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Mascota por anonimo0219

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— Yo... — apartó rápidamente la mirada al verse descubierto, ante la mirada de sorpresa de los otros dos jóvenes.

— Es una broma verdad, dime qué es una estúpida broma — el rubio estaba desesperado, no quería perder lo único que le quedaba, pero las lágrimas no se dejaron esperar.

— Lo siento Alois — decidió irse del lugar dejando a él rubio solo y herido, no podía mentirle cuando sabía que tenía razón.

Astre observó a su antiguo amado llorando por el azabache, no se le ocurrió que el rubio amara a Sebastián y se sintió aún más herido, pensando que nunca fue suficiente para él.

Alois lloraba porque había perdido a Astre, el amor de su vida y ahora por culpa de un extraño, estaba perdiendo también a Sebastián, su futuro esposo con quién había decidido compartir su vida, al que también le profesaba amor, sabía que a su lado nunca le faltaría nada y el azabache lo amaba, ahora no entendía porque alguien como Ciel se lo arrebataba, alguien sin atractivo y tuerto, no entendía cuál era la diferencia entre ellos.

Sebastián caminaba con un extraño sentimiento, los celos, algo que nunca había sentido con Alois, un sentimiento amargo e instintivo que se activa cuando te sientes amenazado, la posesividad que se genera hacia alguien a quien consideras tuyo, un sentimiento enfermizo que impide amar como es debido.

Era horrible sentir celos por alguien, cuya vida le había sido regalada para que cuidara de él, sus atenciones, sus emociones y sentimientos solo le pertenecían; entonces, porque cuidaba también de alguien más, a menos que esa persona sea especial, la idea de eso le causaba náuseas, nadie iba a reemplazarlo, con ese pensamiento fue a buscar a Ciel al comedor.

Al entrar al comedor, noto que junto a la ventana se encontraba Ciel, vestido con su traje de mayordomo, sentía sus emociones inestables, deseaba poseerlo en ese momento y en ese lugar para que todos vieran, que él es suyo y de nadie más, pero sabía que el azulino no lo permitiría.

— ¿Que paso allá, Sebastián? — se sorprendió al escuchar la voz del menor, aunque estaba de espaldas, él sabía quién era, pero lo que más llamó su atención fue el tono que empleo al hacerlo.

— No estabas aquí, cuando iba a desayunar — dijo molesto, mientras el azulino se giraba sin entender cuál fue su error.

— Sebastián, él es mi compañero de trabajo y se sentía mal, es normal que me preocupe por él, pero lo que no entiendo es que fue lo que hice mal — el azulino observó la puerta abrirse, entrando Astre y Alois por detrás del azabache, quien solo centraba su atención al suelo.

— Eres mío Ciel, es lo único que necesitas saber, tu preocupación y cuidado son solo para mí y nadie más — alzó la mirada para enfocarla en los ojos del azulino, quien giró la mirada con desaprobación.

— Joven amo, sus celos son absurdos — empezó a caminar pasando al azabache con dirección a la puerta, no quería discutir más con él, sabía que terminarían diciendo palabras hirientes o revelando información de su relación.

— Espera... — intento agarrarlo del brazo, pero fijo su mirada en los dos jóvenes que acababan de entrar — Alois — susurro con un tono triste, por la apariencia que tenía su prometido.

— Sebastián, ¿me odias? — Pregunto colocando su mejor cara de dolor — o ¿me amas? — el azabache no sabía qué hacer, se encontraba entre la espada y la pared, por un lado no quería lastimar a Alois y por el otro no quería mentir.

— Yo... — pensó bien la situación y decidió decir lo más coherente en ese momento —... Te amo Alois — susurro sin saber que había lastimado al azulino, que salió del lugar para no seguir escuchando al azabache.

Astre decidió quedarse, sabía que su hermano necesitaba tiempo a solas para tranquilizarse, debía idear su estrategia para comunicársela a su padre y sacar a Ciel de ese lugar.

— Sebastián no me dejes — susurro abrazando al mayor con desesperación, robándole un beso sintiéndose correspondido.

Luego de todo el alboroto, Alois no se separó de Sebastián en todo el día, y Ciel no volvió a aparecer frente a ellos, el azabache sabía que sucedía algo, pero no podía buscarlo o su prometido se enfadaría.

Alois le pidió a Elizabeth que distrajera a Sebastián, mientras él iba al baño, aunque en realidad fue a buscar a la madre de Sebastián, una mujer que usualmente no se encontraba en la mansión, debido a sus múltiples viajes, una mujer de cabello negro y ojos rojos, de nombre Scarlett.

— Madre — así le decía, al ser el prometido de su hijo.

— Que sucede pequeño, te noto triste — susurro acariciando la cabeza del menor — ha pasado algo con Sebastián, para que me llamaras a mí de manera tan sorpresiva — el rubio antes de ir al comedor, se había comunicado con la mujer para poder hablar a solas, después de un tiempo le había enviado un mensaje diciendo que lo esperaba en su habitación.

— Madre, Sebastián me engaña — las lágrimas no tardaron en salir y la mujer se preocupó.

— Porque dices eso, pequeño — la mujer no estaba enterada de la mascota de su hijo, únicamente Leónidas lo sabía, por lo que no entendía a qué se refería Alois.

— Tiene un mayordomo con el que siempre coquetea — la azabache frunció el entrecejo al escucharlo, no podía creer que el hijo a quien educo durante tantos años, cometiera ese tipo de acciones tan descaradas, frente a su fiel prometido que tanto lo ama.

— ¿Y que deseas que haga cariño? — pregunto intentando saber las intenciones del rubio, quería ayudarlo después de todo, ella lo había seleccionado para ser el prometido de su hijo, debido a que tenía muchas cualidades apropiadas y haría una buena pareja con Sebastián.

— Quiero que se vaya, no lo quiero cerca de Sebastián, no quiero perderlo — la mujer miro comprensivamente, entendía el sentimiento de Alois; después de todo, era un joven enamorado que en cualquier momento se iba a casar, entendía el sentirse inseguro acerca de su prometido, cuando este no le brinda la atención que desea; además, quien puede ser tan buen partido para Sebastián que Alois, el simplemente es perfecto.

— Hablaré con mi esposo, debido a que él lo contrato — Alois asintió, se limpió las lágrimas, se despidió de la mujer y se fue con una sonrisa de victoria, a buscar a Sebastián, sabía que el padre de su prometido iba a acceder a lo que dijera su esposa, solo un poco de tiempo más y Ciel desaparecería de sus vidas.

Alois se alejó, sin saber que no había sido el único en enterarse, Astre lo había escuchado por error, pero ahora tenía una idea de cómo recuperar a su hermano, decidido camino detrás de la mujer que iba al despacho del señor de la casa.

Scarlett ingreso molesta al despacho de su esposo, mientras esté hacia una sonrisa de cariño dirigido a su mujer.

— Leónidas — dijo su nombre y el azabache sabía que estaba furiosa — Como así que Sebastián tiene un nuevo mayordomo, que paso con el señor Tamaki — le grito furiosa, no llevaba mucho tiempo en casa por lo que no estaba enterada de la existencia de Ciel.

— Cariño, contraté a alguien mucho mejor, ¿Qué tiene de malo? — pregunto ocultando el hecho de que en realidad era una mascota, y no un simple mayordomo.

— Deshazte de él, Alois se vino a quejar conmigo, de él y de mi hijo, insinuando que Sebastián tenía una relación con ese siervo — Leónidas entendió que su hijo había cometido un error y se molestó con Alois, por correr a contarle a su esposa; pero también, le molesto la forma en que su mujer se dirigía a Ciel.

— No entiendo porque Alois fue hablar contigo; también, voy a pedirte que no te dirijas de esa manera a los empleados de la mansión, sus trabajos aquí son completamente respetables y no se deben usar como insulto — dijo molesto y su esposa noto que estaba enfadado.

— Fue conmigo porque tu no hiciste nada, ahora te deshaces de ese o yo me voy con mi hijo y no regreso; además, yo lo llamo como quiera, quien lo manda a seducir a mi hijo, solo le falta colarse en su habitación en las noches — el azabache quedó sorprendido, su esposa quería dejarlo por culpa de Alois, y ahora estaba diciendo que Ciel es un cualquiera, cuando solamente cumple su trabajo.

— Me dejaras, por culpa de ese mocoso — susurro furioso y Scarlett entendió que había sido un error haber dicho eso, cuando ella amaba demasiado a su esposo.

— No te dejare, me iré hasta que te deshagas de el — intento arreglarlo y el otro entendió que su amenaza no era enserio, solo quería solucionar ese asunto lo más rápido posible, para que Alois se sintiera cómodo y pudieran casarse de inmediato.

— Bien terminaré el contrato de Ciel en cuanto consiga un comprador, pero esto no se quedará así Scarlett — le dijo a su esposa antes de regresar al trabajo, dando por terminada la conversación.

La mujer estaba preocupada por lo sucedido con su esposo, no quería perderlo, pero no podía dejar que Sebastián perdiera un partido como lo era Alois, aunque molestara a su esposo lo beneficiaria en el futuro.

Astre escucho la conversación de los padres de Sebastián y de inmediato salió de la mansión, sin que nadie se diera cuenta de su ausencia, para hablar con su padre de lo sucedido y planear como recuperar a su hermano de manera segura.

En la mansión Phantomhive, ya había regresado sieglinde y Angelina, las dos mujeres estaban al tanto de lo sucedido con Rachel y sus hijos, la pelirroja aunque al principio le haya enojado que su amado esposo quisiera formar parte de la vida de sus hijos; ahora, le parecía una buena idea, estaba emocionada por tener otros dos hijos, debido a que después de dar a luz a su hija no logro concebir otro niño o niña y quería tener alguien más, aparte de ellos para brindarle su amor.

Angelina quería ser la nueva madre de los mellizos y darles la vida que siempre debieron tener, después de enterarse de lo que hizo Rachel con su hijo menor, se sintió repugnada y asqueada al pensar en lo que sintió el pequeño Ciel al ser vendido, esa situación logro que aceptará más fácil a los gemelos.

Sieglinde siempre fue una chica amable y educada, considerada una genio, con 18 años ya había terminado una carrera profesional y trabaja en un famoso laboratorio, al enterarse de que tenía dos hermanos menores que habían pasado por muchas situaciones, con su madre decidió apoyarlos y brindarles el amor que les faltó.

Al ingresar Astre a la casa, fue recibido con sonrisas amables de las dos mujeres, excepto por su padre; aunque, sabía no lo odiaba a él, le agradaba más las mujeres y los donceles, pero igual lo saludo cordialmente.

— Encontré a Ciel... — les reveló y todos cambiaron su expresión, a una de seriedad —... Es la mascota del hijo del matrimonio Michaelis — ante eso todos se horrorizaron.

— Esa mujer, se atrevió a venderlo de mascota — la furia estaba impregnada en sus ojos.

— La buena noticia, es que el prometido de su hijo solicito que lo despidieran, a la señora Michaelis, y el señor de la casa accedió por lo que está buscando nuevo comprador — Ante eso, todos se preocuparon, debían actuar antes de que alguien se lo llevará.

— Hablaré con Leónidas, le diré que mi amada esposa está buscando compañía y que pensé en una mascota, estoy seguro que accederá, él es un buen hombre y sospecho que no quiere enviar a Ciel con cualquiera — todos asintieron a lo dicho por el mayor; pero, el problema era como se le acercaban — Tengo un conocido que puede crear una audiencia para hoy mismo, sin que él se entere y sacaré el tema de casualidad — todos apoyaron al mayor y este de inmediato se puso en contacto con su amigo, desde ese día Ciel volvería a casa.

Notas finales:

Espero disfruten de esta parte y me disculpo por los errores de ortografía que pudieron encontrar.

Gracias


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