Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Solo se vive una vez por Shinjimasu

[Reviews - 40]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola a todos! 

En esta ocasión les presento un fanfic que, como muchos, ha pasado por un largo proceso de correcciones y abandono de mi parte, pero que por fin he podido comenzar a publicar c:

 

Espero les guste y puedan seguirlo hasta el final <3

Camino y me siento fragmentar. Duele, cada paso es un tormento para mi debilitado cuerpo. Siento que en cualquier momento voy a caer al suelo y levantarme será aún más complicado. El camino es largo, no puedo ver el final. Hace frío. Siento el cerebro punzar dentro de mi cráneo, palpitar con fuerza. Mi brazo derecho se tambalea mientras camino cuando la sensación empeora, así que lo sujeto contra mi cuerpo. El alzar mi brazo izquierdo igualmente causa dolor. Soy un completo desastre.

Quiero llegar a casa y tirarme sobre la cama, tomar un baño para limpiarme la sangre, el sudor y demás fluidos que me cubren para finalmente dormir hasta no poder más, sentir la frescura de las sabanas rodeándome desnudo, acariciarme si el dolor no me lo impide, llorar en silencio para hacerme saber lo bien que se siente estar en casa…

-¿Te duele?- lo escucho hablar caminando delante de mí.

-Idiota- respondo regresando al momento. Todo mi cuerpo ha sido violentado de más de una manera ¿Cómo podría no doler?

-Podemos esperar-

-No- respondo molesto –Quiero llegar ya-

-No puedes caminar más en esta condición-

-Lo he hecho hasta aquí, puedo seguir con o sin ti-

-Yoshiro- me llama parándome por los hombros. Siento un tirón a lo largo de mi columna y me detengo de inmediato. Flaqueo por un momento –Debes descansar-

-¡Quiero-llegar-ya!- respondo tajante sin forcejar.

Me mira y suelta su agarre reanudando el camino –Qué necio-

El haber parado solo me causa más dolor. Mi cuerpo me suplica parar, pero me niego. Pronto estaré en casa y todo será mejor.

-Te llevaré algo de comer-

-No quiero nada- respondo de inmediato. La distancia que nos separa es la suficiente para que pueda escuchar su tonta voz a la perfección.

-Dime qué quieres- responde fingiendo no escucharme la primera vez.

-Nada- reitero con fuerza.

-Te llevaré lo que yo quiera entonces-

-¡Cállate ya!- exclamo molesto –La cabeza me va a explotar y no dejas de hablar-

Hay un silencio –Entonces deja de gritar-

Me limito a responder. De verdad no anhelo nada más que estar en casa; solo pienso en eso cuando llegamos a una desviación, el típico cruce de dos caminos perpendiculares a la calle por la que caminamos. Él da vuelta a la derecha, yo a la izquierda.

-¿Qué haces?- lo escucho sin detenerme.

-Me voy a casa-

-¿Estás loco? Tienes que ir a un hospital-

Una risa imprudente brota de mí –Ahora resulta que sí te importo- respondo intentando caminar más rápido, pero no lo logro. Ignoro sus pasos y me sujeta con fuerza. Irremediablemente un quejido sale de mi boca.

-¿Te estás burlando de mí?- gruñe molesto mirándome de frente –Estás cargando con mi hijo-

-¿Después de todo sí es tu hijo?- respondo de igual manera.

-Yo nunca negué eso-

-No, solo quisiste que me deshiciera de él-

-Yoshiro, no discutamos de nuevo sobre esto-

-¿Por qué deberíamos discutir?- respondo quitado sus manos de mí con un gran esfuerzo que trato de ocultar –La última vez que te vi fue hace más de dos meses, cuando me dijiste que pagarías por un aborto seguro. Ahora te apareces de la nada y pretendes que debo creerte ¿Es en serio?-

-Aparecí “de la nada” para salvarte- responde serio, como si yo fuera un inconsciente sobre su gran esfuerzo –Esos sujetos no se detuvieron al saber de tu embarazo ¿En verdad crees que lo harían en algún momento?-

No respondo, incluso acepto que hubiera sido imposible para mí. La cabeza no deja de dolerme –Solo déjame ir ya-

-Un médico debe revisarte, entiende-

Me duele el pecho. Sé que es lo correcto, sé que mi bebé merece atención médica y sé que lo mejor para mí es acompañar a Mitsue al hospital, lo entiendo, pero me cuesta mucho aceptarlo.

Agacho mi cabeza y asiento. Caminamos un poco más y llegamos a su auto. A partir de ahí el camino es corto.

Mitsue me deja en la entrada pues obviamente no se arriesgará a ser visto por alguien más, es decir, ¿Qué dirían si un sujeto “popular” como él llegara de pronto a un hospital acompañando a un chico preñado y golpeado que apenas puede mantenerse de pie? Por supuesto nada bueno.

Las enfermeras atienden mis heridas, me inyectan y me dan unas pastillas para el dolor. Me niego a decirles lo que sucedió y al final no me obligan a hacerlo. Por supuesto lo saben. Mitsue, anónimamente, ya ha pagado todo, así que regreso a casa sin problemas. Claro, él no me espera afuera.

Llego y lo primero en hacer es meterme al baño para ducharme. El cuerpo me duele un tanto menos por el medicamento, así que me baño con pocos problemas. Aprovecho para llorar, no por tristeza o decepción, después de todo ya no espero nada de nadie, solo me hace sentir mejor. Me visto con algo ligero y llego a la cama. Me recuesto con cuidado y miro hacia la ventana; siempre dejo la cortina entre abierta para que la luz de afuera entre a la habitación. Miro a través y veo hacia el cielo sin luna. Inconscientemente me llevo la mano al vientre y muevo mis dedos en pequeños círculos, pensando tonterías hasta quedarme dormido.

Es una noche sin sueño.

Despierto bastante tarde y no puedo levantarme por el dolor, apenas me muevo un poco y siento pulsaciones incómodas. Todo mi cuerpo se siente entumido. Irremediablemente vienen a mi mente todas las escenas del día anterior: para empezar fue culpa mía, sabía que no debía ir a ese lugar, no con esos sujetos rondando. Poco importó mi embarazo y me usaron de todas las formas posibles hasta que Mitsue llegó a… salvarme. Cómo supo que estaba ahí me tiene sin cuidado, aunque de antemano sé la razón.

Alcanzo las pastillas sobre el tocador y tomo un par para tragarlas y calmar el dolor. Sé que no hay nada más por hacer y me quedo recostado. Después de todo ya es demasiado tarde.

Cierro mis ojos e intento dormir de nuevo, pero no lo logro. Suena mi celular. Logro tomarlo y observo el número, es uno de mis clientes, uno no muy agradable. No quiero tener nada que ver con nadie. No respondo, quizá luego. Estoy consciente de que no estoy en las mejores condiciones económicas y no puedo darme el lujo de rechazar mi trabajo, pero por ahora decido tomarme un tiempo para recuperarme, un par de días a lo mucho.

Así son las cosas, mi cuerpo es la mercancía.

Suspiro. Tengo hambre, pero nada me espera en el refrigerador. Se supone compraría comida con el pago de ayer, pero las cosas no resultaron como debieron y no gané nada más que golpes.

Me levanto y camino hacia la mesa donde hay un periódico. Lo mejor sería cambiar de aires y buscar algo diferente en la sección de empleos. No me presiono, pero sé que será necesario: hay muchos hombres que pagarían buen dinero por un chico en cinta como yo, pero eso no me asegura tener dinero suficiente para encargarme de la renta del departamento, la comida y demás cosas que necesito conseguir para el bebé. Quizá sería buena idea cambiar algunos de mis pagos en efectivo y pedir a cambio muebles y juguetes.

Irremediablemente vienen a mí las palabras de Mitsue cuando le dije sobre el embarazo. Él no deja de ser el padre, aunque sea un imbécil.

Realmente no sé en qué pensaba cuando se lo dije ¿Cómo pude creer que un hombre como él querría hacerse cargo? Yo no existía como tal en su vida, solo era el chico lindo con quien tenía sexo cada vez que quería. Lo peor de todo fue creer que era diferente. No me importaba verlo pocas veces al mes ni salir a escondidas con él solo para llegar al hotel de paso donde hacíamos de todo hasta la madrugada. Fue culpa mía al tener esperanzas, al pensar que todo terminaría bien, al creer que se haría responsable, que yo era importante.

Pude deshacerme del bebé yo mismo sin decírselo. Pude continuar con lo que teníamos sin problemas. Pude seguir con mi trabajo y disfrutar de acostarme con él. Pude hacerlo, pero no era mi voluntad.

Yo no quería deshacerme del bebé, mi madre no lo había hecho conmigo, así que yo tampoco lo haría con él. Quiero tenerlo y lo tendré a pesar de todo, por eso no quiero nada que ver con Mitsue. Él tiene dinero, una gran casa, un trabajo estable y bien remunerado: una gran vida. Para él su apariencia es lo más importante y yo soy una molestia. Me rechazó y me dejó en claro todo. No lo molestaría más, desde ese día lo decidí.

Él sabía que podría embarazarme, lo sabía y no tomó precauciones al respecto. Entiendo que sea un escándalo para un hombre como él si la prensa se entera del “amorío” que tiene con compañías como yo y sea razón suficiente para mantenerme en secreto. De verdad lo entiendo, y me queda muy claro que, así como no me quiere  cerca de él, yo no lo quiero cerca de mi hijo. Cuando nazca me iré de la ciudad.

Hombres así pueden cambiar de parecer en cualquier momento, pero si desde un principio me dejó en claro su alejamiento, entonces me aseguraría de hacerlo cumplir su palabra hasta el final. Me esforzaré cada día para que así sea.

Dejo el periódico y regreso a la cama. En verdad estoy hambriento. Cierro mis ojos y entonces recuerdo que hay una lata con duraznos en la alacena. Me levanto con dificultad y la encuentro. Es un alivio. Tomo el abrelatas y no me molesto en servirlos en un plato, simplemente devoro uno por uno y bebo con cuidado el almíbar por el filoso borde. No es suficiente, pero es mejor que nada.

Lo lamento bebé, pero por ahora es todo.

Me quedo pensando un momento y tomo una decisión. Ingiero un par de pastillas más después de bañarme, me visto con una sudadera gris a rayas rojas y un pantalón corto. Soy el pequeño chico inocente de cabello oscuro y ojos azules. Estoy listo y me preparo para salir. Necesito encontrar a alguien.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).