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Cosa de dos por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Bueno, no era exactamente como había tenido en mente cuando escribí la primera parte, pero aqui está la segunda parte, con mi precioso Tendershipping...

Enjoy.

—Entonces… —Ryou miró a su amigo, cuando alargó la palabra, desviando sus ojos de su preciado helado de vainilla, pero sin dejar de lamerlo — ¿Cómo crees que te fue en los exámenes de esta semana?

—Bueno, estoy contento en general —decidió el albino, relamiéndose los labios —excepto por biología, no temo perder ninguna de las asignaturas que ya hemos presentado.

Yugi soltó una risita —que modesto, lo traduciré como: estoy seguro que aprobé todo, solo que la profesora​ de biología me tiene en la mira —opinó, comiendo su helado de chocolate.

El albino se sonrojó muy ligeramente —solo estoy seguro de historia.

Afortunadamente, Bakura no estaba prestando la suficiente atención en ese momento, como para ver a su luz ruborizado y relamiendo, de la comisura de sus labios, parte del cremoso helado blanco.

—Yo también —se río Yugi —por cierto, al final no me dijiste que poema ibas a traducir para la clase de inglés —le miró con curiosidad.

Ryou se dio cuenta en ese momento que se les acababa el camino y se detuvo en la intersección de la calle. A partir de ahí Yugi debía seguir derecho, de vuelta a su casa, y Ryou cruzar a la izquierda para llegar a su departamento.

—Mmm, en realidad no estoy seguro —le ofreció una sonrisa a su amigo, inclinándose ligeramente hacia él —tal vez siga tu ejemplo y cree algo propio —ahogó una expresión de ternura en la parte posterior de su garganta cuando Yugi se sonrojó —gracias por invitarme, nos vemos mañana en clase, Yugi —le dio un fugaz beso en la mejilla de despedida, sus labios fríos por el helado que aún no terminaba, calmaron el rubor cálido del menor.

Yugi correspondió la sonrisa y se despidió, agitando la mano que no tenía su barquillo con chocolate belga —nos vemos mañana, Ryou. Avísame cuando llegues a casa.

Algo tibio burbujeó en el pecho de Ryou, quien exclamó en acuerdo y apretó el mango de su maletín en la mano libre ¿Hacía cuanto que nadie demostraba un interés y preocupación genuinos​ y sinceros​ en él, como para pedirle confirmar que llegaba a casa sano y salvo?

El albino sonrió, Yugi era un amigo preciado y agradable. Deseaba con todas sus fuerzas que Bakura jamás quisiera hacerle algo, porque le dolería mucho alejarse del alegre chico tricolor.

Sufrió un sobresalto cuando escuchó a Bakura gruñir, segundo antes de ver al espíritu aparecer delante de él, con las manos en los bolsillos y una tez claramente disconforme — ¿Por fin a casa, yadonushi?

El albino menor asintió suavemente —lamento si te aburriste —se disculpó en voz baja, detrás de su cono de vainilla a medio comer.

Bakura se perdió unos segundos más de los que admitiría en el recorrido que hacía la lengua de su luz por el postre, oscuros pensamientos abordaron su mente. Las únicas señales que Ryou tuvo de esto fueron el ligero oscurecimiento de sus ojos y la sensación de que el aura de Bakura se volvía pesada, un poco sofocante, además de un latido en su pecho que le decía -de alguna manera- que su yami lo necesitaba… pero no comprendía por qué o para qué.

— ¿Ocurre algo, other me? —preguntó suavemente — ¿Estás bien?

Y en vez de sacar al espíritu de su momentáneo estupor, solo lo hundió más. La preocupación sincera de Ryou hacía brillar sus hermosos ojos cafés y Bakura solo podía sentir el dulce calor acogedor de su contraparte, la hermosa promesa de un maravilloso lugar libre de tinieblas, demonios y venganzas, acurrucándose alrededor de su brillante y cálido hospedador.

Ryou se estremeció cuando, de hecho, lo sintió rondar alrededor de su cuerpo, como una serpiente. El miedo innato a algo que sabes, es letal, entremezclándose insólitamente con el placer místico de ser envuelto posesivamente entre las sombras, enviando a su subconsciente la sensación de ser preciado, deseado, protegido y alabado.

Ryou se ruborizó muy ligeramente y sonrió, sin entender del todo porqué, caminó en automático de regreso a su departamento, sintiéndose ligero y de maravilla.

-o-

Esa noche, cómo pocas, Bakura salió fuera de su habitación hacia el pasillo brumoso que lo separaba del alma de Ryou.

La puerta estaba ahí, a ocho pasos, entornada como siempre. Una dulce esencia a vainilla y leche pululaba junto con una suave luz, extendían la promesa de un placer inigualable.

Bakura se sintió casi borracho con solo poner un pie, vacilante, dentro de la habitación del alma de su luz.

Miró los almohadones y peluches esparcidos por el suelo de forma que se podía considerar ordenada, había una hermosa caja musical sobre una mesita ratona de caoba que reproducía algo que sonaba como violines.

El ser ligado a la sortija desvió sus ojos castaño-rojizos a un enorme y hermoso cuadro con una dama cargando en brazos a una niña pequeña, el marco era de oro y plata, decorado con todo tipo de joyas. Una mota de empatía nubló sus ojos, así que miró a otro lado, sin querer acercarse a ese recuerdo tan preciado de su luz.

En el fondo turbado de su conciencia se dio cuenta qué era diferente esta noche.

Ryou estaba despierto.

Usualmente Bakura podía entrar y vería al menor reposando cómodamente en la gran cama a nivel del piso, rodeado de almohadas y mantas aterciopeladas; a menos que estuviera en medio de un sueño.

Pero hoy no.

Hoy Ryou estaba de rodillas en la cama, dándole la espalda y haciendo algo.

La curiosidad lo embargo.
¿Qué tenía en mente su luz?

Se acercó despacio, con un sigilo perfeccionado, hasta al espala de Ryou. El pequeño estaba frente a una especie de pizarra y sostenía algo parecido a una tiza, de color celeste, con la que garabateaba algo; a veces borraba y repetía.

No garabatear, notó Bakura, estaba escribiendo.

Pasión efervescente
Una bomba a punto de estallar
Frio y calor mezclados
Único, singular.

Dime, por favor
¿Cómo es que he de temerte
cuando te paseas por mis sombras
como si fueras la oscuridad misma?

¿Qué más da si es egoísta?
Toda persona lo es alguna vez
Yo solo sé que quiero sentirte,
Tenerte, perderme en ti.

Explícame de una vez
¿Cómo no desearte
si te paseas por mi corazón
como si fueras el alma misma?  
 

Bakura se ruborizó con fuerza, sintiendo como la brillante aura de Ryou lo envolvía, recibiéndolo de buen agrado y dándole una sensación magnifica y etérea.

Su hikari sabía que estaba ahí con él ¿Cierto?

Se dejó caer de rodillas, justo a sus espaldas, y lo envolvió en sus brazos con propiedad, como si el menor fuera suyo y hubiera alguien frente a ellos que se atreviera a insinuar lo contrario. Pero Ryou simplemente sonrió y colocó una mano sobre los brazos de Bakura, rindiéndose a su reclamo.        


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