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Amor legal por Majo Walles

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Amor legal

 

 

Resumen: Severus, el gran amor de Harry muere en la batalla final, Harry se hace cargo del hijo de su amante, hijo de otra bruja que también murió en batalla. Stephan es el hijo mayor de Harry y Sebastián es el hijo que tuvo con Severus antes de morir. Luego de que el tiempo pasara Harry se encuentra frente a la declaración de amor de un hombre al que conoce muy bien, Stephan Snape, su hijo adoptivo. ¿Cuánto tiempo podrás seguir aguantando, Harry, antes de caer nuevamente con un Snape?

 

Continuacion del One-shot “Mi deber”

 

Categorías: Harry Potter

Personajes: Harry Potter, Original.

Géneros: Drama, Humor, Romance.

Clasificación: NC-17

Advertencias: AU=Universos Alternos, Lemon, Mpreg=Embarazo Masculino.

Disclaimers: Los personajes de este fic no me perteneces, los utilizo sólo por mera diversión. Sólo me hago acreedora de Stepan y Sebastián.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 1: ¿Amor verdadero o enamoramiento juvenil?

 

 

A pesar del paso de los años, Sebastián y Stephan Snape supieron llevar una vida tranquila en el mundo muggle. Luego de terminar sus estudios en gogwarts, ambos, por decisión propia, decidieron que estudiarían una carrera universitaria en el Londres muggle.

El paso de los años sólo había acrecentado los “encantos” de los hermanos. Stephan era, sin lugar a duda, una copia mejorada de Severus Snape, pelo liso y por debajo de los hombros que solía amarrar en su nuca, dejando unos cabellos que enmarcaban sus bellas facciones. Los rasgos de su madre estaban muy marcados en él.

Sebástian, por su parte, tenía el cabello corto y liso, negro como la noche, pero a diferencia de su hermano que era una copia de Severus Snape, él lo era de su padre, Harry Potter. Había heredado los hermosos ojos de su abuela Lily.

Ahora estaban en su casa, eran las vacaciones entre cursos y lo estaban pasando en casa de Harry, ya que el año universitario lo pasaban en los dormitorios de sus facultades.

-Lo que haces sólo lo hará sentirse miserable.

Stephan miró los claros ojos de su hermano y luego se acercó a la ventana para mirar a través de ella. La abrió y tomó aire con profundidad, llenando los pulmones al máximo para luego voltearse y sonreír con sorna.

-Lo único que quiero es el bien de Harry.

-No lo llames por su nombre -le dijo molesto, apretando los puños.

-¿Quieres que le llame padre? -le preguntó elevando una ceja- Si no lo recuerdas, no lo es.

-Pues el hecho no te había molestado nunca -dijo molesto, por que sabía muy bien que ahora ocupaba ese pequeño detalle a su favor.

-Pero es una clara desventaja para mis planes el que él me siga viendo como su hijo.

-Nunca dejaras de serlo, Stephan -dijo el menor algo cansado con esto-. Lo peor para tus retorcidos planes es eso. Que mi padre te ama como a un hijo.

-Bien -dijo volteándose y mirando por la ventana al hombre que estaba sentado en el jardín, mientras leía. Su camisa estaba corrida, por un lado, y desde la altura de Stephan podía apreciarse bien un lunar que este encontraba altamente excitante a la altura del pecho-. Va a llegar el momento en que me ame como a un hombre.

Sebastián negó con la cabeza, tal parecía que de verdad su hermano se había vuelto loco.

 

Aun recordaba cuando estaban en quinto y hubo una fiesta en Hogwarts a la que fueron invitados. No supo quién en la fiesta infiltró alcohol, pero su hermano fue una clara víctima de ello y cerca de las dos de la mañana, tres horas después de haber llegado a la fiesta, tuvo que sacarlo a rastras por que el mayor no podía mantenerse en pie de lo borracho. Lo había llevado a la habitación y el muy idiota se había puesto a reír y hacer escándalo. Sebastián estuvo seguro de que todo Slytherin se enteró del estado etílico de su hermano esa noche. Y fue en un momento de locura total cuando le dijo que amaba a Harry Potter. Claro, él lo interpretó como lo que era, amor a un padre y se lo hizo saber, le dijo que él también lo amaba, pero Stephan le envió una mirada intensa, de esas que nunca había visto en la faz de su hermano y le dijo que no lo amaba de la misma manera, que lo amaba como hombre, que le gustaría besarlo y una sarta de cosas que le hicieron sonrojarse y hechizar a su hermano para que se quedara dormido.

Pasó una semana en que no hablaron del tema, pero un día, cansado de los evidentes signos de escapatoria por su parte que Stephan se decidió a enfrentarlo y preguntarle qué demonios es lo que le pasaba y porque lo evitaba. Sebastián, con las mejillas completamente rojas le gritó que era un maldito descarado y le repitió cada palabra que había dicho esa noche de borrachera. Los ojos de Stephan se habían abierto de par en par ante las convenciones y no tuvo más remedio que confesarle a su hermano la verdad, que todo era cierto y que siempre estuvo completamente enamorado de Harry Potter, aquel hombre que le crio desde el momento de nacer y que le había dado todo en esta vida.

 

-Mi padre nunca te tomará en cuenta, hermano, entiéndelo -le dijo al ver como no dejaba de ver por la ventana. Lo hacía por su bien, pero tal parecía que el idiota de su hermano no lo veía así.

-Eso crees, ¿Verdad? -le preguntó con una sonrisa de lado.

Sebastián le miró con suspicacia, le miró con el rabillo del ojo tratando de encontrar algo en la cara de su hermano, pero como siempre, sólo encontraba ese aire de superioridad que mostraba a todos.

-¿Qué es lo que hiciste? -preguntó de repente- ¿Qué le hiciste a papá?

-Nada por lo que tenga que alterarte -dijo soltando el aire, divertido por la actitud de su hermano-, pero él conoce claramente mis sentimientos.

-¿Qué fue lo que hiciste, demente? -dijo poniéndose pie, aterrado por lo que el idiota de Stephan pudiera haber hecho.

-Le dije la verdad. Que lo amo, que deseo estar con él y que no me detendré hasta conseguir que se enamorar de mí.

Sebastián tenía la boca por el piso. No podía creer que su hermano hubiera movido sus fichas y él no lo hubiera notado.

-No puede ser -dijo negando con la cabeza- ¿Qué dijo papá?

-¿Qué crees que me dijo? -la molestia formó parte de la cara de Stephan por unos instantes. Momentos de debilidad que su hermano podía ver- Me sonrío y me dijo que sólo era una etapa en mi juventud.

-Es lo que te dije -dijo con un suspiro. No que pensara que su padre le hiciera caso a Stephan, pero vamos, que su hermano era muy persistente.

-Pero le recordé que ya no soy un niño. Que tengo la edad suficiente para darme cuenta si es una fantasía o algo así -su sonrisa suficiente apareció otra vez y pudo soltar un suspiro relajado-. Luego lo besé.

Harry no quería estar en casa. No después de todo lo que había pasado. No era hipócrita, no era del tipo de personas que huía de los problemas. Ciertamente no era del tipo de hombres que le mentía a su familia. Pero la situación lo estaba superando.

Era consciente de la diferencia en sus hijos. Como el agua y el aceite, Stephan y Sebastián eran los típicos hermanos. Uno más hábil que el otro en la vida, en materias en el colegio, en deporte, en el amor… todo en su justa medida. Pero nunca esperó que uno de ellos desarrollara una enfermiza atracción hacia él. Y claro, el que fuera Stephan, el más parecido a Severus en lo físico, no hacía más que dañarlo.

Se culpó desde un principio. Siempre, desde que fueran unos niños, había estado cien por ciento al pendiente de lo que hacían los chicos. El que esto fuera aun más en Stephan, lo achacaba a que era el mayor y que, bien… no era su hijo biológico.

Lo admitía. Amaba con locura a esos dos chicos que estaban pasando las vacaciones de universidad en casa. Sebastián y Stephan eran su vida. Sebastián y Stephan lo hacían querer despertar día con día. Sebastián y Stephan…

No cabía en su cabeza lo que había pasado hace tres noches. Cuando Stephan lo había prácticamente arrinconado, demostrándole con esto que ya no era el niño que creía que era y que superaba por mucho su propia altura. Lo que ayudó al adolecente, joven o niño. Ya no era capaz de reconocerlo bien. Pero tampoco podía decir que el beso que le dio no le hizo recordar muchas cosas.

Se culpó cuando su mente evocó a Severus. El gran amor de su vida y por quien sintió un amor desmedido y a quien vio morir en sus brazos. Pero luego recapacitó. Stephan no era Severus. No besaba como Severus. No era a quien amaba como hombre.

Eso le dio las fuerzas para separarlo de su cuerpo. Pero cual cobarde subió a su habitación y no bajó en el resto del día. Había hecho como que nada pasaba, como que no había estado soñando que un hombre le acariciaba después de tantos años, y perturbado, descubría que era Stephan.

-No puede estar pasándome esto -dijo lamentándose y cerrando los ojos con fuerza, para luego abrirlos y mirar al cielo-. Aunque sólo estará aquí un mes. Nada puede hacer… esto no puede llegar a más.

Esperaba que fuera así. No podía ser de otra manera.

Sebastián sabía que algo pasaba por la mente de su padre, lo notaba al ver como se escondía, como la voz de su hermano lo hacía hacer saltar, lo atemorizaba, pero lo que le preocupaba era que le llegara a excitar el hecho de ser perseguido por un hombre que era dieciséis años menor. Ahora podía ver un poco más, se imaginaba que su padre debió vivir lo mismo con su papa Harry, se lo podía imaginar, escapando por los pasillos de Hogwarts, escondiéndose del, en esos tiempos, joven Harry Potter que buscaba hacerse presente de su vida, lo mismo que ahora hacía Stephan ¿Sería la misma crianza de Harry representándose en su vida?

-¿Pasa algo, hijo? –Sebastián, dejó su tasa sobre la mesa de la cocina donde estaba tomando un solitario café matutino.

-Nada… sólo haciendo la hora antes de salir.

-¿Vas a salir? ¿Solo? –le preguntó dejando lo que buscaba en el refrigerador.

Sebastián casi escupe el café al ver la cara de terror que puso su padre.

-Sí, papá, voy a salir solo, o por lo menos sin mi hermano… si es lo que me querías preguntar –vio como Harry asentía y sacaba del congelador unas verduras y se ponía a cocinar- ¿Puedo hacerte una pregunta sin que te alteres?

Harry suspiró y dejó de cortar la carne para luego limpiarse las manos y tomar asiento en la mesa de cocina, esperando a Sebastián que estaba sirviendo otro café y luego lo ponía frente a su padre.

-No tendrá veritaserum, ¿verdad? –dijo recibiendo el café de las manos de su hijo menor.

-Es que vamos a tener una larga conversación, papi, así que será mejor que te relajes –dijo serio, no quería presionar a su padre, pero ciertamente quería saber que estaba pasando por su cabeza respecto a los sentimientos de Stephan.

 -Bien… al mal paso darle prisa –dijo sorbiendo el café-. Dime que es lo que quieres saber…

-¿Qué es lo que sientes por Stephan?

Harry no pudo aguantar el café en su boca, el cual segundos después estaban en la cara de su hijo que lo miraba con una ceja enarcada.

-¿Qué demonios fue lo que preguntaste? –dijo alterado, mientras trataba de limpiar la mesa.

-Pues parece que escuchaste muy bien, papá, sé todo lo que está pasando…

-No está pasando nada… y será mejor que vayas a donde tienes que ir -le dijo poniéndose de pie y tirando el café por el lavaplatos.

Sebastián negó con la cabeza. Sabiendo que no podía sacar nada de todo eso, pero era un chico, nadie podía culparlo por intentarlo.

-Stephan está enamorado de ti desde que estábamos en Hogwarts…

-Cállate por favor, hijo…

-No, porque sé que el otro día te besó y que desde ese día tu pareces querer que la tierra te trague…

-Seb…

-¡No me llames así! No como a papá, no ahora que estamos hablando de mi hermano estando enamorado de mi padre…

-¡Basta ya, Sebastián Snape! –gritó descolocado.

-¿Qué está pasando aquí? –dijo el tercero en discusión entrando a la cocina.

Harry no dejaba de mirar a su hijo, respirando de manera errática, no podía creer que de verdad hubiera gritado a su hijo menor por decir la verdad. Salió de la cocina, haciendo camino hasta la puerta de la casa para luego salir.

Sebastián terminó de tomar su café mirando hacia la ventana, había sido demasiado, lo sabía, pero era necesario para que su papá reaccionaba. No le gustaba verlo así, taciturno, escondido, como si él tuviera la culpa de todo lo que estaba pasando, cosa que claramente no eran así, de hecho…

-Tú tienes toda la culpa, idiota –le dijo molesto.

-¿Y ahora qué es lo que hice? –se defendió de lo que, para él, eran falsas acusaciones.

-Discutí con papá por tu culpa.

-Yo no le hecho nada, hermano, por si no lo notaste, Harry me evita como a la peste.

-¡Por Merlín! deja de llamarlo por su nombre… que me da de todo –dijo tiritando.

-Pues vete acostumbrando, Sebastián, porque no descansaré hasta que Harry Potter sea mi pareja y amante, y esposo y…

-Oh por Merlín, creo que voy a vomitar –dijo haciendo muecas, pero es que escuchar a su hermano diciendo tantas estupideces de verdad que le causarían un trauma.

-Pero es lo que vengo diciéndote hace mucho, ¿Tomas en cuenta o no lo que siempre digo?

-No, Y francamente espero que dejes de hablarme de tus planes con papá o seré yo quien alejara a mi padre de un demente como tú.

Stephan sonrió al ver a su hermano salir de la casa, sabía que era mentira todo eso de alejarlo, pero tenía que tomar una pequeña distancia de Harry, porque la idea no era orillarlo a nada.

Harry dejó de caminar luego de varias horas, estaba lo suficientemente lejos de la casa como para poder escuchar sus propios pensamientos torturando por los últimos acontecimientos de su vida.

Se sentía tan miserable consigo mismo.

Años viviendo en soledad, sólo para que el amor, que siempre creyó provenir de su hijo mayor, fuera el de un amante en potencia y no de un hijo como él siempre lo imaginó.

Creía que también podía tener algo de culpa, sufría al pensar que la situación que estaba viviendo era por sus atenciones. Pero amaba a Stephan, más de lo que alguna vez imaginó que amaría a ese bebé en sus brazos, el día que decidió criar como a su propio a hijo al hijo de aquella mujer, porque, al día de hoy, aun odiaba a Galatea Snape con toda su alma, pero ahora… ahora se estaba odiando a sí mismo, porque sabía, en el fondo de su podrida alma, que estaba amando a Stephan como él le estaba pidiendo.

¿Entonces que hacía con sus propias creencias?

¿Qué pasaba con las leyes y tabúes en que estaba cayendo?

Tenía mucho que pensar… y ya estaba cayendo la tarde.

Sebastián estaba como león enjaulado, daba vueltas por toda la casa, sin parar nunca de mirar su reloj. Su padre aun no llegaba y ya eran más de las dos de la mañana.

Stephan no paraba de mirar por la ventana, estaba entrando en un estado de excitación similar a la de alguien esperando el juicio final. Había perdido la cuenta de las veces que había salido a buscar a Harry y no había podido dar con él.

Fue entonces que la puerta del patio se abrió y ambos hombres corrieron a la cocina, encontrando a Harry cerrando la puerta.

-¡¿Dónde demonios estabas?! -le gritó Stephan, queriendo samarrear al mayor con la intención de dejar de lado su frustración.

-¡¿Cómo se te ocurre no avisarnos?! -gritó Sebastián, mas, él si sostuvo a su papá de los brazos para que le mirara a los ojos.

-¡No sabes cómo estaba de preocupado!

-¡¿Cómo se te ocurre no avisarnos?!

Harry los miraba gritar y hacer alardes con las manos, y él sólo fue por un vaso y lo llenó de agua. Esperó a que los muchachos se calmaran y luego se volteó a verlos.

-Primero: no tengo por qué darle razón de mis actos a nadie, creo ser lo suficientemente adulto como para tomar mis propias decisiones –dijo serio, mirándolos aleatoriamente-. Segundo: si estaban o no preocupados… honestamente no lo tome en cuenta. Tenía mucho que meditar.

-Pero pudiste decirnos dónde estabas, papá.

-O por lo menos avisarnos de algo, Harry.

-No quiero que piensen mal -dijo cortando a ambos- pero es verdad que ustedes, sólo por un par de horas, no estuvieron en mis pensamientos.

-No sé cómo interpretar eso –dijo Stephan confundido, dolido incluso, se sentía algo traicionado en su amor propio, pensaba que Harry había desaparecido por estar pensando en él, pero esta confesión hecho por la borda lo que estuvo pensando antes.

-Como lo que es –dijo Harry acercándose a ambos y sosteniendo las manos de los dos-. Tenía mucho que pensar, pero tenía que hablarlo con alguien que no me podría juzgar ni recriminar ni decir que sí o no, sólo escucharme.

-¿Fuiste con un sacerdote a media noche? –preguntó Sebastián elevando una ceja.

-No, de hecho, es lo más alejado a uno –le respondió-. Fui a ver a su padre –dijo suspirando.

-¿Por qué fuiste a verlo? –Stephan admitió internamente que su voz sonó sumamente celosa y estaba seguro qué tanto Harry como Sebastián lo notaron, mucho más por el sonrojo en las mejillas de Harry, eso es bueno, por lo menos para él.

-Necesitaba atar cabos sueltos en mi mente –dijo mirando a los ojos oscuros de Stephan, para luego dirigirle una mirada de tristeza a Sebastián-. Lamento haberte gritado en la mañana, no debí desquitar mi frustración contigo.

-Oh, Merlín, siento que vas a decir o hacer algo que de verdad me hará vomitar –dijo Seb, mirando a su padre como presintiendo que fuera a hacer algo verdaderamente vergonzoso.

-Y yo estoy esperando que hagas lo que sea –le dijo el mayor de los Snape.

-Son un par de niños –dijo sonriendo y dándole a cada uno un beso en la mejilla-. Será mejor que vayan a dormir, ya es muy tarde.

Stephan y Sebastián se quedaron con la boca abierta al ver como Harry salía de la cocina y sus pasos se escuchaban subiendo las escaleras. Para el menor eso fue aterradoramente comprensivo, mientras qué, para el mayor, la mirada de Harry fue lo más ardiente que había visto nunca.

-Creo que tengo una erección.

-¡Maldito cerdo!

 

 

 

TBC...

Notas finales:

este fic lo tengo teminado, tiene seis capítulo mas el epílogo. nunca me pareció justo que Harry se quedara solo y creo que tome la mejor decición.

nos vemos el próximo miercoles.

un beso

Majo

 

 


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