el ojo derecho, nariz ni labios. Se disponía a gritar para pedir auxilio cuando la criatura le miró con su ojo violeta y abrió la boca, aunque ningún sonido salió, entonces notó los mechones violetas que le escurrían por el deformado cráneo.

— ¿Eres el Familiar de Zwein? — preguntó incrédulo de que se tratará del mismo exquisito vampiro que los acompañó en la cena hacía tres noches, ahora mismo le daban la impresión que habían pasado años desde esa noche.

La criatura asintió tan suavemente que apenas lo percibió.

Max se acercó hasta ambos y miró de cerca a Zwein, dormía profundamente, ajeno al horror que se desarrollaba a su alrededor.

— ¿Tu lo mantienes con vida?

Aysel asintió con la cabeza.

¿Cuánta magia debía tener en su interior para mantener dormido y a salvo a su Amo en tan lamentable estado? Un ser humano normal, Mago o no, estaría desfalleciendo tras haber pasado tres días y noches sin comida ni agua en el desierto y el aspecto de Zwein sino era saludable, al menos si estable.

Incluso con aquellas terribles heridas, el vampiro ponía por adelantado el bienestar de su Maestro antes que el suyo. No le importaba morir.

Max con quince años apenas podía comprender ese nivel de compromiso y afecto, pero no podía dejar que una criatura tan leal pereciera de una forma tan deshonrosa.

Se arrodillo al lado de ambos, se descubrió el cuello de tortuga y expuso su cuello.

—Bebe— le invitó.

Por muy liberales que sus padres fueran se horrorizarían si lo vieran ofrecerle su sangre a un vampiro, una de las bestias más peligrosas que existían, capaces de matar en cuestión de minutos con el simple hecho de beber sangre.

La criatura le observó con curiosidad a través de su ojo bueno, pero no hizo el menor movimiento.

—Tu nombre es Aysel, ¿cierto? Si no fuera por ti habríamos muerto, mi padre, mi madre y yo…Mereces vivir.

No necesito repetirlo.

El vampiro abrió sus resecos labios, clavó sus colmillos en su tersa piel y empezó a succionar con gravedad.

No dolió, tampoco lo excitó, en realidad apenas sintió un leve piquete similar a cuando te pinchas con una aguja.

Demasiado pronto a su parecer, la bestia se separó. Su aspecto continuaba igual de horrible, pero sus ojos brillaban con algo más que agotamiento, quizás curiosidad y…¿esperanza?. El vampiro observó a su Maestro en sus brazos y le señaló con la cabeza la salida de la cueva.

Max se acomodó se ajustó su cuello de tortuga, se levantó, estiró la mano con intención de acariciar al vampiro, pero la retiró en el último momento.

—Este será nuestro secreto, ni siquiera tu Maestro lo sabrá sino lo deseas.

Se puso de pie y salió corriendo en búsqueda de su madre.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, estoy medio feliz (sobretodo por haber terminado) de concluir esta parte de acción.

Es la primera vez que hago algo así, pero quería experimentar con la magia porque esto es fantasía y las descripciones me fallan mucho.

Como sea, lamento si aburrí a alguien, no fue mi intención, pero quiero que esto sea algo más que un fic tipo slave o hurt-comfort y entre que experimento un montón de cosas no si lo hago bien, mal o terrible.

Bueno, si han llegado por aqui...Gracias por leer, saludos...


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