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Mascota por anonimo0219

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La mujer aun no creía que Ciel pudiera ser el mejor partido de su hijo, pues comparándose con Alois quien recibió la mejor educación y fue criado en un ambiente sano, no estaban ni cerca de competir, pues Ciel sólo creció en un ambiente humilde, según ella.


Después de hablar un rato más, se despidieron cada uno dirigiéndose a su hogar, Ciel estaba molesto con Sebastián, se había dado cuenta que la mujer buscaba despreciar su vida por su madre, y que en realidad estaba comparándolo con él ex prometido del azabache; se daba cuenta, cuando a ratos mencionaba los buenos antecedentes que tenía Alois y el sólo podía colocar su mejor sonrisa, intentando cambiar el tema.


Su molestia con Sebastián en sí, fue el engaño, no le aviso que iba a ser una cena solo con su madre y solo lo dejó caer solo; pero Ciel, no era una persona amable, él era muy vengativo, Sebastián pagaría por engañarlo.


Después de la cena, Sebastián no logró contactar a Ciel por más que quisiera, supuso que el menor se enojaría por lo de la cena, pero no pensó que hasta el punto que lo ignorara por una semana, no importaba si él iba a buscarlo al colegio, a su casa y nada, Ciel era un experto en evadirlo.


Pensó muchas maneras para que lo disculpara y nada, al final decidió plantarse en frente de su casa con un letrero que decía perdón en mayúscula, mientras el tocaba el violín con maestría, esperando que el menor lo perdonará.


Al final Ciel se cansó de molestar a Sebastián, por lo que decidió salir a disfrutar el concierto que le brindaba el azabache.


— Ciel... ¿me perdonas? — preguntó con una expresión, de perro mojado bajó la lluvia.


— Si, ya te perdono, pero no vuelvas a engañarme, si lo haces de nuevo ya no te creeré nunca más — decía el azulino muy enojado, y el azabache se detuvo para dejar el violín a un lado y abrazar al azulino.


— Lo siento no lo volveré a hacer, pensé que tal vez rechazarías encontrarte con mi madre y era necesario para que ella aceptará nuestra relación — confesó, abrazando más fuerte al azulino menor.


— Yo entiendo, y si me hubieras dicho la verdad, yo habría aceptado a encontrarme con ella, no había necesidad de mentirme — abrazo más fuerte al azabache, disfrutando de su aroma.


— Mi madre me dijo que te aceptaba, que eras un buen muchacho — Ciel dedujo que la mujer solo estaba jugando con los dos, pensando que su relación no iba a durar nada, por eso prohibió que estuvieran tan juntos en una relación íntima, porque no desea que su hijo se encapriche con él.


— Así... eso dijo — lo decía relajado, pues él no iba a dejar que esa mujer interfiriera en su relación, tampoco le diría la verdadera razón a Sebastián, lo único por lo que debía preocuparse el azabache, es de brindarle amor y cariño, él también se esforzaría por darle felicidad.


Sebastián se estaba empezando a embriagar con el aroma de Ciel, por lo que empezó a besar sutilmente el cuello del menor, el azulino dándose cuenta de su intención lo detuvo de inmediato.


— Sebastián detente... no podemos — el azabache se detuvo y observó como el azulino lo rechazaba, y se sintió un poco deprimido — mi familia se opuso a que tuviéramos intimidad y tu madre también lo hizo, no podemos hacerlo — el azabache lo entendió de inmediato y aceptó, debía resistir su deseo hasta que sus familias aceptarán por completo su relación.


— Está bien, pero te aseguro que en el momento que ellos lo permitan, no te dejaré descansar — finalizó besando los labios del azulino agresivamente, deteniéndose antes de no poder controlarse.


— Creo que quien no te dejará descansar seré yo — se pasó la lengua por sus labios, para seducir al azabache con un toque de picardía, sonrojando a Sebastián.


Estuvieron un rato más compartiendo besos y abrazos, antes de tener que separarse, el otro día era fin de semana y habían quedado en salir en la tarde - noche, para ir juntos a cenar.


Al otro día, Ciel se despertó muy temprano, había estado pensando desde hace mucho y quería hacerlo el día de hoy, por lo que se arregló y salió de casa, sin decirle a nadie a donde iba.


Paso primero por una florería y compró un ramo de orquídeas azules, cuyo significado se asocia a la paz y la armonía, esperaba que lo ayudara a donde el iría ahora.


Camino con el ramo entre sus manos y arreglado con un esmoquin azul, se había arreglado el cabello pareciendo un poco andrógino, sacando suspiros a cualquiera que pusiera sus ojos en él.


Al llegar a la institución mental, dio el nombre de la paciente y el número de habitación, para que le permitieran entrar, el proceso tardó un tiempo hasta que confirmaron su identidad, le hicieron una inspección corporal y pasó por los diferentes filtros, antes de permitir su ingreso.


Al abrir la puerta, la observó mirando hacia la ventana, con unas rejas que demostraban que se encontraba privada de la libertad, sus ojos se veían vacíos como si esperase morir rápidamente, para dejar de sufrir.


— Madre — susurre audiblemente para que reconociera mi presencia en ese lugar, sé que nunca he amado a esa mujer por despreciar mi existencia, pero ella sigue y siempre será la madre que me dio la vida.


— Viniste a reírte de mí — no giro su rostro para verme, ni siquiera por un instante, solo suspiré y camine hacia un tocador, para dejar las flores ahí en un florero que había.


— Solo vine porque quería saber si estabas bien y dejarte estas flores, para que al menos ambienten este lugar — se giró a verlo solo por un segundo, para luego continuar observando la ventana.


— No tenías que venir, mi vida ya está arruinada, perdí a la persona que ame, a mi hijo favorito, ahora no tengo nada, solo me queda estar aquí a pudrirme y recibir un montón de medicinas, para mantenerme lúcida por un corto período de tiempo, antes de perder el control — su voz era suave, como si se encontrara en paz, pero sus palabras eran duras.


— Seguiré viniendo, aunque sea un rato a hacerte compañía, eres mi madre aunque lo niegue mil veces, por lo que continuaré viniendo para cambiar las flores y entender la razón detrás de tus acciones, vendré a contarte de mí y de mi hermano, hasta el momento que ya no puedas reconocernos a ninguno de los dos y puedas descansar, seguiré viniendo; yo entiendo que tu vida tampoco fue fácil, un embarazo de alguien que no te amaba y criar dos hijos como madre primeriza, debió ser algo que no esperabas, así que solo te escucharé cuando quieras hablar, me sentaré en silencio cuando lo desees y solo te haré compañía, porque la soledad es muy dolorosa y no se lo deseo ni a mi peor enemigo, entonces madre creo que desde hoy es momento de que empecemos a compartir un poco de tiempo familiar — finalizo para sentarse en una silla frente a su cama, ella solo suspiro y siguió observando la ventana, sin decir una palabra, Ciel lo tomó como que aceptaba su presencia en ese lugar.


Después de dos horas ahí, Ciel se levantó y se marchó, no sin antes despedirse de la mujer, sin escuchar una respuesta de su parte, sabía que sería un largo camino por delante, pero había decidido darle una oportunidad a ella, como a su padre y nadie lograría que cambiara de opinión. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado esta parte me disculpo por los errores ortográficos que pudieron encontrar espero lo disfruten.


Gracias...


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