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SÍNDROME H por Aifoss

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El eco de su pulso retumbaba violentamente,
naciendo desde su pecho y
esparciéndose con ímpetu entre las paredes...
paredes de cristal.

 

Se incorporó con dolor, las extremidades le pesaban,
su respiración ardía,
y la espalda le punzaba,
desgarrándole hasta las entrañas.

 

Lentamente, se irguió con las piernas flaqueando.
Hallándose en medio de aquella habitación, 
lúgubre y hostil; envuelta en densas neblinas; 
sintiendo el frío perforándole la piel, calando en su columna y muriendo en sus ojos.

 

Con pasos inseguros, se aventuró en la neblina;
abriéndose un sendero vacío, 
hasta que su ser lo sintió.

 

 

Ante él, se alzaba formidable una gran puerta de espejo.

 

 

Y para cuando su endeble imagen se proyectaba a la inmensidad del reflejo

 

 

 

 

...comprendió que eso era él...

 

 

 

 

Llenándose de horror

 

 

 

Se elevaban imponentes un par de
escuálidas e inertes alas,
cubiertas por la viscosidad
de un negro Alquitrán

 

Crujiendo y plegándose con peligrosidad desde su espalda.

 

 

Mientras, en sus manos, el calor de la sangre las envolvía, 
pintándolas de carmín,
descendiendo de su siniestra pequeñas gotas a impactar en el suelo;
Su diestra sostenía con ahínco el arma de plomo

 

 

Y a sus oídos llegó un murmullo, 
apagado y dolido, pronunciando su nombre,
delineando cada sílaba en un acento familiar.

 

 

 

~Daiki~

 

 

 

 

Entonces, finalmente,
a su cabeza disparó.

 

***

 

- ¡AHH!

 

Se despertó en un instante sentándose sobre la cama,con la sangre bombeando a mil, el cuerpo sudado e inhalando con profundidad. Las manos le temblaban, y sus dedos se movían nerviosamente. No veía, su miraba turbia, pérdida, sin rendir cuenta que aun en sueños había llorado.

Todo le daba vueltas, las incesantes punzadas en la cabeza lo desorientaban, desenfocando  cualquier cosa a su alrededor, haciéndole enojar y apretando sus manos en las sienes.

Y un severo impulso interior lo sacó despavorido de la cama, corriendo en zancadas al baño de la casa; hincándose al inodoro y expulsado todo el contenido que guardaba su estómago en gruesas arcadas, vaciándose .

 

 

<< Qué asco >> pensó.

 

 

 

Una vez que calmó su vómito, la garganta se proclamó ardiéndole. Se apoyó en el lavabo bajo la luz fluorescente, observandose así mismo al espejo con cierto temor en los ojos, y una vez que corroboró no tener nada saliendo a sus espaldas, exhaló agotado.

 

Dejó que su peso resbalase sobre las baldosas, sentándose en el frío cerámico.  

 

Llevó sus manos a su azulado cabello, enterrándolas y tirando hacia atrás, expulsando su frustración. Aun seguía tenso, preocupado; con el sudor frío que humedecía su nuca y el pecho agitado.

 

 

-Maldición.- dijo para sí.

 

 

Miró por la pequeña ventana del baño, donde apenas amanecía un tímido sol. Hoy era lunes primero de Abril, el inicio de  clases: La Preparatoria. El solo pensar que volvería a un salón de clases le arruinaba su paz interior; no tenía la fuerza y mucho menos la voluntad para iniciar esa etapa en su vida.

 


Aun sentado, con el cuerpo recostado en la pared, llegó a su nariz un aroma distintivo y acogedor acercándose lentamente. A la puerta  se asomó una mujer menuda, de cabello ceniza trenzado, y parsimónicos ojos azul noche, demostraba angustia en su faz ( o al menos eso decían sus feromonas). Era una omega, su madre.

 

 

- Mi pequeño Dai.- dijo afectuosa la mujer, arrodillándose a su nivel.- ¿Otra vez...?- acariciaba la mejilla de su cachorro con  mirada triste.

 

-Si, otra vez.- respondió el menor en evidente molestia.- Y peores...

 

- ¿Has estado tomando los medicamentos?- el contrario negó.- entiendo que no te gustan, pero...es necesario.- se limitó a decir insegura.

 

-Tch...me relajan demasiado y parezco un zombie, no me dejan jugar.

 

- Lo sé Dai.- sonrió, recordando el talento de su obstinado hijo.- y también sabes como se pondrá tu madre si se entera que los dejaste

 

-...- recordó el rostro severo de su otra progenitora.- que ella las tome entonces, así se le pasa lo amargada.- ambos rieron.

 

 

Entonces un fuerte olor picante hizo presencia a sus narices, imponiendo territorio al joven Alfa y sumisión a la Omega. Allí, reposando en el marco de la puerta, con brazos cruzados; una alta morena de azulado cabello rizado hasta las orejas y mirada azabache. Cautelosa, observaba al par anterior mientras alzaba una ceja con duda.

 

- Oi ¿Qué se supone que debo tomar?- su vos resonó con preocupación.- No me digas que...

 

- Y esta empeorando.- completó la omega.- te llevaremos al Doctor J. A la salida de clases.- esta vez se dirigió al menor.

 

- Mejor vamos temprano y falto a clases.- se aventuró a decir el menor algo cohibido, pues la presencia de la alfa mayor le inquietaba.

 

- Ni lo pienses muchachito.- cortó la morena.- Sabes que no lo toleraré de nuevo, ya estas bien crecido como para que te lleve a cuestas

 

- Por favor!- habló con sarcasmo.- tú eras la que quería matricularme en Teiko, yo no.- ciñó el entrecejo.

 

- ¿Y qué se supone que ibas a hacer ah?- un gruñido bajo salió de su garganta.- Ir con los tipos esos para yo sacarte después de la comisaría.

 

- No tanto como yo te sacaba de tus "reuniones de trabajo".- respondió retador el joven alfa.

 

- Y-ya, basta, cálmense los dos.- pidió la omega utilizando sus feromonas, bajando la tensión.- 
Daiki.- miró a su hijo.- no vas a faltar, menos el primer día, hazlo por tu amada mami ¿sí?

 

 

El mencionado no pudo negarse, pues su madre omega era demasiado dulce como para hacerle un desplante. Suspiró rendido y asintió con la cabeza.

 

- Y tú .- prosiguió la peligris, refiriéndose a su alfa.- prepara el desayuno querida, que ya tenemos hambre- sonrió como si nada.

 

-Tomaré una ducha.- dijo el cachorro.- pueden...?- hizo un ademán para que las mujeres se retiraran.

 

-Oh, claro cariño.-la omega salía con su alfa.

 

-No mas no vayas a emocionarte con tu omega imaginario.-bromeó la morena, riéndose y sonrojando a su hijo.

 

-¡Cállate!- cerró de un portazo, escuchando las risitas de sus progenitoras.

 

 

Desprendiéndose de su ropa, abrió la ducha y se dejó hacer por el agua, escurriendo cada gota de cansancio. Todavía tenía presente la pesadilla, pero se resignó a creer que fuera producto del estrés. Se aplicó  jabón y shampoo a su cuerpo; un presentimiento extrañó se enraizó en su pecho, dejándolo ansioso.

 

 

 

<<Me pregunto si...>>.-pensaba.

 

 

 

Suspiró por enésima vez, se enjuagó y cerró el grifo.

 

 

<<Creo que...nomas tengo hambre>>.

 

 

 

Atando la toalla a la cadera volvió a su cuarto, se cambió con el uniforne y alistó su mochila. Para ese momento el sol ya arrancaba la jornada del día. Su madre le llamó a desayunar, y como hijo obediente fue a saciar su hambre.

 

- Daiki me olvidé comentarte.- habló la madre alfa, el mencionado seguía devorando su sandwich.- conversé con el entrenador Sanada el otro día, al parecer dejará el club junior y entrenará al equipo de Teiko.- miró de soslayo a su hijo.- significa que también estarán los miembros titulares en la preparatoria...

 

- El reencuentro de la Generación Milagrosa.- agregó la omega ilusionada.- no estarás solo cariño, tus amigos sí irán

 

 

<<Genial  >>

 

 

- Tsk...la rubia loca, el tijeritas, el titán y el zanahorias.- dio un sorbo a su jugo.- aburriidoo, prefiero tragar tierra

 

- Y pensar que ya no son tan cachorros.- continuó la peligris ignorando a su hijo.- sino todos unos Alfas.- terminaba de alistar un b“nto.- ten, y te lo comes todo eh!

 

-¡Mamá! Ya no estoy en primaria.- se quejó.- ¡Y el taper  es de niña!

 

- ¡Oe Dai! Se agradecido, y apúrate, se te hará tarde.

 

 

Sin mas, el moreno se levantó a lavar sus dientes, cargó su mochila y guardó con resignación el almuerzo de su madre omega. 
Se despidió de sus progenitoras; tomó el balón de basket que automaticamente punzó en su corazón y, antes de salir, acomodó el brazalete de plata en su muñeca, cubriéndole con la manga del uniforme.

 

Avanzó por las calles rumbo a la estación de tren, por lo que recordaba su madre Alfa indicó que no le costaría llegar. Pero ¡vamos!, el moreno apenas sabía como se llamaba la preparatoria, es mas, ni poseía el interés de ir. Solo por no cometer más errores en su vida y que la beca fuera deportiva eran las razones por las que accedió.

 

Al arribar el tren la gente subió en marabunta, siendo Aomine arrastrado por ella. No encontró asiento, por lo que toleraría 20 minutos de pie. 

 

 

 

<<Diablos, debí traer mis audífonos>> pensó.

 

 

 

El metro se detuvo, aún faltaba una parada más hasta su destino. La gente bajó como otra tanta subía. Y un aroma se esparció por el vagón, sutil, delicado...virgen. 

 

 

Un Omega...


 

Su alfa interior se removió inquieto, olfateando con ahínco la fuente del perfume. Su nariz dio a parar con dos adolescentes de su preparatoria (distinguiendo el uniforme) una chica de larga cabellera rosa y un chico albino de ojos celestes, ambos de pie tambaleándose por las sacudidas del tren. 
El moreno siguió fisgoneando el aroma, al parecer uno de ellos era la fuente de peculiar fragancia.

Descartando propuestas, la pelirrosa olía a fresas; sin embargo ese no era lo que su nariz identificaba, y para cuando quiso olfatear al muchacho, quien le descubrió mirándole con descaro, cedió un asiento a su "amiga". Entonces dicho aroma desapareció completamente; dejándole una dura frustración y extrañeza en su pantera alfa interior.

 

 

Se anunció su parada, y el tren se detuvo. Aquellos chicos bajaron rápidamente sin darle la posibilidad de acercarse a sus espaldas, buscar algún rastro de ese frágil perfume; sumado a su paso perezoso a la preparatoria, lo rebasaron.

 

El campus de Teiko era  imponente, exageradamente grande, ello justificaba el elevado precio de la pensión que él no pagaba gracias a su semi-beca (50%). Un remolino de aromas se estrelló con su olfato al cruzar las puertas: alfas, betas y omegas; todos con la crisis hormonal adolescente a pico.

 

Se dirigió al auditorio general a escuchar las aburridas palabras del director; allí pudo divisar a dos de sus amigos del club de basket, pues esos colores de cabello eran muy reconocibles y típicos del linaje alfa. Por otro lado, dos filas por delante se hallaba el chico peliceleste del tren; por "x" razón...pensar en ese muchacho le revolvía el estómago, inquieto...similar a las sensaciones de sus pesadillas.

 

El barullo se formó de nuevo cuando los alumnos se disponían a sus aulas al toque del timbre. Al caminar a su martirio (el salón) arregló sobre la  cancha de basket a unos metros oculta entre grandes árboles. 

 

<< Es primer maldito día; nadie se dará cuenta si...>>pensaba

 

 

- Ni lo pienses Daiki.- una voz severa irrumpió a sus espaldas dándole un susto.- No te escaparás aún si es primer día.

 

-¡Akashi bastardo!- le recriminó con una vena saltona y por adivinar sus pensamientos 《qué tipo más raro》.- ¿acaso no sabes saludar estúpido fosforito?

 

- Hola.- dijo el pelirrojo a lo que el moreno bufó.- al parecer conseguiste la beca deportiva, felicidades

 

- Al parecer tu papi te la paga, "felicidades".- puso sus brazos tras su nuca, despreocupado.

 

 

El heterocromático se indignó por el comentario de su amigo, pero decidió restarle importancia, después de todo, así era el moreno: torpe e imprudente.

 

- Creo que sigues siendo el mismo Ahomine de la secundaria.- apareció un peliverde sosteniendo un pequeño pollito de juguete.- No me sorprendería que pierdas la beca por tus escapadas.

 

-Tch... no friegues Midorima, anda a jugar con tus juguetes del demonio

 

- No insultes a Oha-asa, nanodayo.- se acomodó los lentes.- ya veremos a quien pides ayuda para exámenes.

 

 

Golpe bajo.El moreno miró a Akashi buscando su apoyo, pero este simplemente negó con la cabeza y esa mirada fría. Los tres alfas reanudaron su paso hacia los edificios de salones.

 

 

- Oigan, si ustedes están aquí...¿dónde esta la rubia y el colosal?- dijo Aomine.

 

- Ryota de seguro se quedó dormido; llamé a Atsushi, se olvidó su bolsa de dulces y tuvo que volver a su casa.

 

- Por cierto, qué curso les toca ahora.- el peliverde observó su horario.- yo tengo matemáticas.

 

- ¡Yo también!-  el moreno ojeó sus asignaciones, y Midorima rodó los ojos.- somos compañeros, "estoy a tu cuidado".- lo último dijo con fingida voz de niña a lo que el heterocromático no evitó la risa y el peliverde saltar su yugular.

 

-Los veré en el cambio, yo tengo Literatura, nos vemos.- Akashi se alejó mientras dos alfas discutían sin remedio.

 

 

*

Las clases transcurieron, lentas y tortuosas; con el profesor hablando en el fondo mientras los alumnos resonaban sus lapices. Un heterocromático no se hizo esperar cuando el docente dejaba preguntas abiertas sobre literatura clásica, y él, muy elegante, elevaba su mano.

 

Sin embargo sus pensamientos se hallaban a la deriva, sin enfoque; su tranquilidad estaba siendo perturbada y no entendía el "por qué". Siempre se enorgullecía el poder de su razón sobre el instinto animal, pero esta vez su león interior daba zarpazos a su cordura...estaba en modo territorial.

 

Miró el brazalete de su muñeca con cierto desprecio, no quería descontrolarse, y sobretodo...no quería ser electrocutado.

 

El timbre del primer receso lo sacó de su trance. Acomodó su bolso al hombro y salió del salón. En medio del pasillo viró su atención a un grupo de chicos omegas que parloteaban sonrojados al mirarle y jugueteaban con el seguro de aquellos collares negros de sus cuellos. 

 

 

Qué predispuestos》pensó.

 

 

Por regla general, los alfas y omegas que asistían a alguna institución educativa, al ser menores de edad, estaban obligados a portar los "controladores" o en su jerga adolescente: Chokers.
Un collar o brazalete inhibidor que bloqueaba y mantenía controlado los instintos de ambas especies.

En caso de los Omegas, era un collar de cuero que aprisionaba la zona más sensible y erógena (cuello) reduciendo la emanación de feromonas y evitar posibles altercados con un alfa que quiera marcarle en razón de un celo desprevenido.

Por otro lado, los Alfas llevaban un brazalete de plata, prendidos en la muñeca, su función, más que suprimir era "castigar", en específico, mandaba descargar eléctricas al alfa descontrolado. 

 

Una forma muy disimulada y cruel de mantener todos a raya.

 

Excepto los Betas, quienes ignoraban completamente dicho tema (incluso de la existencia de los alfa-omega) lo excusaban en motivos de "moda juvenil"; además ellos no se les obligaba a portar ningún choker. 

 

 

Esa era la realidad...

 

 

Más aromas se arremolinaron en su nariz al llegar a la cafetería. Ser un alfa era una cosa, pero ser además, un alfa pura sangre complicaba todo. Tanto Akashi como algunos de sus amigos compartían dicha cualidad; su olfato era tres veces más sensible que uno ordinario, por ejemplo. Podían controlar su transformación plenamente a una edad bastante joven, a diferencia de otros que esperaban la total madurez. Se podía reconocer cuando se estaba frente a un pura sangre con su "simple olor"...fragancia...
Exóticas y fulminantes. Una irremediable fragancia de macho bravo territorial.

 

Caminó a la máquina expendedora de café, no estaba del ánimo a sumergirse en la ola de estudiantes del kiosko. Un chico de cabellos cafés al verlo le cedió amablemente su lugar, cosa que agradeció guiñando su ojo dorado; si tan solo supiera que uso sus feromonas sobre el beta.

 

Giró en sus pasos; y allí estaban, en una mesa al medio del comedor: La Generación Milagrosa, los cinco nuevos alfas pura sangre de Teiko. El pelirrojo saludó a todos y tomó asiento cuando se desataba una encendida conversación por parte de quien emanaba  limón y jengibre.

 

- De qué estás hablando Ryota.- preguntó mientras daba un sorbo a su café.

 

- Esta rubia tonta parece colegiala, dice que encontró a su chikistrikis.- respondió el moreno abriendo su b“nto disimuladamente.

 

- Neh! Eres cruel Aominecchi! Lo que pasa es que tienes envidia.- le sacó el dedo medio.- además dije "creo", no cualquiera se reencuentra con su amor de primaria en el mismo salón.- reposó su cabeza en las manos suspirando.

 

- Espero que lo cuides bien Kise-chin.- habló Murasakibara.- de seguro debe saber muy bien como mis dulces, tal vez le de una probadita.- bromeó y el aludido gruñó bajo.

 

- Murasakibara tiene razón.- agregó el peliverde.- los gustos de Kise son muy dulces, no me sorprendería.

 

- Argh! Con ustedes no se puede hablar.- bufó el pelirubio jalando sus cabellos.

 

- Y cómo se llama el desdichado?- Aomine habló con la boca llena y arroz en la cara. Kise se quedó pensativo para luego encogerse de hombros y negarse.- ¿No sabes o no quieres hablar?

 

- Je...je no recuerdo, han pasado años y la vez que me declaré salí corriendo.

 

- Bravo Kise-chin, eres todo un alfa.- la mesa entera rió.

 

- Van a ver! Averiguaré su nombre y lo marcaré!

 

- Como quieras Ryota, no es como que nos interesara.- irrumpió Akashi.- Cambiando de tema, a la salida nos inscribiremos en el club de Basket, Sanada nos entrenará para los nacionales.- mas que una petición, el pelirrojo ordenó a los demás.

 

- Ese será nuestro club de deporte entonces.- aludió el peliverde.- el de artes en cuál estarán?

 

- Comida.- respondió el pelilila con un chocolate en la boca.

 

- Es de gastronomía tonto.- dijo Aomine.- Si no queda de otra estaré en dibujo.- todos le miraron con una ceja levantada incrédulos.- Qué?! No puedo?!

 

- Oh! entonces yo estaré en teatro, seré todo un artista y tendré mas seguidoras en insta.- el rubio se veía muy decidido.

 

-Ejem...drama queen...- Midorima fingió tos, entonces los alfas se carcajearon.

 

La campana del cambio de hora hizo eco y en manada se retiraron a sus respectivas clases.

 

 

Un rubio estaba molesto, ofendido, cansado de ser el chiste de sus amigos, como si no tomaran en serio cada decisión suya, cuando en realidad se hallaba en igualdad con ellos...alfas pura sangre. Se encargaría de demostrarle su determinación... marcar al omega más deseable. Pues estaba convencido y no le cabía duda que aquel chico de ojos celeste cielo era peligrosamente irresistible. 

 

 

《 Apuesto que es Omega...es más apuesto y es mi destinado》pensaba un Kise entusiasmado.

 

 

 

Como nunca, tomó asiento en las primeras filas...bueno, en realidad porque Akashi se adelantó y le reservó  sitio a su izquierda. Examinó el salón completamente, buscando el foco de su atención, y como un dulce regalo del destino, un peliceleste tomó asiento a su lado.

 

 

《Es mi oportunidad, no las cagues

 

 

Al momento que diseñaba su plan para iniciar conversación y averiguar el nombre de tan enigmático peliceleste; un despistado beta lanzó su mochila donde se hallaba sentado el anterior, reclamando el sitio como suyo. En consecuencia, su oportunidad de conversación se desvanecía cuando su ocupante recogía sus cosas para marcharse.

 

 

《 ¡No no no! ¡Espera, aún no te he marcado! 》se desesperaba el alfa rubio. 

 

 

 

Y tal vez fue la adrenalina del momento, o la molestia por que fueran tan descortés con el peliceleste que, sin prever, amedrentó contra el beta en un tono muy duro que hasta sorprendió a Akashi. 

 

 

Había utilizado, por primera vez, la voz. 

 

 

 

El profesor de Historia entró, se presentó a los alumnos explicando el desarrollo de su curso. Dejó correr una lista por el aula, llenando con sus nombres y código de estudiante, a fin de constar como asistencia.

 

Al momento que Kise recibió la hoja de aquella mano albina, sonrió para sí, pues en perfecta caligrafía rezaba el nombre de quien, desde hace mucho, atolondraba su instinto de Lince; delineando mentalmente cada sílaba, grabándolas cual tatuaje a su memoria.

 

 

 

《 Kurokocchi~ 》


 

 

 

*

 

Existe un dicho que cita: "El que persevera gana".
Y no se podía aplicar mejor a cierto alfa peliazul que, si bien no logró escaparse a primera hora, lo logró en la segunda a  mitad de clase, con el pretexto del "baño" se safó de la supervisión de Midorima y Murasakibara, rumbó a la cancha de basket.

 

Eludió diestramente a los auxiliares (sino ya se imaginaba a su madre alfa utilizando la voz en él). Se acomodó el saco a la cadera y remangó su camisa. Tenía el balón en su mano, haciéndole rodar en su índice mientras iba a su destino de desfogue.

 

Aproximándose, a un par de metros, el chirrido de unas zapatillas y el boteo constante le alertaron que alguien más, al igual que él, no se hallaba en clases. Un pelirrojo de cejas extrañas y cuerpo descomunal se desplazaba con amplitud en la cancha, sus movimientos coordinados y espontáneos irradiaban "entrega" al jugar. 

 

 

Nada mal para un simple beta》pensó el moreno.

 

 

 

- Oi! Tú! Cejas divorciadas!- gritó Aomine sin pizca de gracia. El pelirrojo frenó en seco, reparando en él y mirándolo con fastidio.

 

-¿Te conozco?

 

- No pero...- lo interrumpieron.

 

-Entonces no estorbes y lárgate.- dijo volviendo a su actividad anterior, ignorándolo.

 

 

Aomine frunció el entrecejo, un beta no estaba la altura de faltarle a un Alfa, menos un pura sangre.  Dejó su propio balón a un costado, acomodó sus mangas, y de un veloz reflejo  arrebató la pelota de manos ajenas para rodearle, dando un salto y encestar de espaldas al arco, sonriendo con altanería. El contrario se quedó boquiabierto, pues no lo vió venir, aun tenía las manos en la misma posición cuando lo interceptaron.

 

-¿Qué quieres?- preguntó una vez salido de trance.

 

- Un versus.-  tiró el balón de regreso a su dueño.- para que veas que soy generoso te daré esa ventaja.- había arrogancia en su voz.

 

- Tsk...¿Qué gano yo con esto?.- hizo rodar el balón por sus hombros, provocando una vena saltona en el alfa.

 

- Uhm..pues...El derecho a jugar con "los grandes".- propuso llamando la atención del otro.- y taaal vez, ser un titular del club de basket

 

- ¿Titular?

 

-Claaro, si me ganas primero, y lo dudo...- lo miró desafiante.- porque el único capaz de vencerme soy yo...- dijo soberbio y la sonria ladina.

 

El pelirrojo se acercó retadoramente, tan decidido, tensando su mandíbula.

 

- Ya lo veremos nigga

 

Ambos se posicionaron, con los ojos clavados entre sí y el orgullo bailando en sus pupilas. Y al momento en que el pelirrojo lanzó el balón al aire para iniciar el juego, el ruido agudo de un silbato los hizo pisar tierra.

 

El auxiliar del pabellón corría hacia ellos gritando media palabrería..."Mierda"...dijeron en simultáneo. Entonces, como alma que lleva el diablo, ambos chicos prendieron carrera a todo pulmón con sus respectivos balones, yendo en direcciones opuestas, dejando el "versus" para otra ocasión.

 

El moreno corrió despavorido hasta esconderse en un baño, armonizando su respiración; la anotación de su nombre en el registro de conducta solo significaba algo: "Problemas en casa", sumando el hecho que debía mantenerse en el tercio superior por la beca...por favor, era Aomine Daiki, el chico "caso perdido" de la secundaria Touo ...¡¿como diablos haría eso?!

 

 

Faltaban 15 minutos para la hora del almuerzo cuando su estómago rugió con fuerza, asi que ni tonto ni perezoso se aproximó al comedor, adelantándose al caos que se formaría después.

 

Con la paciencia del mundo, llegó al destino de su hambre. Una corta fila ya se había formado, tomó su  charola y formó tras unas chicas que discutían por llevar una bandeja más para alguien.

 

Mientras avanzaban el timbre resonó, anunciando el inicio del infierno...una devastadora ola de adolescentes hambrientos llegaban a tropezones, entre ellos, sus cuatro amigos en medio de la fila debatiéndose en saltarse unos puestos en la cola.

 

Pidió un plato cárnico con verduras, y para el postre se decidió por un flan de vainilla (extraño en él, prefería chocolate amargo). Pero cuando su mano se disponía a coger el aperitivo, alguien más se decidió por lo mismo, chocándose.

 

 

-Oh! Lo siento mucho, pero yo también lo quisiera, es para un amigo.- una pelirrosa se inclinó levemente frente al moreno quien la reconoció al instante. 


 

La chica del tren...significa que su amigo es...》

 

 

-Claro, ten.- le depositó el pequeño frasco en la charola extra.- yo tomaré otra cosa

 

- Gra-gracias.- sonrojada, la muchacha se fue con su amiga.

 

 

A las finales quedó con un pastel de café. Se dirigió al mismo sitio del receso anterior, y sin esperar más, empezó a comer antes de ser importunado por los alfas, y en especial, por un exrrovertido rubio...

 

 

-¡¡Aominecchi!! ¡Ya sé el nombre del amor de mi vida!- se abalanzó Kise a los hombros del aludido, haciendo que se atorase.- ¡¡Rayos!! No te mueras Aominecchi!!.- y de un palmaso le hizo tragar.

 

-CUÁL ES TU PROBLEMA IDIOTA?!

 

- Sh! Silencio Aomine, llamas mucho la atención.- dijo un peliverde tomando asiento.

 

- Mine-chin~ siempre bullicioso

 

- ¿¡Yo!? Esta teñida casi me mata

 

- Estas sangrando Daiki?- preguntó un tranquilo Akashi, el contrario arqueó una ceja para negarse.- si no hay sangre todo esta bien.

 

- Lo que pasa es que Kise-chin ya es todo un alfa,  encontró a su destinado.- irrumpió Murasakibara, robando un trozo de carne del plato del moreno.

 

-Ah~ Kurokocchi~ no ha cambiado nada .- suspiraba Kise, recordando el níveo perfil del peliceleste cuando lo observaba atender la clase.- es taan pequeño, taan delgado y taan lindo...¿Verdad Akashicchi?- miró al nombrado.- ya quiero morderlo, espero que se acuerde de mí...

 

- Ryota, lo miraste la mitad de la clase y suspirabas el resto de ella... además acaparaste todo mi campo de visión con tu cabeza, asi que no vi nada.- entonces recordó un incidente.- hasta utilizaste la voz con un beta.

 

- Se me salió Akashicchi, fue sin querer queriendo, además casi aplasta a Kurokocchi, aun no entiendo como no lo vio .- se quedó pensativo.

 

- Espera espera, me perdí!- dijo el moreno sacudiendo su cabeza.

 

- No tanto cuando te fuiste al "baño".- sentenció Midorima, el contrario lo fulminó con la mirada.

 

- Cierto, qué se suponía que hacías Daiki, ya me contaron.

 

- Midorima traidor...- gruñó el peliazul

- Ni me mires, no dije nada.- apuntó con su índice vendado a un pelimorado que abría una bolsa de papitas, cortesía de Akashi por su honestidad.- además nadie va al baño con un balón de basket, idiota.

 

 

El moreno terminó contando toda su travesía; desde aquel extraño, y según él "atorrante pelirrojo" jugador, hasta su huída a los baños. Reprendido por un heterocromático y peliverde, las burlas del rubio y los asaltos de comida por el pelimorado, más otras ocurrencias del grupo, la hora del almuerzo transcurrió. 
De un momento a otro, Kise se paró de improviso a dejar su bandeja diciendo que ya volvía, sin embargo nunca regresó. Seguidamente cada uno se dispuso a irse, dando la casualidad que el último curso de "Biología"  lo compartían los 5.

 

 

Todo era un revuelto en el aula a carencia de docente. La bulla, risas y desorden reinaban. Un grupo de alfas se acomodó en la zona delantera, exactamente en el espacio del profesor.
Kise y Aomine discutían dándose empujones por quién sabe cuál motivo; Murasakibara semi-sentado en el escritorio abría un paquete de pokis mientras Midorima de pie conversaba sobres los problemas que daría a la salud del alto; y por último, Akashi se posicionó en la silla del docente con los pies encima de la mesa y brazos cruzados, con la mirada clavada en cierto objetivo celeste que, desde su entrada "discreta" llamó su atención.

 

 

 

Curioso...》 pensó.

 

 

 

Estaba allí, tranquilo, al lado de la ventana en el fondo del salón, con el cuerpo medio erguido y la cabeza reposando en su mano izquierda. Ensimismado, leyendo un libro...tan ajeno a la realidad de su alrededor... tan misterioso con semejantes párpados que celaban largas pestañas, mientras la luz de la tarde que se filtraba del vidrial delineaba suavemente su perfil níveo, asemejándola al cristal.

 

Lo observaba con insistencia, interés y escrutinio; perforaba su apacible burbuja fantasma para hacerle doblegar su voluntad: un atisbo de duda o miedo...eso era lo que quería descubrir en aquel peliceleste; y así, concluir de tratarse nada más de "carne de cañón barata" que se sometían a un alfa.

Sin embargo su estrategia no era efectiva, pues aquellos anchos párpados ocultaban los ojos ajenos al mundo; haciendo que su alfa se retuerza de frustración, de ansias. Segundos después, el temple del observado cambio sutilmente, hacia bailar sus dedos cual tic, se veía rígido, su cabeza ladeó de forma insegura, y desde hace unos minutos que permanecía en la misma página sin pasarla. Finalmente, y para sorpresa de Akashi...la mirada elevó. 

 

 

 

Cautivador


 

 

 

Indescifrables luceros celeste esperanza.

 

 

Firmes  y determinados ojos color cielo. 


 

 

Akashi contuvo el aliento, solo le bastó dos segundos del encuentro visual para perder su calma, dejando a su Alfa rugir internamente y sonreír complacido. Aquella mirada, además de resplandeciente, también reflejaba un vestigio atrevido y osado; mucho más cuando, con la indiferencia en ellos, rechazó los rubís del alfa al restarle importancia y continuar su lectura sin inmutarse. 

 

En otras palabras, Akashi estaba jodido y radiante.

 

Proclamando aquel pedazo de cielo como patria ganada, suya y de nadie más... Porque ese deseo, lleno de plenitud y pasiones desquiciadas, en un futuro, lo iban a consumir sin saberlo, capaz de hacerlo cenizas y aire si se le negaba tenerlo. Pues era exactamente lo que sentía el pelirrojo...sentirse pleno, completo, cuando su fuego se fundió en el cielo. 

 

 

Después de la plenitud viene la soledad.


 

 

-  ¡Ha sus sitios jóvenes!- irrumpió de repente la voz del  Director  entrando al salón.- ¡Silencio! El profesor de Biología aún no se ha incorporado al plantel, lo esperamos en los próximos días ya que es uno de los Docentes invitados desde el extranjero por nuestra casa educativa este trimestre...

 

El Director siguió hablando sobre la excelencia y valores educativos, absolviendo dudas de los alumnos como el proceso de evaluación...y así, transcurrió la hora. El toque final de la salida sacudió el ánimo de todos los alumnos que estaban a la expectativa de los talleres, haciendo que, sin dejar terminar de hablar al adulto,  en bandada salieron a atropellos del salón, atascándose en la puerta. 

 

Un peliceleste esperó en calma y humildemente su turno de salir, sus amigas lo esperarían en el patio asi que no tenía apuro... o eso creyó. 
La periferia de sus ojos detectó cinco sombras al extremo del salón, quietas e imponentes, observándolo sin prudencia, como si buscaran alguna respuesta en él. Cohibido el peliceleste, se apresuró en salir, dejando atrás aquellos pares de ojos multicolor.

 

Si tan solo alguien le hubiera explicado la naturaleza de su condición...misma condición que conocería por la fuerza en un futuro cercano; no hubiera bajado la guardia, relajarse profundamente en su lectura que sin prever, emanaba descaradamente una fragancia dulce y exquisita de Omega virgen, que descolocó los cinco sentidos a los alfas pura sangre del salón.

 

Por su lado, en la mente de cada alfa, una idea germinó...un deseo, haciéndoles salivar y estremecerse.

 

 

*

 

 

La luz de la tarde bañaba el cielo en suaves tintes anaranjados y violetas, donde un rendido sol aperturaba con grandeza el reino de la luna, mientras el viento surcaba las nubes y los cabellos de las personas. Sintiéndolas dichosas.

 

Un grupo de amigos se conglomeró recorriendo los clubs de artes, inscribiéndose y lanzando una que otra broma por sus decisivas. Finalmente se detuvieron el stand del club de basket, llenando sus fichas, presentándose a sus superiores y acordando los horarios de entrenamiento junto con sus objetivos a lograr.

 

No lo podían negar, se hallaban distraídos, ausentes...aun guardaban la sensación de tan seductor perfume que los perforó horas atrás. Un aroma similar a la vainilla, pero tan débil que apenas sus desarrollados olfatos lo sintieron.

 

Apartando sus dudas, volvieron en sí. Se entretuvieron en el stand por varios minutos, conversando sobre nimiedades y disparates de alfas junto con quienes serían sus sempais o compañeros de cancha, descubriendo así el sarcasmo del capitán  Imayoshi Soichi, y el extrovertido ex compañero de Akashi, Hayama Kotaro.

 

A todo eso, de pronto, un grito los sacó de sus casillas. Un pelirrojo llamaba a diestra a siniestra a alguien que al parecer no le prestaba atención, dando así un escándalo  que llamaba la atención en medio patio. Aomine lo reconoció al instante, pero no imaginaba que fuera de las personas "emocionales" pues lo que ocurrió después no lo esperaba nadie.

 

Aquel chico pelirrojo corrió media maratón a la salida, donde un trío de amigos caminaba tranquilamente. Sin reparos, se abalanzó sobre un chico de cabello celeste, estrujándolo tan fuerte en sus brazos, como si hubiesen estados vacíos una vida entera; el contrario por su parte tenía los ojos abiertos como platos y su cuerpo empezó a temblar al corresponder el gesto, pareciendo desvanecerse como mantequilla.

 

Los alfas, a la distancia, se ganaban tremenda e íntima escena, causando a más de uno apretar sus puños o morderse la lengua, junto a un sinfin de preguntas molestas.

 

Fue entonces que una pelicastaña apartó el "reencuentro" de una manera abrupta, vociferando quién sabe qué reclamos, pues su rostro iracundo reflejaba evidente rabia con el pelirrojo, apuntándolo acusadoramente en su pecho y tildando hechos para nada agradables;  tanto que le abofeteó el rostro en una limpia cachetada y, acto seguido, las chicas arrastraron al consternado peliceleste (quien ya hacía notar sus lágrimas) a un taxi, partiendo lejos.

 

Suspiró rendido, un decepcionado pelirrojo vio retirarse la figura del taxi en un destello amarillo; y una vez que estuvo fuera de su vista, se encontró un sinfín de ojos mirándole. Los estudiantes, viendo que el show había terminado, reanudaron su atención girándose a lo que hacían antes.

 

Por su lado, el protagonista quedó allí, en la entrada, con las manos cubriendo su rostro y el corazón pesándole mucho. No podía creer el hecho de ver a quien por tantos años extrañó desesperadamente, a quien fue su principal por no decir única razón de regresar a Japón...y más aún, no podía creer el enfado de sus antiguas amigas para con él...si eso sentían ellas, no imaginaba el sentir del peliceleste.

 

Entonces un dolor similar al dolorfísico estrujó su corazón, reflejado en su expresión dolida.
Acaso... ¿es posible reparar  algo que su mismo orgullo rompió?

 

 

 

Después del amor, viene la soledad

Notas finales:

Saludos! 

 

Me extrañaron? Yo sí :( 


Puedo decir que este cap me costó demasiado en escribir, tenía muchas ideas y al momento se plasmarlas se me escurrían como agua :'v

Pero bueeeeno, aquí está, para su goze y disfrute jeje  espero que les guste tanto como a mi al escribirlo*.*

 

Ah!! Se me olvidaba! esta historia también se encuentra en Wattpad con el mismo nombre:3 si es que se deciden pasarse por allí. 

 

Dejen sus comentarios (si desean xd) me hace feliz ver ustedes leen el Fic jeje

 

 

Nos leemos! <3


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