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LA BESTIA por Artemisa Fowl

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CAPÍTULO 77

Las enormes columnas, los inmensos techos, las fuentes decoradas con hermosas Bestias de mármol en posiciones exóticas donde el agua corría libremente, los casi interminables jardines se extendían hasta donde alcanzaba la vista, todo estaba construido para sorprender a la vista, ni siquiera resultaba del todo grato, la monstruosidad y enormidad del lugar y cuanto lo decoraba resultaba chocante, aunque impactante. Zwein intentó no abrir la boca como un provinciano y luchó porque ninguna de sus emociones se filtrará en sus emociones, al menos Aysel se mostraba indiferente ante las maravillas que lo rodeaban, sus ojos refulgían con curiosidad y una pizca de asombro, pero más allá de esa sonrisa picaresca que últimamente decoraba su rostro apenas dejaba ver otra emoción.

Mostró quizás por décima vez la carta que lo avalaba como invitado y el Guardia les condujo con una pequeña inclinación a través de una serie de pasillos por los amplios recintos.

Recorrieron salones atestados de flores, cuartos vacíos, establos repletos de Centauros, jardines donde Hechiceros y Brujas de alta alcurnia paseaban o tomaban pastelillos y bebidas exóticas, se entretenían con juegos de mesa o deportes extraños, todo con tal de tener una pequeña oportunidad de encontrarse con algún miembro de la Familia real.

En realidad, no era la primera vez que Zwein era invitado al Palacio, de niño, siendo apenas un bebé sus padres debieron llevarlos junto a Deux, todos los niños producto de dos Magos, un Hechicero y una Bruja eran presentados a la Familia Real apenas la Familia se aseguraba que vivirían. Zwein no lo recordaba, supuso que en aquel tiempo nadie imagino que resultaría ser una Bestia Humana.

—Esperen aquí— el Guardia que les guio durante todo el camino les indicó cuando hubieron llegado a una sala desnuda. La esterilidad y vacío de la habitación debía resultar toda una afrenta contra cualquier otro noble, las paredes desnudas, el suelo sin alfombra, la ausencia total de mobiliario junto al techo de proporciones gigantescas capaz de empequeñecer la soberbia del más orgulloso de los visitantes.

Pero para ellos no significaba nada. Cuando conocías el infierno, cualquier otro sitio se convertía en el paraíso.

El Guardia, joven y gallardo, aunque poco atractivo les lanzaba miradas curiosas de tanto en tanto, disimuladas y fingiendo que no llamaban su atención.

Zwein se preguntó qué tipo de Bestia tendría, si servía en el Palacio debía ser un Hechicero de las Mil Familias, probablemente una Bestia pequeña, un duende o sílfide, seguramente sólo manejaba un elemento además del éter. Servir como Guardia Real en el Palacio era lo más lejos a lo que podría aspirar y Aysel, un vampiro de exquisita figura y extraordinario poder no era más que un exótico juguete al que sólo podía admirar de lejos y nunca poseería; al menos no en este mundo…

La puerta principal que conectaba con la sala de audiencias se abrió para sorpresa de todos, Zwein estaba preparado para esperar al menos unas tres horas antes de que lo recibieran y con esa misma intención había llegado justo a la hora, ni antes ni después.

Un Guardia les dijo en voz baja que los Príncipes los recibirían.

La palabra lo tomó por sorpresa: príncipes, dos, el príncipe y la princesa.

Se giró hacia Aysel y el vampiro asintió suavemente con la cabeza.

Lo había preparado para la personalidad del Príncipe Willian, heredero de la corona, frío, pragmático, inteligente, poderoso, irónico…pero no para el caprichoso carácter de la Princesa Elana de quién se decía era una amiga excepcional, pero una enemiga todavía más extraordinaria.

Entraron juntos a la sala de audiencias, una de las muchas que había en el Palacio y donde a diferencia del resto de las habitaciones su decoración sobria y mesurada no buscaba impresionar ni intimidar, una elegante y fina alfombra decoraba el suelo, un par de coloridos cuadros adornaban las paredes, una mesa con tentempiés y bocadillos en una esquina. Un lugar que invitaba a resolver asuntos de importancia con raciocinio e inteligencia.

Ambos Príncipes se encontraban sentados sobre dos sillones que no tenían nada de especial, de color rojo, respaldo alto, almidonados, parecían degustar de un agradable momento en lugar de dictaminar veredictos.

Su hermana mayor Kheira aguardaba de pie tras el Príncipe, su rostro imperturbable y expresión pétrea la convertían en la consejera perfecta. Un puñado de emociones anidaron dentro de él, pero las apartó de inmediato, no podía permitir que sus sentimientos lo dominarán y menos en esos momentos.

No era un hombre débil porque nunca le permitieron ser un niño indefenso.

Según sus investigaciones el Principe Willian tenía veinticinco años, manejaba los cinco elementos, aunque era especialmente diestro en el dominio del agua y trabajaba arduamente en aplicaciones curativas que se le pudieran dar a tal elemento, diestro en el combate cuerpo a cuerpo y en el uso de cuchillos y cualquier tipo de arma, un arte que los nobles despreciaban. Nunca había tenido novia o pretendiente oficial, aunque era célebre por sus múltiples conquistas entre las más afamadas Brujas. El Rey, su Padre se había retirado casi por completo de la escena pública hacía más de cinco años y el Príncipe Willian había asumido el mando “no oficial” de Stigma, a pesar de su juventud gobernaba bien, se rodeaba de consejeros más instruidos y sabios que él y escuchaba atentamente todas las partes antes de cualquier veredicto. Desaprobaba el mal trato hacia cualquier criatura, humana o Bestia. Era atractivo, inteligente, sagaz y amado.

La Princesa Elana, la perla del reino de Stigma, una adorable niña de dieciocho años cuya belleza, inocencia y frescura alegraban la vida de todos cuantos la rodeaba. Al igual que su hermano dominaba los cinco elementos, pero no daba muestras de una gran inteligencia o interés en cualquier área. A nadie le importaba, compensaba la falta de sociabilidad del resto de su familia asistiendo a tantas fiestas, reuniones y comidas como le era humanamente posible y siempre hacía gala de unos modales exquisitos. El hombre que la desposará sería muy afortunado, no sólo obtendría poder y prestigio, sino a la esposa más encantadora y dulce posible.

—Príncipe Willian, Princesa Elana, su Altezas Reales— Zwein realizó una breve reverencia frente a los Príncipes—. Es un honor que nos hayan recibido.

La princesa Elana río juguetonamente y se levantó con gracia, cruzó los pocos pasos que lo separaban y tomó de las manos a Aysel.

—Han tardado mucho en venir— exclamó con esa voz a medio camino entre el tono de una niña inexperta y una mujer manipuladora—. Casi pensé en ir a buscarlos, pero eso no habría sido educado.

Zwein esperaba que Aysel apartará las manos asustado de la Princesa, en cambio dejo que ella jugueteará con sus dedos, en los ojos purpuras del vampiro brillaba el reconocimiento y algo más, quizás atracción; aunque le costaba creerlo y todavía más aceptarlo Aysel, su Bestia se sentía atraído hacia Elana. Un sentimiento parecido a la envidia le amargó la boca del estómago y le provocó nauseas, su rostro se torció en una mueca sólo durante algunos segundos, unos ojos menos acostumbrados a leer las expresiones de otros apenas habrían percibido el cambio, pero bastaron ese par de momentos para que Elana fuera consciente de su arrebato y se regodeará en el mismo.

— ¿Temes que te lo arrebate, Zwein?

—Jamás me iría contigo.

Todo mundo pareció contener la respiración al escuchar la desafiante respuesta del Vampiro, incluso Zwein sabía que Aysel había ido demasiado lejos al dirigirse de esa manera ante un miembro de la familia real.

— ¿Por qué no? — le preguntó Elana como si las palabras fuera de lugar del vampiro apenas le hubieran impresionado—. Puedo darte más riquezas, placeres y alegría que tu Amo actual.

—Soy su Compañero de Vida— respondió Aysel apartando de pronto las manos—. Él me ama y yo a él, a ti jamás podría amarte.

El rostro risueño de la Princesa perdió todo rastro de color antes de estallar en escandalosas y ruidosas carcajadas, tomó de la cintura el delicado cuerpo de Aysel y lo atrajo hacia si, esparció un puñado de besos ruidosos sobre su cabello violeta.

—Mientras te aburres con mi hermano, tomaré prestado a tu Familiar.

Entrelazó su brazo con el de Aysel y se dirigió hasta la salida.

—Iré a dar una vuelta con tu Vampiro— le guiño un ojo a Zwein mientras salía del salón—. Descuida, prometo que te lo devolveré. No me gusta quedarme con mascotas que no me pertenecen, ni me desean.

La puerta se cerró tras ellos.

A Zwein no le sorprendió el repentino interés de la princesa en su Familiar, después de todo era una niña caprichosa acostumbrada a obtener todo cuanto quisiera, lo que si lo decepcionó fue la calma y docilidad con que Aysel siguió a Elana, quizás el vampiro se estaba vengando por las decisiones que había tomado durante las últimas semanas sin consultarle o quizás ya comenzaba a aburrirse de él. Afortunadamente no tuvo mucho tiempo para sentir lástima por sí mismo antes que el Príncipe Willian reclamará su atención.

—Bueno, Señor Apology— comenzó el Príncipe Willian—. Usted y yo tenemos un par de cosas de las que hablar, he escuchado mucho de usted.


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